Por: Claudio Mena Villamar
Un periódico que se respete y busque aproximarse a los
lectores, no puede prescindir en cualquiera de sus páginas de la caricatura
diaria. Es conocido que numerosos lectores al abrir el periódico, lo primero
que buscan antes o después del desayuno, es mirar esta diablura que deja siempre brotar una
sonrisa antes de marchar a las penurias del trabajo.
Ella no es solamente lo
que dice el diccionario en la definición: “dibujo satírico en que se deforman
las facciones y el aspecto de alguien” o la definición despectiva de que la
caricatura es “obra que no alcanza a ser aquello que pretende”, definición
degradante que se aleja de lo que es una verdadera caricatura.
No es dejar de
alcanzar “aquello que se pretende¨, como dice el diccionario, pues la
caricatura tiene alcance para comunicar en el medio en el que se la publique,
mucho más de lo que éste logra con el
desarrollo de la noticia. Por ello se define como ¨el arte de la síntesis” y en
el campo periodístico la caricatura ha pasado a ser un elemento sustancial y
básico del cual no puede prescindirse.
De ahí que este género se ha convertido
en el blanco, especialmente en ciertos gobiernos despóticos, que abruptamente
debería eliminarse o al menos limitarse. La Academia de la Lengua está llamada
a hacer una revisión en su diccionario de sus conceptos con relación a la
caricatura, ya que esta no es solamente un dibujo con rasgos característicos
y con una clara visión humorística, sino
que demuestra además ingenio, habilidad
y la capacidad de visualizar lo profundo de la noticia del día. Campo propicio
para desarrollar una caricatura ha sido siempre de preferencia la política ,
pero en nuestro país se han abierto alertas para esquivar esta especialización.
Xavier Bonilla ha sido uno de los humoristas de buen talento,
herencia de su padre, humorista también
de magníficos trabajos en este campo , que ahora parece que empieza a fastidiar
por quienes expresan muchas cosas con el lápiz o el pincel. Ahora se encuentra
Bonil bajo la justicia, con una pretensión de que debió pasar censura
previa por parte del medio que publica sus trabajos, contraviniendo las
mismas leyes por ellos redactadas de prohibición expresa de dicha censura a una
caricatura que parece ha sido recibida por el gobierno como algo tremendo.
El Universo también es castigado, debiendo pagar una multa
absurda e injusta. Seguramente el Gobierno, si abre el diccionario comprenderá
que el humor es genio, índole, condición “cuando se manifiesta exteriormente.”
La caricatura de Bonil, asumida como obra de un delincuente,
ha recorrido el mundo donde varias personas y en distintos lugares han enviado
mensajes al caricaturista para felicitarlo. No debemos olvidar que el
diccionario al hablar del humor habla también de la agudeza, de la jovialidad.
Ojalá Bonil al pasar por estas horcas caudinas no abandone su humor, sus virtudes y sus lápices.
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