miércoles, 31 de enero de 2018


 

Toda una tribu está muriendo intoxicada por mercurio y nadie habla de ellos

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Una tribu indígena de Perú se ha convertido en víctima de un extraño caso de intoxicación por mercurio.

La tribu, que vive en la amazonia peruana, específicamente en territorios creados para su “aislamiento voluntario”está muriendo poco a poco por uno de los 10 contaminantes que más preocupan a la Organización Mundial de la Salud.   

Los Nahua, que conocieron a la civilización exterior hace unos 40 años, ha reducido su población en casi un 50 % y hoy se encuentran al borde de la extinción, pues desde 2014 se han presentado muchos casos de envenenamiento por mercurio y los estudios realizados al 41 % de la población demostró que de esas personas, el 78 % tenía altos niveles de mercurio en la sangre.   

nahuas
Hasta hoy no existe una teoría que confirme porqué niños y adultos por igual están siendo envenenados. 

Se ha descartado que la minería artesanal sea culpable, así como la deforestación del grupo indígena, lo cual deja dos posibles causas

Una es el consumo de dos tipos de pescado en la región, pero eso es improbable según los mismos artículos publicados, pues la cantidad de mercurio para envenenar a tantas personas hace improbable que se trate del consumo de pescado.  
Perú
La otra y la que más convence a los científicos y doctores, aunque no pueden estar seguros aún, es un proyecto de extracción de gas, pionero en América Latina. El proyecto Camisea puede ser el responsable, pero al no existir reportes e investigaciones previas, aún no se puede concluir que la compañía responsable del proyecto sea culpable. Sin embargo le programa del medio ambiente de la ONU ha reportado que el mercurio está presente en casi toda la extracción de combustible fósil y que eso “contribuye significativamente a la presencia de mercurio en el gas Camisea”.   
proyecto camisea
La situación es crítica para el pueblo Nahua, el reporte filtrado por The Guardian menciona comentarios redactados en 2014, e investigaciones realizadas a principios de 2017 demuestran que la ayuda, en lugar de llegar, ha desaparecido: “Necesitamos ayuda, queremos ayuda (…) la gente está consternada. No hay nadie trabajando en esto, nos han olvidado”, expresa un indígena nahua. 

Mientras las causas terminan de esclarecerse, adultos y jóvenes de esta tribu siguen muriendo por igual, y el peor de los panoramas posibles es muy triste: su extinción. 
FUENTES:

50 firmas de oposición y tres de PAÍS oficializan pedido de juicio político contra Carlos Ochoa

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50 firmas de asambleístas de oposición y tres de Alianza País oficializa el pedido de juicio político en contra de Carlos Ochoa, superintendente de Comunicación, por incumplimiento de funciones.
El legislador de CREO, Fatricio Villamar describe las razones por la cuales solicitan este juicio. 
“Hoy vamos a sentar un precedente para que se sepa que ningún funcionario en medio del poder puede venir atacar a los ecuatorianos ni usar la ley a su favor”, aseveró la asambleísta Lourdes Cuesta.
En este sentido, indicó que hoy comienza el camino hacia la libertad de expresión.
“Estamos apoyados por quienes se han sentido afectados por el abuso del superintendente”, dijo.
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Cabeza de zapato arruinó los medios que usó Correa

  en La Info  por 
Fernando Alvarado no es hombre de muchas luces. El propio Rafael Correa lo bautizó Cabeza de zapato en su gobierno. Lo exasperaba el hermano menor de Vinicio; su gurú.
Pero Fernando Alvarado es un hombre a quien pocos superan en su capacidad de lambonería y de cinismo. Por eso llegó lejos con Correa: fue Secretario Nacional de Comunicación y, al final del gobierno, ministro de Turismo. Como Secretario de Comunicación el fue el principal responsable del manejo del mayor holding de medios gubernamentales en Ecuador. Y el responsable del mayor aparato de propaganda y persecución de la opinión disidente que haya conocido el país.
ANDRÉS MICHELENA, GERENTE DE MEDIOS PÚBLICOS, DURANTE LA RUEDA DE PRENSA/ FOTO EL TELÉGRAFO
Hoy, Andrés Michelena empezó a destapar la “nefasta e indignante situación” y a ponerle cifras a este baile de millones de dólares. El Gerente de Medios Públicos hizo un sobrevuelo de la forma “propagandística y mediocre, dispendiosa e indolente” en que fueron manejados esos medios por Alvarado. 23 millones suman las pérdidas en Gamavisión (17 millones) y TC Televisión (6 millones). Solo las sabatinas costaron a Gamavisión, según Michelena, $5 millones.
Gamavisión es un canal quebrado y con un problema humano delicado: 156 de sus trabajadores fueron invitados por el anterior gobierno a convertirse en accionistas minoritarios. Sacaron créditos por $5 millones que ahora con los intereses suman $7 millones. El representante suyo dijo que habían arrancado con 22% del total del capital; ahora solo tienen 4% y no tienen cómo pagar la deuda y sus intereses. Convertir a los empleados en accionistas permitió a Alvarado y sus administradores hacer creer que empresas como TC Tv. eran privadas y evitar así las auditorias de la Contraloría.
El Telégrafo fue el diario que sirvió a Correa para dar lecciones de periodismo. Michelena reveló algunas de las enormes falacias que el correísmo manejó mediante ese diario. Según él, El Telégrafo imprimía 17 mil ejemplares y tenía 65% de devolución. Nada se sabe de su contabilidad y de los inmensas inversiones hechas por el correísmo en el diario más viejo del país. Además, en mayo del año pasado se anunció que había comprado diario El Tiempo de Cuenca. Michelena avanzó cifras que muestran el negociado que hay detrás: el gobierno dijo haber pagado $1,5 millones y el único activo que encontraron es una rotativa que tiene 40 años y cuyo precio comercial es, dijo, $80 000. Ni siquiera el edificio en el cual funciona ese diario es del gobierno. Por él paga $8 000 de arriendo.
Otra perla revelada por el gerente de medios públicos: en noviembre de 2011, Ecuador TV. adquirió 46 sistemas de transmisión para llevar su señal a pequeñas poblaciones amazónicas. Están en bodegas en Quito. Total de pérdidas: tres millones de dólares.
Al oír a Michelena se antoja que dijo demasiado poco. El estado de propaganda denunciado hoy merece una investigación forense para poner en evidencia todo: no solo la contabilidad y los negociados. También los mecanismos usados por el correísmo para forjar equipos encargados de convertir a los periodistas en propagandistas, manipular la opinión, trazar líneas para linchar a contradictores políticos y disidentes sociales. Fernando Alvarado tiene enormes cuentas por pagar en este campo. Es curioso –pero evidente– que sobre todo esto nada haya revelado la Contraloría en la época de Carlos Polit. Michelena pidió intervenir en forma inmediata a Pablo Celi, contralor subrogante.
Las escasas cifras reveladas por Michelena son reveladoras. No constituyen, sin embargo, una sorpresa para el país que, durante diez años, denunció el uso y abuso del correísmo en la comunicación. Pero esas pocas cifras sirven para poner de nuevo sobre el tapete el tema de fondo: ¿Qué hace el gobierno en ese sector? ¿Por qué tiene medios y por qué tiene que seguir invirtiendo en ellos?
Se celebra la decisión de enviar una Ley de Medios Públicos. Lo mismo que la decisión de auditar la gestión anterior y valorar esos medios; pedido que fue hecho al Banco Interamericano de Desarrollo. Michelena dijo, sin citarlo, que Alvarado y los suyos “tendrán que responder por cada centavo mal usado bajo el Estado de propaganda”. No dijo que el gobierno de Moreno se encargará, con las investigaciones en mano, de demandar ante la justicia a Alvarado y a sus administradores por el manejo doloso que hicieron del dinero y los bienes públicos. Tampoco dijo cuándo el gobierno de Moreno devolverá esos medios a la sociedad. Tenerlos es una tentación demasiado grande para cualquier gobierno.
Los defensores del correísmo ahora saben,  por boca de un momento del gobierno de Moreno, que los Alvarado y los expertos en el estado de propaganda también son expertos en negocios chuecos para quebrar medios mientras los usan. La investigación forense debiera responder la pregunta que hizo Michelena y que se quedó sin respuesta: ¿Por qué quebraron esos medios? El Contralor o la Superintendencia de Compañías podrían colaborar en esa respuesta.
Foto: El universo 

La guía de la política exterior es un panfleto chavista

  en La Info  por 
Resulta difícil creer que el presidente Lenín Moreno haya leído o al menos que se haya enterado del contenido de la Agenda de Política Exterior, que la cancillería de María Fernanda Espinosa ha presentado y que servirá, según se dice en el documento, como guía para la toma de decisiones en política exterior. Y si leyó parecería que no entendió absolutamente nada.
Si bien es verdad que Moreno se ha declarado socialista y revolucionario, la Agenda de Política Exterior contiene enunciados que se contradicen de algunas tomas de posición que Moreno ha tenido en los últimos meses sobre relaciones exteriores.  Está por ejemplo, el tema de Venezuela. Es evidente que quienes redactaron la Agenda profesan una lealtad que raya en la militancia ciega y absoluta con el gobierno de Nicolás Maduro, mientras que Moreno ha tomado distancia de ese régimen autoritario y dictatorial que ha llevado a Venezuela a un colapso social e institucional sin precedentes en América del Sur. 
Mientras Moreno ha dicho que le preocupa el número de muertos y el número de presos políticos en Venezuela, en la Agenda de Política Exterior de la canciller Espinosa se formula la declaratoria más incondicional y absoluta de filiación al proceso político venezolano.  “El proceso de una Asamblea Nacional Constituyente ha profundizado la arremetida de la derecha internacional y de los medios de comunicación, mientras que la Organización de Estados Americanos, OEA, ha asumido una postura controversial, al transgredir el principio de no intervención en asuntos internos de un Estado”, dice el texto del Ministerio de Relaciones Exteriores que se asemeja mucho más a un texto redactado en una sede de una de las Milicias Bolivarianas o en la oficina de Diosdado Cabello que en las oficinas de una cancillería que dice estar conformada por diplomáticos profesionales.
El tono de panfleto chavista-madurista se nota a leguas en las ochenta páginas de la Agenda. Es un texto lleno de referencias ideológicas (el término neoliberal se lo menciona en cinco ocasiones) que, a la luz de los acontecimientos de los últimos años, resulta desubicado y sin conexión con la realidad. En esta línea se presenta el tema de la integración regional y la llamada Alianza de Pacífico. Para quienes redactaron la Agenda, por ejemplo, la Alianza del Pacífico a la que pertenecen México, Colombia, Perú y Chile es una iniciativa a la que el Ecuador no debe sumarse por su agenda “neoliberal” y “aperturista”, mientras que la Alianza Boliviariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, aparece como una prioridad para la diplomacia ecuatoriana.  Se trata de una sorprendente afirmación de una Cancillería que parece incapaz de observar y percatarse del evidente fracaso de la ALBA, que para lo único que sirvió fue para lanzar consignas anti imperialistas y filo comunistas y que luego del desplome de Venezuela ha quedado convertida en un mecanismo sin ningún sentido ni utilidad.  Con Venezuela colapsada, el ALBA ha pasado a ser únicamente un eslogan político. ¿Ecuador sigue apostando por ella?
En efecto, en la Agenda se acusa a la Alianza del Pacífico de estar “marcada fundamentalmente por su impronta comercial y defensa del libre mercado” y de tener “una connotación política representativa del modelo neoliberal, que ha volcado su atención hacia iniciativas de índole aperturista como la alianza del Pacífico, coadyuvando a la ralentización de los procesos en UNASUR y CELAC”.  Si se compara esta afirmación hecha en la Agenda con las recientes declaraciones del presidente Moreno, quien dijo que “debemos refrescar nuestras relaciones internacionales y revisar la posibilidad de alcanzar un acuerdo comercial con EEUU y las opciones que tiene el país en el marco de la Alianza del Pacífico”, es obvio que o Moreno no leyó la Agenda o que quienes la redactaron no se enteraron, o no quisieron enterarse, de lo que piensa Moreno. Mientas la Alianza del Pacífico parece consolidarse como la única iniciativa regional de integración comercial que funciona en el continente, el Ministerio de Relaciones Exteriores insiste, como dice en la Agenda, en afirmar que la “tarea fundamental en materia de integración consiste en consolidar espacios como Unasur, Celac, Can, OTCA y ALBA”. No aparece, casi nunca, las referencias mencionadas por Moreno de la necesidad de encontrar mercados para los productos ecuatorianos y cuando se menciona la palabra mercado, que parece en 16 ocasiones, casi siempre es en tono peroyativo: “En esta nueva etapa de su desenvolvimiento histórico, el Ecuador se asume como una sociedad con mercado, y no de mercado”.
La Agenda, además, recoge posiciones que el correísmo más visceral extrajo de las obsesiones personales y autoritarias de Rafael Correa y las elevó a categoría de tesis de política internacional.  Está plenamente recogida, por ejemplo, la posición que el gobierno de Correa tuvo frente al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. “Ecuador exhorta a que los Estados asuman la responsabilidad de una reforma de diversos aspectos como la sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el financiamiento apropiada de las relatorías y la ratificación de los instrumentos interamericanos y universales de derechos humanos para su plena aplicación”: esta es una clara y absoluta herencia de los esfuerzos infructuosos y vergonzosos que hizo Correa para quitarse de encima los mecanismos legales del sistema interamericano que obstaculizaban a su política atrabiliaria y autoritaria, sobre todo con los medios de comunicación.  Como se ve en el texto, incluso, no se deja fuera el tema de la Relatoria Especial para la Libertad de Expresión que se convirtió en una auténtica obsesión de Correa y que lo llevó a tratar por todos los medios posibles para que exista un consenso regional para quitar a esa relatoría el financiamiento de organismos ajenos a la Organización de Estados Americanos. Correa, en el 2013, calificó a la Relatoría como un adefesio. La agenda parece estar inspirada por ese mismo pensamiento.
La Agenda es evidentemente la hoja de ruta de un gobierno que no se parece en nada a la que Lenín Moreno dice que quiere aplicar. Si Moreno dice que le interesa llegar a acuerdos comerciales con los EEUU, la Agenda redactada por la Cancillería soslaya ese tema y lo reduce a una frase aislada, cosa que contrasta con la importancia que se le otorga a otros temas como los acuerdos comerciales con Nicaragua y el Salvador y la creación de la aerovía Ecuador-Taití.
Es indudable que el texto de la Cancillería lleva la impronta de uno de los funcionarios que, según ha informado ese Ministerior, trabajaron en su redacción: Juan Meriguet. Se trata de un militante de izquierda radical, casado con la ex asambleísta y actual embajadora en Cuba, María Augusta Calle, que ha mantenido una relación muy cercana con grupos insurgentes como las FARC. En efecto, Meriguet, quien entró a la Cancillería de la mano del ex canciller Ricardo Patiño, apareció en un informe de la Dirección de Inteligencia de la Policía como uno de los operadores de la agencia de noticias Altercom, medio de comunicación de las FARC, junto a su esposa. La Policía dijo en ese entonces que Altercom operaba como una agencia de prensa internacional, “relacionada con partidos políticos, movimientos de izquierda y las FARC”.  Antes de trabajar en la Cancillería, Meriguet tuvo algunos cargos en el gobierno de Correa. Fue funcionario del Ministerio de Coordinaciòn Política en tiempos de Ricardo Patiño y subsecretario de Fortalecimiento de Movimientos Sociales y Pueblos. Además participó en la estructuración de los comités de la revolución ciudaana (CRS), al inicio del Gobierno.
Según un boletín de la Cancillería, Meriguet participó en la redacción de la agenda en su calidad de Embajador Itinerante en temas estratégicos y aparece en casi todas las notas de prensa que el Ministerio de Relaciones Exteriores ha hecho sobre la Agenda de Política Exterior. Como Embajador Itinerante tiene un sueldo de 3 418 dólares mensuales.
La Agenda de Política Exterior que ha presentado la Cancillería parece un texto salido de un club de admiradores de los procesos políticos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia y China. En su contenido no existe nada que haga recordar los votos hechos por el presidente Moreno de “refrescar las política internacional” luego de los diez años en los que Ecuador evitó adherirse a procesos regionales exitosos como la Alianza del Pacífico. Es más una declaración de dogmas ideológicos que una brújula pragmática para las relaciones internacionales de un país que dice ser democrático y moderno.

El carro bomba en San Lorenzo estaba anunciado

  en La Info  por 
Encontrar un chivo expiatorio parece deporte nacional. Ahora, tras el carro bombean en San Lorenzo, que según la versión oficial produjo 28 heridos, ya se oye que los responsables fueron guerrilleros colombianos. Y ya. La explicación es tan simple y seductora que ya ha encontrado compradores. Pero no da cuenta del problema que atraviesa el país, desde hace décadas, principalmente en esa zona y también en Manabí.
La prueba: Revista Vanguardia publicó el 3 de abril de 2009, en su número 178, un extenso informe sobre la narcoguerra que ya vivía San Lorenzo y sus alrededores: Campanita, Palma Real, Mataje, Borbón, Río Verde, Camarones… Este pelagato e Iván Flores, –entonces director y editor respectivamente de Vanguardia– recorrimos la zona y hablamos con sus habitantes, oficiales policiales y militares durante algunos días. El diagnóstico fue tan estremecedor que el título del informe lo dice todo: “Ecuador pierde el Norte”. No era una metáfora. Era una alerta sobre una realidad que ya estaba implantada y de la cual estaba perfectamente informado Javier Ponce, entonces ministro de Defensa, y Miguel Carvajal, ministro de Seguridad Interna y Externa. Con ellos se habló en ese momento e incluso los dos ordenaron a sus subordinados en la zona que compartieran sin rodeos información con Vanguardia. Ponce y Carvajal sabían que su gobierno confrontaba una situación compleja y peligrosa. Ponce incluso reconoció que Correa, ocupado en otras tareas, no había dedicado el tiempo que requería la narcoguerra que ya tenía lugar en esa zona.
En claro, a inicios del 2009, ya había conciencia, en parte del sector político y en los mandos policiales, militares, en la Fiscalía y en la Judicatura, de que el Estado no ejercía la plena soberanía en esa zona. Los causantes no solo eran los guerrilleros de las Farc y las Autodefensas Unidas de Colombia. Grupos de delincuentes, narcotraficantes y mercenarios, también de Ecuador, pugnaban por obtener el control de los corredores por donde traficaban armas, precursores químicos, droga, medicinas, vituallas…
Un informe de la Unidad de Análisis Político de la Presidencia de la República, con fecha 4 de diciembre de 2008, daba cuenta de lo que ocurría en los cantones fronterizos. La corrupción de las autoridades locales, la fuga de combustibles, los prestadiarios, (créditos con monumentales intereses que de no ser pagados terminan con la muerte) mostraban, en ese informe, que en la Presidencia no solo se conocían los problemas de seguridad sino las consecuencias sociales y políticas de la narcoguerra. El gobierno de Correa conocía que las bandas que asolaban la zona se desplazaban armados, iban a pie o en lancha y habían establecido códigos visuales (ropa tendida) o auditivos (equipos de sonido) para mantenerse a buen recaudo de las incursiones de patrullas militares. No solo eso: conocían sus nombres y sabían que habían establecido un pago mensual a comerciantes o hacendados de la zona (la vacuna). En la calle Imbabura, la más comercial de San Lorenzo, los propietarios de los negocios pagaban, en 2009, extorsiones que iban de $100 a $1500 por mes.
Ese informe, de ocho páginas en Vanguardia, terminaba con una certeza que era, en realidad, una invitación: comunicar al país la magnitud de un problema que, en 2009, mostraba que el Estado estaba perdiendo la guerra contra unos grupos delincuenciales que lo habían desbancado en el norte del país. Y cuyas ramificaciones se extendían por todo el territorio nacional.
El gobierno de Rafael Correa nada dijo al país sobre el narcotráfico y la narcoguerra iniciada por grupos guerrilleros de Colombia pero que generaron aliados y actores nacionales. No solo nada dijo sino que nada hizo frente a un fenómeno que es transnacional y cuya capacidad de crecimiento es directamente proporcional a sus infinitas posibilidades económicas para corromper y comprar conciencias. Correa, que tanto hablaba, prácticamente no dijo nada en contra del narcotráfico. Y cuando lo hizo fue para indultar presos por narcotráfico o para asegurar que esa lacra del narcotráfico no se ha desbordado en Ecuador.
El carro bomba en San Lorenzo no es un hecho aislado. Solo es la comprobación aciaga de que la guerra por el control de esa zona candente del norte del país acaba de escalar de nivel. Y que lo que los ecuatorianos han visto en las películas o en telenovelas pueden vivirlo en su cotidianidad.

martes, 30 de enero de 2018


 

¿Por el odio a Correa?
Este horrendo fracaso sería la última gran traición al ex presidente. Sus copartidarios debieron convencerlo y hasta obligarlo a que se quedara lejos, que no regresara, que corría el riesgo de ser abucheado ruidosamente en cada ciudad a la que fuera. Un ex mandatario, por la dignidad del país, no debe pasar la vergüenza que está pasando Correa.
30 de enero del 2018
POR: Gabriel Hidalgo Andrade
Politólogo y abogado. Docente universitario.
La verdad es que la gente se cansó de las ambi-ciones de perpe-tuidad en el poder, se cansó de la falta de transpa-rencia, de decoro en el uso de los recursos públicos, de las fiestas en Caron-delet".
El ala extrema del aliancismo se prepara para una aparatosa derrota. Las cifras de las encuestadoras CEDATOS, Eureknow y Click Report pronostican una aplastante victoria que promedian entre el 73 y el 76 por ciento de apoyo popular a todas las preguntas de la consulta popular convocada por el presidente Lenín Moreno. Es el fin del correismo y el de Rafael Correa Delgado.
Este horrendo fracaso sería la última gran traición al ex presidente. Sus copartidarios debieron convencerlo y hasta obligarlo a que se quedara lejos, que no regresara, que corría el riesgo de ser abucheado ruidosamente en cada ciudad a la que fuera. Un ex mandatario, por la dignidad del país, no debe pasar la vergüenza que está pasando Correa.
Pero los fundamentalistas del aliancismo jamás aceptarán ser los perdedores y nunca reconocerán sus propios errores. Por eso barrieron bajo la alfombra las denuncias de corrupción presentadas durante su década de hegemonía, repitieron sus frasecillas cansonas sobre la transparencia al tiempo que cerraban filas frente a toda forma de fiscalización, se cuidaron sus espaldas con mentiras y negaron toda acusación en su contra.
Los resultados son visibles: la gente los rechaza masivamente, mientras aplauden a Moreno, su antiguo compañero que está gobernando con las encuestas y ofreciendo a la gente un baño de verdad sobre las cuentas públicas o sobre los responsables de sus manejos.
Pero los más radicales recurrirán al autoengaño. La autocrítica o la reinvención no son posibilidades para la obscena vanidad de estos prepotentes que, después de una década de poder absoluto, no son capaces de aceptar que erraron.
Después del escandaloso fracaso que los espera dirán que ha triunfado “el odio a Correa” como si la política se agotara en las personas. Seguirán cansándonos con sus muletillas paranoicas sobre la derecha, la partidocracia, la izquierda infantil, la prensa corrupta, los intelectuales resentidos, los pelucones. Dirán que todos se juntaron, por el odio al ex presidente con la intención de acabar con él, que el incendio es culpa de los otros.
La verdad es que la gente se cansó de las ambiciones de perpetuidad en el poder, se cansó de la falta de transparencia, de decoro en el uso de los recursos públicos, de las fiestas en Carondelet, de las sabatinas, de la ausencia de respeto por el otro, de diálogo, de tolerancia, de pluralismo. La gente se cansó de la violencia verbal, del acoso público a los criterios disímiles, del uso de los bienes del Estado en inútiles desagravios personales. La gente se cansó de la mediocridad, de las mentiras y de la corrupción. Pero la gente no se cansó de Rafael Correa, se cansó de todo lo nocivo que hay detrás de su gobierno.
No se odia al abucheado en las calles. Por alguien como Correa, ungido por sí mismo como a un emperador romano, tras las pifias, no se siente odio, se siente vergüenza ajena y una profunda pena. Yo siento pena, aunque muchos me digan que ese es el castigo al abuso y la arrogancia. 
Pero lo peor para el correismo fanático no esto. Los votos que prohibirían la reelección indefinida enterrarán bajo una montaña de voluntades su pedantería, sus pretensiones de perpetuidad faraónica y sus ambiciones de seguir parasitando el Estado.
Más de 7 de cada 10 ecuatorianos sepultarán al correismo, según las encuestas. Este es el fin de un personalismo desbocado, de sus clientes más cercanos y de su esquema mafioso.
Después de proclamarse como triunfador absoluto en sus dos últimas contiendas presidenciales y de imponerse en tres, Correa debió retirarse de la política prudentemente para ser recordado por la historia como un mandatario arrasador.
Pero después del 4 de febrero será recordado como lo que es: un desquiciado que perdió la cordura y que quebró a un país rico por creerse estar a la altura de Nerón Claudio, a quien  no le importó incendiar Roma para culpar a los cristianos de querer sacarlo del poder. 

“Una ofensiva conservadora trata de anestesiar el país”

Exclusivo Diálogo con Lula antes y después de la condena que busca inhabilitarlo como candidato a presidente


Argentino con 25 años de residencia en Brasil, el secretario de Clacso Pablo Gentili reconstruyó un día que será clave en Brasil y la región: el miércoles 24 de enero, cuando la Justicia dejó a Lula al borde de no poder postularse a la Presidencia. Aquí sus conversaciones con Lula en los momentos previos y en los posteriores al fallo de los camaristas de Porto Alegre.
Por Pablo Gentili
Imagen: EFE
Desde Brasil
Lula apoya su rostro sobre la mano izquierda. No parece cansado, aunque todo su entorno está extenuado después de semanas de tensión y nerviosismo. Faltan algunas horas para que el 4º Tribunal Regional Federal confirme la sentencia del juez Sergio Moro. Lula se muestra realista y asume la tarea de mantener el ánimo entre sus familiares, colaboradores y amigos. Siempre fue así. En los momentos más difíciles de su gestión como presidente, llegaba al Palacio del Planalto y cuando veía alguien abatido le decía: “¿qué es esa cara? No estarás leyendo los diarios, ¿no?” Luego, soltaba una inmensa carcajada, contagiosa, balsámica, reparadora. Era el Lula presidente, el que apoyaba, consolaba y animaba a todos. Sigue siendo así.
Como Lula, los que lo acompañan este 24 de enero en el Sindicato de los Metalúrgicos del ABC paulista, saben que asisten a la crónica de una sentencia anunciada. Se repite la farsa jurídica iniciada por el juez Sergio Moro, con quien el ex presidente sostuvo diálogos que avergonzarían a Kafka y serían la envidia de los Hermanos Marx. Un juicio en el que no hay nada que probar. Contra Lula ya todo ha sido dado por cierto mediante el artificio jurídico de la convicción del juez, del llamado “dominio de los hechos”, del desprecio al debido proceso y de la indolente pretensión de querer transformar una venganza en un acto de justicia. Se llama lawfare: el uso del poder judicial para acabar con los adversarios políticos.
El equipo del ex presidente sigue la sesión por televisión y advierte cómo los jueces de apelación leen sus interminables sentencias, escritas antes de escuchar a la propia defensa de Lula, quien sólo tuvo 15 minutos para exponer sus razones. Un observador privilegiado del juicio, el jurista australiano Geoffrey Robertson, presente en la sala de audiencias de Porto Alegre, sostendrá más tarde: “Esta no ha sido una sesión justa. Los jueces hablaron durante cinco horas, leyendo un guión que habían escrito antes de escuchar cualquier argumento. En una corte de apelación, los jueces deben escuchar primero a las partes antes de emitir una sentencia”.
Todos siguen las actualizaciones de las redes sociales, menos Lula. Uno de los tuits que más impacto generan es el que ha hecho circular el periodista Rodrigo Vianna: “En el juicio más importante de la historia de este país, una señora negra sirve café a tres hombres blancos que juzgan a un migrante nordestino. Si no entendemos el simbolismo de esto, jamás entenderemos este país”.
Lula piensa vaya a saber en qué. Nadie lo molesta ni interrumpe lo que parece ser un íntimo ritual de introspección que reserva para sí mismo ese inmenso líder obrero, nacido en una de las regiones más miserables del planeta, ese nordestino migrante, retirante. Abraza a uno de sus hijos. Le dice algo al oído y antes de que comience la intervención del último juez, se retira a su casa.
En el sindicato permanecen más de 500 personas entre colaboradores, dirigentes, activistas, militantes sindicales, del Movimiento Sin Tierra y decenas de periodistas de 34 países. En el sindicato, que siempre ha sido también la casa del ex presidente, permanece la tristeza. Allí, hace apenas algunos meses, ha sido velada Marisa Leticia, la esposa de Lula, a quien esos jueces citan ahora como partícipe de un delito que nadie ha cometido. En el sindicato permanece la tristeza. Hace exactamente un año, el 24 de enero, Marisa Leticia sufría el derrame cerebral que le costaría la vida. Fue el día que la justicia brasileña eligió para volver a condenar a Lula.
Anestesia
En su casa, Lula permanece acompañado por su familia y algunos pocos amigos. Está tranquilo y trata de descansar para la larga jornada que aún lo espera. Miles de activistas, centenas de movimientos sociales, organizaciones sindicales, estudiantiles y profesionales, trabajadores rurales se habían congregado en una multitudinaria jornada de protesta, el día anterior, en Porto Alegre. Las mujeres, convocadas por diversas organizaciones feministas y contando con la presencia de la presidenta Dilma Rousseff, habían tenido un papel protagónico en los actos y movilizaciones que reunieron más de 70 mil personas en la ciudad que se tornó el ícono del exitoso “modo petista de gobernar”. Una ciudad heroica en la memoria de la izquierda mundial, ahora transformada en el escenario de un momento trágico para la historia democrática de Brasil y de América Latina.
Muchas de estas organizaciones y líderes políticos de todo el mundo se trasladaron el miércoles a San Pablo. Ese día, al finalizar la sesión que ratificaría la condena a Lula, miles de personas comenzaron a acercarse a la Plaza de la República, donde por la noche se llevaría a cabo un acto en el que, desafiando la prepotencia oficial, el PT lanzaría la candidatura de Lula a la presidencia de la república.
Allí el ex presidente vuelve a mostrar su semblante más enérgico. Son los actos, es la proximidad del pueblo, lo que mantiene activo a Lula. Los abrazos, los besos, las fotos, los apretones, que tanto molestan a algunos dirigentes, son el combustible que alimenta su voluntad, la fuerza que lo rejuvenece y le da fortaleza para enfrentar cualquier tipo de adversidad.
–¿Qué desafíos se abren para el PT y para las fuerzas progresistas brasileñas?
–El desafío de evitar los retrocesos que están ocurriendo en la democracia y en los derechos de los trabajadores. Especialmente, ahora, con la propuesta de reforma previsional que impulsa el gobierno golpista de Michel Temer. También, garantizar elecciones realmente libres y democráticas en octubre de este año. Una ofensiva conservadora trata de anestesiar el país. Afirmaban que el problema de Brasil eran el PT y el gobierno Dilma. Así, destituyeron a una presidenta electa por 54 millones de votos, prometiendo que todo iba a mejorar. Después, dijeron que el problema eran los derechos laborales. Y suprimieron esos derechos. Ahora dicen que el problema somos el sistema jubilatorio y yo. Pero el pueblo brasileño está despertando y descubriendo que, en vez de curar la enfermedad como prometieron, están robándose los órganos vitales del país: nuestros recursos naturales, los derechos del pueblo, el patrimonio público. Todo lo que hemos construido con el sacrificio y el trabajo de varias generaciones, lo están vendiendo a precio de bananas.
La derecha hizo el golpe, pero ha pasado más de un año y no consigue tener otro candidato que un neofascista, defensor de la dictadura militar, sexista y violento, como Jair Bolsonaro. Un diputado que en la sesión de destitución de Dilma Rousseff dedicó su voto al general que la había torturado cuando tenía 19 años. Por otro lado, la candidatura de Lula no para de crecer y lidera todas las encuestas electorales. A pesar de todos los ataques, el PT sigue siendo el partido con mayor número de militantes y mayor capilaridad en la sociedad brasileña.
–¿Por qué está ocurriendo esto? –es la pregunta para Lula.
–Porque el pueblo se ha dado cuenta de que el golpe no fue contra Dilma, contra Lula o contra el PT. El golpe fue contra los trabajadores, contra la clase media, contra los que hacen un enorme esfuerzo por sobrevivir con dignidad. El golpe fue contra las conquistas democráticas que llevaron a que Brasil redujera significativamente la pobreza, la injusticia social, el hambre. Inclusive un amplio sector de la clase media, que apoyó el golpe, está sufriendo sus consecuencias. Si no reaccionamos a tiempo, Brasil volverá a ser un país donde un tercio de la población tiene derechos mientras, como ya está ocurriendo, miles de niños y niñas pasan hambre en las calles. Los índices sociales del país han empeorado de forma espantosa. Brasil sólo puede ser un país grande, importante, soberano, si la economía crece de verdad.
–¿Qué sería crecer de verdad?
–Crecer incluyendo a los pobres. Cuando los pobres pueden comprar, cuando pueden consumir, el comercio vende más, la industria produce más. Brasil crecía e incluía en el presupuesto público a millones de personas que antes no tenían derechos ni las oportunidades más básicas. Ellos están destruyendo todo esto. Brasil era un país con futuro. Un país de todos, no de algunos pocos. Estábamos dejando de ser el imperio del privilegio. Un país no puede ser un mero exportador de commodities, que emplean poco y que hacen que la economía pueda convivir con la existencia de multitudes de desempleados, pobres y excluidos.
De espaldas
En las primeras horas de la tarde del 24 de enero la farsa judicial se ha concretado. Lula sufre una nueva condena que complica seriamente las posibilidades de ser candidato en las elecciones presidenciales de octubre de este año. Mientras se prepara para ir a la concentración de la Plaza de la República en el centro de San Pablo, recibe llamadas de apoyo y de solidaridad de todo el mundo. Es un ícono de la democracia, latinoamericana y mundial. Lo veneran en todos los continentes, no sólo líderes y personalidades políticas progresistas sino también liberales y conservadores con apego al debido proceso.
El manifiesto “Una elección sin Lula es fraude” en pocos días reunió más de 215 mil firmas. Destacados intelectuales, políticos, artistas, juristas y dirigentes sociales progresistas de todo el mundo se han sumado a la declaración que circula ya en 10 lenguas. Cristina Kirchner, José Pepe Mujica, José Luís Rodríguez Zapatero, Rafael Correa, Massimo D’Alema y Ernesto Samper son algunos de los ex mandatarios que lo firmaron. Cerca de 20 mil argentinos se sumaron al manifiesto.
–Estoy inmensamente agradecido por el apoyo y de la solidaridad internacional, especialmente de países como Argentina, México, Uruguay, Ecuador, Italia, Portugal, España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Venezuela –dice Lula.
–¿Qué cambió en el proceso de integración regional por el golpe en Brasil?
–Lamentablemente, Brasil volvió a vivir a espaldas de sus vecinos. Hemos vuelto a disputar con otros países periféricos quién atrae más la atención de los Estados Unidos y quien gana la cortesía de cenar con Donald Trump, como si de esto dependiera la solución de nuestros problemas, en vez de tener una política internacional propia. Respetando al mundo pero sin que mantengamos esta vergonzosa sumisión. El gobierno de Michel Temer no tiene legitimidad. Y tampoco la tiene una política exterior que sólo pretende vender los activos y el patrimonio de nuestro país. Cada nación tiene su historia, sus gobiernos, su cultura. En materia internacional, es fundamental que exista diálogo y respeto mutuo. Tengo mucho orgullo del período en que fui presidente de Brasil y pude convivir con presidentes como Néstor y Cristina Kirchner, con Pepe Mujica, Chávez, Bachelet, Evo, todos ellos.
–¿Qué tenían en común?
–Entendíamos la importancia de una región sin conflictos. Entendíamos que éramos más fuertes juntos, resolviendo entre nosotros, sin interferencia externa, nuestras diferencias. Evitábamos crisis y promovíamos la cooperación comercial, educativa, social entre nuestros países. Siempre estuve convencido de que Brasil sólo conseguiría desarrollarse de forma soberana si nuestros propios vecinos se desarrollaban también de forma soberana. Hoy, esas ideas, esa energía integradora y solidaria, se ha congelado o está en retroceso. Sin embargo, la integración entre nuestros pueblos es una vocación inexorable y volverá a avanzar.
–Durante mucho tiempo, la consigna del PT fue: “la esperanza vence al miedo”. Hoy, muchos jóvenes se aproximan a la política porque creen en la vigencia de aquel lema.
–Siempre les digo una cosa: abandonar, nunca. Perder la esperanza, jamás. El neoliberalismo, muchas veces sustentado por los monopolios mediáticos, promete un futuro mejor para todos pero concentra la riqueza y restringe las oportunidades en algunos pocos, los de siempre. En Brasil, nosotros probamos que podíamos gobernar haciendo exactamente lo contrario: que era posible incluir a los pobres en el presupuesto público, que podíamos invertir más en educación, más en salud y en vivienda, acabar con el hambre, construir dignidad, ampliar derechos. Ellos quieren apagar de la memoria del pueblo ese período de conquistas democráticas. Hoy me condenan a mí, pero lo que están queriendo condenar es ese proyecto y nuestro futuro como nación libre, soberana y justa. Quieren hacerlo, pero no lo lograrán.
–¿Hay un mensaje especial para los jóvenes?
–Millones de jóvenes, en Brasil, por primera vez llegaron a la universidad. Nosotros fuimos el último país de las Américas que creó una institución universitaria. En Argentina ya se estaba haciendo la reforma universitaria y nosotros ni universidad teníamos. Fuimos los últimos en abolir la esclavitud. Éramos la vanguardia del atraso. En doce años de nuestros gobiernos, conseguimos garantizar la primera generación de brasileños y brasileñas que no tuviera niños ni niñas pasando hambre. Sacamos más de 40 millones de la pobreza sin perjudicar a ningún sector social, sin perseguir a nadie. Esto nunca había ocurrido en la historia de nuestro país. Fue posible utilizar la política en beneficio de las mayorías. Fue posible, a través del Estado, hacer políticas públicas de inclusión y promover la justicia social. Nosotros mostramos que el pueblo sabe gobernar mejor que las élites. Por eso, ellos nos odian. Pero te digo una cosa: esa reacción retrógrada no va a prosperar. Vamos a vencer.
* Secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y profesor de la Universidad del estado de Río de Janeiro.


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