martes, 28 de febrero de 2017

Continue reading the main storyFoto
Rafael Correa muestra su cédula de identidad luego de votar en las elecciones ecuatorianas el domingo pasado.CreditDolores Ochoa/Associated Press
QUITO – Por apenas siete décimas de un punto porcentual, los votantes ecuatorianos forzaron a la realización de una segunda vuelta electoral el próximo 2 de abril para escoger al nuevo presidente de la república entre Lenín Moreno, del oficialista Alianza País, y el empresario Guillermo Lasso, de Creando Oportunidades (CREO), el partido opositor. El balotaje se anticipa muy reñido entre quienes apuestan por la continuidad de Alianza País en el poder, el movimiento liderado por Rafael Correa que ha gobernado al Ecuador desde enero de 2006, o por un giro político hacia un partido que promete poner fin a la llamada Revolución Ciudadana y restablecer un clima de libertades y entendimientos democráticos en el país.
Si Lenín Moreno hubiese alcanzado el 40 por ciento de los votos válidos, y no el 39,3 por ciento, habría sido la tercera vez consecutiva que Alianza País ganaba una elección presidencial en primera vuelta. Los otros dos triunfos ocurrieron en las votaciones de 2009 y 2013 cuando Correa se impuso con una amplia mayoría. Si bien la votación de Moreno muestra que Alianza País conserva una fuerza electoral significativa, los resultados de conjunto revelaron un giro en las preferencias de los electores hacia los candidatos presidenciales de oposición. Hace cuatro años, Correa se impuso con el 57,7 por ciento de los votos válidos. El domingo, la votación conjunta de todos los candidatos opositores sumó un porcentaje muy similar, lo que revela un nuevo escenario de fuerzas.
La reciente elección estuvo marcada por dos hechos clave: el relevo del liderazgo de Correa en Alianza País y la disputa por el liderazgo de la derecha entre dos grupos rivales.
Para un movimiento dominado por un liderazgo tan fuertemente personalizado, el relevo de conducción política resulta un desafío enorme. Correa ha sido el eje ideológico de Alianza País, su principal capital político y su fuente de legitimación, de modo que su pase a retiro abre el peligro de un vacío de conducción. El movimiento podría perder su rumbo y horizonte político en un momento de transición; y el país entraría en un ambiente de mayor incertidumbre y conflictividad.
En el marco del llamado giro a la izquierda de América Latina, la Revolución Ciudadana fue un proyecto de refundación nacional que prometió llevar a los ecuatorianos a una segunda y definitiva independencia, como lo hizo Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia. Correa le dio estabilidad a Ecuador después de una década que vio desfilar a nueve presidentes por el Palacio de Carondelet. Pero en su trayectoria degeneró en un proyecto autoritario, poco transparente, con un dominio caudillista y estatal de la vida social y política, que devolvió al país a sus viejas tradiciones populistas y lo alejó de un horizonte renovado de vida democrática.
Para la derecha, mientras tanto, las elecciones del domingo fueron una suerte de primarias entre Guillermo Lasso y Cynthia Viteri del Partido Socialcristiano (PSC), quienes a pesar de su proximidad ideológica, no lograron un acuerdo para ir con una sola candidatura en primera vuelta. La división impidió la conformación de un bloque político sólido desde la derecha que pudiera ofrecer un desafío más fuerte al movimiento de gobierno desde la primera vuelta electoral. Los líderes del PSC ofrecieron en la misma noche del domingo, tras conocer los resultados, su apoyo a Lasso. Los votos de las dos candidaturas sumaron 44,3 por ciento de los votos válidos. Si bien se puede afirmar que Lasso y Moreno parten con un soporte de apoyo bastante similar, la gran interrogante será si el candidato opositor podrá capturar toda la votación del PSC y algo de ese 15 por ciento de electores que optó por alguna de las otras cinco candidaturas claramente opositoras.
Lasso es un exbanquero guayaquileño que en 2010 fundó el partido CREO. Muchos consideran a CREO como una simple plataforma electoral montada para llevar a su máximo dirigente a la presidencia. En la elección de 2013 se ubicó en la segunda posición detrás de Correa con el 22,3 por ciento de los votos válidos. Defiende ideas liberales en la economía, un papel restringido del Estado y promueve una visión conservadora de la sociedad centrada en la familia. Su campaña de primera vuelta se orientó a capturar el voto duro anticorreísta.
Cualquiera de los dos candidatos que triunfe deberá enfrentar las incertidumbres del agotamiento de un ciclo político. Heredará un país con una economía en recesión, afectada por un agudo déficit fiscal y graves desequilibrios externos, que le obligarán a poner en marcha un programa de ajustes. Para poder enfrentar las elecciones con mayores posibilidades de éxito, el gobierno de Correa disimuló la crisis fiscal mediante la contratación de préstamos por un monto equivalente al 15 por ciento del PIB en los últimos 12 meses. Aún así, la economía ecuatoriana decreció 1,7 por ciento en el 2016, según estimaciones del Banco Central de Ecuador.
El modelo económico de la Revolución Ciudadana se sostuvo en la prosperidad fiscal generada por los altos precios del petróleo y un aumento de las recaudaciones tributarias. Ese modelo permitió un amplio activismo del Estado a través de un crecimiento sin precedentes de la inversión pública y el gasto social, sobre el cual se sostuvo el prestigio carismático de Correa, quien además contaba con una mayoría del 75 por ciento en la Asamblea Nacional.
El nuevo escenario político también muestra que habrá mayor dispersión de fuerzas en el parlamento, aunque Alianza País tendrá un bloque de mayoría, según los primeros resultados. Si ganase la elección Lasso, Ecuador tendría un presidente con una minoría legislativa, expuesto a relaciones muy difíciles con la asamblea, que pueden reeditar las viejas pugnas de poder institucional propias del presidencialismo ecuatoriano. Moreno, en cambio, tendría un escenario más cómodo con el congreso, pero deberá convivir con la sombra de Correa y la amenaza permanente de un vacío de liderazgo en Alianza País.
Para Moreno será muy difícil convertirse, como fue Correa, en el factor aglutinante de las heterogéneas facciones dentro del movimiento. Además, su candidato a la vicepresidencia, Jorge Glas, actual vicepresidente, lleva a cuestas serias acusaciones de corrupción que han dañado su imagen y prestigio. Si el binomio ganador fuese Moreno-Glas tendrán que hacerse cargo de la fatiga y el cansancio manifestado por amplios sectores de la sociedad ecuatoriana tras diez años de polarización y maltratos sistemáticos a los críticos y opositores al régimen. Alianza País impuso sobre Ecuador un sistema político con un amplio dominio del ejecutivo y la pérdida consiguiente de los mecanismos de equilibrio y balance de poder propios de las democracias representativas.
Para Ecuador, la elección del 2 de abril plantea dilemas complejos. Por un lado, sortear la crisis económica sin caer en los mismos escenarios de inestabilidad gubernamental y agitación social de la década de los noventa. Y de otro, restablecer un horizonte democrático sobre la base de una visión pluralista de la vida social y política.
Quienquiera que resulte electo estará obligado a generar un clima de diálogo y tolerancia sustentado en el respeto al ejercicio de los derechos y libertades individuales y colectivos. Será el único antídoto posible para evitar que la polarización de los últimos diez años siga destruyendo la convivencia democrática del país.

El karma de Moreno no es Lasso; es Correa

  en La Info  por 
Por primera vez, en diez años, el correísmo está a la defensiva. Por supuesto, nada está jugado pero la segunda vuelta no será el paseo que prometieron Rafael Correa y Lenín Moreno al afirmar que ya no ganarán con un millón de votos de diferencia sino con dos millones.
La presion está, esta vez, en el terreno del oficialismo y se nota: hay nerviosismo, muestras de desesperación, actores que actúan por su cuenta, arreglos de cuenta, grupos que se echan la culpa. Lenín Moreno tiene cinco semanas para revertir la tendencia y su problema es que, por no haber previsto una segunda vuelta, no parece tener muchas herramientas a su disposición para reinventarse. En los hechos Moreno tiene, además, dos frentes que atender: el interno y el de Guillermo Lasso. En ese frente interno tiene serios problemas. Cinco en particular:
  1. No tiene imaginario propio: Lasso tiene dos: la alternancia (el cambio) y la generación de empleo. Moreno jugó a reivindicar los logros de la Revolución Ciudadana y prometió agregar lo suyo. Pero fuera de ofertas populistas no logró personalizar la elección.
  1. Correa lo dejó sin espacio: Moreno tiene a Rafael Correa dando vueltas por el país para construirse un monumento. Inaugura obras creyendo que eso ayuda a Moreno. Pero, ¿qué ve la gente? Al líder (ahora impopular) de un movimiento que se va y que mientras más habla de él, más vuelve intrascendente a Moreno. Hace saber, además, que si pierde, él regresará… Huelga cualquier discurso: ya sembró una idea letal para Moreno: si gana, gobernará Correa. El karma de Moreno no es Lasso; es Correa.
  1. La sombra de la corrupción: Moreno también jugó mal en este capítulo y, en vez dedeshacerse de las cacerolas, se declaró voluntario para cargarlas. Su campaña tiene ruido de corrupción. En vez de distanciarse de Jorge Glas y de los otros casos evidentes de corrupción en su gobierno, asumió el discurso oficial que es mentiroso (nosotros descubrimos a los corruptos) y ficticio (nos infiltraron). Su binomio está hoy pegado con babas y porta el virus de la inestabilidad institucional: Glas puede ser acusado en cualquier momento.
  2. Una campaña sin densidad: Moreno apostó a la liviandad: subirse a las tarimas, hacer gala de buen humor, satanizar los debates para no tener que confrontarse con sus contrincantes y hacerse selfies con los electors. Ese cálculo falló porque hay segunda vuelta. Ahora tiene a Lasso pidiéndole un debate por semana. Y se antoja obvio que alguien que aspira a gobernar el país deba tener respuestas para cualquier pregunta. Moreno hasta ahora no ha dado muestras de cómo piensa densificar su campaña, pues parece que la liviandad no le alcanza para ganar.
  1. Las Alianzas: Moreno está más cerca del 50% que Lasso. Pero en el sistema de alianzas que necesita no tiene muchas puertas abiertas. Se reunió con Iván Espinel, primo de los Alvarado y cercano al correísmo; un verdadero invento para quitar votos a los otros candidatos, que ahora necesitan. Suman pero ni son suficientes ni son seguros. Paco Moncayo reconsideró la posición anunciada tras el resultado de la primera vuelta. No votará por Moreno aunque no puede responder por ese caudal de votos (casi 7%). Parte del electorado de Dalo Bucaram puede ser sensible a las ofertas populistas del oficialismo; al igual que parte del electorado socialcristiano. Pero no puede aspirar a tener acuerdos orgánicos y públicos con esos partidos.
Ante Lasso no hay, hasta ahora, novedad alguna. Moreno cuenta con la obra del gobierno y con la adhesión que suscita su figura y lo que hizo en la vicepresidencia. No aspira a que los electores comparen entre sus propuestas y las de su contrincante. Por eso su campaña está volcada a desacreditar a Lasso.
  1. La descalificación: Lasso es, en su discurso, el banquero, el rico, el portavoz del pasado, el responsable del feriado bancario, el político responsable de la guerra sucia.
  2. Encuestas trucadas: El 25 de febrero apareció una encuesta de Cedatos según la cual Guillermo Lasso gana en la segunda vuelta. Un inexistente Centro de Investigación Social publicó ese mismo día otro sondeo según el cual Lenín Moreno va a adelante. No con cuatro puntos de ventaja como anotó Cedatos (52%-48%) sino con 18 puntos (59%-41%). El Telégrafo lo reprodujo, al igual que Telesur, El Ciudadano y todo el aparato de propaganda del régimen. Publicar sondeos fabricados es un engaño público. Pero es, sobre todo, una muestra de desesperación que seguramente se repetirá.
  1. Más y más populismo: Moreno se convirtió, en la primera vuelta, en el mayor populista de la campaña: planes para jóvenes, mujeres y abuelos, subir el bono de la pobreza, duplicar la pensión, casa propia… Seguramente habrá nuevas ofertas en esta verdadera feria del reparto con plata del erario nacional.
  1. Suscitar miedo: la fórmula está probada , aunque en Argentina no dio el resultado esperado. Pero las acusaciones que surgen contra Lasso son las mismas que usó Cristina Fernández contra Mauricio Macri: querer privatizar la educación y la salud. Querer acabar con todos los planes y beneficios sociales. Querer implantar un capitalismo salvaje sin precedentes. Querer acuerdos comerciales que arruinarán la agricultura, la industria nacional…
  1. Multiplicar la guerra sucia: lo que acaba de ocurrir con Manabí es la prueba. Ya salen grafitis en los que supuestamente Lasso insulta a los estudiantes de la Universidad Católica… La guerra sucia es una caja de pandora en la cual seguramente los Alvarado, Patiño y compañía seguirán hurgando.

lunes, 27 de febrero de 2017

Correa quiere ganar sembrando más odio

  en La Info  por 
Una hora cuarenta: la contabilizó él. Y lo dijo. Una hora cuarenta del enlace sabatino 513, hecho en Chimbacalle, Quito, que destinó a la elección del 19F. Una hora cuarenta haciendo campaña, echándose flores y exhibiendo lo peor de él. Un Rafael Corrrea versión mala-fe, intelectualmente indecente y políticamente impresentable. Pero no le bastó. Toda la sabatina, que duró más de cuatro horas,  fue convertida –otra vez– en tarima electoral en contra, esta vez, de Guillermo Lasso.
Nadie duda de que Correa querrá quedarse con la última palabra sobre lo que ocurrió el 19F. No extraña oírlo llamarse ganador. Celebrar el resultado de la consulta popular. Convertir la derrota de Lenín Moreno en un hecho histórico: para él el candidato de Alianza País gana la primera vuelta con una diferencia sobre el segundo jamás vista. Afirmar que tiene el 54% de los asambleístas y el mayor número de elegidos, tres sobre 5, del Parlamento Andino.
Correa etiquetó la sabatina de histórica porque en ella resumió e interpretó los resultados del 19F. A su manera. No compara porcentaje alguno contra diez años de poder. Ni frente a sus propias cifras. Ni de cara al número de asambleístas que tiene y los que dice tener. Ni contra el hecho de que la segunda vuelta nunca estuvo en sus cálculos. Todo eso no es lo que más sorprende: es el desparpajo que tiene para acomodar verdades, trastocar hechos y destilar odio con cara de yo-no-fui-porque-quien-odia-eres-tú. Es verlo convertido en víctima de la violencia y de un intento de fraude. Es escucharlo decir que en el CNE, del cual él habla como cosa suya, la oposición infiltró gente.
Juan Pablo Pozo debió pasarla mal en esta sabatina. Correa lo hizo sentir como un empleado de poca monta. Un juez que necesita que él, su patrón, lo defienda ante la jauría desesperada de Alianza País que lo atacó por no haberla declarada vencedora en la primera vuelta. Marcela Aguiñaga lo llamó inepto y trapeó el piso con él. Correa lo exculpó. Repitió palabra por palabra la coartada que Pozo contó para no publicar el conteo rápido que contrató por $88 000 con la Politécnica. “El CNE actuó muy bien”; “la decisión del CNE fue correcta”, –dijo– cerrando la boca a aquellos que, incluso en el CNE –Nubia Villacis se jugó públicamente– esperaban que Pozo fuera removido, al igual que Paola Pabón –la ministra de la política– por no haber hecho la tarea que les fue confiada.
Tras diez años de poder, sorprende la mala fe de Correa para hacer creer que los electores de Lasso son todos como ese tuitero a quien le pareció exótico hacerse fotografiar, en un plantón, mientras un niño lustra sus zapatos. Correa no dijo que algunos ciudadanos criticaron a ese tuitero por grotesco. Sorprende oírlo leer unos tuits de otros ciudadanos que, en una luminosa imbecilidad, insultaron a los manabitas por haber votado, en un alto porcentaje, por Lenín Moreno. Sorprende escucharlo concluir que son gente de Lasso que es banquero pero no es insolente y tampoco idiota y Correa lo sabe. Sí sorprende esa liviandad, propia de un irresponsable, para endosar esto al contrincante y festejar, además, que sus sedes o sus bancos sean motivo de ataques. Correa no mide, al parecer, que sus palabras pueden desembocar en hechos de violencia y hasta de muerte.
Sorprende, porque es propio de un mal tipo, oírlo generalizar actitudes de unos pocos y atribuírselas al 61% de los sufragantes que no votaron por Moreno. Lo hizo con los manifestantes ante el CNE que llevaron croissants (cachitos) de una cafetería lujosa y cara en Quito, Chez Jérôme. Nunca dijo que eran unos pocos. Generalizó al punto de etiquetar esas manifestaciones como la rebelión de los croissants. la rebelión de los smartphone. Lo hizo con esa vehemencia y esa superioridad moral propias de los resentidos. Para sembrar odio. Cuando él, su esposa y sus hijos tienen smartphones y comen croissants. Posiblemente de Chez Jérôme. Pero eso le sirve para regar odio y con odio pretender ganar esta elección. No se inmuta por las consecuencias. Mas bien, con ese desparpajo tan habitual de los cínicos, acusó a los otros de preconizar la violencia y de odiar. Correa no se hace cargo de su mala fe, de su irresponsabilidad, de sus actitudes de mal tipo, de esa rara capacidad que tiene para odiar y aceitar bajos instintos.
Un Presidente tiene que señalar, por supuesto, como cualquier ciudadano responsable, comportamientos absurdos: decir que se va a incendiar Quito, como algún manifestante gritó, o escribir, como algunos escribieron, que los manabitas deben devolver tal o cual ingrediente porque votaron por Alianza País. Pero es insólito y perverso que un Presidente diga que esa es la estrategia de la oposición. O que aquellas barbaridades que escribieron algunos contra los manabitas, en sus cuentas personales, representan lo que piensan los ciudadanos que no votaron por Moreno. Eso es una bajeza. Es guerra sucia de la peor especie.
Querer enfrentar a los ciudadanos y jugar con la paz pública de esa manera, habla muy mal de esa persona llamada Rafael Correa. En la sabatina dijo que, tras la presidencia, quiere volver a la academia porque eso renueva el alma. Todo prueba que tiene una enorme necesidad de hacerlo.

Lasso arranca con 3.60% más que Moreno para la segunda vuelta


26 Feb, 2017
moreno glas lasso paez
El candidato presidencial de CREO, Guillermo Lasso, ganaría la segunda vuelta electoral el próximo 2 de abril, con el 44,8% de los votos, según una encuesta de CEDATOS, que ha sido publicada en Twitter a primera hora de la noche de este sábado. El oficialista Lenín Moreno obtiene el 41% de la intención de voto. Los nulos y blancos totalizan 14%.
Excluyendo los nulos y blancos, que la ley electoral ecuatoriana no considera votos válidos, Guillermo Lasso llega al 52% de la intención de voto, mientras que Lenín Moreno, al 47,92%.
Según CEDATOS, el 81% de los encuestados ya han decidido su voto.
La encuesta de CEDATOS se realizó en 15 provincias del país, con selección de 23 ciudades y localidades urbanas y rurales. La entrevista fue cara a cara en una muestra probabilística de hogares en los cuales se entrevistó a un elector, hombre y mujer, de 16 años en adelante. Trabajo de campo: 23 y 24 de febrero de 2017. Tamaño de la muestra: 2862 personas. Nivel de confianza 95%, margen de error probable; + / – 3,4% para estimaciones nacionales.
Relato sobre la vanidad
Publicado el 2017/02/25 por AGN
[Gerardo Maldonado Zeas]
A las 5 de la tarde del domingo pasado, cuando se publicaron los resultados del exit poll de las empresas acreditadas para tal propósito, muchos ecuatorianos nos quedamos expectantes por los datos finales de la elección presidencial. Hasta las 8 de la noche, computado cerca del 80% de los votos, el 99% de estadísticos serios de este país veían imposible que el binomio Moreno-Glas del oficialismo podía cumplir con las exigencias para ganar en primera vuelta. De manera extraña para el común de los mortales, el conteo entró en un espasmo de lentitud inexplicable. Y no fue hasta el miércoles 22 de febrero pasado en la noche, cuando faltando un 0,5% de votos por escrutar, que el presidente del CNE Juan Pablo Pozo, dijo de manera oficial, que nos encontraremos el 2 de abril para definir a los ganadores.
Durante este tiempo, un pueblo libérrimo como siempre ha sido el quiteño, salió a las calles para hacer una vigilia por la democracia. No estaban seguros de que los resultados proclamados, correspondan a la voluntad de los votantes. Grandes interrogantes, la más atosigante y mortificante: la cercanía de los miembros del CNE con el correismo, tanto en la cúpula central como en los consejos provinciales electorales. Pero la realidad fue sorprendente. Pozo, ante la pregunta de un acucioso periodista, sentenció palabras más palabras menos, que la tendencia era irreversible y no podía decirlo oficialmente, pero habría una segunda vuelta.
Entonces la reacción virulenta en contra de Pozo del virtual asambleísta José Serrano, para inculparle, para castigarle diciendo que era inentendible cómo podía haber cometido semejante despropósito. Ellos seguramente esperaban otro tipo de declaraciones, una probable era la proclamación del binomio del continuismo como el ganador de la primera vuelta. Y entonces se desató la lluvia de golpes por sus actuaciones, hasta llegar a “sugerir un fraude electoral y falta de transparencia” en contra de Alianza País. Luego de haber visto comparecer a Pozo para dar a conocer algunos boletines, informes frágiles que más bien revelaban una especie de juego para “hacer tiempo” esperando emerja algo del baúl, el pueblo ecuatoriano escuchó atónito semejantes sentencias. Luego las amenazas a Pozo; es bien cierto el refrán “el diablo nunca paga bien a sus devotos”. Un epílogo esperado, los oficialistas dijeron pestes en contra de su amigo o ¿ex amigo?
La vanidad y la sobradez del Presidente, amenazando al pueblo ecuatoriano como si fuera un dios: “En un año estarán pidiendo elecciones anticipadas que la Constitución lo permite con la muerte cruzada y tendré que volver a presentarme en elecciones y vencerlos nuevamente”. ¡Qué sentencia tan angustiante!, el “supremo hacedor” contra ataca. El es el único corresponsal del tiempo para calmar a los desesperados en un pueblo que cree está repleto de ilusos, sin reparar que más del 60% de los votantes le dijeron NO a su modelo continuista. Y ahora escuchándole a Lenín, parecería haberse producido el milagro: el candidato oficialista empezó a contradecir algunas de las medidas tomadas en el gobierno de Correa, es decir, buscando granjearse al electorado con propuestas contrarias a lo que la sociedad ecuatoriana cuestiona, implementadas en este régimen agonizante. Un hombre ofensivo, teatralmente entrenado para los avatares del fin de la fiesta de la revolución ciudadana, al que pocos le creen, por ser un discurso desesperado. (O)

La batalla de la existencia



Publicado el 2017/02/25 por AGN
[Alberto Ordóñez Ortiz]
La vida nos sume a veces en la delirante espiral del jolgorio. En otras nos remite al claroscuro de los sobresaltos o de la zozobra. Y, por supuesto, cuando nos sitúa sobre el oleaje del éxtasis, nos glorifica y expande a todo lo que da la dorada madeja del gozo. Está en su naturaleza cambiante. Nunca quieta. Siempre variable. Si pretendemos dimensionarla de alguna manera o acercarnos a su multidimensional presencia, nos atreveríamos a decir que está en la seguridad de que lo único seguro es la inseguridad. Y esa naturaleza imprevisible es la que precisamente la llena de la magia que representa lo inesperado: porque si todo fuese conocido de antemano, la vida perdería total sentido y sobre todo el incomparable encanto de la sorpresa y de que sea una permanente caja de sorpresas. Desde luego, es más. Mucho más que eso. Mi percepción no pasa de ser sino un acercamiento. Una simple aproximación. Pero esa suerte de desconocimiento, es la que nos permite soñar y fabricar sueños: la materia estelar de que estamos hechos y la que nos impulsa a buscar sin pausas nuevos horizontes. He allí su gloria y su real estatura.
La vieja discusión entre el libre albedrio y el determinismo colocada sobre el tendido de las opiniones vertidas, cobra plena vigencia e inusual vigor. Pero, en nuestra modesta opinión; la primera, es decir la que permite -me refiero al libre albedrío- que las personas elijan, tomen sus propias decisiones, las midan y las sopesen previamente, es la que prevalecería y más todavía si es la que nos abre de par en par las puertas para que construyamos a pulso nuestro porvenir o, dicho con palabras redondas: nuestro destino. Es así como nos enfrenta al inescrutable e inalcanzable futuro y nos pone de vuelta a que la batalla de la existencia y por la existencia, sea la que nos permita sentir la vida en el remansado o acelerado palpitar de nuestro corazón, que es, el lugar en que se concitan, empinan y desvelan nuestras emociones. El libre albedrio nos lleva de la mano al país de las quimeras, que por analogía se equipara con la visión que sobre la existencia tiene Calderón de la Barca, quien la definió así: “La vida es un sueño”. Y, por cierto, un sueño fulgurante. Porque su cortedad oprime y estremece.
El tema de fondo radicaría entonces en determinar cuáles de nuestros objetivos de vida son los sustanciales: ¿los materiales o los espirituales? Para esclarecerlo, permítanme transcribir el siguiente mensaje de Buda: “Lo único que destruye tu capacidad natural es tu mente deseosa. La mente excesivamente deseosa te convierte en un mendigo, pero si alcanzas a controlarla, serás un emperador. Y cuando una persona lo logra, dondequiera que vaya, llevará consigo la atmósfera del júbilo que produce su control”.
Y, agrega: “Tu energía será inagotable, desaparecerá toda confusión, estarás totalmente contento en el aquí y ahora, y en el centro de tu ser arderá esa llama que ilumina todo. La decisión es nuestra. De nosotros depende lograr que todos nuestros años -y todos los que vengan- sean primavera. (O)

Perspectivas (I)

Ramiro García F.
Lunes, 27 de febrero, 2017


La jornada electoral del 19 de febrero dejó más de una lección a todos. La ansiedad y desasosiego se repartieron por iguales entre oficialistas y opositores, pues los unos confiaban en ganar holgadamente en primera vuelta, mientras que los otros consideraban que diez años de gobierno habían generado el suficiente desgaste político como para asegurar una segunda vuelta, con lo que la pelea radicaba en quién se ubicaría en segundo lugar. Las derechas fueron divididas, bajo el supuesto que, haga lo que haga, Lenín Moreno no llegaría al cuarenta por ciento necesario, como para asegurar que no exista balotaje. Estuvieron a medio punto de pagar muy caro semejante ingenuidad.
¿Por qué fueron divididas las derechas? Creo que la respuesta va mucho más allá del carácter o consideraciones personales de los líderes de CREO y los socialcristianos. Existe una recomposición de las oligarquías, en donde los grupos agroexportadores tradicionales disputan con otros nucleados alrededor de la banca y los servicios la hegemonía del poder económico. Ya analizaremos este fenómeno en un nuevo artículo. Sin embargo, la principal razón de esta escisión, que se manifestó en dos candidaturas guayaquileñas disputándose a dentelladas el mismo electorado, se encuentra sobre todo en la premisa que la candidatura gobiernista iba supuestamente debilitada y no alcanzaría una victoria definitiva en una sola vuelta.
Las izquierdas, o lo que queda de ellas, luego de diez años de correísmo en que la palabra socialismo ha sido utilizada tanto para limitar los derechos de los trabajadores como para reprimir a organizaciones indígenas, desaparecer al gremio de maestros o depredar los fondos de la seguridad social, lograron articular una sola posición alrededor de la candidatura de Paco Moncayo, coherente desde lo ideológico, pero poco creíble en lo electoral. El votante no encontró razones para asumir la propuesta del Acuerdo por el Cambio, como algo diametralmente diferente de lo que hemos vivido en la década de gobierno de Alianza PAIS. Aún más, los componentes de este acuerdo alrededor de la candidatura de Moncayo hicieron todo lo posible por diferenciarse más de los otros candidatos de oposición que del de gobierno. Este error también les pasó factura y los resultados fueron muy inferiores a los originalmente esperados.
El resto de la gama electoral nos muestra un roldosismo que mantiene su cinco por ciento de presencia política, un gutierrismo seriamente debilitado y un par de propuestas políticas menores, que no terminaron de eclosionar.
¿Cómo explicar la fuerza gobiernista luego de diez años de ejercicio de poder, muchas veces autoritario y cada vez más salpicado de escándalos de corrupción? Evidentemente, buena parte de la oposición no entiende aún que no es la perspectiva de un bono la razón por la que buena parte del electorado sigue apoyando la propuesta de gobierno. No somos un país de mendigos o vagos, como más de un “analista” pretende justificar la votación del correísmo. Por supuesto la utilización de la maquinaria estatal a tiempo completo y en toda su capacidad influye en la consecución de resultados, pero lo que no se puede perder de vista es que la credibilidad de gobierno se respalda en obras y gestiones que objetivamente pueden acreditar y que la oposición no.
En el irracional afán de negar todo mérito a este esquema de ejercicio de poder, se ha criticado aspectos que deben ser positivamente evaluados. Tal es el caso de la tabla de porte de sustancias prohibidas que posibilita la diferenciación entre consumidores y narcotraficantes. En este caso, lo que debería criticarse es la reforma realizada a esta tabla, que al reducir al máximo el gramaje de sustancias permitido, no deja realizar dicha distinción. Sin embargo, imbuidos por un populismo penal, de la peor ralea, todos los candidatos sin excepción ubicaron su discurso alrededor de la represión, especialmente en lo que al microtráfico se refiere. Si proponen perseguir a los pequeños vendedores de sustancias prohibidas, por qué votar por alguien fuera de gobierno, si este lo está haciendo ya, al punto que se blasona como logro el encarcelamiento de cuatro mil personas dentro de este esquema.
De igual forma, el discurso defensista y de “seguridad ciudadana” impregnó a todas las propuestas, tratando inútilmente de competir en cuanto represión, con un gobierno que en seis años ha triplicado la población carcelaria en el Ecuador. ¿Por qué votar por alguien que propone hacer, lo que el oficialismo ya ha hecho con mucha eficiencia? La racionalización del poder punitivo, la defensa de derechos humanos y reconocimiento de sus nuevos ámbitos, estuvo prácticamente ausente de los programas de gobierno. Se percibió a “encarcelar” como políticamente rentable y alrededor de ahí se construyeron los discursos.
Ya analizaremos en mi siguiente artículo, las perspectivas que nos ofrece una segunda vuelta electoral. (O)

Mal comienzo

Simón Pachano
spachano@yahoo.com
Lunes, 27 de febrero, 2017


Mal paga el diablo a sus devotos, dice el dicho que en estos días debe atormentar al presidente del Consejo Electoral. Desde su accidentado acceso al cargo hizo méritos para que el líder lo considerara como uno de los suyos y para que la oposición coincidiera con esa percepción. Sus antecesores habían marcado una norma de comportamiento que no dejaba dudas para nadie cuando transitaban fluidamente por las puertas giratorias que comunican con el Ejecutivo. Ya por su cuenta, la negativa a la consulta de los YASunidos y la agilidad en el procesamiento de las Ay Pame quedaron instaladas en la memoria colectiva como las pruebas más claras de ese alineamiento. Después de esos malos pasos, se volvía cuesta arriba cambiar la imagen. Por ello, cuando actuó como manda la ley y prescriben los procedimientos, en la elección del domingo pasado, encontró que había perdido la virtud básica de un árbitro, que es la confianza. Esos antecedentes y las dudas –sustentadas o no– sobre el conteo de votos configuran un mal inicio para la campaña de la segunda vuelta.
El mal inicio se alimentó también de la declaración del presidente de la República sobre la posibilidad de utilizar la muerte cruzada en caso de que triunfe el candidato de oposición. Con pocas palabras, dejó un mensaje tremendamente preocupante sobre la estabilidad del país. Aunque es de sobra conocido su escaso respeto a los procedimientos democráticos (recordemos los manteles, la metida de mano en la justicia, sus intervenciones en las campañas electorales), sorprende esta declaración porque en ella anuncia claramente la posición que adoptará después de dejar el cargo. Esta no será la del político demócrata que hace oposición leal, sino la del caudillo que tiene la inestabilidad y la incertidumbre como los factores básicos que le permitirán lograr sus objetivos. Su mejor aliado será el diluvio que –así lo anticipa– vendrá después de él. Entonces, no solo podrá sino que deberá regresar a salvar al país que estará naufragando. El mesías abandonará la tranquilidad del retiro y apresurará los tiempos para su retorno.
La historia nacional nos enseña que nada de nuevo tiene esa estrategia. La apuesta al fracaso de los oponentes que le han vencido en una batalla ha sido pan de cada día del caudillo de turno. Desde García Moreno hasta Velasco, todos actuaron de esa manera. Su momentáneo alejamiento de la Presidencia servía solamente para erosionar a quien la ocupaba. El más conspicuo en esas lides fue Eloy Alfaro, que después de vencer a los conservadores conspiró contra sus propios compañeros de ideología y de armas. Su presencia se transformó en el factor más negativo para la institucionalización del Estado liberal. Con excepción de Leonidas Plaza, que siempre durmió con un ojo abierto, los otros dos gobiernos de su propio partido cayeron por obra y gracia del caudillo. Sí, se dirá, pero eso fue hace más de un siglo, cuando ni siquiera se pensaba en la democracia. Así es, pero los caudillos son una especie que no evoluciona. (O)

Momentos

Francisco Febres Cordero
Domingo, 26 de febrero, 2017 - 00h07


¡Uf!, qué días los de esta semana. ¡Qué nerviosismo! ¡Qué noches de infarto! Y nosotros que creíamos que los escrutinios se iban a desarrollar normalmente. ¡Qué brutos!
Pero sí comenzaron lindos los escrutinios, para qué también. A mí, por ejemplo, me encantó la aparición de la Cynthia en la tele cuando ya se conocían los resultados parciales. Me quedé deslumbrado porque, en mi larga experiencia de analista, nunca había analizado unos dientes tan perfectos. ¡Qué belleza de caninos, incisivos, molares y premolares! Lo único que los analistas no entendemos es por qué la Cynthia estaba tan, pero tan feliz. ¿Sería porque quiso demostrar que sus dientes no se afectaron en lo más mínimo después de que se puso a peliar con el Lasso? ¿Que en boca abierta no entran caries? ¿Que tiene aliento para rato? ¿Que no le dio halitosis ni antes ni después de dividir la votación de la derecha? ¿Qué sería? Ahí sí reconozco mi fracaso total como dentista. Ay no, qué bruto, como analista quise decir.
Otro momento crucial que terminó dejándome totalmente desconcertado fue ese en que apareció el Pozo del Consejo Electoral con un aire de tribuno empadronado entre los vivos, y nos aseguró que el escrutinio estaba encauzado en la perfección más absoluta. Entonces los analistas cambiamos de opinión y dijimos de ganitas fuimos mal pensados y creímos que iba a haber fraude solo porque el Pozo es compadre del Correa y su servidor incondicional. Este muchacho –pensamos para nuestras afueras– demuestra ser ágil y veloz cual una centella.
¡Chuta, pero elé lo que se vino! Después siguió asomando el Pozo para decir que sí pero no, que aquí puse pero no aparece, que el diez por ciento de los votos que faltan han sabido estar muy lejos, que nuay mulas para traer las actas, que aguanten nomás unos tres días, que lo que dije que enseguidita vamos a tener los resultados no ha habido cómo, que en vista de que el conteo rápido resultó lento más bien no contamos nada sino que descontamos y que, aunque la tendencia de los resultados no cambiará, no puedo decir que habrá segunda vuelta porque lo más seguro es que quién sabe.
Total, los escrutinios no se acababan nunca porque el Correa insistía en querer ganar en la primera vuelta como sea y aseguraba que había un infiltrado en el Consejo Electoral que estaba haciendo fraude. ¡Híjoles!, ahora resultaba que él, que en la campaña utilizó todos los medios del Estado al servicio de su candidato y que tenía al Consejo Electoral a su mandar, era la víctima del fraude, pobrecito. Y entonces le puso a sudar pepas al Pozo porque, aunque hacía, deshacía y rehacía, no le alcanzaban las cifras para que el Lenín ganara en primera vuelta ni haciendo chichirimico las juntas, las actas, las papeletas, los esferos y todo mismo. ¡Qué cabriado el Correa! Es que como él es también el supremo juez electoral exigía que el Pozo proclamara lo improclamable, sea como sea.
¡Qué días los de esta semana! Lo cierto es que solo la presencia de la gente en las calles logró frenar tanto descaro, tanta infamia, tanto engaño, tanta mentira con que la revolución intentó sellar sus diez años de descaros, infamias, engaños y mentiras. (O)

Moreno cayó en la trampa que dizque quiso evitar

  en La Info  por 
Todos creen que Lenín Moreno es lo mismo que Rafael Correa. Cara y sello de la misma moneda. Obvio: fue siete años de vicepresidente. Siete años jugó a ser el policía bueno, al lado del policía malo cuyos métodos, estilo y (algunas) políticas supuestamente no compartía. Moreno, no obstante, decía que era diferente. Y a su alrededor se decía que él, como aspirante a la presidencia, no iba a ser lo mismo, no iba a estar con los mismos, no iba a decir lo mismo, no iba a someterse al mismo. Para ello se daba como prueba el discurso diferente que pronunció cuando llegó de Ginebra. De manos abiertas. De diálogo. De gente decente. De acuerdos. Esa diferencia, se dijo, se evidenciaba hasta en la camisa. Ya no verde. Blanca. No quiso y desechó las que le mandó el aparato. Tampoco quería a Jorge Glas. Ni las encuestadoras del gobierno. Ni a los impresentables hermanos Alvarado…
Ese ímpetu diferenciador, expuesto en una tarima en el sur de Quito, el 28 de septiembre pasado cuando volvió al país, duró horas. Correa lo llamó al orden. Le dijo que el programa lo hacía el partido. Que él era parte del proceso. Que podía haber un estilo, un temperamento diferente pero que la senda ya estaba trazada. La disputa alrededor de la candidatura de Jorg Glas duró unas semanas más, pero Moreno plegó. Alvarado también está en su campaña. Y Correa, convertido en ancla, no solo está presente: marca la ruta; opera la estrategia. Es tal su peso que ya dijo que si gana Guillermo Lasso, él regresará. Lo cual significa que, además de pensar con el deseo, considera a Lenín Moreno como candidato desechable.
De dos cosas una. O Moreno fingió siempre que no aspiraba a ser como Correa (eso se llama falsario). O es un hombre sin recurso alguno para hacer valer su visión y su temperamento (eso lo vuelve veleta). El hecho cierto es que, por decisión o por circunstancia, él hace en esta campaña, o deja hacer sin chistar, exactamente lo contrario de lo afirma. O dice.
Con una bonhomia que cualquiera da por cierta, Moreno habla de caballerosidad, de buenas maneras, de diálogo, de aversión a la guerra sucia. Lo dice con ese tono condescendiente capaz de franquear cualquier resistencia. Con el mismo tono riega en el camino de su contrincante minas letales: acusó, por jemplo, a Lasso de haber contratado expertos extranjeros en guerra sucia. Dice que son dos y que si se quiere él da los nombres. Pero no los da. Todo es tan natural en él: decir, por ejemplo, que entregaría las cuentas, para muchos chuecas, de su fundación. Tampoco lo ha hecho. Moreno actúa como si fuese experto en pasar de agache y dejar que otros tiren la piedra, limitándose a agravar el efecto de la pedrada. Ejemplo: el gobierno endosa a Guillermo Lasso la actitud de unos ciudadanos que insultan a Manabí. Moreno no desautoriza el montaje del gobierno ni condena a los grupos que violentan sedes de CREO o del Banco de Guayaquil. Se une une al coro: “Manabí se respeta, carajo!”
La misma actitud adoptó frente al CNE, a sabiendas de que las cifras no le daban para ser presidente en la primera vuelta. Nada caballeroso, como reclama que sean sus contrincantes, se adhirió a la estrategia torcida del gobierno y escribió en su cuenta de Twitter: “la posibilidad de ganar en la primera vuelta sigue intacta”. Igual a Correa.
¿Moreno es diferente en algo de fondo a su líder y al modelo que instauró? No se sabrá en esta campaña. No hay diferencias y hay que concluir que fue asimilado totalmente. O que siempre fue el espejo de la Revolución Ciudadana. Qué más da. Usa toda la logística del Estado, pero finge no hacerlo. Tiene juez propio, pero recita el discurso del fraude al revés inventado por el aparato de propaganda. Sabe que hay corrupción y que Jorge Glas está empantanado, pero se dedica a lavarle la cara. Habla de diálogo y concertación, pero acepta y participa en el operativo de odio del gobierno para que Manabí y Esmeraldas abominen a CREO y al banco de Lasso. Sabe que hay graves problemas económicos y que las cifras del gobierno están trucadas, pero él habla de la Misión Manuela Espejo. Sabe que el presupuesto del Estado que deja su gobierno es insostenible, pero ofrece más dádivas y bonos populistas…
¿Quién es realmente Lenín Moreno? Ya no importa. Moreno desapareció –como ocurrió con Augusto Barrera– ante el tutelaje y la hiperactividad de Rafael Correa. A tal punto que le ha tocado decir –y reiterar– que si llega a la presidencia, él le hará respetar su mandato, como él ha respetado el suyo. Su candidatura, lejos de ser la promesa de un cambio, causa hoy la sensación de mandado, de pieza de un mecanismo manejado por otro, de instrumento. La candidatura de Moreno termina confirmando lo que, desde el inicio, quiso negar: que es más de lo mismo, con los mismos, para hacer lo mismo con el mismo.

DENUNCIA



Con más de un CENTENAR de firmas de respaldo ciudadano, ejerciendo el derecho de participación ciudadana y control social, presentamos al Rector de la Universidad de Cuenca, una solicitud en los siguientes términos. Estaremos a la expectativa de los resultados, y solicitamos que se sigan sumando a esta petición.
Cuenca, 26 de Enero del 2017
Señor Ingeniero
Pablo Vanegas
Rector de la Universidad de Cuenca
De mi consideración:
La Ley Orgánica de Educación Superior, de carácter humanista, cultural y científica, en concordancia con el Régimen del Buen Vivir, consagrado en la Constitución de la República del Ecuador, fue instituida, entre otros, con el objetivo de contribuir a la transformación de la sociedad, a su estructura social, productiva y ambiental, formando profesionales y académicos con capacidades y conocimientos que respondan a las necesidades del desarrollo nacional, y a la construcción de ciudadanía.
Algunos enunciados de la Ley Orgánica de Educación Superior:
El Art. 4, respecto al Derecho a la Educación Superior, contempla que: "(…) acceder a una formación académica y profesional con producción de conocimiento pertinente y de excelencia".
El Art. 5, sobre los Derechos de las y los estudiantes, señala que: "son derechos de los estudiantes, entre otros, el siguiente: b) "Acceder a una educación superior de calidad y pertinente(…)".
El Art. 6, sobre los Derechos de los profesores o profesoras e investigadores o investigadoras, señala, entre otros, el siguiente: g) "Participar en el proceso de construcción, difusión y aplicación del conocimiento".
El Art. 8, sobre los fines de la Educación Superior, entre otros, establece que: a) "Aportar al desarrollo del pensamiento universal(…)".
d) "Formar académicos y profesionales responsables, con conciencia ética y solidaria, capaces de contribuir al desarrollo de las instituciones de la República(…)".
El Art. 13, sobre las Funciones del Sistema de Educación Superior, instituye, entre otras, que: a) "Garantizar el derecho a la educación superior mediante la docencia, la investigación y su vinculación con la sociedad, y asegurar crecientes niveles de calidad, excelencia académica y pertinencia".
ñ) "Brindar niveles óptimos de calidad en la formación y en la investigación".
El Art. 93, sobre el Principio de Calidad, reza que: "El principio de calidad consiste en la búsqueda constante y sistemática de la excelencia, la pertinencia, producción óptima, crítica, la crítica externa y el mejoramiento permanente".
El Art. 151, sobre la evaluación periódica integral, revela que: "Los profesores se someterán a una evaluación periódica integral, según lo establecido en la presente Ley y el Reglamento de Carrera y Escalafón del Profesor e Investigador del Sistema de Educación Superior (…)".
Como es de su conocimiento, Señor Rector, conforme evidencia el detalle de Registro de Asistencia del Doctor Caupolicán Ochoa Neira, con cédula de identidad 0100870435, remitido por Usted al suscrito, mediante oficio No. UC-RC-2016-1373-O, de fecha 20 de Diciembre de 2016, cuya documentación adjunto; el referido profesional del derecho, Docente de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca, en el transcurso del período académico septiembre 2016-febrero 2017 (16 de septiembre de 2016 a 28 de noviembre de 2016), registra una superioridad de faltas de asistencia a dictar las cátedras a él asignadas; es así que, en lo que corresponde a horas NO LABORADAS, registra un total de 61 horas aproximadamente, frente a tan solo un total de 29 horas laboradas, llegando inclusive al extremo de no concurrir a dictar la cátedra por seis días consecutivos, sin justificación alguna, y en los días que asiste lo hace con frecuentes atrasos, lo que evidentemente constituye, a nuestro entender, una falta muy grave de las contempladas en el Art. 120 del Estatuto de la Universidad de Cuenca, que en literal c) dice: "Cometer actos graves de desprestigio o deslealtad contra los intereses o la dignidad de la Universidad”, que es sancionado con destitución; entre otros.
Sobre este engorroso tema, Señor Rector, vale destacar que en agosto del año 2005, la Revista El Observador (edición 29), cuyo ejemplar adjunto, hizo público una denuncia con medidas de hecho, generada por estudiantes de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca, reclamando las continuas faltas de asistencia del Dr. Ochoa Neira, a cumplir con su deber como catedrático en dicha facultad, actitud que ha sido y es característica del referido docente, que pone en evidencia la falta de probidad para coadyuvar a lograr niveles óptimos de calidad en la formación y en la investigación, a través de una educación pertinente y de excelencia, objetivo fundamental de la Educación en general, y de la Educación Superior, en particular.
Considerando que el hecho narrado constituye una falta muy grave, y que como reza el Art. 83.8 de la Constitución de la República del Ecuador: "Son deberes y responsabilidades de las y los ecuatorianos, sin perjuicio de otros previstos en la Constitución y la Ley (...) 8. Administrar honradamente y con apego irrestricto a la ley el patrimonio público, y denunciar y combatir los actos de corrupción (…)”; y, de que además, conforme lo establece el Art. 116 del Estatuto de la Universidad de Cuenca, que refiere que: "Los procesos disciplinarios se instauran de oficio o a petición de parte, a aquellos estudiantes, profesores e investigadores que hayan incurrido en las faltas tipificadas por la Ley Orgánica de Educación Superior y el Estatuto de la Universidad de Cuenca (...)"; solicito se proceda conforme lo estatuido en esta norma, y se establezca sin temores, lo que ha sido y es un “secreto a voces”, las responsabilidades y sanciones correspondientes a autores, cómplices y encubridores, sobre el hecho denunciado.
La Gloriosa Universidad de Cuenca, que el próximo mes de octubre, cumplirá 150 años de fundación, caracterizada por su calidad y excelencia, no debe admitir que actos reñidos con la moral y la ley, desprestigien la buena fama conquistada a lo largo de su fructífera vida institucional. Estamos seguros, Señor Rector, que a la presente se le dará el tratamiento que el caso amerita, respondiendo al interés público y no al interés individual y corporativo.
En virtud de que mi petición de fecha 5 de diciembre de 2016, no fue atendida conforme lo solicitado, se servirá disponer que se agregue el registro de firmas de asistencia del Dr. Caupolicán Ochoa Neira, del año lectivo inmediato anterior ( 2015 – 2016 ); así como, los informes que justifiquen su actividad como no docente, y los resultados de la evaluación periódica integral, durante los periodos señalados.
La presente la suscribo con firmas de respaldo.
Atentamente
Lcdo. Jaime Cedillo Feijóo
DIRECTOR DE LA REVISTA Y RADIO EL OBSERVADOR
c.c.
Decano de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Cuenca.
Defensor del Estudiante de la Universidad de Cuenca.
Presidente de la FEUE, Filial del Azuay.
Presidente de la Asociación Escuela de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca.
Consejo de Participación Ciudadana y Control Social.
Comisión Anticorrupción del Azuay.
Colegio de Abogados del Azuay.
Medios de Comunicación.

viernes, 24 de febrero de 2017

Vamos a fiscalizar al gobierno más corrupto de la historia, ese es mi compromiso con el pueblo, aunque sea lo último que haga en mi vida.