Amenazas a su hijo de 3 años motivan el alejamiento del
debate en las redes de este crítico del Régimen.
Tristeza y solidaridad: esas son las emociones que despertó
la despedida del cineasta Carlos Andrés Vera en su rol de activista político en
las redes virtuales. La noche del lunes
publicó una larga carta en su blog Polificción, anunciando que se retira
del debate. Vera ha sido por años un duro opositor al Gobierno y se ha
enfrentado en el terreno virtual con conocidos defensores del Régimen.
Su despedida generó primero tristeza. La solidaridad y la
indignación despertaron cuando Vera expuso que deja su acción virtual porque su
hijo, de 3 años de edad, fue amenazado por un
gobiernista, que ante lo que consideró una falta de respeto a la
majestad del poder subió fotos del hijo de Vera y emitió comentarios del todo
inadecuados para referirse al menor.
Este episodio pone en escena algunos bemoles de la vida
contemporánea: en estos debates virtuales es muy fácil lanzar la piedra y
esconder la mano: esconderla, por ejemplo, detrás de perfiles falsos. La
posible impunidad empodera a muchos hacia conductas violentas: el debate se
disuelve y ya no interesa intercambiar ideas, sino aniquilar al otro.
Karla N., una usuaria de Facebook y comunicadora profesional,
prefiere que su nombre no se publique, porque quiere decir que el poder, como
los malos olores, se infiltra y se convierte en miedo. No un miedo abstracto,
distante: el temor de que al propio hijo le puede pasar algo. La violencia se
ejerce en las redes de modo simbólico: las palabras, las imágenes, las ideas
son afiladas y lanzadas, a veces, para hacer daño al otro.
El espacio virtual es un territorio de la esfera pública que,
como dice el teórico Jürgen Habbermas, debe ser construido para presionar
democráticamente al poder y sus
políticas.
En la lógica actual de la política ecuatoriana, planteada como
una lucha de los buenos contra los malos, de los patriotas contra los
vendepatrias, esa esfera pública no se construye: es un territorio que se debe
conquistar aniquilando a sus habitantes. Al mejor estilo del peor colonialismo.
Ese otro, a veces, se vuelve incómodo. Aunque el tema de sus
posteos en Facebook es más la cultura, Fabián Patinho sabe que es incómodo para
el poder: “Uno necesita ‘abrirse’ un rato, es un desgaste grande. A mí me
parece que, si se retira por un rato, está en todo su derecho”.
Piensa que las redes son inútiles ante estas agresiones,
porque 15 trolls (usuarios no espontáneos, sino programados, adiestrados y
enfocados) pueden arruinar todo hilo de debate que se lance.
No cree, Patinho, que sean inútiles las redes sociales: “Un
troll center es un puñado impersonal de mercenarios sin nombre. Pero cuando se
trata de una persona, tuitero o feisbuquero, tiene nombre, familia, amigos,
debilidades. Es necesario medir las intensidades para resistir, básicamente”. (AEA)
La red ardió en reacciones solidarias
La amenaza contra un menor de edad estuvo tan fuera de tono
que hasta Fernando Alvarado (hombre duro de la comunicación oficial) y Orlando
Pérez (editor de El Telégrafo)olvidaron por un momento su intimidad con el
poder que Vera ha criticado y condenaron
al tuitero desubicado. Ofrecieron su solidaridad.
Muchos seguidores de cineasta expresaron su tristeza de que
una voz se calle. Caroline, una visitante de esa web, aseguró ayer: “Todos
perdemos cuando una voz del coro del pensamiento social se apaga, y la tuya
venía sonando fuerte”.
Entre los críticos, Nicolás Brito Grandes fue muy duro y
aseguró: “Cuando un Gobierno se mete con los hijos de sus críticos, se llega a
comprender que estamos ante un orate igual a Caligula, Nerón o Hitler”.
También personajes virtuales famosos por su incondicional
apoyo al Régimen aparecieron: obedientes como suelen ser, no le llevaron la
contraria a Alvarado pero subrayaron las veces en las que las críticas de Vera
a la revolución ciudadana se pasaron de la raya.
Byron, otro usuario, anotó entre otras cosas: “Aunque esta
decisión tuya me deja la sensación que vamos perdiendo terreno en esta fea
batalla que nos ha tocado librar, te entiendo y respeto tu posición”.
Un mensaje final quedó flotando entre los dolidos seguidores
de Vera: “El poder no dura para siempre…”. (AEA)
Fragmentos de la carta de Vera
Difícil de creer, pero
hace algunos años no era un entusiasta del debate político. Ser hijo de Carlos
Vera te satura de esa actividad. Suficiente con uno en la familia. La mayor
parte de su carrera como periodista, mi padre fue querido por sus televidentes
y odiado por toda clase de políticos. Lo primero podía llegar a ser molestoso.
Lo segundo, aterrador. Caminar con mi padre por las calles no era
necesariamente algo agradable: la gente se acercaba a tomarse fotos, pedir
autógrafos, buscar una opinión, iniciar una polémica. (...)
Estudié cine en Chile y Cuba y me fue imposible no afinar mi
postura política. No se puede ignorar la herencia de la dictadura de Pinochet
en una sociedad incapaz de hablar sobre su pasado. No se puede ignorar la
asfixiante represión de Fidel Castro en el alma de cada cubano. Aprendí a no
ser dogmático y valorar por sobre cualquier cosa la Democracia Republicana (que
esencialmente la comprendo como respeto y promoción de DDHH, balance de
poderes, justicia independiente, participación y organización ciudadana). (...)
Aprendí que poder total es dictadura, así se celebren elecciones como en Cuba o
se instale una economía liberal como en Chile.
Empecé a hacer activismo en redes sociales y este blog. En
2010, apoyé a mi padre en la recolección de firmas por la revocatoria del
mandato de Correa. El proceso fue extremadamente complejo, porque los recursos
eran escasos (...).
No teníamos ni para los refrigerios de los brigadistas. Y en
honor a la verdad, tampoco tuvimos brigadistas sino voluntarios. Aún así, con
todos los problemas de logística imaginables, la recolección de firmas tuvo un
ritmo interesante los primeros meses, pero el proceso se estancó luego del 30
de Septiembre de 2010. Fue ahí cuando empecé a sentir en carne propia lo más
bajo del aparato de comunicación de la Secom (...)
Hago público ambas anécdotas porque desde el 30S hasta hoy,
la maquinaria de la Secom en la web, a través de cuentas y blogs anónimos, ha
atacado a mi padre pretendiendo convencer a la gente de una alianza que nunca
existió, ni con Lucio, ni con los hermanos Isaías. Al contrario, mientras fue
periodista, mi padre combatió a ambos duramente. Fue notorio y público, durante
años. (...)
Con mi padre he tenido siempre diferencias. Muchas veces, han
devenido en peleas graves. Cuando decidió ser parte de Madera de Guerrero, le
critiqué duramente. No comparto esa militancia. Pero él tiene sus motivos, que
ha hecho públicos y respeto. Su tenacidad y experiencia no requieren a un hijo
que lo acompañe en sus causas. Mi proceder dejó entonces de tener su origen en
mi padre para concentrarse en militar por la sociedad en la que quisiera ver
crecer a mi hijo. Durante años, gente que no me conoce me acusó de tener
intereses políticos. La verdad es que no busco ni buscaré el poder. La verdad
es que hago lo que hago pensando en Ariel.(...)
Me considero demócrata. Me identifico con muchas ideas
liberales, pero también con ciertas posturas socialdemócratas. No me creo
capaz, a esta altura de la vida, de conocer la verdad. Cuestiono mi
conocimiento y creencias a diario y seguramente moriré con más dudas que
certezas. Los que considero los mejores presidentes de Latinoamérica en los
últimos 15 años son de izquierda: Ricardo Lagos y Pepe Mujica. Cuando digo que
creo en la libertad, digo que creo en la Declaración Universal de Derechos
Humanos.
Hace mes y medio,
luego de que Rafael Correa se espantara por el material porno que supuestamente
había en la computadora de Klever Jimenez, decidí mandarle al Mashi un link
porno. La reacción de la gente fue reveladora. En un minuto, los
revolucionarios de izquierda se convirtieron en revolucionarios conservadores,
espantados y cubiertos en moralina ante el contenido para adultos. Si fue o no
una broma de mal gusto la que hice, es parte de otro debate. En medio del
relajo tuitero, un sujeto publicó la foto de mi hijo sugiriendo que debería hacerse
uno de esos videos con él. Me enteré hace dos días, porque tenía esa cuenta
bloqueada. Centenas de reacciones en Twitter fueron de solidaridad y repudio a
esa acción. Incluso Fernando Alvarado, cabeza de la propaganda oficial, se
solidarizó. Desde entonces, no he dejado de pensar en su gesto.
En lo que respecta a mí, mi actividad política en redes
sociales, con la intensidad y frecuencia que la caracterizaban, termina hoy. El
ataque a mi hijo me llenó de rencor. Mi primera reacción fue querer matar al
sujeto. Perdí. Si la razón de mi causa es Ariel y Ariel corre peligro, voy a
parar. No voy a esperar hasta que algún demente me lastime o lastime a mi
familia, a que allanen mi casa, a huir del país para sentirme seguro o a matar
a alguien (...).
En estos tres años y más de actividad en redes, cometí
muchísimos errores. Muchas veces se me fue la mano con los adjetivos y muchas
veces actué con prepotencia. De todas mis acciones, acertadas o no, me he hecho
responsable. Cuando debí disculparme, lo hice. Jamás me metí con la familia de
nadie (como infamemente afirman algunos sin poderme citar siquiera) ni emprendí
una campaña personal contra nada que no sea el poder y sus abusos (...)
Aún hoy, a mis 34 años, sigo esperando la llamada donde me
comunican que le han hecho daño a mi padre. Yo no quiero el mismo destino para
Ariel. Sigo, pero de otras maneras.
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