En el 2008, por iniciativa del entonces Alcalde de
Cuenca, Ing. Marcelo Cabrera, se conformó en el Municipio, a través de la
Fundación El Barranco, La “Unidad de Arqueología Urbana”. En menos de tres
años, este organismo realizó más de 40 prospecciones arqueológicas y
excavaciones sistemáticas, la gran mayoría localizadas en el Centro Histórico
de la ciudad. Igualmente se concluyó con un Inventario y Catastro de Bienes
Inmuebles con Valor Arqueológico, correspondiente al mismo espacio urbano, con
un registro, casa por casa y la elaboración de una estrategia que buscaba
canalizar la acción municipal, junto con la del Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural. Todo ello con la finalidad de precautelar el rescate y el
estudio de un importantísimo legado que nos viene del pasado, en tanto que
acumulado histórico y patrimonial que debe guardarse para el conocimiento y uso
social presente y de las generaciones venideras.
En este mismo sentido, no está por demás recordar
que la urbe y la región guardan los testimonios de más de 3.000 años de historia
ininterrumpida, constituyéndose en una ciudad de raíces milenarias: proto
kañaris, kañaris, kañari – inka, colonial y republicana; es decir, un conjunto
de mestizaje, que han forjado el espíritu mismo de los cuencanos, cuya memoria,
muchas veces enajenada por las versiones deformadas u olvidadizas que profesa
la historia oficial, tiende a perderse dentro de la visión de un mundo
globalizado, en el cual las particularidades culturales de los pueblos pasan a
ser simples objetos de compra y venta en el mercado de las oportunidades
capitalistas.
Por ello, la preocupación de quienes nos hemos
volcado hacia la investigación científica de nuestras raíces y, desde luego, la
de las autoridades locales que conscientes de que el patrimonio cultural no es
de su pertenencia, ni pueden hacer del mismo lo que les venga en gana, pusieron
en marcha un plan de acción que en materia del rescate y reconocimiento de los
bienes arqueológicos que guarda la urbe, fueron en su momento pioneras a nivel
nacional. Debiendo señalar que esta lógica y visión se trasladó igualmente a
los planes de ordenamiento territorial, en los cuales se incluían como
prioritarias las áreas arqueológicas que igualmente, en algunos casos con una
crecida monumentalidad, se encuentran en las parroquias del cantón
Cuenca.
Por todo ello y mucho más, en varias ocasiones nos
hemos referido a Cuenca como ciudad milenaria, de esencia histórica y cultural
y, desde luego, fue esta la principal razón por la que la UNESCO la declaró
Patrimonio Cultural de la Humanidad. Aunque claro, esos fueron otros tiempos.
Mientras que ahora, Sr. Alcalde Paul Granda,
pregunto ¿Qué de los muros inka y kañaris, que fueron descubiertos durante la
intervención de la Unidad de Arqueología Urbana en el Centro Histórico; qué de
los canales coloniales, los cementerios, las calles y calzadas empedradas que
se pusieron en evidencia?
Todo bien gracias, ahora duermen el sueño de los
justos, bajo los bonitos parques de cemento, sin que se hayan guardado según
sabemos, ni siquiera los informes que dejamos después de cada una de nuestras
intervenciones.
Porque claro, poco debía esperarse de una
administración que lo primero que hizo fue eliminar de tajo esa Unidad inscrita
dentro de la Fundación El Barranco. Como quien decía, cortando por lo sano un
organismo que iba a ser una piedra en el zapato, cuando se necesitaba caminar
con paso diestro hacia las obras que mostrarían el nuevo rostro de
Cuenca, en tiempos de la revolución ciudadana.
Debiendo señalar, por si acaso se nos tilde de retrógrados
o de personas que queremos vivir en el pasado, que para nada estamos en contra
de las mejoras urbanas, habiendo señalado en las recomendaciones que incluíamos
en cada uno de los informes presentados a los distintos organismos municipales:
Comisión del Centro Histórico, Áreas Patrimoniales, Fundación El Barranco, y
naturalmente al Instituto de Patrimonio Cultural, que entre paréntesis no
levanta la voz desde hace mucho tiempo, que lo importante era guardar los
principales testigos descubiertos, como una parte importante del atractivo de
cada zona regenerada, lo cual hubiera dado a la ciudad, con una museografía
adecuada, un atractivo turístico más, mientras que los moradores y vecinos de
esos lugares habrían guardado una parte de la memoria histórica que tanto nos
falta en esta época de neo liberalismo perverso.
Mientras tanto, contraviniendo las propias
ordenanzas municipales, el Cabildo ordenó el cruce de vallas publicitarias, de
extremo a extremo de las calles, señalando que el Municipio del Dr. Granda se
preocupaba por el patrimonio de Cuenca al arreglar las aceras del Centro
Histórico. Hecho que se llama: cuidar del ornato y no el patrimonio, porque
sabido es que las mismas no sólo son de origen relativamente reciente, sino que
además, como se trataba de una de las lacras que dañaban la imagen de la bella
ciudad de Cuenca, en hora buena, debían ser arregladas.
Fueron destruidas y sepultadas en segundas
exequias: el camino a Turi que partía desde la Parque de La Madre; Canales y
muros de diferente origen en La Escuela Central; Muros y pisos arqueológicos de
la Plazoleta de El Rollo; la calle de contacto entre la plaza de El Vado y La
Condamine; etc. Se han salvado hasta ahora, por un golpe de suerte los
empedrados de la Plaza de San Francisco. A todos ellos, paz en su tumba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario