miércoles, 19 de febrero de 2014

Excelentísimo Rafael



Por: Marlon Puertas
Tomo nota de sus dos epístolas sorpresivas dirigidas al pueblo de Quito, y eso que yo vivo en Guayaquil. No importa. Bonita letra. Lo felicito porque detecto trazos firmes, lo que demuestra posturas mesuradas.
Ah, la mesura, excelentísimo. Viene tan bien en los triunfos, pero se vuelve fundamental en las derrotas. Con ella se puede conservar la buena imagen que uno ha cultivado durante años y que se puede perder en segundos, con un acto descontrolado. El secreto, usted lo sabe, es mantener el control. No hablo de la justicia, del CNE, de la  Asamblea. Tampoco del control remoto de la tele. Hablo del control interno, de nuestra personalidad traicionera que, en instantes decisivos, suele jugarnos malas pasadas. Una derrota, ciertamente, puede ser motivo justificado para un colerín, sobre todo en quienes, como usted, no están acostumbrados a perder. Pero las derrotas sirven, son necesarias para mejorar nuestro trabajo. 

No digo que el suyo sea malo, por favor, no llame a la Senain. Simplemente le propongo que, a veces, aunque le suene increíble, es mejor tener de vecinos a personas que no sean incondicionales. Tranquilo, no todos los que no se ponen camisetas verdes, son golpistas.  Lo quieren bien a usted, que termine tranquilo su mandato el año 2017. No pasa nada.
Usted es un líder. Tiene muchos aciertos. Ha dejado rezagado, con estos siete años de revolución intensa, a viejos políticos que merecían estar enterrados en el olvido. Gracias por eso. Pero usted se equivoca, muchas veces. Se ha equivocado escogiendo candidatos, por ejemplo. Se equivoca persiguiendo caricaturistas, otro ejemplo. Se equivoca queriendo erigirse en el jefe de todo el Estado.  Su consuelo es que el pueblo, como usted, también se equivoca. Y es su derecho. Para mí, se equivoca votando por usted, pero a eso le llaman democracia. Hay que respetar eso. Pero en los últimos días, su partido, usted mismo, quieren convencer, casi a la fuerza, a que voten por sus candidatos verdes. Pintan casi el apocalipsis si no ganan sus escogidos, como si fuesen la última gota de agua en el desierto. Así no, pues, se llama chantaje emocional. Hasta invoca a San Ignacio, un santito que no tiene vela en esta campaña.
Están haciendo trampa. Están usando todo el poder del Estado para que gane su candidato Barrera, que, mal que lo diga yo, es un mal candidato. No es como usted, impetuoso, carismático, eficiente, descalificador. Se ha quedado corto para una revolución larga como la suya y, así como él, hay un montón de candidatos que no convencen porque, entre otras razones, dependen mucho de usted hasta para levantar la voz.
Lo mejor que puede hacer, aunque ya es demasiado tarde, es no seguirse metiendo. En vez de ser una ayuda, su presencia resultó una evidencia de la debilidad de su gente, de esos militantes de Alianza País que hoy, como usted, están nerviosos ante la posibilidad de una derrota.
No es el fin del mundo. En la vida se gana y se pierde. Y hay que aprender a perder con dignidad.

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