Por: Jeanette
Hinostroza
Mirando estas elecciones me acordé del cuento infantil de la
liebre y la tortuga, que tiene una increíble moraleja. Cuando empezó la campaña, el candidato
Augusto Barrera se quedó quieto en la partida y se confió de las encuestas que
lo ponían como virtual ganador. Mauricio
Rodas arrancó lentamente, pero jamás se detuvo; caminó por la ciudad y fue de
puerta en puerta presentándose en sociedad.
Barrera seguramente pensó que un par de vallas con la foto
del presidente Correa lo pondrían de un solo brinco del otro lado. Pobre liebre. El poder definitivamente
eceguece.
Son varios los hara-kiris que se está haciendo la “revolución
ciudadana”. Quedó en evidencia que el
único candidato que tiene Alianza País es Rafael Correa. Los asesores explotan
constantemente su figura y, en esta ocasión, en vez de ayudar a sus candidatos
los opacaron, les quitaron personalidad y los desfiguraron. Cruel lo que hicieron con Viviana Bonilla,
quien iba bien en su carrera política, hasta que la vistieron con camisa
bordada y le impusieron un estilo que le restó credibilidad. Esto, junto a la imponente imagen de Correa
la mató políticamente. Ni hablar de lo
que el presidente Correa hizo con Barrera, al ver perdidas las elecciones llamó
al voto nulo, lo que desde mi punto de vista fue un golpe de gracia para su
candidato y una ofensa para el pueblo de Quito.
El hara-kiri de la popularidad. El presidente Correa cree que
porque la gente lo quiere, puede incumplir la ley. Vergonzosa su aparición en televisión
preguntando a unos cuantos de sus seguidores si estaban de acuerdo con que se
haga la sabatina un día antes de las elecciones. Qué prepotencia. El silencio electoral era para todos y el presidente
estaba obligado a dar el primer ejemplo.
El abuso de los recursos del Estado para irse de campaña electoral,
también es ilegal e injusto y en estas elecciones este atropello también le
pasó la factura.
Alianza País tiene fichas, no candidatos y con ello también
se hizo un hara-kiri. Ahí está el caso de Iván Hurtado, quien dejó la Asamblea
para ser candiadto a prefecto de Esmeraldas y perdió.
La gente demostró que no está dispuesta a votar dos o tres
veces por el mismo. Y qué hablar del melodrama del presidente Correa diciendo
que, si no eligen a sus candidatos, ocurrirá lo mismo que en Venezuela, lo que
considero es una irresponsabilidad que sigue repitiendo y que el pueblo
afortunadamente no cree.
La llamada revolución es un círculo cada vez menos
democrático que no necesita que nadie salga a la calle a protestar en contra de
sus constantes abusos, sus actitudes terminarán autodestruyéndola.
Pero el mayor hara-kiri para el presidente Correa es el cuento de que para opinar hay que ganar
elecciones . ¿Qué irá a hacer ahora que perdió en las tres principales ciudades
del país?
No hay comentarios:
Publicar un comentario