Por: César Coronel Garcés
Vivo en un país donde Mafalda podría ser considerara
"agitadora social" por sus comentarios y dibujos; donde una denuncia
por una inocente caricatura se resuelve en pocos días, pero la de una niña
violada puede tardar años en ser resuelta y hasta quedar en la impunidad; donde
quienes hacen humor deben rectificar si algo no le hace gracia al poder; y,
donde la Contraloría, como ya es costumbre, se desentiende de investigar el
posible uso de recursos públicos en actividades de proselitismo político.
Muchas cosas han cambiado, lo admito, pero el olor a pasado no es muy fácil de
quitar.
Ahora bien, muchos se han sorprendido por la sanción a Diario
El Universo y la disposición de rectificar contra Bonil, como consecuencia de
una caricatura que publicó este último en el rotativo guayaquileño. A mí
evidentemente no me sorprende una resolución así, más bien me indigna por cómo
persiguen descaradamente a quienes pensamos diferente y me preocupa porque
intentan sembrar miedo sin importar cómo.
Eso sí, me llama mucho la atención la celeridad con la que se
resolvió el caso. Ya quisieran muchas víctimas de la delincuencia común tener
un proceso tan abreviado y evitar que esos delitos queden en la impunidad.
Resulta que cuando se trata de "ofender" al poder,
así sea con un dibujo, el Estado resuelve en un abrir y cerrar de ojos. La
decisión, como había comentado, debería ser mostrada a los alumnos de primer
año en las escuelas de Derecho para que sepan cómo no debe ser un acto del
poder público: pésima redacción, argumentos pobres, afirmaciones débiles y se
toma la versión del Presidente como única verdad absoluta, sin serio análisis.
Aplaudo que el Gobierno haya escuchado los reclamos de los
médicos y que se estén encontrando consensos respecto al artículo del COIP que
se refiere a la mala práctica profesional. Relacionado con el mismo tema,
escuché al presidente Correa referirse al doctor Luis Serrano en duros
términos. En buena hora, pero no se olvide que hasta hace poco era uno de sus
aliados para destruir un exitoso programa de salud. Es que Serrano, enemigo de
Guayaquil, fue hasta hace poco -junto al
actual Gobierno- uno de los más grandes adversarios del Programa de
Aseguramiento Popular (PAP) que servía a más de 500 mil personas de escasos
recursos en el puerto principal.
La semana pasada estuve presente en el reconocimiento que
hizo la AEDEP a la hermana Elsie Monge, luchadora incansable y valiente
guerrera de los derechos humanos, quien este año obtuvo el Premio "Juan
Montalvo" a las Libertades. Enumerar las abundantes cualidades de la
hermana Elsie resulta innecesario, prefiero simplemente decirle gracias por su
entrega generosa.
Como diría esa noche don Pedro Restrepo, refiriéndose a
Elsie: ¡gracias por existir! Algo que debemos aprender de la hermana Monge es
que no debemos callar. Estamos obligados
a levantar nuestra voz porque la indiferencia también implica complicidad. El
poder, en todos sus niveles, es temporal y ya hemos visto muchos casos que así
lo demuestran. A decir las cosas como son y -cada uno desde su ámbito
particular- convertirnos en abanderados de la libertad y la vida.
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