Por: Mauricio Gándara Gallegos
El Poder, con su última sanción al caricaturista Bonil y al
Diario EL UNIVERSO, realiza un acto más en su intento de reducir a caricatura
la imagen de la libertad, sublimizada en tantos monumentos en el Ecuador y en
el mundo; pero, a juzgar por la reacción interna e internacional a favor de
Bonil, ha evidenciado, nuevamente, lo opuesto, que en el Ecuador se persigue al
pensamiento libre. Los procesos de persecución al que dice o hace evidente su
crítica, esos sí son caricaturescos: sentencias dictadas en pocas horas por
jueces ad hoc, multimillonarias indemnizaciones a favor del Poder, y la última,
en que nuestro flamante Catón el Censor emplea en su declaración las palabras
en el sentido exactamente opuesto al reconocido por los siglos: Dice que el
caricaturista debía señalar de manera “tácita” la fuente de la que tomó la
frase que hace constar en su caricatura; tácito, que viene del latín tacere,
quiere decir callado, secreto; suponemos que quiso decir de manera “expresa”.
¡Esta es la preparación intelectual de los funcionarios designados para juzgar
al periodismo, al pensamiento, de los hombres libres del Ecuador!
Entre las páginas más negras de la época colonial está el
castigo a los indios: bajados el calzón, se los azotaba y, terminado el
suplicio, la pobre víctima tenía que, de rodillas, ir a besar la mano del
verdugo. Eso es lo que se establece en nuestra Patria cuando los llamados
jueces condenan a presentar disculpas o rectificaciones. No les basta la
sanción de multa o cárcel, lo que quieren es humillar.
Si el Poder quiere respeto, debe respetar a sus ciudadanos;
cuando un ciudadano es insultado por el Poder, todos somos insultados.
¡Llamarle cobarde al caricaturista que no está protegido por nadie y que solo
cuenta con el arma de su lápiz! El caricaturista ha demostrado un gran valor en
su carrera profesional y durante este juzgamiento, en el que, además, no ha
perdido su fino humor, que es heredado de uno de los periodistas más
representativos de la sal quiteña, Gonzalo Bonilla Cortez, miembro central,
junto con Carlos de la Torre Reyes y otros destacados intelectuales, del un
tiempo célebre grupo de Los Picapiedra, en el desaparecido diario El Tiempo,
nacido durante la dictadura militar de 1963-66. A pesar de sus mordaces burlas
y críticas al Poder, nunca fueron enjuiciados, menos condenados.
La inicua condena al Diario EL UNIVERSO por haber permitido
la publicación de la caricatura de Bonil es un devastador ataque a la libertad
de expresión; significa que los autores de artículos de opinión y los caricaturistas
tienen que presentarse como escolares ante el director para que les corrija con
lápiz rojo y les otorgue su visto bueno. ¡Así no hay libertad de pensamiento!
¡Es el Reino del Terror!
Este desafío del Poder al periodista para competir en elecciones
me ha recordado lo que dijera la reina María Antonieta a uno de los ministros
impuestos por la Revolución: “Sois omnipotente en este momento, pero lo sois
por el favor del pueblo que bien pronto despedaza a sus ídolos”.
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