Por: Marco Robles López
EL TIEMPO NOS MARCA
Cien años después del fallecimiento de Carlos Marx
-1883-, el marxismo ingresó en la penumbra, coincidiendo con la desintegración
de la antigua Unión Soviética (también conocida como Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas –URSS), la desaparición del bloque de países llamados
socialistas y del Pacto de Varsovia.
El mundo capitalista, sobre todo los representantes
de las más poderosas oligarquías, los banqueros, los dueños de las grandes
industrias, especialmente militares, los magnates de las compañías,
particularmente de aquellas dedicadas a la explotación y comercio del petróleo,
así como los representantes intelectuales del sistema –economistas,
politólogos, historiadores, sociólogos, filósofos, etc.- se encontraban
eufóricos y pronosticaban el fin de la historia y el reino eterno del
neoliberalismo en una “aldea global” que ya se vislumbraba en esos años –década
de los ochenta del siglo pasado-.
Sin embargo, ya a fines de los 90, el archivado
Marx gradualmente era recuperado, política e intelectualmente, aunque esta
tarea en notable medida corrió a cargo de una “vieja guardia” y también de
algunas nuevas, que rescataban, ante las “locas” e inexorables políticas
neoliberales, no pocos de los postulados del marxismo y sobre todo cuando
comprendieron que el régimen que se instauró a la muerte de Lenin, como señaló
el filósofo Grigori Vodolázov en esos tiempos, “más que un sistema de errores
y deformaciones del socialismo, el stalinismo es la ideología y la praxis de
tipo no socialista y anti socialista...” (En: G. Vodolázov. “No se trata de
renovar, sino de construir de nuevo”. Revista Internacional, Praga, abril
de 1990).
Pero las políticas neoliberales extremistas que se
entronizaron en la economía de muchos países, han causado horrorosos desastres
económicos en todo el planeta (¡y han atentado de manera implacable contra la
naturaleza!), especialmente en varios países de Europa –Grecia, España,
Portugal, Italia, Francia, Chipre-; en Latinoamérica y el Caribe, en algunos
casos sustentadas en regímenes dictatoriales de una inusitada violencia
–México, Chile, Haití, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Bolivia-; en Asia, en
países como Pakistán, Irak, Afganistán (en estos dos últimos luego de ser
invadidos por fuerzas militares de EE UU, Reino Unido y otros aliados menores);
en África, en donde la población de algunas repúblicas sufre espantosas
hambrunas y guerras insensatas, e incluso en los mismos EE UU. En estas
condiciones, se prendieron las alarmas de algunas organizaciones políticas que
buscaban una salida a la gravísima situación económico-política y social,
frente al implacable dominio de un sistema que había optado, desde hace mucho tiempo,
por el sometimiento del ser humano al mercado y al dios-dinero, controlado por
unas élites deshumanizadas y de una voracidad insaciable de fortunas, a las que
poco o nada ha importado la tragedia de millones de personas, y no
inversamente, como debería ser: el mercado, el capital, al servicio del ser
humano.
Esto condujo al surgimiento de gobiernos que
buscaban una verdadera independencia de EE UU -y de otras potencias
capitalistas-, cuyas últimas aventuras militares se han desencadenado en
Afganistán, Irak, la antigua Yugoeslavia, horriblemente retaceada, Libia, que
como país prácticamente es una visión fantasmagórica, nada más, y Palestina,
que sufre la permanente agresión de Israel, ante la impavidez de la ONU y el
celestinaje de EE UU. Pero las guerras de rapiña y el dominio incontrolable del
capitalismo, también significaron el comienzo de la erosión económico-militar
de la superpotencia y la negación de su geopolítica, así como el
resquebrajamiento del “eje” capitalista-militarista de EE UU y las demás
potencias de la agresiva OTAN.
La esperanza de que podía surgir algún día un
socialismo con rostro humano, no era una utopía irrealizable, menos
descabellada, en semejantes condiciones, tanto que, paradójicamente, la
Federación Rusa, de las cenizas de la antigua URSS, renacía después de esa
experiencia traumática y aunque optaba por la vía capitalista, para contento
parcial de EE UU y las potencias capitalistas de Europa, recobraba su status de
gran potencia y en unión de China, la otra súper potencia, evitaba que Siria
sea engullida por los halcones de USA y Europa Occidental. Así desaparecía o
por lo menos se atenuaba el recuerdo decepcionante por el fin de la Unión
Soviética, que sirvió de fundamental contrapeso a nivel mundial, durante
algunas décadas, del capitalismo más agresivo y guerrerista de los Nixon,
Johnson, Kissinger, Reagan, Bush padre y Bush hijo, Margaret Thatcher, Tony
Blair y otros, aunque nuevos capitostes del gran capital y del negocio de las
guerras no falten en nuestros tiempos.
En semejantes condiciones, hubo la posibilidad de
que gobiernos progresistas, socialdemócratas, demócrata-cristianos e incluso
liberales, es decir ¡no necesariamente de orientación socialista!,
pudiesen surgir en nuestra Latinoamérica y en la región del Caribe, que
marcaron distancias con el “dueño del traspatio”, dirigidos por gobernantes que
han considerado inaplazable y primera prioridad recuperar la soberanía de sus
pueblos y naciones, recurriendo al decoro y la dignidad. Esto resultó así
porque los seres humanos hacemos nuestra propia historia, como señalaba
certeramente el “Dialéctico de Tréveris”, pero lo hacemos conforme aquellas
circunstancias “…con que se encuentran directamente, que existen y han sido
legadas por el pasado…” (Cf. C. Marx. El Dieciocho Brumario de Luis
Bonaparte).
LO “DÉBIL” ¡SOSTIENE LO “FUERTE”!
Cuando el “mundo socialista” se vino abajo, no
solamente que produjo un vacío político, una desilusión y una gran
desorientación, sino que igualmente dejó recuerdos y experiencias históricas,
referentes políticos e incluso una concepción teórica del mundo y de la
sociedad “engarzada” con determinados símbolos, pero de ninguna manera legó una
fe y una fidelidad inconmovibles en ese pasado, porque muy temprano se laceró y
se sescompuso aquel proceso y por cuanto exclusivamente los credos religiosos
cuyos principios dogmáticos se cree que son inspirados desde los mundos de
ultratumba, tienen ese poder de las lealtades y de las incondicionalidades,
suceda lo que suceda.
Por estas razones nos ha llamado la atención el
artículo del 5 de enero del presente año, del principal directivo de El
Telégrafo, titulado “Fausto Basantes y la crítica a la izquierda
<<débil>>”, por cuanto se hace una crítica desbordada, no
solamente a lo que el autor califica como “izquierda débil” (¿emulando la idea
del “pensamiento débil” de G. Vattimo?), sino sobre todo recurriendo al empleo
de epítetos censurables en contra de los integrantes de dicha izquierda:
“maoístas”, ¡“sociolistos”!, ¡”cabezones”!. Al respecto, procede señalar que en
el argot político maoístas se denominaban y todavía se denominan,
despectivamente, a aquellos representantes de la izquierda que asimilaron el
leninismo que Mao Tse-Tung aplicó a la revolución China; en su orden,
por sociolistos se identifica, por supuesto sarcásticamente, a los
compañeros socialistas que se les considera oportunistas y cabezones, a
los comunistas señalados como tercos y obstinados. Lo más preocupante radica en
que el autor, que debe considerarse un izquierdista “fuerte”, y sobre todo
inmaculado, generaliza la manera como identifica a esa izquierda “débil” y a
sus integrantes que él repudia, cuestión que entraña una evidente injusticia,
porque en política las generalizaciones que condenan y descalifican sin
establecer distinción alguna, precisamente revelan intolerancia y un larvado
fanatismo, propio de aquellos individuos que se erigen en “jueces fríos como
el hielo”, como alguna vez manifestó Voltaire.
En primer lugar, procede una interrogante que
entraña una indispensable prevención, para que el periodista a futuro medite y
actúe con circunspección: ¿Fueron “cabezones” y miembros de la izquierda
“débil”, camaradas como Enrique Gil Gilbert, que un día sufrió las represiones
de una dictadura? ¿Un hombre de izquierda como el ex rector de la Universidad
de Cuenca, Dr. Gerardo Cordero y León, quien durante la dictadura del Dr. José
M. Velasco, en 1970, fue detenido, conducido preso al penal “García
Moreno” e injustamente vejado? ¿”Cabezonas” Nela Martínez Espinosa, una de las
más extraordinarias mujeres que ha tenido nuestra patria, y Dolores Cacuango y
Tránsito Amaguaña, primeras mujeres indígenas que ingresaron al Partido
Comunista?
¿Puede calificarse de “sociolistos” a personajes de
la izquierda revolucionaria ecuatoriana como Manuel Agustín Aguirre, Telmo
Hidalgo, Laura Almeida y muchos otros más, que toda una vida fueron fieles a
sus principios socialistas, que enseñaron el inapreciable valor de la dignidad
y la consecuencia con los principios y convicciones ideológicas, que fueron
atacados y perseguidos por dictadores y dictadorzuelos?
¿Habrá sido un simple “maoísta” un político
consecuente como Jaime Hurtado, que siempre defendió a trabajadores y
campesinos, y que murió asesinado?
En segundo lugar, de ser así como escribe el Sr.
periodista, indudablemente se deduciría que el actual gobierno al que él se
pertenece, no se encuentra sustentado teóricamente ni conformado en la práctica
por ninguna izquierda “débil”, sino por una izquierda realmente todopoderosa,
arrolladora, invencible. ¿Cómo así? Gracias a que, suponemos, se ha contratado,
como en el fútbol, unos refuerzos de primera clase, adquiridos desde el
comienzo del gobierno de la Revolución ciudadana, probablemente recomendados
por el mismo Sr. periodista. He aquí dichos refuerzos: Don Alexis Mera, que
aporta con sus fortalezas de la “nueva izquierda fuerte”, heredada de los
tiempos del finado Ing. León Febres Cordero; los hermanos Alvarado, otros
izquierdistas formidables, que migraron desde el bucaramismo –PRE-, creación
del nuevo “eterno ausente”, don Abdalá Bucaram Ortiz; Carlos Pólit, el
irreemplazable Contralor General del Estado, que había llegado en raudo vuelo,
desde las entrañas “revolucionarias” de Sociedad Patriótica, al corazón de la
Revolución ciudadana.
Por supuesto que también cuenta el gobierno con uno
que otro refuerzo de la izquierda “fuerte” de la desaparecida socialdemocracia,
como el respetable “Cachito” Vera, demócratas populares, como Carlos Vallejo,
la distinguida dama organizadora de pasados concursos de belleza, Sra. Ivonne
Baki, oriunda, a mucha honra, de la cuna de todas las derechas, desde los
tiempos del inefable Jamil Mahuad, ese señor del atroz “feriado bancario”,
etc., etc.
Pero, increíblemente, también cuenta la Izquierda
“fuerte” en el poder, ¡con peregrinos y gitanos de esa desdeñada izquierda
“débil”!, como el ex “cabezón”, Don René Maugé Mosquera, ¡ex Secretario del
Partido Comunista!, ¡ex dirigente del Frente Amplio de Izquierda!, quien
previamente fue exorcizado y recibió las aguas bautismales en la pila de los
sacramentos de la casi finada Izquierda Democrática, antes de ser cooptado por
Alianza País; el apacible jurisconsulto Dr. Xavier Garaicoa, otro “cabezón”,
también colaboró un buen tiempo con el actual gobierno. Otros “cabezones”, como
Gustavo Iturralde, asimismo han sido recibidos en el gobierno de la izquierda
“fuerte”, como añorados hijos pródigos.
Y tampoco faltan los “sociolistos” (¡qué epíteto,
estimado lector!), como el sociólogo e investigador Rafael Quintero,
quien se desempeñó nada menos que en calidad de ¡Vicecanciller de la República!
¡Horrorosa herejía de la izquierda “fuerte”!; su esposa, la prestigiosa
investigadora y escritora, Sra. Erika Silva, trabajó un buen tiempo en
condición de Ministra de la Cultura, aunque después, sorpresivamente, fue
reemplazada por el Sr. Paco Velasco; Carlos Marx Carrasco Vicuña, siguiendo al
implacable director de El Telégrafo, resulta otro antiguo “cabezón” -FADISTA,
luego “sociolisto”-FADISTA y pariente del igualmente antiguo “cabezón”, Eco.
Leonardo Vicuña, actualmente es ¡miembro connotado de la Revolución ciudadana!,
y un experto en apretar las tuercas del SRI a los ciudadanos, especialmente de
clase media y a algún ricachón, como don Alvarito, pero suponemos que no a
otros que son actualmente poderosos banqueros y magnates de la plutocracia
financiera –¡quien tenga sesos que lo entienda!-; la respetada dama,
socióloga Sra. Doris Soliz, había sido en sus años de juventud -“juventud,
divino tesoro,/ te vas para no volver”, como dijo un inspirado poeta- de
las filas de los “fieros” “maoístas”, luego del desdeñado Pachakutik,
junto con la señora Beticita Tola, que también ha sido un primor de militante
de esta organización política de nuestros hermanos campesinos e indígenas; actualmente,
luego de ese inefable e indescriptible proceso de metempsicosis
espiritual-ideológica, en que el espíritu y los pensamientos de las “difuntas”
de la izquierda “débil” vuelan por el éter para anidarse en el cuerpo de una
rebosante izquierda “fuerte” y después de una magistral reencarnación política,
una y otra se revelan más fieles a Alianza País y a sus inmortales designios,
que el mismísimo autor del “fiero” artículo.
Pero no todo ha sido color de rosa, como suele
decirse en situaciones parecidas: algunos desdichados “sociolistos” y uno que
otro despistado “cabezón”, han sufrido unas auténticas odiseas, unas
vicisitudes realmente conmovedoras y espeluznantes: ilusamente confiados que su
aceptación y permanencia en la “Revolución ciudadana”, cuya columna vertebral
es la “izquierda fuerte”, se prolongaría por eternas memorias, o hasta las calendas
griegas, como solía decirse en tiempos heleno-romanos, un aciago día
se precipitaron imprudentemente a las entrañas de hierro del potentísimo
trapiche de la “Revolución”, y ahí sí sufrieron las de Caín, y fue el terror y
el crujir de dientes: atrapados en esos espantosos engranajes del aparato
ideológico y de la praxis inexorable, se les extrajo hasta la última gota de la
“savia vital” de la “teoría débil” y quedaron secos teóricamente, cual bagazos
inservibles. Triste fin de un sueño súper revolucionario fuerte.
Pero que todavía no canten victoria los
revolucionarios de la “izquierda fuerte”, sobre todo el cáustico periodista,
que orondo insinúa que su “tienda” política no es cómoda ni débil, sino todo lo
contrario: en este mundo todo cambia y se transforma, nada permanece en reposo
total, ni las bacterias ni los primates súper revolucionarios. Y un día quienes
estuvieron abajo, se colocarán arriba, y aquellos que se encontraban en la
cúspide, descenderán a las profundidades abisales de la desmemoria política y
el olvido. Ergo: Los “cabezones”, los “maoístas” y los “sociolistos” vilipendiados
y políticamente declarados occisos, a lo mejor retornan a la vida, como el ave
Fénix y, quién sabe si algún día le piden cuentas al gratuito descalificador.
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