domingo, 17 de septiembre de 2017

Lo que faltaba: Correa espía a Moreno



Publicado en septiembre 15, 2017 en La Info por José Hernández
Lenín Moreno no habla de espionaje. Habla de falta de delicadeza. Pero se le entendió perfectamente: Correa, según él, lo estaba espiando en su lugar de trabajo. La sensación de ser monitoreado desde el celular del ex presidente –eso fue lo que dijo– debe nutrir esa molestia enorme y sorda que comunicó ante ministros y periodistas en Guayaquil.
En su cuenta de twitter, el presidente habla de delito, de “violación a la intimidad”. Es peor que eso. Moreno no es una persona común y silvestre: es el Presidente de la República. Si se sigue su denuncia y la versión oficial dada por él y ampliada por algunos ministros, hay que concluir que lo que descubrió su servicio de protección constituye un delito contra la seguridad del Estado. Un delito producto de un acto delincuencial cometido por Rafael Correa, quien lo negó en sus cuentas sociales. Claro que el grado de credibilidad de Correa es cero. Muchas veces en su gobierno puso el cargo en juego… Y nunca, a pesar de que se probó que mentía, renunció. El país hoy sabe que el ex presidente miente como respira.
La denuncia hecha por el Presidente es tan grave como las consecuencias políticas y de seguridad que acarrea para él y los ciudadanos en general. Porque lo que Moreno hizo, con esta denuncia, fue recordar al país que Correa creó un sistema de vigilancia y control que empieza, muy posiblemente, en la oficina presidencial y nadie sabe hasta dónde llega.
Ese sistema de control se convierte, desde ahora, en un nuevo capítulo en la bronca abierta entre el gobierno y los defensores de Correa. Se agrega el espionaje que algunos dirigentes de Alianza País sabían que Correa y la Senaim usaban contra ellos y, con mayor acuciosidad, contra activistas políticos y sociales de la oposición. Martha Roldós y Fernando Villavicencio son vivos ejemplos. Los primeros recelos de esto surgieron en Montecristi cuando los constituyentes recibieron un teléfono a su llegada. Muchos aseguraron en aquel entonces haberlo devuelto convencidos de que estaba pinchado…
Correa no niega, al parecer, que la cámara encontrada en Carondelet exista: niega que pueda monitorearla desde su celular. Los dos hechos tendrán que ser probados por Moreno. Si lo hace, se confirmará, para empezar, que Correa sí lo quería como títere. Sumiso seguidor de su voluntad. Y que para asegurar esa subordinación construyó un sistema de vigilancia y monitoreo que el gobierno de Moreno no ha desmontado.
No es, entonces, un tema de delicadeza: Moreno está diciendo que se topó con un sistema de gobierno montado por el correísmo contra los ciudadanos que no plegaron ante el autoritarismo. Ahora lo vive en carne propia. Y esto lo pone ante una tarea: librar al Ecuador de ese sistema de vigilancia y control creado para perseguir, aterrorizar y así eternizarse en el poder. Moreno por lo que dijo descubrió, de un golpe y en su propia oficina, la naturaleza profunda del correísmo. Y esto lo coloca, al margen de su bronca con Correa, ante dos imponderables políticos. Uno, desmontar la Senaim y la estructura de control fascista creada durante el correísmo que tiene logística, presupuesto, operadores y defensores políticos. Esa estructura sigue intacta.
Dos: evaluar de nuevo, a la luz de su denuncia, la naturaleza política del régimen del cual fueron parte y son herederos. Ahora pueden sopesar el peligro que encarnaba ese modelo político si hubiera podido eternizarse en el poder. Moreno puede ahora medir el grado de sumisión que Correa estaba dispuesto a imponer. En este punto, la denuncia –que seguramente tendrá nuevos capítulos– no solo ahonda la división entre correístas y morenistas: ahonda la irreconciliable fractura entre correístas fanáticos y demócratas en el país. Y debería acelerar los tiempos de un gobierno que pone muchas evidencias sobre la mesa (conocidas por el país) pero no actúa.
Correa negará, como siempre, todo. Moreno, además de probar su denuncia, puede ahora releer 1984 de Orwell para aquilatar lo que, según dice, encontró en su oficina: alguien (que ahora respira odio en Bélgica) estaba montando en Ecuador esa sociedad orwelliana. Por eso creó, desde junio de 2009, la Senaim, manipuló la información, cooptó los otros poderes, asaltó la justicia, reprimió… y, según dice, dejó una cámara en su oficina para monitorearlo desde su celular…
Tétrico es el señor del ático.

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