domingo, 29 de abril de 2018

Las razones de la censura a "Propagandia"
Desde el Estado, lo que se estaba organizando era un gran encubrimiento por medio de la propaganda. Esta propaganda te pintaba el país ideal, el país de la década ganada mientras sucedía un saqueo brutal. Para lo que sirvió el Estado de propaganda fue para tapar los delitos que se estaban cometiendo. Por eso se explica este conflicto ahora, porque de alguna manera ese trato se traicionó o esa fórmula no funcionó, se quebró y el país está descubriendo de alguna manera que debajo de esta alfombra había un montón de basura.
23 de abril del 2018
REDACCIÓN PLAN V
¿Censuraron a Carlos Andrés Vera? El mensaje del cineasta y activista político llegó a través de su cuenta de Twitter, en la cual señalaba que su último documental Propagandia, estaba impedida de ser proyectada en las principales cadenas de cine del Ecuador. Vera recibió a Plan V en su productora, para explicar porqué considera censura que este documental no pueda ser visto, por decisión de los empresarios, en las principales cines del Ecuador. 
¿De qué se trata Propagandia?
Es un recuento de cómo el gobierno de Rafael Correa fue mutando bastante rápido a la construcción de un Estado de propaganda. El documental va mostrando, cronológicamente, cómo se montó ese aparato y cómo ese aparato vio su cumbre en la última elección. Cómo en un momento en que estuvieron a punto de perder, en un riesgo real que por primera vez se daba en diez años, ese aparato fue usado sin contemplaciones. Como si hubieran estado armando un ejército por mucho tiempo y esta era la batalla que ese ejército no podía perder. Propagandia es un documental histórico de cómo la revolución ciudadana mutó a ese modelo de Estado donde todo es propaganda, donde las políticas públicas vienen más por el lado de los eslóganes publicitarios que necesita el Estado que por el beneficio de las personas. 
¿Los hechos centrales tienen que ver la última elección presidencial?
Son ambas cosas: la construcción del Estado de propaganda junto al Estado librando esa última batalla. El capítulo de la última elección es simplemente la última prueba de la construcción de ese Estado, pero antes de eso tienes todas las víctimas, la persecución a los periodistas, a los opositores, desde el otro lado, cómo mintieron al país y construyeron verdades para que el país les siguiera dando su apoyo y, de alguna manera, eso también convierte en víctima al país.
En la última elección fue parte del equipo de Guillermo Lasso. Fui testigo de primera mano de lo que pasó ahí adentro. Recuerdo que el 2 de abril del 2017, el día de la segunda vuelta, nos sentimos literalmente violados. Todas las contingencias que el equipo de Guillermo había creado no funcionaron.
¿Cómo se construyó el Estado de propaganda?
El primer paso importante fue incautar los medios de los Isaías. Recordemos que dijeron que iban a vender los medios, nunca los vendieron, y pasaron de tener uno o dos medios públicos a controlar más de 29 medios, entre los incautados y los creados por ellos. A partir de la declaración de la prensa como su principal enemigo se empieza a declarar una "guerra por la verdad". Así, el periodismo denunciaba corrupción o cosas que no funcionaban y su aparato imponía otra verdad. Pero esa guerra era, de alguna manera, pareja hasta cuando surge la Ley de Comunicación y el aparato de propaganda se consolida. Ahí es cuando ellos tienen ya la capacidad para construir todo el aparato burocrático para imponer sus verdades. Empiezan a acosar a diarios como La Hora con decenas de citaciones a la Supercom, empiezan a poner a los medios en una situación donde si siguen investigando ya no hay manera de sostener al medio. Entonces o desaparecen o deja de hacer investigación. El periodismo entra en estado de supervivencia, y en la medida que los medios privados pierden la capacidad de hacer mejor periodismo, ellos empiezan a ganar esa guerra por la verdad. Para mi uno de los ejemplos más decidores fue que una buena parte de lo mejor del periodismo del país se fue a internet y dejó de estar en medios masivos, y pasaste de tener periodistas que trabajaban para un medio, con estabilidad laborar y trabajo que hacer todos los días, a tener periodistas convertidos en empresarios para levantar sus propios medios, y con la necesidad de hacerlo todo, porque tenían que buscar apoyo financiero y patrocinadores, conseguirse un salario, pagar a la gente  y al mismo tiempo hacer periodismo.
La persecución y control de la prensa es una pata del sistema, el otro es ese equipo gigantesco en personal e infraestructura dedicado a la propaganda del régimen y la otra es el propio Rafael Correa ¿cómo se juntaron estos elementos para construir ese personaje?
Quien mejor lo define en el documental es César Montúfar, quien dice que Correa gobernaba por televisión. La sabatina se convirtió en la mesa del palacio de gobierno. Correa hizo un show desde donde dictaba sentencias (judiciales). Decía: cómo es posible que tal persona no tenga un juicio, o que el fiscal no haya actuado. Y al día siguiente el fiscal actuaba. Saliéndose de sus funciones, Correa dictaba órdenes de prisión, dictaba sentencias y empezó a hacer de la sabatina el show del gobierno y el eje de todo el aparato de propaganda donde él era el personaje. El tema económico es un buen ejemplo de cómo lo hicieron. Si había un problema con la economía que empezaba a sentirse en el país, con denuncias de corrupción, se tapaba con la consigna de la década ganada. El país era el de la década ganada. Y toda la comunicación del gobierno iba hacia la década ganada, lo mismo que las políticas y las respuestas de los funcionarios iban a la década ganada. Entonces las políticas públicas y las respuestas a los cuestionamientos de la sociedad se reemplazaban con frases publicitarias, con eslóganes decididos en una mesa de comunicación política, en una mesa de propaganda y no en una mesa de políticas públicas. Quien definía lo que el gobierno decía eran los propagandistas, y esa propaganda se convertía en verdad, todo se etiquetaba y eso se convertía en política. No es entonces algo que a Correa se le ocurrió en una sabatina, porque así era su carácter. Entonces, lo más grave del Estado de propaganda en ese sentido es que el Estado se convirtió en una extensión de la personalidad de este individuo. 
¿Cómo arranca Propagandia?
En la última elección fue parte del equipo de Guillermo Lasso. Fui testigo de primera mano de lo que pasó ahí adentro. Recuerdo que el 2 de abril del 2017, el día de la segunda vuelta, nos sentimos literalmente violados. Todas las contingencias que el equipo de Guillermo había creado no funcionaron. El control electoral no funcionó, muchas cosas no funcionaron, pero más allá de las contingencias que él pudo haber tomado, lo que realmente estaba sucediendo era que nos estaban robando la elección; robando no solo por irregularidades en las urnas de ese día, sino como el cierre de un proceso fraudulento, con la cancha inclinada, combatiendo contra los recursos del Estado; pero de una manera más obvia, grande y grotesca de lo que haya visto el Ecuador. Y recuerdo que a partir de esa sensación dije: esto se tiene que saber; el país lo sabe, pero creo que no se había hecho el recuento histórico, desde el 2006, de cómo empezó esto para que llegue a terminar como terminó. Propagandia pone los elementos, los hechos, los va uniendo hasta convertirse en lo que, yo creo, es un documento histórico, que toma valor con el tiempo, para que las cosas no se vuelvan a repetir. Recuerdo que ese 2 de abril mi única respuesta fue filmar, volver a lo que sé hacer mejor: cine, y documentar esta historia. Y bueno, tomó mucho más de lo que pensaba; me puse a trabajar en eso en junio del año pasado, pensé que me tomaría unos cuatro meses. Pero será en mayo de este año. 
¿Por qué ha demorado?
Hay mucho material; revisé diez años de propaganda, spots, sabatinas y solo eso tomó varios meses.
Lo que me di cuenta al revisar diez años de la acción de Correa es que no es un accidente. No es algo que tenga que ver con su personalidad, con su ira o con su carácter. Es algo totalmente conciente, planificado, y ahí es donde una vez más me vienen estas certezas que desde el Estado lo que se estaba organizando era un gran encubrimiento a través de la propaganda.
¿Y cuantas valiums tomaste?
Pucha, sabes que sí es deprimente. Como terapia me había propuesto dejar de escuchar a Correa. Escuchaba los resúmenes y las noticias de los medios, pero ahora lo tuve que ver y escuchar. Estoy convencido de que es un hombre enfermo; enfermo de poder, es una persona extremadamente negativa, cargada de odio, un experto en manipular y transformar medias verdades para convertirlas en mentiras; a veces parte de premisas reales pero te lleva a conclusiones absurdas o extremas. Lo que más me di cuenta al revisarlo es que no es un accidente. No es algo que tenga que ver con su personalidad, con su ira o con su carácter. Es algo totalmente conciente, planificado, y ahí es donde una vez más me vienen estas certezas que desde el Estado lo que se estaba organizando un gran encubrimiento a través de la propaganda. Esta propaganda te pintaba el país ideal, el país de la década ganada mientras sucedía un saqueo brutal. Para lo que sirve el Estado de propaganda es para tapar los delitos que se estaban cometiendo. Por eso se explica este conflicto ahora, porque de alguna manera ese trato se traicionó o esa fórmula no funcionó —o lo que sea que haya dejado este hombre preparado sobre la mesa para que la impunidad y la propaganda continúen— se quebró y el país está descubriendo de alguna manera que debajo de esta alfombra había un montón de basura. Y volviendo a la pregunta, es fuerte, deprimente y toma mucho tiempo; pero también hablé con mucha gente, con gente que no quería hablar al inicio. Recuerdo cuando pedí conversar a Ruth Hidalgo, y ella tenía miedo de hacerlo. Finalmente lo hizo con muchas ganas, pero al principio ella no quería compartir su experiencia porque la amenazaron de muerte, porque amenazaron a todos los miembros de Participación Ciudadana, porque tuvo que cambiarse de casa... Ese fue el caso de muchos entrevistados, cerca de treinta, que tenían miedo de hablar de lo que ha ocurrido en el Ecuador. 
Propagandia, según has denunciado, no será estrenada en las principales cadenas de cine del Ecuador.
Tenía pensado estrenarlo en marzo o en abril, en los cines, en las cadenas grandes, pero al acercarme a ellos con suficiente antelación, me encontré con muros. Una cadena de cines me dijo que lo iba a pasar si es que las otras dos cadenas lo pasaban. La otra cadena me dijo que entraba si es que la otra lo hacía; finalmente todo quedó en manos de una cadena de cine. Generalmente cuando un lleva un producto, lo atiende un gerente de distribución, pero esto llevó a los accionistas, y estos de la cadena que finalmente decidió, decidieron no hacerlo, porque para ellos era demasiado polémico; me dieron una cantidad de escusas absurdas, que en el fondo realmente de lo que se trata es que tienen miedo de meterse en problemas. O de comprometerse o quedar mal con este gobierno, y un cine no tendría porqué quedar mal porque está mostrando un producto audiovisual que tiene un autor. En todo caso, el que se metería en problemas soy yo. 
Me pareció que al final pesó la conveniencia. Porque cuando les presenté el documental al principio me dijeron vamos. Es un buen producto, va a funcionar con el público, es un buen momento. Pero luego los accionistas se echaron para atrás.
¿Por qué con el gobierno actual?
El documental sí cuestiona la legitimidad del actual gobierno. No necesariamente partiendo de la premisa de que robaron votos, porque es una acusación que hasta ahora no ha sido probada pero que merece una investigación que no tengo la capacidad de hacer, pero tienes todos los elementos que configuran un fraude, no solo el día de la elección sino antes de la elección. Desde cómo se designan a las autoridades electorales y de control. Y lo estamos viendo ahora, por eso crearon este nuevo Consejo de Participación Ciudadana, justamente para bajarse a todas las cabezas que se encargaban de garantizar la impunidad, de ocultar la corrupción; lo mismo pasó con el CNE, exactamente igual. Y creo que en este momento hay gente que tiene miedo de recordarlo, tiene miedo de decirlo, en parte porque tienen miedo de hacerle algún tipo de favor a Correa, que resulta que sería beneficiado en caso de que se desprestigie a Lenín Moreno. Prefiero mantenerme fuera de esa disyuntiva. Moreno, para mí, es producto de Correa, así actúe mejor de lo que actuó Correa: hay gente de Correa que se mantiene en el gobierno, hay temas enormes de corrupción que no han desaparecido, pero sobre todo, más importante que todo eso me parece que hay que defender la verdad. No podemos, por miedo, autoengañarnos o dejar de revisar lo que pasó recién. Simplemente para que no vuelva a ocurrir. 
¿Es miedo o conveniencia?
Pueden ser ambas. En el caso de los cines, como no tengo certezas prefiero dejarlo en duda. Pero me pareció que al final pesó la conveniencia. Porque cuando les presenté el documental al principio me dijeron vamos. Es un buen producto, va a funcionar con el público, es un buen momento. Pero luego los accionistas se echaron para atrás y eso me hace pensar que fue por conveniencia: no me conviene pelearme con el gobierno, o me llevo muy bien con el gobierno y no quiero generar inconformidad ni molestia.
¿Es una censura?
Sí, lo es, sin duda. Ellos, en el proceso de negociación con los cines, jamás se cuestionó la calidad del producto. Dijeron que es un producto de alta calidad. Pero no entramos para no incomodar a alguien. Eso es censura, por supuesto. 
¿La televisión, Netflix...?
Lo mismo ha pasado con la televisión y Netflix es complicado porque sube solo coproducciones, donde ellos hayan participado. Pero es una puerta que estamos tocando. Este documental lo hice, como todos los demás, para que lo vea la mayor cantidad de gente posible. Lo mismo hice con Taromenani, el cual sí llegó a las salas de cine y a la televisión. Ahora, contrario a lo que sucedía hace diez años, el internet tiene mucha mayor fuerza, y soy capaz de —si no encuentro canales masivos de distribución— subirlo a internet y regalarlo al público. Me interesa tener más de 300 mil reproducciones a ganar un dólar por reproducción y que lo vean diez mil. 
Creo que el fantasma de Correa asusta todavía a mucha gente. Durante su gobierno había una situación real de persecución. Ahora, creo que sectores que siempre fueron cuestionados por el correísmo hoy están más interesados en sostener a Moreno.
¿Hay posibilidad de que se abran las puertas?
No creo, este es un documental que es poco conveniente para los medios tradicionales; en el internet está su fortaleza, y por supuesto en todo lo alternativo. Salas pequeñas, universidades, proyecciones en la calle, y hasta he pensado en regalar DVD. Estoy haciendo una estrategia de guerrilla para la difusión. Pero, claro, nos quedamos colgados. 
¿Cuánto costó?
Costó 80 mil dólares hacerlo sin que yo gane un solo dólar. Normalmente un largometraje documental en el Ecuador cuesta entre cien mil y 250 mil dólares. Estamos a pérdida, pero yo estoy soltando eso. Sí, contaba con una taquilla, con ventas en televisión, y con lo que ahora cuento es con golpear duro a todos los que no quieren que se vea. 
¿Por qué sucede esto? ¿Se puede decir que sigue el miedo a Correa?
Creo que el fantasma de Correa asusta todavía a mucha gente. Durante su gobierno había una situación real de persecución. Ahora, creo que sectores que siempre fueron cuestionados por el correísmo hoy están más interesados en sostener a Moreno, por el fantasma de Correa; porque, en efecto, Moreno se ha peleado con Correa, ha traicionado a Correa y no quieren que ese fantasma retorne. Para mi, este documental no va a hacer que vuelva Correa; simplemente este documental da cuenta de algo muy grave que sucedió en el país y que no debiera suceder de nuevo. 
¿Cómo crees que el público reaccione? Te pueden decir que es un documental sesgado en el cual solo habla una parte del problema. No hay la otra versión.
Me hubiera encantado entrevistar a los hermanos Alvarado; entrevistar a Correa, pero son gestiones imposibles. Lo que siempre digo es: por diez años, nosotros escuchamos este lado de las cosas, y ese lado está claramente expuesto en el documental. En el documental escuchamos a Correa, a los Alvarado. Ya hablaron diez años, y ahora vamos a mostrar lo que sucedía mientras ellos hablaban. Ahora sí vamos a contrastar, de hecho. Su versión sí está en Propagandia. Por supuesto, como digo, me hubiera encantado entrevistarlos, pero son entrevistas imposibles, por lo menos para mí que soy un activista político, no soy un extranjero que viene a hablar con todos. Pero mi modo de ver y actuar no me impide reconstruir los hechos con profesionalismo; tampoco lo hago con la idea de que es la única verdad; simplemente en el documental están los elementos para que la verdad se vaya construyendo, pero en Propagandia hay elementos de no se habían puesto antes.

REFLEXIONES

14 abril, 2014 | Por 

Leonardo Boff: “Más importante que la religión es la espiritualidad”

Después de más de treinta años de pertenecer a la Iglesia católica, el teólogo brasileño Leonardo Boff decidió dejar su actividad como sacerdote y alejarse de la Orden Franciscana, a la que pertenecía, para vivir como laico, por las presiones que recibió de parte de la jerarquía eclesiástica de Roma. Desde la campiña ecológica en la que vive, a unos sesenta kilómetros de Río de Janeiro, habló con Sophia sobre el rol de la mujer, sobre cómo abrirnos a una dimensión más espiritual e incluso sobre ecología.


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“Las cosas de la vida no surgen planificadas. Irrumpen sin más. Cuando era chico vi pasar a un franciscano por nuestra iglesia de campesinos, y después de hablar de San Francisco, preguntó si alguien quería ser franciscano”. El pequeño Leonardo levantó la mano. Pese a que nunca había anhelado convertirse en sacerdote y en cambio soñaba con ser camionero, el niño sintió aquel día “un calor muy fuerte” dentro suyo y, después de unos meses, con apenas 11 años, ingresó a la Orden de los Frailes Menores Franciscanos. Así empezó el peregrinaje espiritual de Leonardo Boff, un brasileño que nació en 1938 en Santa Catarina   y con los años se convertiría en uno de los teólogos más importantes de América latina desde la última mitad del siglo pasado hasta hoy. Importante, sí, y también polémico y criticado, sobre todo por la jerarquía eclesiástica de Roma, que lo enjuició y lo condenó a silencio durante un año.
Desde fines de los años sesenta, él fue, junto con otros teólogos latinoamericanos y europeos, uno de los representantes de la llamada Teología de la Liberación. Corría 1970 y el joven seguidor de las enseñanzas de San Francisco de Asís volvió de Alemania con el título de doctor en Teología y Filosofía por la Universidad de Múnich. Del corazón de Europa pasó directamente a predicar ejercicios espirituales en la selva amazónica y viajó a Manaos. Conoció las entrañas de pueblos ignorados por el sistema de vida occidental, moderno y cristiano, y se contactó con grupos de “personas dispersas en la inmensidad del mundo salvaje”. Intentó esparcir su teología procedente de la universidad alemana a la que había asistido. Luego se dio cuenta de que eso no llegaba a ellos. “Dentro de aquel contexto debía hacer otro tipo de abordaje. Por otra parte, me escandalizaba con la pobreza de Brasil. Inmediatamente pensé que por aquí la teología europea ayudaba muy poco. Empecé dando clases de Cristología, escribiendo cada clase, mostrando la práctica liberadora de Jesús y de su mensaje. De esto resultó el libroJesucristo el Liberador, uno de los textos fundadores de la Teología de la Liberación”, contó Boff a Sophia desde su casa en Jardim Araras, una región campestre y ecológica enmarcada dentro de un valle profundoatravesado por riachos y vegetación atlántica, a unos sesenta kilómetros de Río de Janeiro.
Hasta 1984 su trabajo transcurrió como el de un religioso franciscano y el de un teólogo inquieto que estudiaba y enseñaba. Además, formaba parte del consejo de una editorial, donde entre otras cosas se ocupó de la edición de las obras completas de Carl Jung. Pero fue con la publicación de su libro Iglesia: carisma y poder, donde exponía sus tesis ligadas a la Teología de la Liberación, que le llegó un cambio rotundo. Algunas de las ideas, que hablaban de pobres y oprimidos, fueron consideradas marxistas, la Curia no vio con buenos ojos sus postulados y la Sagrada Congregación para la Defensa de la Fe del Vaticano lo enjuició. Lo sentó en el mismo sillón que a Galileo Galilei y lo sometió a un proceso que lo condenó a un año de silencio.
A Boff no le gusta hablar de eso porque, dijo a Sophia, pertenece al siglo pasado. “Cuando convocan a uno a la más alta instancia doctrinal, ya sabe que está condenado. La misma instancia te acusa, te juzga y te condena. Esto en derecho es una aberración, porque no se preserva la intención del juicio. El resultado final fue la percepción clara de que la ex-Inquisición no olvida nada, cobra todo y no perdona nada. Como en mi libro había estudiado bien la lógica de sistemas cerrados y autoritarios, no me escandalicé por los procedimientos. Eran absolutamente lógicos dentro de aquel sistema. Sentí más compasión que rebelión. No guardé rencor, porque ellos tenían que actuar así y no podían hacer otra cosa. No tuve que perdonar a nadie porque no me sentía ofendido. Sentía, sí, que la causa que defendía, la de los pobres y su liberación, tenía una fuerza intrínseca por sí misma. Esto me daba fuerza para soportar todo, incluso el silencio obsequioso que me fue impuesto por el cardenal Joseph Ratzinger (N. de la R.: fue luego el papa Benedicto XVI), que antes había sido amigo mío mientras era teólogo y colaborábamos juntos en la revista internacional Concilium”.
Después de aquello, vendría un segundo hecho que le haría tomar la decisión de abandonar el ejercicio sacerdotal y la Orden Franciscana y emprender una vida como laico.

–¿Cómo fue el proceso en el que usted decidió salir de la Iglesia católica?

–Dejé el ministerio porque la vigilancia de la ex-Inquisición me hizo la vida de teólogo imposible, sin poder hablar, enseñar, dar entrevistas y escribir. El teólogo tiene como arma solo su palabra hablada y escrita. Sin esto no hace nada. Cuando el cardenal Baggio, en 1992, durante el encuentro de la ONU en Río, en nombre del Vaticano, me pidió salir de América latina y elegir vivir en Filipinas o Corea, porque ahí hay conventos de frailes, sentí que esto era ofender demasiado los derechos humanos. Dije: “Cambiaré de trinchera pero no de lucha y seguiré como laico y teólogo dentro de la Iglesia”. Y tuve que abandonar la Orden Franciscana y asumí una cátedra de Ética y de Filosofía de la Ecología en la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
Hoy Boff lleva escritos unos noventa libros, entre ellos El rostro materno de Dios, da conferencias en todo el mundo y tiene en su haber clases en aulas de las universidades de Lisboa, Salamanca, Basilea, Harvard y Heidelberg. Es doctor honoris causa de otras tantas y, en 2002, el Parlamento Sueco le dio el Premio Nobel Alternativo de la Paz. A sus 75 años, según su propia página web (él prefirió no hablar de temas personales), “comparte vida y sueños” con Marcia Maria Monteiro de Miranda. Su biografía on–line también dice que es “padre por afinidad” de una hija y cinco hijos y que “vive, acompaña y re-crea el despuntar a la vida de los ‘nietos’”. Desde su casa entre montañas, respondió preguntas sobre el rol de la mujer, sobre ecología y sobre espiritualidad.

–En momentos en que la gente está tan descreída de las religiones, usted habló en una conferencia de una “revolución de lo espiritual”. ¿Qué es eso?

–Hay que distinguir entre religión y espiritualidad. La religión está hecha por doctrinas, ritos, códigos morales y símbolos religiosos. La espiritualidad tiene que ver con valores como el amor incondicional, la compasión, la solidaridad, la trasparencia en las acciones, con un sentido de pertenencia a un todo y un encuentro vivo con Dios como razón última de nuestra existencia. La religión nace de una espiritualidad pero no siempre produce aquellos valores implicados en la espiritualidad. Alguien puede tener un fuerte sentido espiritual en su vida y no tener una práctica religiosa. Más importante que la religión es la espiritualidad porque tiene que ver con actitudes concretas que dan rumbo a la vida. Hoy la humanidad se encuentra en el corazón de una gran crisis de sentido. Nadie pude decir hacia dónde vamos. Hay una gran confusión en los valores. Pero toda crisis se supera a partir de una nueva experiencia espiritual del Ser, capaz de conferir un nuevo rumbo a la convivencia humana. Esta tiene que galvanizar a las personas que adhieren a la nueva propuesta de sentido. Así como está, la humanidad no puede continuar, porque es demasiado destructiva, al punto de poner en riesgo la supervivencia de la especie humana. En general, las religiones producen guerras, mientras que las espiritualidades producen paz.

–¿A qué se refería cuando dijo: “Profundizamos la explotación del capital material. Ahora empieza la explotación del capital espiritual”?

–Hemos explotado prácticamente todos los bienes y servicios de la Tierra. Se esperaba que esto nos trajera felicidad. Fue una inmensa ilusión. El ser humano no tiene solo hambre de pan, sino también hambre de acogida, de amor, de solidaridad, de encuentro con Dios como expresión del supremo sentido de la vida. Todo esto viene de una perspectiva espiritual de nuestra lectura del mundo. Pero muy poco se ha profundizado en esta perspectiva que constituye el capital humano y espiritual. Lo primero, el material, es agotable. El segundo es inagotable e infinito, porque no hay límites para el amor, la solidaridad, la compasión, la convivencia pacífica entre personas y pueblos. De eso vive el capital espiritual. Ahora se crea la posibilidad real de organizar nuestra forma de habitar el mundo a partir de una visión espiritual de la vida y del destino humano. A partir de esta opción cambian las relaciones con la naturaleza, la forma de producción, de consumo y de visión del destino humano. Esto lo ha afirmado desde el  principio la Teología de la Liberación. El acto primero de este tipo de teología es una experiencia espiritual de encuentro con el Cristo crucificado en la carne de los pobres y oprimidos. De ahí nace la indignación y el amor de hacer algo con ellos para superar esta antirrealidad.

–¿Cómo llega de la Teología de la Liberación a su preocupación por el cuidado planetario?

–Los teólogos de la liberación se han dado cuenta, a partir de los años ochenta del siglo pasado, de que la lógica que explota a las personas, a las clases sociales y a los pueblos es la misma que explota a la naturaleza y a la Madre Tierra. La marca registrada de la Teología de la Liberación es la opción por los pobres contra su pobreza y en favor de la justicia social y de su liberación. Dentro de esta opción debe caber en primer lugar el gran pobre que es la Tierra, explotada y devastada por la voracidad productivista en función de la acumulación de bienes materiales para el consumo. De ahí nació una fuerte ecoteología de la liberación. O garantizamos la vitalidad de la Tierra con sus ecosistemas vivos, o quitamos la base para cualquier otro proyecto humano. Esto supone una actitud de amor a la Madre Tierra, un sentido de cuidado por su futuro. Tales valores nacen no de una visión marcada por el interés de acumulación, sino al revés: por una auténtica actitud ético-espiritual que fundamenta otro estilo de relación con la vida y con la Madre Tierra, de respeto, cuidado y veneración.

Boff y los dos Franciscos

En su libro Nueva primavera en la Iglesia: Francisco de Roma y Francisco de Asís, Leonardo Boff traza un paralelo entre ambas figuras. “Emergieron en la historia en un momento crítico de la Iglesia. Francisco escuchó la voz: ‘Francisco, reconstruye mi Iglesia que está en ruinas’. Bergoglio encontró una iglesia completamente desmoralizada por diferentes escándalos. El nombre Francisco más que nombre es un proyecto de Iglesia y de mundo. Él está reconstruyendo el edificio eclesial a modo de San Francisco con los valores de la pobreza, ternura, sencillez, proximidad al pueblo, y absolutamente despojado de los símbolos del poder”.

–Las bases de la Teología de la Liberación están, según sus teóricos, en las periferias, en los oprimidos. Entre ellos, están las mujeres. ¿Considera que existe una teología desde la mirada femenina? O, más aún, ¿la Iglesia hoy considera a la mujer como un “sujeto teológico” diferente del varón?

–La Teología de la Liberación trabaja con esta contraposición: opresión-liberación. La pobreza no es algo inocente y natural, sino que es producida por relaciones sociales injustas, como lo han denunciado muy claramente los documentos de Medellín (1968) y Puebla (1977). Fueron hechos pobres; por lo tanto, son empobrecidos y oprimidos. Contra esta opresión cabe crear liberación. La Teología de la Liberación lo hace desde el capital espiritual del cristianismo, de la tradición del Éxodo, de los profetas y de la práctica de Jesús y de la gran Tradición de la Iglesia. Marx no es ni padre ni padrino de la Teología de la Liberación. Ella siempre fue esto a pesar de que muchos no la han visto así y la han condenado como marxista. En tiempos de las dictaduras militares en América latina, todos los que querían cambios sociales en beneficio de los pobres eran calificados de marxistas, como si el marxismo tuviera el monopolio de la idea de transformación. Finalmente, las más altas instancias doctrinales de la Iglesia la han reconocido oficialmente como una teología que nace del corazón del mensaje de Jesús. No hay que olvidar que somos herederos de un prisionero político, un torturado y colgado en una cruz, Jesús de Nazareth. Como las opresiones tienen muchos rostros, hay una opresión que es típica de las mujeres. Hace ya más de diez mil años que ellas sufren bajo el patriarcalismo universal y el machismo típico de América latina. Esto ha deshumanizado a las mujeres y también a los hombres. Las mujeres se han dado cuenta de esta opresión y desde su realidad como mujeres han hecho excelentes reflexiones en el sentido de la liberación, pero no solo de las mujeres, sino también de los hombres, los principales causantes de esta opresión patriarcal. La mujer tiene otra mirada hacia Dios, lo sagrado y lo espiritual, y en general, hacia la realidad. Lo que las mujeres han hecho fue pensar la fe cristiana desde su situación femenina y nos han ayudado a entender dimensiones del misterio cristiano que antes no se veían, en especial, descubriendo que Dios no es solo Padre sino también Madre. O mejor: es un Padre maternal o una Madre paternal. No solo un Dios de la justicia hacia los oprimidos, sino también una Madre de infinita bondad hacia todos sus hijos e hijas humillados y ofendidos. Es lamentable que ese valor elaborado por las mujeres no tenga el suficiente reconocimiento por parte de la institucionalidad de la Iglesia, fuertemente marcada por los hombres y con señales de patriarcalismo.

–¿Qué quiere decir cuando afirma que las mujeres “son las profetisas de una misión mesiánica para salvar a la Tierra”?

–En verdad, no se trata de salvar a la Tierra, porque ella no nos necesita, existió millones de años sin nosotros. Nosotros necesitamos de la Tierra. De lo que se trata es de salvar la vida sobre la Tierra. Las mujeres, por su constitución natural, están más próximas a la vida, porque son ellas quienes generan la vida. Tienen, en razón de esto, un mayor sentido de cuidado que los hombres. Son más cooperativas y menos competitivas, más sensibles a todo lo que es sagrado, y captan con más facilidad los mensajes que vienen de todos los lados.Por esta razón, son convocadas más que los hombres, pero junto con ellos, a cuidar de la vida y a proteger la integridad de la Madre Tierra. Es misión de los profetas cuidar de los más desamparados, enjugar las lágrimas y consolar a los desesperados. Las mujeres tienen este carisma a pesar de que no sea exclusivamente de ellas. Una declaración de uno de los documentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura lo dice todo: “Hay que dar más poder de decisión a las mujeres si queremos salvar la vida sobre la Tierra”. No se dice “dar poder de participación”, algo que siempre se ha dicho, sino “poder de decisión”, lo que implica un acto político de gran relevancia. Esto va en la línea del papa Francisco, quien subrayó la necesidad de dar más poder de decisión a las mujeres, en el mundo y dentro de la Iglesia.

–¿Qué opina del sacerdocio femenino?

–La teología ha dejado claro que no existe dogmáticamente nada que impida a las mujeres representar sacramentalmente a Cristo, es decir, ser sacerdotes. No hay por qué empobrecer a las comunidades negando la función sacerdotal a las mujeres. Pienso que llegará un día en que los ojos de la jerarquía de la Iglesia van a abrirse a esta posibilidad y de este modo habrá mucho más equilibrio dentro de las Iglesias. María pudo como mujer concebir al Hijo de Dios, pero sus compañeras, las mujeres, no pueden representarlo. Todos los apóstoles traicionaron a Jesús. Las mujeres siempre le fueron fieles y lo acompañaron hasta al pie de la cruz. Fueron ellas las primeras testigos del hecho mayor de la fe cristiana, la Resurrección, pero eso no cuenta para nada en la Iglesia jerárquica cuando se trata de darle alguna centralidad.

–¿Qué dice ante el argumento de que la Teología de la Liberación fue una teoría que se fijó demasiado en lo material a expensas del mensaje espiritual de Cristo?

–Este es el discurso de los detractores de la Teología de la Liberación. Quien haya leído algo serio sobre esta teología puede constatar que ella nació a partir de un profundo encuentro con el Señor, crucificado en los pobres. El primer momento, como siempre afirma Gustavo Gutiérrez, es el silencio frente al misterio del dolor humano. Enseguida surge una indignación profética que se expresa en “Esto no puede ser”. El tercer paso es un acto de amor, de hacer una opción por los pobres, contra su pobreza y en favor de su vida y libertad. Por fin, comprometerse con ellos para salir de esta situación indigna. Nadie puede estar de parte de los pobres si no los ama. Todo esto es una ruta espiritual. No reconocerlo es hacerse indiferente frente a los sufrientes de este mundo. Entonces, no es verdad que la Teología de la Liberación se fijó en lo material, valorando menos a la espiritualidad. El compromiso con los pobres nació de lo espiritual. Cabe preguntar: ¿qué más espiritual que saciar el hambre de una persona o atender a la petición del Padrenuestro de “danos el pan de cada día”? Bien decía el místico Ruysbroeck: “Si estás en un éxtasis místico con Dios y un pobre te pide pan, deja el éxtasis y ve a darle pan al pobre porque el Dios que encuentras en el pobre es más seguro que el Dios que dejaste en el éxtasis”.

–¿Qué reflexión le merece la respuesta de Teresa de Calcuta al alcalde de Nueva York cuando él le habló de la “miseria de la India” y ella le dijo: “En la India tenemos miseria material, pero ustedes, en Occidente, tienen miseria espiritual”?

–La Madre Teresa de Calcuta dijo una gran verdad. Yo mismo en mis viajes al Primer Mundo he constatado la profunda pobreza espiritual de las personas, perdidas, sin raíces, sin fe y sin tener de qué agarrarse en la vida. La acumulación, fruto de un sistema injusto que valora más el capital que el trabajo, más la eficiencia que las personas, más los bienes materiales que la vida, solo puede producir una aterradora pobreza espiritual porque se hace sordo y mudo a los reclamos de la dimensión espiritual que se encuentran dentro de cada persona. Por eso, una de las tareas que se propone la Teología de la Liberación es rescatar la dimensión espiritual de la vida, más experiencia de Dios que adhesión a doctrinas, más encuentro de Dios en el mundo –especialmente, entre los que más sufren– que preocupaciones por la institución y por la estética de las celebraciones. Finalmente, hay que entender que más importante que la Teología de la Liberación es la liberación concreta de las personas. Esta liberación pertenece a los bienes del Reino de Dios. La teología se justifica mientras reflexiona a partir de estos bienes. Lo que se opone a la pobreza no es la riqueza sino la injusticia, porque este es el gran ideal cristiano desde los orígenes en los Actos de los Apóstoles.

–¿Cómo una persona que no es consciente de su dimensión espiritual abre su corazón a ella? ¿Cómo comienza a transitar esa dimensión?

–No es fácil mostrar un camino de vida espiritual. Lo que se puede pedir es que las personas sean verdaderas, honestas, íntegras, amantes de la vida, solidarias y compasivas frente al sufrimiento humano. Vivir estas dimensiones es vivir valores no materiales que no se encuentran en los bancos ni se pueden comprar. Sin embargo, en ellos reside el mundo de los valores y de la ética humana mínima. Pero cuando el ser humano se interroga sobre el sentido de su existencia, del dolor del mundo, del futuro que puede esperar, y se da cuenta de que es parte de un todo más grande, puede abrirse a la Trascendencia, puede ver sentido en creer en un Dios que penetra la realidad y le confiere unidad y sentido. Esto viene por el camino de la espiritualidad más que por los caminos convencionales de las religiones y de las Iglesias. En el fondo, el ser humano se da cuenta de que es un proyecto infinito y no encuentra en este mundo ningún objeto que le sea adecuado. Solo un infinito puede saciar su sed infinita. En este horizonte tiene sentido hablar de Dios. Pero lo que más convence es el diálogo franco y amigo, el amor verdadero, el testimonio de que vale la pena entregarse a un Ser más grande y sentirse en la palma de su mano. De este trueque pueden nacer interrogaciones que llevan a descubrir el mundo espiritual.