Guacho es un paraco: la nueva rueda de molino correísta
Alias Guacho ha pasado a convertirse, al calor de las tragedias, en el centro de una singular y torpe operación ideológica. En efecto, en redes sociales se ha activado un operativo cuya evidente intención es ubicar a este siniestro personaje en las antípodas ideológicas del gobierno de Rafael Correa y de la izquierda regional. ¿Cómo? Convirtiéndolo a los ojos de la sociedad en un paramilitar de ultra derecha. En otras palabras, en un paraco.
Con ese fin, en redes sociales han empezado a aparecer, como hongos tras la lluvia, mensajes en los que se afirma que Guacho está relacionado con criminales de la extrema derecha colombiana. La estrategia es sencilla: cuentas de usuarios relacionados directa o indirectamente con el sector más radical del correísmo han comenzado a decir abiertamente que Guacho no pertenece a las llamadas disidencias de las Farc y que jamás hizo parte de esa organización guerrillera. En auxilio de esta peregrina afirmación ha caído como anillo al dedo una vieja afirmaciónhecha por el dirigente de las FARC, Iván Márquez, en octubre del 2017 en la que sostiene que Guacho no era disidente de su organización y que no consta en los listados de la oficina del Alto Comisionado que fue parte de las negociaciones de paz con el gobierno colombiano. “Nosotros podemos asegurar que alias Guacho no pertenece a ningún grupo disidente y sí a un grupo paramilitar. Este personaje fue utilizado para tapar lo que pasó”, dijo Márquez en esa ocasión.
Evidentemente, la idea es que este tipo de mensajes aparezcan en las cuentas de los actores más locuaces que tiene el correísmo ultra operando en redes, entre esas la de Marco Navas, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar. Navas fue protagonista de un fiero debate en redes cuando en su cuenta de Twitter sostuvo que diario El Comercio debía responsabilizarse de lo ocurrido con su equipo periodístico en Mataje por haber enviado a su equipo a una zona de conflicto.
Ahora Guacho es un paramilitar de ultra derecha que es utilizado para hacer aparecer a los FARC como responsables de los crímenes y “militarizar aún más la frontera para preparar el regreso de los marines USA”. Navas afirma que, al decirse que Gaucho es parte de las disidencias de las FARC, el “narcoestado fallido” del gobierno de Lenín Moreno evade sus responsabilidades con la situación en la frontera.
El Partido Comunista Ecuatoriano también se unió a la cruzada con un mensaje en Twitter.
Quizá el tuit más destemplado y provocador fue el de Christian Berrezueta, un seguidor apasionado del ex presidente Correa. Para él, es obvio que Guacho es un paramilitar porque las FARC son una organización que, según su muy particular criterio, respeta los derechos humanos y las normas humanitarias en la guerra. “Tienen prohibido en su código los tratos crueles contra prisioneros”, “tienen prohibido el asesinato”, afirmó en su mensaje de Twitter sin empacho alguno frente a la contundente evidencia histórica que demuestra que está mintiendo en cada una de las líneas de su texto.
El resultado de estos mensajes, que en eran escasos, es que empiezan a ser replicados por otras cuentas y generan un debate (hay que ver la nada despreciable cantidad de retuits y comentarios que generaron) que lo único que consigue es introducir en el debate la posibilidad de que Guacho es un paramilitar y así relativizar la evidencia histórica que señala que fue parte de esa organización subversiva. Evidencias que incluye algunas entrevistas con el propio Guacho que ha dicho orgullosamente que sí era parte de las FARC y que prefirió separarse de la organización con el advenimiento de los acuerdos de paz.
Que Guacho ha sido parte de las FARC y que se separó de esa organización es un hecho que no ha sido siquiera negado por el gobierno colombiano al que también le podría convenir que no hubiera tenido relación con ese grupo, pues se trata de una circunstancia que perjudica el prestigio del proceso de paz liderado por el presidente Juan Manuel Santos. Las organizaciones más serias e independientes que estudian el conflicto colombiano coinciden en la procedencia fariana de Guacho, como el el caso de la Fundación Paz y Reconciliación o la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP, que han hecho estudios muy serios sobre las filiaciones de Guacho.
Pero sin duda, el obstáculo más grande para creer en que Guacho es paramilitar y que no ha tenido relación con las Farc es la confesión que él hizo en un reportaje de televisión para la cadena RCN. “He militado 10 años. Tuve un rango de comandante de guerrilla”, dijo en octubre del 2017 en esa entrevista que fue una reacción a la declaración de Márquez.
¿Cómo explicar entonces que operadores del correísmo radical estén empeñados en posicionar en la opinión pública la idea de que Guacho es un paramilitar?
Una explicación podría estar en el alto costo político que el tema de los crímenes en la frontera norte ha traído al correísmo. La idea de que el régimen de Correa se hizo de la vista gorda frente al avance de la subversión izquierdista aliada con el narcotráfico, por un tema de empatía ideológica, circula fuertemente en la conversación nacional desde que la ola de violencia en el norte se ha desatado. El más reciente episodio de este fenómeno es la forma en que se ha viralizado en redes las imágenes del puente que el gobierno de Correa hizo en la frontera sobre el río Mataje y que al llegar al lado colombiano termina abruptamente en la selva. ¿Para quién hizo ese puente y esa gran carretera? es la pregunta que circula profusamente en las redes
No solo eso. Las denuncias que se hicieron al inicio y durante el gobierno de Correa de que había habido colaboración financiera de las FARC para la campaña del ex presidente han sido desempolvadas y lo mismo ha ocurrido con declaraciones de ex guerrilleros en las que se afirmaba que había conexiones con el gobierno de Correa. Es más, el presidente Lenín Moreno ha pedido que se investiguen esas denuncias. En definitiva, distorsionar la realidad convirtiendo a Guacho en un paraco al que se le asocia con la ultra derecha podría ayudar en el objetivo de que la sociedad deje de identificar al gobierno de Correa con todo lo que ocurre en Mataje.
Que Guacho sea un montaje de la ultra derecha colombiana, además, es una excelente coartada para la izquierda y para el correísmo para decir, como lo está haciendo, que el gobierno de Moreno está buscando un pretexto para permitir la intervención de los “gringos” en la zona.
Pero los intentos por introducir y posicionar la idea de que Guacho es un producto de la ultra derecha colombiana también podría explicarse como una conducta de negación. Que la sociedad asocie la figura de un criminal sanguinario como él con una organización subversiva de izquierda, que supuestamente lucha por los más pobres, es algo que un comunista formado en las matrices estalinistas no puede aceptar. En mensajes como el de Berrazueta es evidente que existe un acto de negación ante la evidencia que dice que Guacho fue formado en las filas de las FARC. Guacho, definitivamente, no calza en el imaginario del buen revolucionario del que muchos en la izquierda y en el correísmo están enamorados y que ha sido un concepto que las FARC han tratado, sin éxito alguno, de imponer en la sociedad colombiana.
El operativo por hacer de Guacho un abominable paramilitar de la extrema derecha uribista colombiana no parece que será exitoso. La distorsión de la realidad, en un tema tan evidente como el del origen militante de Guacho, no es tan fácil de lograr. Además, la indignación que circula en la sociedad es tan grande que difícilmente hará que la gente se trague esa rueda de molino.
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