sábado, 28 de abril de 2018

Una grieta lacerante

Bridget Gibbs Andrade
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En el 2007 regresó al poder, gobernó implacablemente, silenció a la oposición y desplegó una administración populista hacia los menos favorecidos. Una de sus estrategias fue asegurarse la subordinación de los altos mandos del Ejército y de la Policía Nacional. A los empresarios garantizó estabilidad y facilidades, con la condición de que no intervinieran en sus decisiones políticas. Por un lado, se atraía la inversión extranjera; por otro, el dictador encarcelaba a opositores y daba carta blanca al Ejército y a la Policía para eliminar discretamente a sus rivales. Con el apoyo de Venezuela -más de 4.000 millones de USD desembolsados desde el 2007- controló medios de comunicación y firmó contratos que beneficiaron al Estado, creando una nueva dinastía: la orteguista. En el 2011, impuso una reforma constitucional eliminando candados que le impedían reelegirse, instaurando el fraude electoral como política de Estado. ¿No les parece conocida esta historia?
Cuando Venezuela entró en crisis, las exportaciones nicaragüenses disminuyeron al gobierno chavista. Luego de 11 años de derroche, Ortega se vio obligado a tomar decisiones drásticas. El lunes pasado, su gobierno anunció las nuevas tasas de aportes al Seguro Social: los empleados que antes aportaban 6.25% de su salario, ahora aportarían 7%. Los empleadores que pagaban 19% de los salarios de sus trabajadores, ahora pagarían 22.5%. Los jubilados, -los más afectados-, tendrían que contribuir con el 5% del monto de su pensión. Esta decisión la tomó arbitrariamente -como buen dictador-. Estas reformas espabilaron el descontento acumulado, desencadenando protestas inéditas en un régimen que parecía “bien parado”. El Gobierno fiel a sus ideales, reprimió brutalmente la protesta dejando 34 muertos.
El hartazgo y repudio también se extiende a la familia del comandante. En 1998, Zoilamérica, la hija de su esposa, le denunció por abuso sexual desde que tuvo 11 años. Su caso fue llevado a la “justicia” -símil de la nuestra-. La juez que archivó el caso, alegando que los hechos habían prescrito, fue premiada con la magistratura de la Corte Suprema de Justicia. Rosario Murillo, madre de la ultrajada, fue premiada con la vicepresidencia por guardar silencio ante esta vejación.
La canciller ecuatoriana simpatiza y ensalza a esta clase de personas…
Una hora antes de terminar esta columna, el Gobierno de Nicaragua -irrespetuoso con las muertes recientes- anunció un esperado partido de fútbol. El creciente autoritarismo, el desempleo y la desigualdad, fundan el terreno que escoge el hastío popular para germinar. La grieta lacerante se abre cada vez más… y, en nuestro país, eso puede pasar… (O)

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