lunes, 16 de abril de 2018

Manifiesto contra el narcoterrorismo
Reivindico el combate contra el fanatismo de estos grupos terroristas, para quienes el fin -cualquiera que persigan- justifica los medios -cualquiera que utilicen-, y afirmo la libertad, la tolerancia y el pluralismo que representan todas las víctimas que ha generado el narcoterrorismo y demás grupos armados en la zona fronteriza.
16 de abril del 2018
POR: Santiago M. Zarria
Filósofo y catedrático universitario.
Si un Estado declara la guerra al narcote-rrorismo, no puede defen-derse con slogans populistas y pactos por retribu-ciones políticas".
Nada justifica ni avala la emergencia del narcoterrorismo en la sociedad, de tal manera que toda acción terrorista es injustificada, cruel y despreciable porque atenta contra los derechos fundamentales del ser humano.
No importa la nacionalidad, la lengua, el color, las creencias, la posición social o los intereses políticos, todos son iguales: seres humanos inocentes a quienes el narcoterrorismo convirtió en víctimas de su crueldad. A lo largo de su historia, los narcoterroristas han secuestrado personas, torturado, extorsionado, obligado a huir y refugiarse en tierras extranjeras. Han asesinado sin contemplación, desaparecido pueblos y sumido a países enteros en el terror. Es por esto que, frente a cualquier acto terrorista no podemos callar ¡Cuidado! El silencio y las ambigüedades pueden ser una forma de legitimar esta barbarie. En otras palabras, así como no podemos callar, tampoco podemos permitir que el temor se instale en una sociedad que debe levantar la voz.
Pero no sólo han sido víctimas sus familiares, amigos y colegas, sino todas aquellas personas que han sufrido daños colaterales causado por los actos terroristas; es decir, toda la sociedad civil, porque ha visto amenazada su existencia pacífica. Por esta razón, reivindico el combate contra el fanatismo de estos grupos terroristas, para quienes el fin -cualquiera que persigan- justifica los medios -cualquiera que utilicen-, y afirmo la libertad, la tolerancia y el pluralismo que representan todas las víctimas que ha generado el narcoterrorismo y demás grupos armados en la zona fronteriza.
Por esta razón, este manifiesto:
  1. Condena el asesinato de policías, periodistas y ciudadanos inocentes realizado por narcoterroristas. No existe causa que justifique la muerte de seres humanos. Todo acto terrorista que atenta contra la existencia humana es condenable y despreciable. Por esta razón, los asesinos deben ser perseguidos y condenados con máxima severidad por los Estados ecuatoriano y colombiano. Es un problema binacional. Somos conscientes de que solos no podemos enfrentarlos. Debemos unir fuerzas en la lucha contra el narcoterrorismo.
  2. Los recientes crímenes evidencian la violencia histórica que las poblaciones fronterizas han experimentando durante décadas y que los gobiernos no han conseguido frenar, sino ocultar. Estos eventos criminales, han mostrado a la sociedad la verdadera magnitud del narcoterrorismo. Algo que desconocía y por eso causa indignación y coraje. Por lo tanto, hay que tratarlo de forma contundente, responsable y planificada, pensando desde la multisectorialidad.
  3. El Estado debe utilizar todos los medios a su alcance para evitar que el narcoterrorismo se expanda en el territorio, para lo cual se debe reforzar el servicio de inteligencia en todos sus niveles para prevenir acciones futuras -como represalias- de células clandestinas que se hayan instalado en el territorio ecuatoriano y eliminarlas. Mano dura sí, pero sobre todo inteligente.
  4. La violencia no es una opción para un Estado que respeta los Derechos Humanos y sabemos que, aplicada, desata más violencia, pero también somos conscientes de que es preciso reforzar y actualizar tanto teórica como armamentísticamente al Ejército y la Policía. Si un Estado declara la guerra al narcoterrorismo, no puede defenderse con slogans populistas y pactos por retribuciones políticas. Ya hemos visto en que han terminado esos pactos. Hacer esto es tan aberrante como el acto mismo, porque pone en riesgo la existencia humana y la democracia del país.
  5. Luchar contra el terrorismo, estratégica e integralmente, no significa otorgar poder al Estado para que reprima, abuse, persiga, justifique y apruebe planes antiterroristas en nombre de la «seguridad nacional» pero contrarias a los Derechos Humanos. Un proyecto antiterrorista debe ser contundente, pero sin apelar a la violencia deliberada o socavar la democracia, la libertad y el Estado de Derecho. Se debe evitar toda inclinación fundada o no hacia el autoritarismo.
  6. Ahora que somos conscientes del peligro, tampoco podemos entregarnos al odio. No somos un país violento ni uno que se regocija con ello. Ecuador no es tierra donde pueda germinar el odio. Pero tampoco somos un país que se acongoja y amedrenta frente a un acto terrorista.
  7. Toda la sociedad debe unirse porque lo que esta en juego es la paz y la estabilidad de todo el país. Es un problema con tantas aristas que la sola aplicación de la fuerza militar no las resuelve. Los partidos políticos deben abandonar sus slogans y banderas para formar un frente común que respalde acciones concretas para frenar el narcoterrorismo. El miedo paraliza, liquida nuestra capacidad de reacción, pero no hay tiempo para eso, hay que movilizarse. No se puede permitir que esto grupos narcoterroristas cambien la senda de la libertad por la del terror.
Al igual que el «Manifiesto Madrid-Bogotá-Valencia-Medellín-Salamanca», que recuerda las víctimas del terrorismo, este Manifiesto tiene el mismo propósito. Decir: no queremos más víctimas, así como tampoco que nuestra generación y las que vengan, padezcan las crueldades del narcoterrorismo. Si se trabaja en conjunto, gobernantes y gobernados, se puede evitar el dolor y el temor que generan estas acciones.

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