ASUNCIÓN — El Partido Colorado, actualmente en el poder en Paraguay, ganó la elección presidencial del 22 de abril luego del triunfo de Mario Abdo Benítez, un exsenador conservador, sobre su rival Efraín Alegre, un exlegislador de una coalición de centroizquierda.
La plataforma presidencial de Abdo Benítez evocó recuerdos de la dictadura que vivió Paraguay desde 1954 hasta 1989 porque su padre fue el secretario particular de Alfredo Stroessner, el militar que gobernó el país durante esos años.
El resultado de la elección prolonga el dominio del Partido Colorado en la política paraguaya y consolida una tendencia hacia la derecha en Sudamérica.
Abdo Benítez pertenece a una facción del partido más conservadora que aquella a la que pertenece el presidente saliente, Horacio Cartes. Su elección llega después de transiciones de poder en Argentina, Brasil y Chile, donde líderes conservadores o de centroderecha han derrotado a los partidos socialistas en los últimos años.
El Partido Colorado ha mantenido la presidencia en Paraguay desde 1945 con la excepción de la derrota electoral que sufrió en 2008 a manos de Fernando Lugo, quien fue destituido en 2012.
Poco después de las 21:00, las autoridades electorales declararon la victoria de Abdo Benítez, después de que más del 96 por ciento de los votos fueron contados. El candidato colorado ganó por alrededor del cuatro por ciento, un resultado mucho más cerrado del que indicaban las encuestas.
Abdo Benítez usó un tono conciliatorio cuando agradeció a sus simpatizantes el domingo por la noche. “Hemos construido un proyecto que tocó el corazón de las personas y que busca la unidad de Paraguay”, dijo.
Hubo una importante superposición en las iniciativas que ambos candidatos presentaron durante sus campañas. Abdo Benítez y Alegre prometieron fortalecer el sistema judicial con el objetivo de hacer a Paraguay más atractivo para los inversionistas extranjeros. Y prometieron reformar el sistema fiscal para mejorar la economía.
Los candidatos también respaldaron una propuesta de ley de paridad de género con el objetivo de pavimentar el camino para que las mujeres desempeñen un papel más importante en la política. Y ambos se oponen a la legalización del aborto y del matrimonio entre parejas del mismo sexo.
La falta de diferencias radicales en sus propuestas dio lugar a una elección en la que las historias de vida y el estilo personal de los aspirantes a la presidencia tuvieron un gran peso.
Durante la campaña, Abdo Benítez, expresidente del Senado, no reivindicó abiertamente la época de la dictadura, pero se abstuvo de repudiar los abusos cometidos por la dictadura militar más larga que ha vivido la región, que incluyeron violaciones, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias.
El domingo por la mañana, después de votar, Abdo Benítez, de 46 años, pareció interesado en evocar la memoria de su padre, Mario Abdo. Seguido por los reporteros, el candidato visitó el mausoleo familiar donde su padre está enterrado en el Cementerio de la Recoleta, en Asunción.
La dictadura es una idea abstracta para muchos votantes en este país de casi siete millones de personas, donde la edad media es de 25 años. Sin embargo, la candidatura de Abdo Benítez claramente sacudió a los jóvenes liberales.
La noche del viernes, en un concierto que incluyó cumbia psicodélica y reguetón feminista en una casa de estilo colonial en Asunción, Pedro Lezcano, un percusionista, tomó el micrófono y dijo: “Si sus viejos son colorados, escóndanles la cédula”, en referencia a las tarjetas nacionales de identidad requeridas para votar. Los asistentes aplaudieron y comenzaron a gritar: “¡Dictadura nunca más!”.
No obstante, algunos votantes jóvenes dijeron que estaban a favor de Abdo Benítez debido a las historias que han escuchado sobre la vida bajo el régimen militar.
“Yo no viví la dictadura, pero sé que se vivía muy bien y pienso que hace falta otra época así “, dijo el domingo por la noche José Rodríguez, un estudiante de Medicina de 19 años. “Hay muchos ladrones ahora y asaltos antes no, antes se podía salir”.
La economía de Paraguay se ha ubicado entre las de mejor desempeño en la región en los últimos años, incluso cuando uno de los vecinos, Brasil, ha atravesado una recesión brutal. Sin embargo, este país sin salida al mar sigue siendo uno de los más pobres y desiguales del continente.
A pesar de esos factores, Alegre, un excongresista y ministro durante el gobierno de Lugo, dijo que los partidos de izquierda han luchado para convertirse en una fuerza de oposición para el partido gobernante, porque sus aliados en todo gobierno les dan una ventaja desde el interior.
“Hay tres o cuatro generaciones de empleados públicos colorados, el 95 por ciento de los funcionarios son colorados”, dijo. “Por los años de dictadura y de gobiernos colorados prevendarios es que hay tantos”.
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