Los cinco momentos de la ruptura de Moreno con PAIS
El presidente Lenin Moreno sorprendió a propios y extraños cuando, a los pocos días de asumir el poder, evidenció que tendría una agenda distinta a la de su antecesor. Los esfuerzos del correísmo por "llamarlo al orden" fracasaron de forma sistemática, mientras el mandatario, en opinión de analistas, busca construir una base política antes de afrontar la crisis económica.
04 de septiembre del 2017
REDACCIÓN PLAN V
1. La luna de hiel
El 24 de mayo de 2017, Lenin Moreno Garcés juró su cargo como presidente de la República en el Palacio Legislativo. Para muchos, en especial, de la oposición anticorreísta, las perspectivas eran sombrías, pues el nuevo presidente había, se creía, sido designado como un sucesor incondicional por parte del ex presidente Rafael Correa.
Pero poco más de cien días después, el correísmo de línea más dura se ha declarado en oposición política al presidente salido de sus filas, en la que analistas creen es una disputa por la clientela electoral de Alianza PAIS, un movimiento sin ideología cimentado durante una década sobre las prebendas que brindaba tener el control total del Estado.
Tal era la confianza del correísmo en que Lenin Moreno sería funcional a sus designios, que, durante la proclamación de su candidatura en el Estadio del Aucas, al sur de Quito, Rafael Correa le dejó escrito un guión, le entregó un plan de Gobierno cocinado por los tecnócratas del régimen y hasta le dejó varios de sus cuadros más incondicionales, como la canciller María Fernanda Espinosa, el ex canciller Fander Falconí, la secretaria de Gestión de la Política Paola Pabón, los consejeros presidenciales Ricardo Patiño y Virgilio Hernández, entre otros.
Bastaba ver cómo se había vestido, en la presentación de su candidatura, para saber que marcaría distancia de la tienda verde flex.
Adicionalmente a eso, el correísmo le dejó a Moreno una serie de manuales tecnocráticos, en donde definían las que consideraban las prioridades del Estado para los primeros tres meses de la administración. Por lo menos 56 recomendaciones tenían los manuales, entre ellas, el deseo de continuar con la Refinería del Pacífico o cosas obvias como la presentación de la Proforma presupuestaria.
El correísmo le dejó a Moreno una serie de manuales tecnocráticos, en donde definían las que consideraban las prioridades del Estado para los primeros tres meses de la administración. Por lo menos 56 recomendaciones tenían los manuales, entre ellas, el deseo de continuar con la Refinería del Pacífico o cosas obvias como la presentación de la Proforma presupuestaria.
En la Asamblea Nacional, otros políticos correístas, como el ex ministro del Interior José Serrano, la ex jerarca de Alianza PAIS Doris Soliz, intelectuales que alaban a Correa sin pudor como Pavel Muñoz o Augusto Espinosa, parecían asegurar la continuidad del poder correísta en el país.
Sin duda, la figura más importante en la luna de miel fue el vicepresidente Jorge Glas, quien según algunos sectores fue impuesto como binomio y a quien la oposición intentó, sin éxito, vincular al escándalo Odebrecht durante la campaña electoral.
En el frente político, Correa dejó a cargo del movimiento Alianza PAIS a la ex presidenta de la Asamblea Nacional, la política imbabureña Gabriela Rivadeneira, quien se convirtió en una de las figuras más exitosas de los cuadros femeninos de la “Revolución ciudadana”.
Todos estos personajes, más algunas caras nuevas como el empresario y ex tenista Pablo Campana, designado ministro de Comercio, se mostraron sonrientes en los balcones del Palacio presidencial, ante una multitud verde flex que, al parecer, estaba dispuesta a reconocer a Moreno como su nuevo líder máximo.
En la mañana, Correa había salido ovacionado del Palacio Legislativo, luego de tener un gesto poco común en su práctica política: no leyó su informe a la Nación, sino que lo entregó por escrito pues, dijo, no quería opacar a su sucesor en el día de su posesión.
2. La guerra del Twitter y la hora del diálogo
Pero no pasaron pocas semanas, que la luna de miel se acabó. En tiempo récord, el nuevo Gobierno empezó a criticar a su antecesor y a recurrir a una estrategia que casi nunca falla: atribuirle todos los fallos que se han ido encontrando sobre la marcha. Correa sintió el golpe y reaccionó en su estilo: sin ahorrar epítetos y criticando las que considera imprecisiones de Moreno. El presidente y su equipo mantuvieron una tensa reunión en la sede de Alianza PAIS, en donde el ex presidente Correa pidió respeto para su gestión, un blindaje para Jorge Glas y vetó a algunos de los colaboradores y amigos de Moreno, como el ex ministro Gustavo Larrea. La cita tuvo momentos de auténtica tensión, y a Gabriela Rivadeneira, muy en la línea correísta de opacidad, se le ocurrió que había que tomar una foto de familia con los presentes con sonrisas fingidas, que luego subió a redes sociales.
Como Moreno no parecía dispuesto a ceder y Correa tampoco, esa fue la última reunión entre ambos. Correa empezó a atacar por Twitter al presidente de su partido, mientras Moreno no cedió en sus críticas a proyectos como las escuelas del milenio, la refinería del Pacífico, o, lo que cayó como un balde de agua fría sobre la intelectualidad correísta, su programa económico.
Para mediados de junio, Moreno había declarado la necesidad del diálogo nacional con todos los sectores, lo que llevó a reunirse con políticos de oposición como Jaime Nebot, Mauricio Rodas, Dalo Bucaram o Cynthia Viteri.
De su lado, Correa partió hacia Bruselas, donde se estableció con su familia lo que afectó todavía más su margen de gestión política.
3. El ostracismo de Glas y la lucha contra la corrupción
Poco después, la información preveniente del Brasil sobre el caso de Odebrecht permitió la captura del tío del vicepresidente, Ricardo Rivera, de quien se sospecha era el eje de una red de cabilderos a los que Odebrecht repartía dinero para facilitar sus operaciones en Ecuador.
Para principios de agosto, las diferencias entre Moreno y Glas eran insalvables y, mediante un sonado decreto, procedió a quitarle al vicepresidente las funciones adicionales a las que tiene por mandato de la Constitución. Aunque el Gobierno dijo que Glas se había quedado “sin funciones” lo cierto es que la institución de la Vicepresidencia tiene por objetivo fundamental la sucesión del presidente en caso de falta temporal y definitiva y Glas sigue siendo el primero en la línea de sucesión. Para agravar más la tensión, Moreno retiró a Glas el uso de los aviones del Palacio presidencial y lo vetó de cualquier participación en su Gabinete.
Jorge Glas cuenta, hasta el momento, con el apoyo de la bancada de Alianza PAIS en la Asamblea Nacional.
Glas fue indiciado como presunto integrante de una red dedicada a la asociación ilícita, y el juez de la causa solicitó a la Asamblea Nacional una autorización expresa, que fue concedida por 128 votos.
De su lado, Glas anunció que no renunciará y dijo que el Gobierno ha sido influenciado por el “Estado de opinión”, por lo que confía más en los tribunales. A estas alturas, es evidente que el Gobierno no cuenta con los votos para lograr una destitución de Glas, y que Glas no va a renunciar a su cargo, lo que deja la crisis del Ejecutivo en un punto muerto hasta nuevo aviso.
Para el analista Gabriel Hidalgo, lo que ocurre es que Moreno está pensando en su futuro electoral. El trasfondo de la pelea entre los dos mandatarios sería la disputa por la clientela política de Alianza PAÍS, una vez que el movimiento verde flex empieza a perder el control de los cargos y recursos del Estado, que fueron el pilar de su lógica clientelar.
Hidalgo cree que Moreno podría crear un movimiento político personalista sobre las cenizas del correísmo, cuyo germen podría ser la Democracia Sí de Gustavo y Marcelo Larrea, partido que ya intentó que el actual mandatario se postule por fuera del movimiento correísta.
El analista asegura también que, contrariamente a lo que se dice desde Alianza PAIS, el Gobierno tampoco está cediendo ante las propuestas económicas del empresariado, en gran medida, porque tomar medidas económicas antes de asegurar la base política-clientelar es el exactamente el mismo error que le costó el cargo a presidentes como Jamil Mahuad, Lucio Gutiérrez o Abdalá Bucaram.
4. Alianza PAIS se resigna y se reacomoda
El fallido intento de mediación del ex consejero presidencial, Ricardo Patiño, quien viajó a Bélgica para entrevistarse con Correa en una gestión que, supuestamente, evidenciaba el afán de acercar a ambos mandatarios ante el desconcierto de las “bases” de PAIS, significó su salida del Gabinete, así como los de Virgilio Hernández y Paola Pabón.
Otro ámbito en el que el correísmo ha hecho gala de una política supuestamente ideológica son las relaciones exteriores, encargadas a la varias veces ministra de Correa María Fernanda Espinosa. A propósito de la crisis en Venezuela, el Ecuador se había mantenido disciplinadamente en el eje de Caracas, que agrupa en la Alba a países como Bolivia, Ecuador y algunas pequeñas naciones centroamericanas y caribeñas.
En este caso también, Moreno descolocó a la canciller, al admitir por primera vez que hay presos políticos en Venezuela, una cuestión que el Ecuador negaba junto con sus aliados en foros como la OEA. La dudosa doctrina correísta de que no se persiguen personas sino delitos se vio debilitada por las declaraciones de Moreno, anunciadas en una cadena nacional.
Moreno descolocó a la canciller, al admitir por primera vez que hay presos políticos en Venezuela, una cuestión que el Ecuador negaba junto con sus aliados en foros como la OEA.
Mientras esto ocurre, los intelectuales orgánicos del correísmo sostiene que Moreno es quien debe irse de Alianza PAIS, y pliegan a la tesis de que, en efecto, el presidente está trabajando con miras al 2018 para lanzar su propia organización política en las seccionales.
En opinión de Mario Ramos, uno de los teóricos de la llamada Revolución ciudadana, lo que el correísmo debe hacer es “preservar su acumulado político”, y destacar los supuestos logros del correato. En esa línea, en un reciente e inédito debate en televisión, Ricardo Patiño aceptó dialogar con el general (r) Paco Moncayo, frente a quien mantuvo su línea de que la revolución correísta debe ser juzgada por sus logros, como son la atención de salud, la educación y la construcción de carreteras.
En Alianza PAIS, esta curiosa forma de entender la resistencia política se evidencia en que, tras luchar en tribunales porque se no se use la imagen de Lenin Moreno, han pasado ellos mismos a retirarla de su sede de la Avenida de Los Shyris, al norte de Quito.
Para Mario Ramos, el “mito aglutinante” que aún puede unificar a su militancia es “El socialismo del buen vivir”, aunque nada dice el intelectual correísta sobre la pérdida de la clientela política de PAIS y su migración hacia otras alternativas. Como el PAIS de Correa se considera, ante todo, un movimiento de izquierda, Ramos sostiene que el diálogo nacional del presidente es “regresivo” y solo sirve a los intereses de “la derecha”.
5. La muerte del Estado de propaganda
El “Estado de propaganda” encontró su expresión en la Ley de Comunicación y en la creación de la Superintendencia de Información, una entidad del Estado que no existe en ningún país del hemisferio occidental, cuyo dudoso aporte a la legislación universal es imponer rectificaciones y contenidos a la medida de los políticos en el poder.
El término lo acuñó el ex secretario de la Asociación de Editores de Periódicos, Diego Cornejo, para contrarrestar la tesis correísta del “Estado de opinión”. La tesis correísta de que el aparato de propaganda del Estado debía adoctrinar a la población y refutar absolutamente cualquier cosa que se publicara en la prensa privada parecía ser, más que de izquierda, inspirada en el oscurantismo más precario. El correísmo arremetió contra la prensa privada, creó sus propios medios, repartió contratos a productores de televisión y locutores, y destinó un monto todavía no revelado de dinero público a un sinfín de cadenas truculentas, en donde periodistas de conocida trayectoria fueron convertidos en “agentes de la CIA” y en donde el correísmo imponía las visiones que sus abogados y operadores políticos estimaban más convenientes.
El “Estado de propaganda” encontró su expresión en la Ley de Comunicación y en la creación de la Superintendencia de Información, una entidad del Estado que no existe en ningún país del hemisferio occidental, cuyo dudoso aporte a la legislación universal es imponer rectificaciones y contenidos a la medida de los políticos en el poder.
Desde el discurso del 24 de mayo, Moreno se distanció del aparato de propaganda y la cadenas desaparecieron. El presidente removió de sus cargos en el aparato mediático del Estado a cuestionados periodistas que habían sido funcionales al correísmo, como Orlando Pérez, quien dirigía El Telégrafo o Xavier Lasso, un hermano del magnate guayaquileño que, paradójicamente, era el anchorman de Ecuador TV.
Moreno invitó luego al Palacio de Gobierno a periodistas y directores de medios como Diego Oquendo, Carlos Pérez, Galo Martínez y otros que habían sido vetados durante todo el correato. Al mismo tiempo, llamó a los medios a publicar los indicios de la corrupción y, se dice en los pasillos del Palacio, se ha negado a recibir al superintendente Carlos Ochoa, quien contaba con organizaciones satélites del correísmo que concurrían a poner quejas en nombre de la ciudadanía.
Para Ramos no hay ninguna duda: Moreno quiere acabar con toda noción de correísmo y su apertura hacia los medios y el debate democrático es simplemente “regresiva” pues la Ley de Comunicación es, para Alianza PAIS, una “conquista”.
Ramos precisa: "La lucha política es esencialmente simbólica y cultural, es una disputa por la mente de los seres humanos y emociones de los ciudadanos, es una lucha por la hegemonía en sentido gramsciano; por ello, la comunicación es esencial en todo proceso político" y agrega que "es mediante la comunicación como la mente humana interactúa con su entorno social y natural; el proceso de la comunicación influye decisivamente en la forma de construir y desafiar las relaciones de poder y la práctica política. El poder de la comunicación está en el centro de la estructura y dinámica de toda sociedad, por ello ahora, se busca retroceder en el gran esfuerzo y logro que significó alcanzar una Ley Orgánica de Comunicación".
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