Publicado en la Revista El Observador (Agosto del 2017) |
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Los hombres pasan y las instituciones permanecen es un viejo y muy obvio lugar común. Pero, también es una verdad que difícilmente admite replicas, el hecho de que existen hombres que a su paso por una institución, dejan huellas definitivas y su nombre permanece más allá del viento inexorable de los días. Ese es el caso, sin ninguna duda, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca que, el próximo mes de octubre, cumple 65 años de su segunda fundación y Alfonso Carrasco Vintimilla que fue su decano y gestor de uno de los eventos culturales más trascendentes y significativos de la ciudad, el Encuentro sobre Literatura Ecuatoriana
Alfonso Carrasco, una de los pensamientos más lúcidos de la crítica literaria en el Ecuador, nació en Cuenca en el año 1943 y murió en la misma ciudad en el año 1987. Tuvo una vida corta pero intensa, luminosa y fecunda dedicada de manera fundamental a la cátedra, a la traducción, al periodismo y al estudio riguroso de la literatura latinoamericana. Como catedrático ejerció un magisterio de lectura como deleite, trabajo e interpretación y, a su vera, surgió una auténtica Escuela de Crítica literaria con autores de altas calidades como María Rosa Crespo, María Augusta Vintimilla, María E. Moscoso, Jorge Dávila, Oswaldo Encalada. Como traductor hizo versiones magníficas de poemas brasileños de la autoría de Vinicius de Moraes, Ferreira Gullar y Thiago de Mello. Durante un corto tiempo tuvo una estupenda columna de opinión en diario “El Mercurio,” que firmaba con el seudónimo de Bragelonne. Sus artículos que estaban dispersos en revistas como El Guacamayo y la Serpiente, Pucara, Cultura, fueron recogidos y publicados en el año 2008 en un tomo titulado El único puente posible, que incluye 6 estudios sobre narrativa, 6 que abordan textos líricos y 5 sobre el ensayo. En el año 1978 en el Primer Encuentro sobre Literatura ecuatoriana que hoy lleva su nombre, Carrasco presentó un estudio clave El ensayo y la crítica literaria en la segunda mitad del siglo XX . El estudio marca un hito en la evolución de los estudios literarios en el país y resulta una suerte de inventario objetivo y sin temores del bagaje, pobre y muy poco relevante, del ensayo y la crítica. En efecto, Carrasco, a veces en forma directa, otras con tono zumbón, arremete contra el impresionismo crítico y contra los métodos científicos de análisis e interpretación de la obra literaria. El impresionismo superficial, dadivoso, sectario - el, flores para el señor Ramos y ramos para el Sr Flores, parecería ser su consigna – agota el acervo de lugares comunes y naufraga en el subjetivismo, en tanto que metodologías más exigentes, la estilística, la estructural, la estadística, o la semiótica, desarrollan agobiantes y estériles procesos de demostración de cosas obvias, cuando no se trata de “verificar el fenómeno sino de explicarlo”. El ensayo de Alfonso Carrasco, más allá de las polémicas, los detractores y las vestiduras que se rasgaron, continúa siendo hoy, un referente imprescindible en la evolución de las literaturas nacionales. Consecuente con sus críticas, el método de análisis de Alfonso Carrasco es ecléctico. Parte de una intuición, poderosa o delicada, pero siempre intensa y luego despliega con mesura, con equilibrio y sentido de oportunidad, los sustentos bibliográficos, los tecnicismos, las pruebas, para llegar al fin último de la crítica literaria: el juicio y la valoración. Además, Carrasco no olvida una misión aparentemente trivial que otros críticos desdeñan: la de ser el intermediario ideal entre la obra y el lector común. Gracias a eso, a los amenos niveles didácticos de su estilo y la difícil sencillez con la que expresa reflexiones profundas, podemos hacer lecturas más ´provechosas de autores complejos como Augusto Monterroso, Julio Cortázar o Carlos Fuentes. Por ejemplo, su estudio En una de esas te pasas al otro lado del espejo, sobre la obra de Augusto Monterroso resulta un apoyo ideal para incursionar en la obra de un autor tan singular, tránsfuga, veleidoso y genial, como es el guatemalteco. En Vox Populi, uno de su últimos trabajos, Carrasco ensayó formas de expresión originalísimas : coloquialismos, llamados al lector, diversidad de tipos de letra, recuadros, para demostrar que la erudición también puede ser exhibida sin pedanterías. Probablemente esas facetas, las de ensayista de mus alto nivel, crítico literario impecable e implacable, gestor cultural de singular valía, sean las más notables, pero, para los que fuimos sus alumnos, perdura su enorme capacidad para comunicar, motivar, problematizar, mostrar caminos, planear preguntas, buscar verdades, que son las características esenciales de un catedrático auténtico. Es decir, un Maestro verdadero. En fin, Alfonso Carrasco dejó una obra definitiva y hoy, a 30 años de su muerte, su nombre sigue vigente. Obras : En el Guacamayo y la Serpiente, revista de la Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay se ha publicado. Algunos apuntes sobre el estilo de Juan Montalvo ( Cuenca, 1971 ) Demetrio Aguilera Malta : “Siete lunas y siete serpientes” ( Cuenca 1972 ) Notas de divulgación sobre técnicas novelescas ( Cuenca, 1973 ) La bimembración en Alturas del Machu Picchu ( Cuenca,1975 ) En torno a los Heraldos Negros ( Cuenca, 1975 ) Artemio Cruz: héroe trágico ( Cuenca, 1976 ) En torno a Reunión de Julio Cortázar ( Cuenca, 1977 ) En Pucara, revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca, publicó: En una de estas te pasas al otro lado de espejo ( Cuenca 1973 ) Vox Populi ( Cuenca, 1987 ) Y, en Cultura, revista del Banco Central del Ecuador, está su obra esencial: El ensayo y la crítica literaria en la segunda mitad del siglo XX ( Quito, 1979 ) |
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