Villavicencio sigue en el radar de Baca Mancheno
La imagen de Carlos Baca Mancheno en la audiencia que debía revisar la prisión preventiva de Fernando Villavicencio, es un hito en la historia miserable de la Fiscalía General de la Nación en estos años. Baca Mancheno encontró tiempo para ir a esa audiencia y no delegó a nadie a la apertura del disco informático con información sobre Odebrecht enviado por Estados Unidos. Eso marca sus prioridades.
¿A qué fue Baca Mancheno a la audiencia de Villavicencio? A ver. Porque llegó, se sentó con sus asesores, no desplegó un solo papel sobre la mesa, esperó a que pasara lo que tenía que pasar y se fue. ¿A qué fue si Villavicencio volvió al país, dice estar dispuesto a colaborar con la Justicia y solo pide, ante esa misma justicia que injustamente lo condenó, que sustituya la prisión preventiva por, por ejemplo, la obligación de presentarse periódicamente ante el juez?
Baca Mancheno fue a esa audiencia por la misma razón que no envió fiscal alguno a la apertura de un disco informático que contiene información que podría ser fatal a Jorge Glas: por decisión política. Por esa misma razón sigue con atención el caso de Villavicencio y poco o nada pasa en el caso de Jorge Glas y en el escándalo de Odebrecht en general. El 19 de septiembre, en la ceremonia que convirtió al general Ramiro Mantilla en Comandante General de la Policía, Baca Mancheno dijo que Villavicencio debe ir preso. El 25 de septiembre, la jueza Julieta Magaly Soledispa, en una comunicación a Villavicencio, consigna que para el fiscal “no existen evidencias nuevas que acrediten hechos no justificados con anterioridad”. Es imposible no percatarse de que el Fiscal sigue a la línea el caso de Villavicencio.
Es imposible no ver que su argumento se convirtió en el eje de la reflexión de la jueza Soledispa, quien hoy se excusó “de resolver sobre estos incidentes”, arguyendo, ya haber emitido su opinión y estar en la imposibilidad de cambiarla. Tampoco ella consideró que la presencia de Villavicencio en Ecuador, el hecho de que, atendiendo la invitación del presidente Moreno, el periodista y activista esté dispuesto a colaborar para esclarecer casos de corrupción, amerite revisar el cambio de medida cautelar. ¿Podía hacerlo? Sí responde una de las abogadas de Villavicencio, Beatriz Rodríguez, pero no quiso. Y ahora Villavicencio y su familia tendrán que esperar un nuevo sorteo en la Corte Nacional para su caso vuelva a ser examinado.
Lo que es claro –por la posición de la jueza Soledispa y la presencia torpe del Fiscal en la audiencia– es que el caso de Villavicencio no se ventila en forma jurídica sino política. Paradójicamente en un solo día, se pudo apreciar cómo el correísmo usa la Fiscalía y la Justicia en dos casos emblemáticos para la sociedad: perseguir al mayor investigador de la corrupción en el campo petrolero en esta década y postergar una diligencia que podría resultar, presuntamente, desfavorable para Jorge Glas, un amigo del Fiscal que podía, según dijo, tomar la posta con Lenín Moreno del proceso de la Revolución Ciudadana.
Solo el Fiscal tiene el tablero completo de ajedrez ante sus ojos, en esta partida contra la corrupción que puede reservar sorpresas. Pero, en cualquier caso, lo que hizo hoy, 26 de septiembre, es totalmente impresentable para un funcionario condenado por la estructura de los casos que investiga, a plegarse ante los hechos y desestimar las lealtades políticas que, en su caso, son evidentes. Si Baca Mancheno no actúa conforme a las pruebas que tiene, tarde o pronto se sabrá porque estos casos también se investigan en Brasil y en Estados Unidos. Por lo mismo, su actuación en el caso de Villavicencio es despreciable. La suya y la de la Conjueza Nacional, Magaly Soledispa Toro.
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