Correa quiso tomarse la justicia, Jalkh lo ejecutó
Rafael Correa lo pidió y Gustavo Jalkh lo hizo: así resume el experto peruano en sistemas judiciales, Luis Pásara, el nacimiento de lo que él llama “el sistema de represión judicial”, que se montó en el Ecuador durante el correísmo. Ese sistema convirtió la administración de justicia en un operativo político que ha funcionado mediante amenazas y órdenes a jueces y tribunales.
Pásara, quien publicó un informe en el 2014 sobre la reforma judicial ecuatoriana en el que señalaba que el sistema de justicia no tenía los estándares mínimos de independencia frente al poder político, fue insultado por Correa, quien lo llamó “payasito peruano”. Además fue objeto de una inmensa y agresiva campaña lanzada por el aparato de propaganda del Gobierno que se inventó evidencias para acusarlo de agente de la CIA, de la Casa Blanca y de la petrolera Chevron. El Gobierno hizo esfuerzos en muchas direcciones para desprestigiarlo: Gustavo Jalkh dijo que había viajado a Uruguay con la única intención de hablar mal de la reforma ecuatoriano, cuando el experto peruano no había viajado a ese país en por lo menos 10 años. El Defensor Público, Ernesto Pazmiño, dijo que no era cierto lo que Pásara puso en el informe tras haberse entrevistado con él. El Presidente de la Corte Nacional, Carlos Ramírez, afirmó que el informe decía cosas falsas…
La agencia Andes sacó, asimismo, un informesupuestamente hecho por un investigador colombiano para decir que Pásara era empleado del Centro Wilson que, a su vez, había recibido dinero de la petrolera Chevron. “Crítico del sistema de justicia del Ecuador recibe salario indirecto de Chevron”, titulaba el reportaje. La verdad es que Pásara había sido becario del Centro Wilson que alguna vez había recibido una donación de la Chevron. Además, hizo un gráfico en el que supuestamente se probaba que el Centro Wilson estaba muy cerca de la Casa Blanca, lo que se decía probaba los vínculos de ese centro académico con los intereses de EEUU.
Ese año, durante varios meses, los medios del correísmo y los funcionarios del Gobierno hicieron todo lo posible para deslegitimar a Pásara, pero jamás articularon una versión para desmontar las conclusiones que él puso en su informe. Cuatro años más tarde, decenas de ex jueces han salido a denunciar cómo operaba el sistema de chantajes y otras pruebas que han aparecido como un paquete de mails hackeados a la Presidencia, dándole la razón a Pásara. Con alegría, él constata cómo los hechos están probando que dijo la verdad.
En una conversación con 4Pelagatos desde España, donde reside, Pásara dijo que no cree que Correa haya diseñado el sistema de cooptación de la justicia pero sí fue él quien lo impulsó. Gustavo Jalkh, presidente del Consejo de la Judicatura y hombre algo más formado que Correa, hizo el diseño institucional que es, sostiene, terriblemente eficiente. “Los propósitos eran muy claros. No creo que Correa lo haya diseñado pero Jalkh sí”. Pásara sospecha que fue la locuacidad y la incontinencia verbal de Correa lo que puso en evidencia su verdadera intención. Según el experto las cosas que dijo Correa, como su decisión de meter las manos a la justicia o las órdenes que daba a los jueces durante las sabatinas, muestran que tuvo la intención política de tomarse la justicia para servirse de ella políticamente.
El sistema, sostiene Pásara, se basa en la utilización de los jueces para hacer lo que en otros regímenes mucho más burdos como el de Alberto Fujimori, en el Perú, se hacía con policías, matones o militares. Por ejemplo, el 5 de abril de 1992 cuando Fujimori da su golpe de Estado un grupo de militares fue hasta el Palacio de Justicia y lanzó por la ventana los documentos y papeles que al fujimorismo no le convenía. “Correa no tenía necesidad de hacer eso”, explica el experto.
Pásara asegura que en el caso ecuatoriano lo que hubo fue el montaje de un sistema de represión judicial que se legitimó, primero, en el malestar que había en la población y, luego, mediante una enorme inyección de recursos para modernizar el sistema y la infraestructura. Tener grandes, modernos y cómodos edificios siempre será una forma muy eficiente de legitimarse ante la sociedad, cuando históricamente el sistema ha sido anticuado, lento y muy poco eficiente. Por eso, Gustavo Jalkh cada vez que le preguntan sobre las denuncias que hay por la falta de independencia de la justicia saca estadísticas y casos que muestran que el despacho de las causas es mucho más rápido y expedito luego de la reforma. Esta es una de las razones por las que Pásara sostiene que el sistema es altamente sofisticado y eficiente.
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