Persiguen a Cedatos y muestran lo sórdidos que son
En mayo de 2011 el entonces presidente Correa y su corte amenazaban una estruendosa celebración con tarima de victoria. Su encuestador difundió un exit poll que atribuyó 65% de voto positivo a la consulta que habría de autorizar la metida y manoseo en la justicia y la eliminación moralista de juegos de azar. Prontamente el timo fue descubierto por la verdad de las cifras. Correa ganaba la consulta raspando y con el artilugio de eliminar los nulos y blancos como si esos votos no tuvieran valor. No hubo denuncias. No hubo insultos. Se trataba del encuestador oficial.
En la parte final de la campaña electoral para la elección de alcaldes, entre los perfiles y los pérez, otorgaban triunfo al candidato correísta. Lo que era falso. Por eso Correa, auto suficiente ,hizo a un lado a Barrera y se metió en campaña con el entendido de que su palabra sería suficiente para revertir la derrota. Los encuestadores oficiales, que atiborraron sus bolsillos, reticentes a exhibir la derrota en cifras, afirmaron un empate. Al final el candidato del anticorreísmo ganó con una diferencia cercana al 20%. Por las encuestas mentirosas de los estadísticos militantes, no hubo denuncias. No hubo insultos.
La que hoy es ministra de Justicia, patética paradoja, usando correos electrónicos que algún infiltrado le debe haber entregado, elabora un relato de conspiración tan torcido que solo falta un extraterrestre entre sus actores. Cedatos, dice, debió concluir, inevitablemente, que entre el candidato presidencial ganador y el perdedor debió existir una diferencia de 18%. Y afirma que la cifra arrojada luego del exit poll, en la que se atribuyó triunfo a Lasso por mínimo margen, fue fraguada.
En la primera vuelta, a boca de urna, el encuestador oficial dio triunfo a Moreno, con tres puntos arriba del porcentaje mínimo para ganar en una sola vuelta. El conteo demostró que la cifra era equivocada. Moreno no alcanzaba el 40% de votos válidos. La fuente de las cifras, una encuestadora que no ocultaba su militancia correísta, provocó suficientes dudas, iguales a las de elecciones anteriores. Los canales privados desecharon las cifras. La televisión mandada por Correa usó y promovió las cifras. Circuló una foto de Correa desbocado celebrando el falso triunfo.
Por la forma en la que la ahora Ministra de Justicia, patética paradoja, estructura su denuncia, digamos, si hubiera integridad en el intelecto y no la ley del embudo, los encuestadores del gobierno, los que dijeron que ganaba la consulta en 2011, que empataba la elección de alcaldes de 2014 y que ganaban en primera vuelta en 2017, deberían ser objeto de parecido enjuiciamiento. Y aunque se admitiere que en términos de los que es posible en democracia, de lo que es posible cuando rige la ley y no el abuso, se pudiere andar enjuiciando a las encuestadoras por que presentan cifras erradas, difícil concebir tamaño ensañamiento y uso ilegítimo de fiscales y jueces para aplastar a una encuestadora.
Cedatos había trabajado haciendo mediciones de intención de voto para el candidato opositor. Sus cifras, al cierre del proceso electoral pronosticaron el triunfo del candidato oficial, con un margen de indecisos del 15%. Tenía sentido, entonces, que el resultado de su exit pollatribuyera el triunfo al candidato opositor. Estas son las infracciones, no legales pero políticas, que usadas con la perversidad de quien tiene el poder para manipular la justicia, se convierten en legales. Irrumpieron en las oficinas, se apoderaron de bases de datos. Y, previamente, usaron correos electrónicos como prueba, sin haberlos obtenido ortodoxamente. Los obtuvieron igualmente que aquellos que hackearon a Martha Roldós. En el país del embudo, lo que aducen que es infracción, cuando se filtran los correos de las mañoserías de los controladores de jueces, es lo apropiado cuando se persigue a los enemigos.
Mientras escribo esta columna se informa que Polibio Córdova es conducido a un hospital, inconsciente. Le informaron que la causa fraguada en su contra avanza, no obstante los rastros que evidencian un sórdida persecución. La venganza va por delante, no importa si se arrasan empresas, personas, honras y la salud. Viva la justicia, de la Ministra, patética paradoja.
Diego Ordóñez es abogado y político
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