El bien servido
Francisco Febres Cordero
DIARIO EL UNIVERSO
Qué emocionantes tiempos que estamos viviendo. Qué adrenalínicos. Qué efervescentes. Todos los días se destapa un nuevo escándalo, una nueva denuncia. Se hacen nuevas alianzas. Hay separaciones. Confesiones. Divorcios. Hechas diabuenas. Con los nervios de punta nos tienen, francamente. ¿Saldrá algo más? ¿Taparán esto? ¿Será? ¿No será? ¿Quién será?
Pero lo más lindo de todo es lo que está pasando entre el presidente Lenín y el Correa. ¡Qué maravilla! Se comenzaron a mandar unas indirectas que, en el transcurso de los cien días, fueron convirtiéndose en eso que en términos boxísticos conocemos como uppercuts. ¡Pum, zas, crash! Total, se armó una pelea cuerpo a cuerpo con ganchos a la mandíbula que están convirtiendo al match en un espectáculo apasionante, para delirio de las multitudes. Claro que hasta ahurita las apuestas están a favor del Lenín, pero su contendor sabe que hay tiempo porque recién está en el primer asalto (no pues, no hablo de lo que ustedes creen, sino que así se llama en términos pugilísticos al round).
Lo que los aficionados al boxeo no alcanzamos a entender es por qué el Lenín en medio del combate en que el otro le grita mediocre, mentiroso, desleal, cínico, inconsecuente, entreguista, le concede todas las facilidades para que siga sacándole la recontramadre. En lugar de aislar a su oponente y llevarlo contra las cuerdas en busca del KO, sorpresivamente recurre al abrazo (o sea al clinch, como decimos los expertos).
Aunque el Lenín dice que lealtad no es sumisión al capo ni defensa al amigo vivaracho, hace todos los esfuerzos para que el Correa esté tan bien servido como estaba en el palacio en el que vivía y que hasta ahora cree que es de su propiedad. Por eso, además del séquito de custodios que tiene para cuidar que los belgas no le den yuca, el Lenín le mandó a la secretaria personal que tenía el Correa y a la que tanto extrañaba. ¡Qué ternura! Como explicó la cancilleresa Espinosa, la secretaria es la más capacitada para ser la cónsul en cualquier parte del mundo, no se diga en Bélgica. Con ella allí, el Correa ya tiene quien le arregle bien bonito los papeles, le tome los dictados y hasta le clasifique bien clasificaditos los informes y documentos que le hackean desde el Palacio con las acusaciones contra el Glas, a quien el Correa ¡ay!, defiende con su vida.
En fin, no se puede quejar porque ahora sí dispone de todas las ayudas que le facilitan la preparación de sus furibundas, mentirosas, truculentas sabatinas online que hace. Cómo será que hasta a la que era ama de llaves en el palacio también le han enviado muy diplomáticamente, porque nadie está mejor capacitada que ella para guardarle las llaves del Facebook, del Twitter y de todo mismo. ¡Qué bueno que es el Lenín con el Correa! La bicicleta también está de que le mande, aunque sin cargo diplomático. Y hasta el avión que no se vende puede mandarle, pero con asesoramiento del Patiño, dentro de la valija diplomática, para que no se note.
Total, mientras aquí el Lenín decreta austeridad, se come la camisa y no sabe de dónde sacar plata, el Correa está maravillosamente atendido con fondos del Estado, lo cual demuestra que el único que tiene la mesa servida es él, pero en Bélgica.(O)
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