Por: José Hernández
Director adjunto
El socialismo del siglo XXI sigue innovando. El señor Maduro
es, según Correa, un humanista. Alguien como Boccaccio, Erasmo de Rotterdam o
Petrarca. Un ser sensible a la cultura, la razón, los valores y el idioma; un
ser que pone la lógica por encima de la fuerza guerrera y la autoridad
inquisidora y medieval...
Este humanista tiene los militares en la calle, tanquetas y
policías reprimiendo y un ejército de paramilitares en moto disparando contra
los manifestantes. Y esos manifestantes, sobre todo estudiantes, están en la
calle porque el régimen chavista cometió una proeza: arruinar el país que tiene
reservas petroleras –según repetía Chávez– para 400 años. No hay víveres
suficientes y los dólares son un bien escaso y lujoso.
Chávez despilfarró, expropió, nacionalizó, expulsó empresas,
las amenazó, las chantajeó, las cerró… Él ahuyentó el capital y se erigió, a la
cabeza del Estado, en voluntad omnipresente, en dueño de su país. Hoy sus
sucesores echan la culpa, de la psicopatología y delirios de grandeza de su
líder, a otros.
Durante 14 años, Chávez usó todo el Estado para construir su
mito. Pero como la realidad es testaruda y es imposible ocultarla siempre, hoy
los venezolanos la tienen cruda y tenebrosa al frente: un régimen inepto y
corrupto que, para sobrevivir, recurre a prácticas que fueron comunes, en
Latinoamérica, en los gobiernos militares de los años setenta. El humanista
señor Maduro se convirtió en un militarote dedicado a advertir e intimidar a
sus conciudadanos y contar las víctimas lamentables de su lado. Como si los
muertos, heridos y presos de su aparato de represión no existieran.
Tras el fracaso criminal del comunismo, muchos progresistas
pensaron que había que buscar otras alternativas al capitalismo. Es una
necesidad siempre vigente. En ese contexto, el chavismo se presentó como el
socialismo renovado del siglo XXI. Pues bien: hoy muestra, en dimensión real,
lo que siempre se supo que era: una de las peores estafas políticas de la
historia. Chávez fue un militarote, un caudillo, un enajenado y un incapaz.
Tuvo tiempo, dinero y estabilidad: Venezuela en vez de dar un salto hacia los
grandes países, tiene hoy a sus ciudadanos en las calles clamando por comida,
libertades, trabajo y seguridad. El chavismo superó, entonces, lo que hicieron
viejas oligarquías venezolanas que, salvo excepciones, robaron y dejaron
proliferar, con desidia inigualable, enormes cinturones de miseria.
Pensar que por ese modelo fracasado e impresentable se juega
el correísmo, es abrir una caja de Pandora sobre lo que queda de la vieja
izquierda en el país. ¿Cómo así se jugaron por un esperpento ideológico parecido?
¿El reflejo condicionado antiimperialista basta para explicar su adhesión a un
militar que, en sus devaneos patológicos, aspiraba a poner su retrato junto al
de Bolívar? ¿Es tan baja su vocación democrática que cree que los manifestantes
en Venezuela son fascistas manipulados y la quiebra económica es el resultado
de operaciones especulativas? ¿Es tan ciega políticamente que cree que defender
ese gobierno, a fuego y sangre, es correr tras "el futuro luminoso del
socialismo"?
Fue esa izquierda la que llevó a Correa a apoyar a Chávez. Se
entendía que un conservador, como él, necesitaba un discurso progresista que,
en teoría, podía venir de esa izquierda que también adora el nacionalismo
siempre malsano. Correa, sin embargo, tenía serias diferencias con el chavismo.
Lo inexplicable es que hoy su gobierno lo siga defendiendo. Más, que Correa
torture las palabras y la historia para otorgar diplomas de humanismo a un
señor incompetente e impresentable.
Pensar que el modelo correísta podía llenar el vacío internacional
dejado por Chávez pudo ser una ilusión. Ya no hay ni el ambiente ni el espacio.
La campaña internacional contra la OEA, por su roñosa actuación, prueba que
jóvenes y menos jóvenes en el continente llaman las cosas por su nombre: Maduro
no es un humanista sino un represor. Y sus actuaciones, al margen de su florido
y pobre discurso, revelan lo que es: un hombre desesperado por salvar un
régimen corrupto e inepto.
¿Qué hace Correa protegiéndolo?
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