miércoles, 19 de marzo de 2014

Yasunidos



Análisis de Hoy
Resulta muy interesante observar cómo el tema del Yasuní, que desató tanta polémica y malestar cuando el Gobierno anunció el abandono de la iniciativa para dejar el petróleo bajo suelo, ha vuelto con fuerza al escenario político de la mano de un sinnúmero de organizaciones y colectivos ecologistas.
La impresión que se tenía era de que la recolección de firmas para convocar a una consulta popular que permitiera a los ciudadanos expresarse sobre un tema tan sensible, había caída en un vacío. Sin embargo, organizaciones de jóvenes activistas ambientales han venido desarrollando un trabajo silencioso que los ha puesto a un paso de completar el número de firmas requerido para llamar a la consulta. Se trata, sin duda, de un esfuerzo enorme de movilización desde la sociedad civil inspirado en el ideal de proteger una de las áreas más diversas del plantea como es el Parque Nacional Yasuní.

Con la vuelta a la escena del tema Yasuní, vuelven también todos los debates que se condensan alrededor suyo: el modelo extractivista planteado por el Gobierno, la preservación del medio ambiente, la defensa de los pueblos en aislamiento voluntario, la política de gasto público, y el rentismo estatal generado por la propia idea de extender en el tiempo una política fiscal basada en los ingresos petroleros.
Tal como se dijo cuando el Gobierno anunció su plan B de explotación del Yasuní, la sola idea de seguir con la lógica petrolera de financiamiento del desarrollo dejaba al Ecuador atado al modelo para los próximos 30 años. Tampoco los recursos que el Gobierno calcula que se obtendrán de la explotación -$18 000 millones repartidos en 20 años- nos colocan muy lejos de pensar en la posibilidad de obtenerlos gracias a un esfuerzo mayor racionalidad del gasto público, sin tanto despilfarro.
El momento político en el que vuelve a la escena la idea de una consulta no puede ser mejor, después de que el Gobierno, Alianza País y el propio liderazgo del presidente Rafael Correa mostraron todas sus fragilidades en las últimas elecciones locales. Llega cuando la escena política ha dado un giro importantísimo que empodera, sin duda, a las organizaciones y movimientos sociales duramente criticados por Correa y la revolución.
Muy interesante convergencia de momentos políticos dentro de un proceso que se había caracterizado por la excesiva y autoritaria concentración de poderes. Primero fueron los votantes de las capitales provinciales los que dieron la espalda al movimiento de gobierno; y ahora parece que puede ser el turno de la sociedad civil movida por las organizaciones ambientales.

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