Por: FERNANDO LARENAS. EDITOR GENERAL
La lengua de Cervantes, que oficialmente se habla en 21
naciones, es reconocida mundialmente por su riqueza de expresión; mediante su
buen uso se pueden escribir desde poemas hasta novelas y cuentos, a través de
ella podemos comunicarnos mediante un sistema lingüístico, cuyos hablantes
reconocen modelos de buena expresión. Parte de esa expresión son los sinónimos,
que no son más que palabras que tienen una misma o muy parecida significación
entre ellas. Así de sencillo, las palabras tienen su significado mucho más allá
de imposiciones retóricas que buscan adornar los contenidos.
Por eso
seguramente el tuitero @estebanavila escribía el siguiente mensaje en la Red:
“Si tiene plumas, hace cua cua y tiene pico naranja es pato. Las cosas por su
nombre”. Parecía una alusión a las críticas de un Ministro sobre una crónica
que narraba la situación en una cárcel que se había inaugurado hace muy pocos
días. El reclamo cuestionaba la palabra cárcel con el argumento de que en el
moderno lenguaje oficial se llama Centro de Rehabilitación Social. Idea
respetable, pero el lenguaje periodístico debe ser directo, por su nombre, al
pan se lo denomina pan y al vino vino o, como en el ejemplo onomatopéyico, si
grazna es ganso, si rebuzna es burro y si es pato parpa. De acuerdo, la
situación en las cárceles debe mejorar y este Diario lo ha señalado en varios
reportajes. El vetusto expenal García Moreno siempre fue un monumento a lo
infrahumano, por eso era muy necesario no solo cambiar su nombre, sino también
el edificio y las condiciones de los presos que, a propósito, es un sinónimo
perfectamente bien empleado y aceptado por la Academia de la Lengua. En la
crónica se decía preso que, según el DRAE es una persona que sufre prisión. No
decía prisionero, cuya primera acepción sí refiere a un militar que, en campaña,
cae en poder del enemigo. El lenguaje oficial sugiere que son personas privadas
de la libertad y es cierto. Pero un violador es un miserable que abusó de otra
persona y, que me disculpe el lenguaje oficial, es el peor de los delincuentes,
jamás lo voy a adornar con el eufemismo de una persona privada de la libertad.
En la entrevista del jueves en Canal 10, el Presidente usó varias veces el
vocablo cárcel, no lo adornó con nada, todos entendimos. No rectificará por
decir las cosas por su nombre. Ya que estamos en lo semántico es necesario
aclarar al funcionario. Dice de este Diario… “evidenciándose –una vez más- como
ejecutores de una lasciva política editorial…”. Lascivo es relativo a la
lascivia, un vicio con el cual se denota propensión a los deleites carnales y
sexuales o apetito inmoderado por algo. No tiene ninguna otra connotación que
no sea la lujuria por el sexo. Cuesta creer que una persona con alta formación
académica, que ocupa un importante cargo, pueda expresar un terminajo de ese
tamaño para criticar. Prefiero creer que al Ministro se le confundió el
diccionario.
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