Por: José Hernández
Director adjunto
Vinicio Alvarado volvió. Y, como es costumbre en los
políticos que miden decisiones antes de tomarlas, echó a volar un globo. Lo
hizo desde Madrid al comentar, con la Agencia Efe, que le parece inadecuado que
Rafael Correa se reelija en 2017. Más saludable -dijo- es que deje pasar un
período para retornar al poder. Eso permitiría a los ciudadanos, incluso, comparar.
Alvarado lanzó ese globo con una naturalidad que confunde.
¿Acaso Correa y su aparato de propaganda no han dicho que no pueden dejar el
poder, que deben permanecer en él con su Constitución durante centenares de
años? De un golpe, como si su comentario no rompiera la lógica unívoca que han
manejado, el nuevo Secretario de la Administración propone que Correa se salte
un cuatrenio. Para que los ciudadanos puedan comparar. ¿Entre quién y quién? La
propuesta no parece apuntar a un miembro de Alianza País, sino a uno de la
oposición. ¿Una señal inequívoca de que él mismo no ve un sucesor en sus filas
de su producto?
Alvarado no da puntada sin dedal. Es decir, su comentario
debió ser emitido tras haber sido concertado con el Presidente. Tiene, entonces,
un objetivo político y destinatarios concretos. Algunos emergen siguiendo el
curso del globo que lanzó.
Una de las lecciones concretas de las elecciones del 23-F, es
que el electorado no premia -no forzosamente- a los candidatos a la reelección.
Los mensajes que trotan por las redes sociales no hablan precisamente de un
clima favorable a la reelección. En 2017, Correa sumará 10 años en el poder:
dos presidencias y media.
Por supuesto, Rafael Correa sigue siendo, en la carrera
presidencial, el líder con mayores posibilidades. Primero, porque él es el
único rostro concreto de la revolución ciudadana que se ha beneficiado de la
mejor situación económica que ha conocido el país en su historia. Alvarado lo
convirtió en su producto y lo ha puesto a brillar bajo todos los faros. Segundo
porque, salvo Guillermo Lasso, no hay, por ahora, aspirantes que hagan fila. En
ese relativo desierto, el equipo de Correa puede pensar que sus ventajas son
mayores que el desgaste que alcanzará a sumar en estos tres años.
Sin embargo, el panorama no luce tan despejado como ha dado a
entender el propio Presidente. 2015 y 2016 han sido anunciados, por él, como
años económicamente difíciles. Si se tiene en cuenta que al Presidente sí le
afecta lo que dicen y piensan de él, se puede colegir que le interesa no
levantar murallas en Europa, donde tarde o pronto piensa vivir con su familia.
De eso ha hablado. Pues bien: perennizarse en el poder no es bien visto en esos
países. Por algo Francia, donde hay reelección, bajó el periodo presidencial de
siete a cinco años... El caso de François Mitterrand, que gobernó durante 14
años, no se repetirá.
Internamente, las elecciones del 23-F dejan interrogantes que
seguramente son analizadas en Carondelet. Uno: ¿El bajón sufrido por los
candidatos oficialistas tiene que ver o no con el voto rechazo al Gobierno? El
Presidente ha negado ese nexo diciendo que no aparece en sus sondeos. Pero,
paralelamente, se ha preguntado por qué fallaron, pues daban ventaja a sus
candidatos, en Quito y Cuenca, por ejemplo. ¿Ha generado el correísmo un voto
oculto, o voto vergozante, que no osa decir su nombre? Lo cierto es que las
condiciones que propiciaron su elección en febrero de 2013 han cambiado. Y que
si bien él es la figura con más posibilidades, un dato irremediable del 23-F es
que el mito de su invulnerabilidad quedó maltrecho.
¿En qué punto se paró Alvarado (con el Presidente al lado)
para observar esos resultados y enviar su balón de ensayo? Eso no lo dijo. Los
destinatarios, en cambio, sí se conocen. Primero, la opinión que, tras rechazar
el unanimismo político y volver a la fragmentación de antaño, debe tener pocas
ganas de oír hablar de una reelección indefinida. Se antoja que el mensaje
político para el poder es, precisamente, lo contrario.
Alvarado, con tino político, parece recogerlo. Pero en vez de
botar el agua de la bañera con el niño, prefiere ganar tiempo: no dice que
Correa no será candidato; dice que lo adecuado sería que lo fuera en 2021.
Patear el balón hacia adelante le permite escurrir el bulto ante la opinión y,
al mismo tiempo, disminuir la presión que pesa en el Ejecutivo. Correa ya no
tiene ante sí, como único escenario, faltar a su palabra. La posibilidad de
saltar un período introduce cartas nuevas en su baraja.
Algunas las jugará en su movimiento. Las necesita, sobre todo
con dirigentes y asambleístas de su movimiento que arrastran los pies ante la
idea de la reelección indefinida. Ciertamente la no reelección -también
indefinida- tampoco les hace felices. Alvarado pega en el blanco al proponer
una solución intermedia: la reelección dejando pasar un período.
En ese panorama, su balón de ensayo puede ser utilizado, en
la Asamblea, como un arma multiuso: movilizar, por ejemplo, a los asambleístas
oficialistas para que enmienden la Constitución en el sentido que pide Fabián
Solano. Por si acaso. Esa es, hasta ahora, la voluntad expresada por el
Presidente. Por si acaso tuviera que correr por la Presidencia para
salvaguardar el proceso. Y volverlo -como él dice tan religiosamente- “irreversible”.
Dar un salida jurídica abriendo dos escenarios políticos: esa
pudiera ser la jugada maestra para neutralizar el grupo parlamentario y unirlo
tras un voto que, a la luz de los resultados del 23-F, no goza de piso
político. De lo contrario, y para evitar esa suspicacia, Carondelet debería
procesar el comentario de Alvarado y, respetando la sindéresis, negar el pedido
de Fabián Solano en la Asamblea. Si hay que hacer una enmienda constitucional,
esta debiera incluir, entonces, la propuesta que hace Vinicio Alvarado. Es
decir, el balón de ensayo sigue en su campo. Carondelet tendrá que decir, en
efecto, a su grupo parlamentario que se reúne hoy para hablar del tema, cómo
deben entender lo que dijo Alvarado, como si no dijera nada, en Madrid, a la
agencia Efe.
¿Ha generado el correísmo un voto oculto, o vergonzante, que
no osa decir su nombre? Lo cierto es que el mito de su invulnerabilidad cayó.
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