miércoles, 19 de marzo de 2014

Vuelve debate sobre la Ley mordaza



Al cabo de varios meses, ayer, en el Ecuador se volvió hablar de la Ley de Comunicación y sus efectos en la sociedad. El motivo fue la audiencia pública en la que se conoció la demanda de inconstitucionalidad presentada, seis meses atrás, por 60 ciudadanos ante la Corte Constitucional.
Periodistas, intelectuales, académicos, políticos y artistas presentaron la demanda, impugnando la constitucionalidad de dicha ley, de fondo y forma. Un grupo en su representación presentó sus argumentos, ante la Corte Constitucional.
Entre los demandantes de la causa que se la presentó  en contra de la Asamblea, la Presidencia y la Procuraduría y que intervinieron en la mañana de ayer están el director de la Asociación de Editores de Periódicos (Aedep), Diego Cornejo; el catedrático Farith Simon. También participó  el legislador Luis Fernando Torres (PSC-Cambio), que inetrpuso también una acción de inconstitucionalidad.

El asambleísta Torres reclama que el articulado es “desproporcionado” y que no se puede considerar la actividad mediática “como un servicio público”. En tanto que el académico Farith Simon pide la inconstitucionalidad de siete artículos de la ley pues cree que estos “vulneran el derecho a la expresión, a la igualdad formal, material y no discriminación”.
En la audiencia de ayer también hablaron directivos de la Superintendencia de Información y Comunicación, y del Cordicom.
Más allá de la audiencia,  la práctica de la Ley ha sido una experiencia dura para el ejercicio libre del periodismo ecuatoriano.
Caso emblemático de lo que significa la vigencia de esta ley es la acusación en contra del caricaturista Xavier Bonilla “Bonil” quien tuvo que comparecer ante la Superintendencia de Comunicación, para “explicar” su caricatura. Finalmente, fue sancionado y obligado a rectificar.  Y El Universo, a pagar una absurda multa. Desde las sociedad -hay que decirlo con honestidad-, mucha gente percibe que los medios de comunicación están actuando con un exceso de prudencia que rayaría en la autocensura. De otro lado, para nadie es deconocido que figuras como el linchamiento mediático, un invento de última hora que nunca fue debatido, funciona como espada de Damocles contra periodistas y medios de comunicación. Y que “instituciones” como la Superintendencia de Información y Comunicación fueron fruto de decisiones inesperadas para, justamente, controlar y sancionar.
Sería bueno que, tras el resultado de las elecciones del 23 de febrero, se analice, com detenimiento, nuevamente,  el verdadero significado de la Ley de Comunicación y lo que piensa la sociedad.

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