lunes, 10 de marzo de 2014

El pueblo tarda pero no olvida



Por: Andrés Quishpe
Desde la noche del domingo 23 de febrero las y los ecuatorianos hemos escuchado una serie de justificaciones, planteamientos y comentarios señalados desde varios representantes de Alianza PAIS, con el objetivo de justificar lo que han denominado como un revés político en las elecciones de la Alcaldía de Quito.
Pero al pasar el tiempo se ha visualizado que esta ha sido una derrota que ha cubierto a varias provincias y ciudades del país, el movimiento gobiernista perdió sus principales bastiones electorales, como lo son Azuay, Imbabura, Manabí, El Oro. Y tal como va el conteo oficial, podría afirmar que de las 10 ciudades con mayor población, apenas gana en Durán y de las 24 capitales de provincia pierden en 20; de las 23 prefecturas y viceprefecturas provinciales pierden en 14. Está claro que la derrota política y electoral del correísmo es general y de seguro le va a pasar factura en este nuevo periodo.

Hoy se manifiesta que los “errores de campaña” son los culpables de los resultados electorales obtenidos y para remendarlos los integrantes del gabinete ministerial han presentado sus renuncias voluntarias previo pedido del primer mandatario. Con esta medida el Gobierno pretende dar un mensaje a la sociedad de “refrescar los estamentos públicos”. Mas en el fondo se busca ocultar aspectos centrales, como la pésima gestión de las administraciones verdes, obras incumplidas, el no solucionar problemas básicos de las ciudades, incapacidad, arrogancia y muchos más, que se han convertido en los motivos primordiales para que la ciudadanía no les respalde en esta elección.
La derrota electoral que ha sufrido el oficialismo rompe el mito de la invencibilidad de Correa, y Alianza PAIS ha dejado de ser la fuerza política hegemónica. Diga lo que se diga, la derrota arrastra consigo al propio presidente, ministros y asambleístas ya que varios de ellos asumieron el papel de candidatos como es el caso de Gabriela Rivadeneira, Virgilio Hernández, Corcho Cordero, Marcelo Aguiñaga, José Serrano, etc.
El principal candidato de estas elecciones seccionales fue, sin duda, Rafael Correa Delgado, presidente de la República. Su acción marcó el tono del debate político, la realidad por la cual atravesaban varios de sus candidatos lo llevó a hacer campaña, no solo participando en la foto del afiche, sino también saliendo a recorrer el país pidiendo el voto para su movimiento, convirtiéndose en el principal protagonista en varios spots y asumiendo el papel de estrella en los cierres de campaña.
Lo suscitado el 23 de febrero marca una nueva situación política donde se caracteriza el agotamiento del discurso y la propaganda oficial, la pérdida del miedo de las y los ciudadanos, quienes esta vez han rechazado la incapacidad y abuso de los gobiernos seccionales. Pero también un importante sector de la población expresó en su voto el rechazo a la arrogancia y autoritarismo del Gobierno, contra la explotación del Yasuní, el decreto 16, la criminalización médica y de la lucha social, así como la injusta sanción a Bonil. No hay duda de que nuestro pueblo tarda pero no olvida, y en estas elecciones se las cobró.
El mensaje está dado, al régimen le corresponde minimizarlo o admitir que hay una realidad más allá de “errores electorales”.

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