jueves, 27 de marzo de 2014

S.O.S



Por: Jeanette Hinostroza
Ya son muchas las señales de alerta que el Ecuador produce en el exterior por posición del Gobierno frente a la violación de los derechos humanos. La multimillonaria sentencia a Diario El Universo, el caso Gran Hermano, los 10 de Luluncoto, los estudiantes del Central Técnico, el Decreto 16, la Ley de Comunicación, que además de atentar contra la libertad de expresión y producir autocensura, contradice la decisión tomada en el polémico caso del asilo diplomático al hacker Julián Assange. Otros dos casos son el del Yasuní, en donde explotarán el petróleo aunque la mayoría de ecuatorianos no estemos de acuerdo, y el de Bonil, que además de asombro ha causado risa por la extrema sensibilidad y absurda intolerancia de las autoridades involucradas en este caso.

A nivel internacional el Gobierno ecuatoriano no solo ha estrechado sus manos con el presidente de Irán, de Bielorusia, Libia, Rusia y Siria, en donde se han registrado probados casos de violación de derechos humanos; sino que ha realizado pronunciamientos a su favor a nombre del Estado ecuatoriano.
Hace un par de semanas, en las redes sociales, se criticó fuertemente un homenaje que la Cancillería realizó en respaldo del presidente Nicolás Maduro, quien está en el centro de una crisis social que ya registra mas de 20 muertos. El Ecuador, al igual que muchos miembros de la comunidad internacional, prefiere mirar desde lejos lo que sucede en las calles de Caracas y no es capaz de reconocer la ineptitud del Gobierno venezolano, no solo para resolver los problemas que hoy tienen a Maduro pendiendo de un hilo, sino para gobernar. La revolución ciudadana solo quiere ver el problema político que tiene Venezuela y prefiere ignorar la verdadera razón por la que los venezolanos están en las calles que es la escasez de alimentos, la falta de trabajo, la inseguridad, la falta de representatividad de un presidente de la República que se ha dedicado a ser el hazmerreír de la comunidad internacional por la cantidad de torpezas que dice. Los Gobiernos se callan ante la crisis venezolana porque temen que les suceda lo mismo; necesitan ser cómplices y guardarse las espaldas pues muchos quieren mantenerse en el poder, aunque sus pueblos estén descontentos. Triste el papel de la OEA, un verdadero club de momias cockteleras, listas para brindar y sonreír en la foto, pero incapaces de sentarse a enfrentar los problemas de la región.
La última señal de alerta enviada desde el Ecuador es la orden de prisión contra el asambleísta Cléver Jiménez; si bien el presidente Correa tiene derecho a defender su honor en los tribunales, está claro que al buscar justicia no puede violar las leyes y los derechos de quienes supuestamente lo ofenden. El caso Jiménez prendió las alertas de la CIDH que ya pidió medidas cautelares hasta confirmar que en este caso se hayan respetado la ley y el debido proceso. El Gobierno también debería explicar por qué la esposa de Cléver Jimenez le pide al presidente Correa que oscuros personajes que rodean su casa día y noche “dejen de hostigarla a ella y a sus hijos”; ese tipo de practicas prenden otro tipo de alertas que conducen al mundo a pensar que en este país no hay democracia.

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