jueves, 30 de enero de 2014

Elsie Monge: ‘Hay persecución y no espacio para la crítica’



Entrevista por Roberto Rueda
Elsie Monge, directora de la Comisión Ecuménica de los Derechos Humanos (Cedhu), recibe esta tarde en Quito el premio a las Libertades Juan Montalvo, entregado por la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep).
El reconocimiento es a la labor que, por 35 años, ha realizado esta activista en favor de los víctimas del abuso de poder, lo que le ha valido críticas de casi todos los gobiernos de turno.
¿Cómo inició su trabajo en defensa de los derechos Humanos?
En 1981 con la hermana Laura empezamos a recorrer el país dando charlas sobre este que era un tema desconocido en nuestra sociedad. Eso fue valioso porque entre 1984 y 1988, que se desbordó la represión, contamos con una red nacional que nos permitió denunciar lo que pasaba pese al temor de las víctimas.

 ¿La gente venció el miedo a ese régimen?
Llegaban y nos contaban de detenciones y torturas, pero nos pedían que no contáramos a nadie porque había una sociedad aterrada. Pero viendo el acompañamiento que realizamos a cada caso empezaron a denunciar públicamente. Las mujeres eran las más valientes y decidieron dar la cara. Sin miedos íbamos al SIC a ver si ahí se encontraban personas detenidas. Eso es muy satisfactorio.
¿Cuál es la situación de los DD.HH. en relación con la década de los ochenta?
Los discursos políticos van cambiando, pero los aparatos represivos no se han desmantelado y se activan de acuerdo al contexto. Por ejemplo, Lucio Gutiérrez los activó para reprimir a los jóvenes y movimientos sociales.
¿Y eso ha cambiado ahora?
Ahora tenemos una pronunciada persecución a quienes reclaman sus derechos, especialmente a las comunidades campesinas afectadas por la minería. Se los acusa de sabotaje y terrorismo cuando protestan. También se llama corruptos y mentirosos a todos los que tienen una opinión diferente. No hay espacio para la crítica y eso es incompatible con la democracia.
¿Pero existen avances en derechos humanos en el país?
Los hay en el campo social con el aumento del presupuesto para educación, salud, pero en cuanto a libertades, no. Esa es la debilidad más grande. El desafío es superar el miedo y eso no se lo hace individualmente, hay que unirse con otros para poder resistir, en este momento la resistencia es el espacio que queda.
¿Y usted ha sentido miedo?
El miedo es normal, pero hay que aprender a no dejarse dominar por el miedo. En el periodo 84-88 sabíamos que estábamos en la mira y había una política de desprestigio a los derechos humanos, al punto que llegaron a ponernos en el mismo nivel del narcotráfico y la subversión.
El teléfono pinchado siempre, no solo en esa época, pero nosotros actuamos públicamente, no hacemos trabajo clandestino y no tenemos nada que ocultar
¿Las críticas a la Comisión llegan tanto de gobiernos considerados de derecha como de los autocalificados de izquierda?
Los derechos humanos no pueden encasillarse. Simplemente toda violación es abuso de poder y siempre vamos a cuestionar ese abuso y eso es lo que molesta (a los gobiernos) porque somos una piedra en el zapato. Los derechos humanos tienen su propio espacio y no deben identificarse con ningún partido político. Si eso pasa perdemos independencia y autonomía.

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