viernes, 10 de enero de 2014

Nuestra disolución es un acto violento



Belén Páez, presidenta de la Fundación Pachamama, indica que apelarán ante el Ministerio del Ambiente, el acuerdo para disolverla. Asegura que el decreto 16 tiene inconsistencias legales.
¿Qué gestiones van a hacer tras la disolución por parte del Gobierno de la Fundación Pachamama?
Hemos presentado el miércoles (hace dos semanas) un recurso de apelación ante el Ministerio (del Ambiente), que es la entidad que nos emitió un acuerdo para disolver la fundación. Hemos ido por los canales administrativos. Estamos en la espera de una respuesta formal por parte del Ministerio, el 6 de enero.
Pero, en la realidad, ¿qué están esperando, pues la decisión es del Ejecutivo y, desde entonces, se ha ratificado en ella?
Primero seguimos insistiendo en que rechazamos completamente lo que el Gobierno ha decidido. Rechazamos que no hayamos tenido una debida notificación, un debido proceso, derecho a defendernos.

Queremos tener, después de una acción de apelación, un proceso justo que nos permita tener respuestas claras para pedir la derogatoria del acuerdo ministerial.
¿Cuántas personas estaban en la Fundación?
La Fundación Pachamama cuenta con un equipo de ocho personas, entre nacionales y extranjeros. Tenemos abogados, geógrafos, sociólogos, politólogos, comunicadores y la gente del área administrativa. Muchos de ellos son consultores.
La reacción social ante la disolución ha sido menor a la esperada en otros tiempos.
¿Cómo la juzgan ustedes?
No, al contrario. Mire, primero, la Fundación Pachamama no ha estado vinculada nunca a la política partidista, y hemos sido siempre una organización independiente trabajando con unos objetivos muy claros de dedicación a la Amazonía y a los pueblos indígenas. La solidaridad que se expresa es enorme y principalmente proviene del exterior: tenemos más de 400 organizaciones y redes que se han pronunciado y que han enviado cartas directamente a la ministra Tapia. Esa conciencia, ese interés, no solo es de la sociedad civil sino también de la organización Naciones Unidas, incluso de parlamentarios de Europa. Eso nos permite ver la solidaridad y el entendimiento internacional sobre la importancia de nuestro trabajo.
Pero, ¿en el plano interno...?
También hemos recibido más de 200 cartas de solidaridad, que han sido enviadas a las autoridades. Frentes de sociedad civil y derechos humanos y Conservación y también las contrapartes indígenas con las que hemos trabajado desde hace 16 años.
Si ha habido solidaridad con ustedes en el terreno, no se ha notado. ¿Dónde han trabajado ustedes durante estos 16 años?
La Fundación Pachamama ha trabajado principalmente en el centro-sur de la Amazonía y las contrapartes son aliados históricos como el pueblo quichua Sarayaku, la nacionalidad Achuar del Ecuador, la nacionalidad Shiwiar y la nacionalidad Zápara, entre otros grupos amazónicos. El valor agregado de esta relación ha sido una altísima confianza. Hemos tenido y trabajado a través de convenios institucionales, y son ellos los que, en las últimas semanas, incluyendo el Frente de Defensa de la Amazonía, con el que hemos trabajado en la defensa del caso de los afectados, nos han dado el respaldo y han rechazado, frente al Gobierno, esta disolución.
Ustedes han dicho públicamente que no tuvieron nada que ver con los hechos de violencia en la marcha del 28 de noviembre.
Legalmente, ¿qué piensan hacer?
Es importante que enfaticemos que es cierto que no participamos de ningún acto violento en esa marcha. La Fundación Pachamama sí cree en la protesta como un mecanismo de defensa de derechos, pero en 16 años, nunca ha apostado por la violencia.
Eso no está en su carácter institucional. Tenemos un historial que tiene que ver más con el tema académico, el desarrollo en las comunidades...
¿Cómo se van a defender?
En primera estancia, lo que hemos hecho es ir al Ministerio (del Ambiente). Hemos pedido una apelación a este acuerdo que nos disuelve. Esperamos una respuesta. Si no es favorable, pues, vamos a seguir con una acción de protección. Si estos recursos se agotan, vamos a proceder con un recurso de apelación ante las instancias de derechos humanos a nivel internacional. Ahora hay otro ámbito de daños y perjuicios que tiene que ver con el orden administrativo de la fundación: los temas laborales, tributarios, de los activos, entre otras cosas, que debemos resolver en las próximas semanas.
¿Ustedes no han podido entrar a sus oficinas?
No. Cuando fuimos disueltos, el 4 de diciembre, tuvimos que salir en condiciones bastante difíciles: solo estaban cuatro personas en la oficina. No pudimos sacar equipos ni documentos o cosas personales. Una de las cosas que hemos pedido con el tema de la derogatoria es tener la posibilidad de entregar el espacio físico, que no es nuestro, es arrendado y hay varias implicaciones.
¿Bajo qué argumento piensan recurrir a las instancias internacionales, pues el Gobierno puede afirmar que actuó amparado en un decreto ejecutivo?
Sobre el decreto 16 me gustaría hacer un paso hacia atrás. Hay ausencias, inconsistencias legales que nos generan mucha preocupación porque, simplemente, nos han disuelto sin procesos, sin el debido proceso de descargo, y esto genera un vacío legal y constitucional. Ahora, no soy abogada pero un grupo de abogados en un momento determinará qué es lo que se puede hacer y cuáles son los derechos que nos ampararían a nivel internacional.
¿La administración emitió señales o alertas que les hicieran pensar que se venía la disolución de la fundación?
Durante 16 años, la Fundación Pachamama, como organización defensora de derechos humanos y de derechos colectivos, ha sido, no solamente por este Gobierno, bastante monitoreada, incluso perseguida. Por ejemplo, el mismo José Serrano fue abogado defensor del caso Sarayaku en 2003 y, cuando él estaba bajando a Puyo fue interceptado y amenazado por personas que le decían que no siguiera defendiendo más este caso. Durante los 16 años, hemos sido monitoreados por el Estado central sobre por qué acompañamos al movimiento indígena y por qué estamos opuestos a la ampliación de la frontera petrolera. En los últimos meses no hemos tenido nada formal que cause una tensión por parte nuestra. De hecho, el Ministerio de Ambiente, en marzo de este año, nos aprobó como es usual nuestro informe, tanto de gestión como de auditoría, y nos entregaron el nombramiento de nuestro nuevo representante legal.
Formal no tuvieron nada, pero ¿indirectamente?
Indirectamente, hubo encuentros y sucesos del año pasado pero fueron más casuales que formales. Personalmente me encontré en una iglesia con el Presidente, que fue mi profesor dos años, yo fui su asistente. Él me dijo: Belén, ya deberían dejarse de amarrarse a los árboles o hacer estas demostraciones de proteger a la naturaleza. Lo que necesitamos en combatir la pobreza.
Tuvimos una conversación muy ligera, pero él me llamó a la Presidencia para hacer un reporte sobre lo que hacía Pachamama. Tuve un reporte, efectivamente, con un grupo de la Presidencia. En la red escribí las condiciones en las que Fundación Pachamama trabajaba y cuáles eran nuestros ámbitos de acción. También tuve una conversación, en noviembre del año pasado, con Wilson Pástor. Él dijo: Bueno, ¿qué es lo que usted observa en este mapa de la undécima ronda? ¿Qué observa en el centro sur de la Amazonía? ¿Qué podría aportar en este sentido? La conversación fue bastante clara, cuando se hizo la mención de que se liberen bloques que no deberían estar en ciertos territorios porque hay condiciones muy sensibles...
Entonces, en esos encuentros hubo desencuentros.
En esos encuentros lo que hubo fue información por nuestra parte. Desarrollamos el tema de lo que hace la Fundación Pachamama, pero no hubo una alerta, una restricción en prohibirnos hacer algo. Por nuestra parte permitimos que ellos tengan la información suficiente sobre lo que estábamos haciendo.
¿Cuál fue la reacción del Presidente cuando le contó lo que están haciendo y él le pidió que desistiera de ciertas acciones?
Para ese encuentro en la Presidencia, el Presidente no estaba presente. Estuvieron sus asesores.
No en la Presidencia. En la iglesia donde dice haberlo encontrado.
Sonrisas. Le conté, brevemente, que estamos haciendo un proyecto de transporte solar que va a cubrir 100 kilómetros de transporte fluvial en Pastaza, con todo el tema de tecnología solar. O que estamos trabajando en salud materno-infantil. Entonces, él dijo: esto no basta, ahí hay algo que es más profundo. Y se refirió, específicamente, al tema del combate a la pobreza. No fue una conversación muy larga, pero esos fueron los antecedentes.
No hubo, como le digo, nada formal que a la Fundación Pachamama le hubiera permitido precautelar sus recursos, sus activos, su oficina, su personal. ¡Fue algo tan imprevisto!
Entonces, ¿la disolución fue una total sorpresa para ustedes?
Fue una sorpresa, y por eso es tan permanente e insistente nuestro rechazo ante esta acción que el Gobierno ha tenido, porque no hubo un proceso previo, una notificación debida, la posibilidad de hacer nuestros descargos. Nosotros sí consideramos un acto completamente violento nuestra disolución.
¿Cómo se la explica?
Al no haber participado en ningún acto violento directo en esta marcha ni en ninguna otra...
Pero sí estuvieron presentes...
Estuvimos cubriendo el evento...
Eso hace parte de la explicación.
No veo que esa sea una explicación.
No la violencia, pero quizá estar presentes en manifestaciones contrarias a la política gubernamental en la Amazonía.
Bueno, de hecho Pachamama apoya al movimiento indígena. Y creemos que lo que está establecido en la Constitución, está violentándose en el establecimiento del proyecto de la undécima ronda; específicamente con el tema del consentimiento previo, libre, informado que no se ha cumplido.
Es muy importante anotar que nosotros creemos en la protesta como un mecanismo de disentir, como un mecanismo de expresar que no estamos de acuerdo con ciertas políticas y las vamos a seguir haciendo a futuro, a nivel personal. Entonces, sí apoyamos esos procesos de las organizaciones indígenas. (JH)
La Fundación sí ve en la protesta un mecanismo de defensa, pero nunca ha apostado por la violencia...
Personalmente me encontré en una iglesia con el Presidente, que fue mi profesor, yo fui su asistente...

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