Por: Antonio Rodríguez Vicéns
En la política, tal vez más que en otras actividades humanas,
somos rehenes de las palabras: se nos imponen y, como son necesarias para
comunicarnos, para opinar o dialogar, las utilizamos irreflexivamente, sin
analizar su real y en ocasiones contradictorio sentido. ¿Qué significan
palabras como 'derecha' e 'izquierda', 'democracia' y 'dictadura'? ¿Qué
alcances damos a las palabras 'libertad' e 'igualdad'? ¿Qué dimensión otorgamos
a la palabra 'justicia'? ¿No es verdad que su uso repetido, muchas veces con
una intención manipuladora, maniquea, las ha ido despojando de su contenido,
vaciándolas, esterilizándolas, distorsionándolas, hasta tal punto que pueden
ser empleadas con acepciones múltiples e incluso opuestas? Me ha llevado a esta
reflexión, inevitablemente corta, una nueva lectura de 'Derecha e izquierda',
de Norberto Bobbio. Este pensador italiano afirma que "los términos
'derecha e izquierda' siguen estando vigentes en el lenguaje político'.
Luego
de responder a los cuestionamientos de quienes niegan su actualidad y de hacer
un extenso y minucioso análisis para establecer su contenido y precisar las
diferencias, llega a la conclusión de que el factor determinante es el anhelo y
la búsqueda de la igualdad. "El criterio más frecuentemente adoptado para
distinguir la derecha de la izquierda -razona- es el de la diferente actitud
que asumen los hombres que viven en sociedad frente al ideal de la
igualdad". El debate no es nuevo. Otros autores no encuentran ningún
contenido en estas palabras. Ortega y Gasset, por ejemplo, en el 'Prólogo para
franceses' incluido en 'La rebelión de las masas', al diferenciar la misión del
intelectual de la del político, decía que el uso de esos términos, que
condenaba con dureza, había contribuido a falsificar aún más la realidad.
"La obra intelectual -escribió- aspira, con frecuencia en vano, a aclarar
un poco las cosas, mientras que la del político suele, por el contrario,
consistir en confundirlas más de lo que estaban. Ser de la izquierda es, como
ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para
ser imbécil; ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral".
Jean-François Revel, en cambio, denunciaba una inversión perversa del contenido
de los dos términos. Encontraba una paradoja subyacente en el lenguaje político
actual. En uno de sus últimos libros, 'El renacimiento democrático', sostuvo
que la propaganda del totalitarismo comunista ha falseado el concepto de la
democracia. "Nos ha hecho considerar como reaccionarios -resumía- a los
sistemas sociales que aportaban mayor progreso, y como progresistas, a los que
constituían la mayor regresión. De 'izquierdas' fue la etiqueta de quienes han
reducido al hambre, sometido y asesinado al hombre; de 'derechas', la etiqueta
de las grandes democracias que han desarrollado las libertades y el
bienestar".
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