jueves, 2 de enero de 2014

Tolerancia: ¿debilidad del poder o atributo de este?



Por: León Roldós

El presidente Correa es repetitivo –y además lo evidencia en sus decisiones e impulsos– en que él no será tolerante con quien se le enfrente.
El usual agregado es que solo así podrá vencer a la “banca y la prensa corrupta”, a otras formas de corrupción y a la calumnia.
En un Estado ideal en que haya un orden jurídico confiable porque las leyes no son con dedicatoria y los jueces no son sometidos ni timoratos, y existan instituciones que se sustentan en la efectiva división de las funciones del poder público, sin privilegiados ni satanizados, con derechos que todos debemos respetar y deberes que todos debemos cumplir, debe evidenciarse, mediante el debido proceso, la no tolerancia contra lo que es ilícito.

Pero, cuando aquellos supuestos no existen porque el aparataje de las funciones del poder público no actúa con la independencia que evidencie idoneidad, el principio puede parecer fachada de persecución por parte de quienes ejercen el poder.
Yerovi y su ejemplo
Quizás los jóvenes tienen poca información sobre el presidente Clemente Yerovi –marzo 30 de 1966 a noviembre 16 del mismo año–. Su retrato no está en Carondelet porque no fue elegido en las urnas, sino sugerido por “notables” y aceptado por el Mando Militar, cuando ya era insostenible la situación del gobierno militar fascista de 1963-1966.
Al posesionarse anunció que gobernaría con “las maletas hechas” como compromiso de desprendimiento del poder; ofreció convocar a una Asamblea Constituyente y cumplió en muy corto tiempo su palabra, se negó a permanecer en el poder, y cuando la Asamblea se reunía tomó su vehículo particular y viajó a Guayaquil.
Hablaba lo estrictamente necesario para que se respete lo que decía.
Un pensamiento suyo que lo hizo forma de gobernar fue que la legitimación democrática de un régimen está en su ejercicio, no necesariamente por la forma de haber llegado al poder.
Excelente presidente, para nada abusó de los plenos poderes que tuvo. No hubo una ley con dedicatoria ni persecución ni privilegio para persona alguna. Su tolerancia democrática fue ejemplar.
Tuvo pocos opositores, uno de ellos Velasco Ibarra.
Se dice que Velasco –desde el año 1935, que fue derrocado de su primera presidencia, hasta que vino con los restos de su señora, doña Corina Parral, el año 1979, a meditar y a morir– siempre que regresó al Ecuador lo hizo como candidato a acceder al poder y lo cumplió en las cuatro ocasiones, que le permitieron ser presidente por cinco veces.
Poco se recuerda de que el año 1966 su presencia en el Ecuador fue para tachar a Yerovi de no ser ecuatoriano por nacimiento –porque había nacido en Barcelona, España, el año 1904– impugnando la legitimidad de la opción ejercida por Yerovi de asumir la nacionalidad ecuatoriana, permitida en la Constitución de entonces. Yerovi no hizo de la impugnación de Velasco una confrontación política y siguió su hoja de ruta de la Constituyente. Velasco no pudo doblegar a Yerovi.
El 1 de diciembre de 1970 se reabrió el Banco de Guayaquil, que había cerrado el 30 de junio de ese año, Yerovi fue el presidente del Comité que logró salvar al Banco –junto con la inspiración y la entrega de César Durán Ballén–, pero como Velasco, entonces en su quinta presidencia, iba a presidir el acto, Yerovi no concurrió. Velasco lamentó la ausencia del “gran ciudadano”, a quien cuatro años atrás había cuestionado.
Yerovi nunca necesitó de escolta alguna para transitar en todo el Ecuador.
“…privilegios que deben ganarse”
Un caso que requiere tolerancia. El ministro del Interior y de Justicia, José Serrano, en relación al estrictísimo régimen de visitas a los privados de la libertad, en que a los tachados de mayor peligrosidad solo les permitirán la visita de dos de sus familiares, una vez al mes; a los de mediana peligrosidad, dos veces al mes; y, a los de mínima peligrosidad, cuatro veces al mes, limitándose cada visita a 2 horas, días atrás, expresó: “las visitas son privilegios que deben ganarse los internos”.
Las cárceles pueden dejar de ser hacinamientos, pero si se castiga a los privados de la libertad a perder el contacto familiar, pueden pasar a ser como sepulcros en vida para los internos.
La visita a los privados de la libertad lo recoge la biblia cristiana como derecho y deber humano, para nada privilegio a ganarse solo si el poder es benevolente.
Los más castigados con el nuevo régimen de visitas son los familiares de los presos, por eso trastocar el derecho de los hijos, las madres y las/los cónyuges, para convertirlo en “privilegios” que se conceda o no, es un error.
Si un privado de la libertad tiene cuatro hijos, a más de padres y cónyuge, y solo puede recibir de cuando en cuando a dos familiares, en la realidad, a más de la pérdida de la libertad, se lo condena a perder su familia.
Se me puede decir “con los criminales no hay que tener piedad”. Pero, en las prisiones no solo hay asesinos, violadores, plagiadores, pederastas, ladrones y otros que delinquen con violencia, también hay quienes cometieron errores en su vida, cual el caso de los procesados por accidentes de tránsito. Y están los presos y procesados por supuestamente ser sediciosos, terroristas y calumniadores, cuando han confrontado al poder.
Qué decir de la prisión preventiva de que se viene abusando, llenando las cárceles de personas en que los supuestos ilícitos no han sido aun investigados. Las estadísticas son impactantes, a pesar de los miles de liberados en la Constituyente del 2008, por ser presos con enfermedades terminales, o por ser mulas o transportadores de drogas en menos de dos kilos, la población carcelaria, entre octubre del 2007 y octubre del 2013, seis años, habría crecido 24% a escala nacional, de 19.500 a 24.203.
Y aun no está en vigencia el Código Orgánico Integral Penal con mayor rigor represivo y punitivo. ¿Qué pasará con su aplicación?

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