viernes, 10 de enero de 2014

Caricatura y democracia



Leer al pájaro Febres Cordero y disfrutar las caricaturas de Bonil es un deleite que ha superado los años y el paso de muchos gobiernos.
El humor tiene el poder de presentar la realidad bajo un ángulo que la desdramatiza y la hace vulnerable, será por eso que los poderosos le temen tanto. Porque los desnuda en público y los deja a la intemperie. El humor es corrosivo. Se comenta, se festeja, y en las deformaciones de la divulgación adquiere vida propia. Su peligro está justamente en desenmascarar, en clave de humor, sentires que la gente tiene. Cumple una función didáctica. El caricaturista debe tener un fino sentido de captación de lo popular para que su mensaje sea recibido y para que abra puertas que el hermetismo de los poderosos quiere mantener como ghetto propio. Pone en la superficie lo que está encriptado. Por eso es excelente que existan los buenos caricaturistas. Por eso es tan peligroso el humor que se publica en los periódicos.

Según palabras de Francisco Rabena, embajador de España en El Salvador: Los que hacen del humor su manera de comunicarse y analizar, “con un mensaje directo, claro, comprensible, sin adjetivos innecesarios, circunloquios o corrección política, estos artistas-periodistas-politólogos refinan la compleja realidad hasta un grado de pureza que la hace no apta para el consumo de aquellos que no creen en la libertad de expresión y en el derecho a la crítica política”.
Puede tener un efecto devastador y desenmascara más que muchos discursos las contradicciones y abusos del poder. Y los que lo detentan deberían agradecer ese servicio de espejo que devuelve la imagen que muchas veces no quieren ver, niegan o evaden y que haría del desempeño del cargo de verdad un ejercicio democrático. Les da la mirada externa, que muchas veces los corifeos cercanos ocultan y deforman.
El cuento El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen, es siempre actual. Habla de un rey que se preocupaba mucho por su vestuario. Un día, dos charlatanes le dijeron que podían fabricar la tela más suave y delicada que existía, añadiéndole a la tela la capacidad de ser invisible a los tontos o incapaces de ejercer su cargo. Por supuesto que tal prenda no existía, ellos querían quedarse con los materiales y el dinero que pedían. El emperador mandó a dos hombres de confianza para que vieran la ropa, pero como no veían nada y no querían pasar por ineptos, dijeron que el vestido estaba hermoso. El emperador se vistió con la inventada prenda con ayuda de los estafadores y salió a mostrarla a los pobladores de la ciudad, no admitiendo que no la veía para no quedar mal. Todas las personas, a pesar de no ver nada, alabaron el traje, para demostrar su capacidad e inteligencia, hasta que un niño gritó: ¡El emperador va desnudo!, el emperador escuchó y se dio cuenta de que era verdad, avergonzado terminó el desfile. Los que hacen del humor su instrumento de comunicación son como el niño del cuento.
Por eso, cuando supe que José Mujica, el presidente uruguayo, iba a ver las murgas que en el carnaval lo criticaban, hacían parodias de su gestión y él se sentaba en primera fila, se reía a carcajadas y festejaba, supe que es un gran ser humano capaz de aceptar las letras de las canciones y bromas que hacían de él y sus circunstancias. Cuando uno se ve en un espejo o modifica algo o se acepta como es. Es algo relativamente sencillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario