jueves, 27 de julio de 2017

Espinosa prefiere la soberanía de los matones a los DDHH

  en La Info  por 
Según la política exterior del gobierno de Lenín Moreno, el principio de no intervención está por encima de los derechos de las personas. No importa cuán viles sean las violaciones de los derechos humanos en un país, que el principio de la soberanía estará por encima y nadie podrá hacer algo para impedirlo. Es exactamente la misma tesis que utilizaba uno de los más siniestros y perversos genocidas de la humanidad para que nadie lo distraiga ni le impida cumplir con su macabra voluntad: Slobodan Milosevic, que ahora cumple condena perpetua en una cárcel en Holanda.
Según la doctrina del gobierno ecuatoriano, expuesta una vez más hoy 27 de julio por la canciller María Fernanda Espinosa, la no injerencia es tan sagrada que ningún gobierno puede tomarse la ligereza de hacer, por ejemplo, alguna observación o una declaración en la que se manifieste preocupación alguna por lo que ocurre en un país donde las fuerzas de seguridad de un estado violan sistemática los derechos humanos. Esta ha sido, precisamente, la conducta del Ecuador frente a lo que ocurre en Venezuela.
Hoy miércoles 27 de julio en una entrevista en Teleamazonas, cuando a Espinosa le preguntaron sobre la posición del Ecuador frente al drama venezolano, respondió que según la Constitución, la ley y la política exterior ecuatoriana, “somos fieles a la no injerencia y a la soberanía de los países”.
La doctrina que el gobierno de Moreno sostiene y que se expresa en la conducta de su Ministerio de Relaciones Exteriores fue superada y enterrada por el concierto de las naciones civilizadas luego del conflicto en los Balcanes para ser reemplazada por el principio de que los derechos humanos de las personas deben ser precautelados por otros países en caso de que éstos estén siendo atropellados por un gobierno nacional.  Las intervenciones internacionales para detener las matanzas en la ex Yugoslavia, Somalia, Haití y Timor del Este son algunos ejemplos de la aplicación de este principio. “Nada en la Carta de las Naciones Unidas impide el reconocimiento de que hay derechos tras las fronteras”, dijo en 1999 el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, cuando las potencias occidentales decidieron intervenir (aunque muy tarde para evitar cientos de miles de muertes) en la ex Yugoslavia para detener la voluntad de Milosevic de exterminar a comunidades enteras en Kosovo.

Si bien es cierto que la horrenda magnitud de lo que ocurría con Milosevic no se puede comparar con las atrocidades del gobierno de Maduro, resulta evidente que la posición de la diplomacia ecuatoriana no es sino un pretexto para no contradecir a su amigo el gobierno venezolano ni provocar rechazo en los sectores de la izquierda estalinista instalada en determinados segmentos de la militancia de Alianza País. Si bien el Ecuador ya no ha dado votos a favor del gobierno de Maduro en los foros internacionales, tampoco es menos cierto que con sus abstenciones ha bloqueado las iniciativas de la región para llamar, al menos, la atención de Maduro y su régimen malandro por las violaciones a los derechos humanos.  Ya ocurrió en la última reunión de la OEA en Cancún, México. El 26 de julio, un día antes de la entrevista de Espinosa en Teleamazonas, trece países de la región, sin duda los más importantes, firmaron una declaración pidiendo a Maduro que suspenda la elección de una Asamblea Constituyente prevista para este domingo, 30 de julio, concebida para desconocer definitivamente la Asamblea  de oposición elegida en las urnas y el plebiscito simbólico del 16 de julio. En él, 7.6 millones de venezolanos expresaron su rechazo a la iniciativa madurista. Ecuador no está entre esos países y, muy por el contrario, la Canciller anunció con orgullo en la entrevista, que habrá observadores electorales ecuatorianos en esa elección del domingo 30.
María Fernanda Espinosa, ejecutora de la política internacional de Moreno, es incapaz de recoger en sus declaraciones y en sus decisiones de política exterior al menos parte del espíritu de la llamada doctrina Roldós, quizá una de las pocas contribuciones del Ecuador al derecho internacional. Jaime Roldós logró que los países andinos firmaran una Carta de Conducta en la que, precisamente, se establecía que la promoción y la defensa de los derechos humanos no lesiona la soberanía de un Estado que viola esos derechos.
Pero el problema no se limita únicamente a que Espinosa no incorpore en su racionamiento y en sus decisiones las lecciones de la ex Yugoslavia ni la herencia humanista de Roldós: su cantaleta sobre la no intervención en Venezuela se vuelve absurda y hasta ridícula si se tiene en cuenta que el Ecuador jamás ha dicho esta boca es mía ante las contundentes evidencias de la grosera intervención cubana en Venezuela. En ese país, según el experto Roberto Álvarez Quiñones, actualmente están instalados miles de militares cubanos incluyendo tres generales, doce coroneles y tenientes coroneles, 6 capitanes de fragata y otros 25 oficiales de distintas graduaciones. También intervienen 4 500 soldados de infantería en nueve batallones, uno de ellos acantonado en Fuerte Tiuna, el corazón militar del país, según afirma el sitio venezolano Q’Pasa en Venezuela y la periodista Sebastiana Barráez, especialista en temas militares de Venezuela. No es secreto, además, que Maduro fue prácticamente elegido como sucesor de Chávez por presión de los hermanos Castro y que gran parte del trabajo de la inteligencia en Venezuela la hacen agentes cubanos.  ¿Nunca supo Espinosa sobre la presencia del cubano Ramiro Valdés en Venezuela para articular todo el sistema represivo chavista?
En Venezuela existe una auténtica ocupación militar cubana pero eso no es ni intervención ni injerencia extranjera para Espinosa ni para el estalinismo transnochado que aún sobrevive en ciertos sectores de Alianza País. Para ellos, pensar que Cuba violente la soberanía de algún país en el mundo sería algo imposible de entender. Peor de admitir.
El abrazo de María Fernanda Espinosa al argumento de la soberanía y la no injerencia con relación a Venezuela aparece como un simple pretexto o pueril coartada para evitar tener que reconocer que la utopía chavista terminó en una inmensa infamia colectiva que, en estos días, suma 104 muertos.  Si creyera en verdad que ese principio que enarbola cada vez que le pregunta sobre Venezuela no puede ser transgredido jamás, algo hubiera dicho cuando su antiguo presidente, Rafael Correa intentó abierta y desembozadamente intervenir en Honduras cuando tambaleaba Manuel Zelaya.  ¿No recuerda Espinosa que Correa dijo que Honduras era un buen sitio para ir morir?
La posición del gobierno de Lenín Moreno frente al caso venezolano es vergonzoso y representa una mancha de indignidad en la historia del Ecuador. Cada día que pasa, esa posición enloda aún más cualquier posibilidad de que Lenín Moreno pase a la historia como quien pudo haber hecho los correctivos necesarios para que los ecuatorianos se sientan orgullosos de una actitud humanista y democrática frente a lo que ocurre en un país tan cercano como Venezuela. Mientras Espinosa esté al frente de la política exterior ecuatoriana, el Ecuador solo aumentará su ignominia por la forma en que conduce la política exterior.

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