sábado, 29 de julio de 2017

Masacre en Venezuela


DIARIO EL UNIVERSO 

Mauricio Gándara Gallegos
Mientras en Ecuador y en el mundo las gentes de conciencia civilizada miran horrorizadas la masacre a un pueblo heroico, el venezolano, por orden del presidente Maduro, quien intenta reunir una inconstitucional Asamblea Constituyente que lo eternice en el poder, el Gobierno del Ecuador se solidariza con Maduro. Por las declaraciones de la canciller ecuatoriana conocemos que el Ecuador ha designado una misión de observadores para el proceso eleccionario para la Constituyente. Suponemos que el Gobierno ecuatoriano conoce que solamente el pueblo, mediante un referéndum, puede convocar a una Asamblea Constituyente y que, por tanto, la elección es inconstitucional. Con ese procedimiento ilegítimo se solidariza el Gobierno ecuatoriano. Esos observadores seguramente certificarán que esas elecciones fueron legítimas, transparentes, libres; ignorarán que se realizaron en medio de una brutal represión que ya deja más de un centenar de muertos; olvidarán que el cuerpo legislativo la ha condenado; que más de siete millones de venezolanos votaron en contra en una consulta libre al margen de la dictadura. ¿Y quiénes son esos misteriosos observadores ecuatorianos? ¿Serán ciudadanos independientes o partidarios del castro chavismo, miembros de la revolución ciudadana, tal vez integrantes del Tribunal Electoral ecuatoriano que fue condecorado por el expresidente Correa? La declaración de Maduro de “si no vencimos con los votos los venceremos con las armas” es la confesión plena de la ilegalidad e inmoralidad de su actuación. Sin contar con que él mismo elegirá la mitad de los diputados constituyentes. La canciller dice que la OEA no es el espacio adecuado para tratar el tema, a pesar de que el Ecuador, en el gobierno de Alianza PAIS del que ella ha formado parte, ha convocado a la OEA en dos ocasiones: por el bombardeo en Angostura y por el asunto del asilo de Assange. Habla la canciller de la Unasur, pero de esta, casi casi, solo existe el edificio que le donamos, adornado de un monumento símbolo de la corrupción; la mayor parte de los miembros de la Unasur está en desacuerdo con Maduro. Solamente lo apoyan Ecuador y Bolivia, es decir, los sobrevivientes de la ya inexistente ALBA, fundada por Chávez. Así sigue el Ecuador ahondando su aislamiento. Envió en días pasados a la canciller a una reunión en Nicaragua del Foro de Sao Paulo, cuyo objetivo principal era solidarizarse con Lula y otros agentes de ventas de Odebrecht. Algo similar a la solidaridad que le dieron al vicepresidente ecuatoriano bloqueando su enjuiciamiento político.
Trece países americanos le han pedido a Maduro no seguir con su proyectada Asamblea Constituyente, pero Maduro responde con insultos. A ese pedido solamente hubo la oposición de Nicaragua y Bolivia.
La canciller habla de la no injerencia, pero se olvida de que fundados en la Carta Democrática los presidentes latinoamericanos consiguieron la restitución al poder de Chávez; asimismo, volaron a socorrer a Correa cuando este se metió en el cuartel de los policías amotinados por motivos estrictamente castrenses.
El de Venezuela es un problema humanitario, no ideológico. El Ecuador, en medio de su terrible crisis económica, se alinea con un Gobierno quebrado y repudiado y abandona al pueblo de nuestros libertadores. (O)

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