TAME: los Apes la quebraron y ahora le reclaman
Fernando Cordero y Doris Soliz participaron y alentaron el viernes 21 de julio a un grupo de al menos 28 personas a tomarse un avión de TAME. Lo hicieron bajo la excusa de que se trataba de una forma de “control social” para que la aerolínea trate bien a sus clientes y los lleve en ese mismo avión hasta Cuenca.
Los dos funcionarios, el primero Superintendente de Ordenamiento Territorial, Uso y Gestión de Suelo y la segunda asambleísta de Alianza País, habían tratado de volar a Cuenca pero no pudieron porque el piloto se desvió a Guayaquil por problemas de visibilidad en la pista de Cuenca. En un segundo intento ocurrió algo parecido y, finalmente, regresaron a Quito donde la empresa ofreció compensarles con un pasaje gratis en otro avión. Cordero y Solís se negaron a abandonar la aeronave asegurando no lo harían hasta que TAME los lleve en ese mismo avión hasta Cuenca. Mientras tanto, se quejaron del servicio de la aerolínea colocando mensajes en sus cuentas Twitter. Esas quejas provocaron la salida del gerente de la empresa, Christian González sin que se sepa oficialmente si se le pidió la renuncia o si él la presentó por iniciativa propia. Jorge Wated, gerente de las empresas públicas, dice que presentó la renuncia mientras que los empleados de TAME sostienen que se la pidieron. Ahora los empleados de la aerolínea están indignados y dicen que la empresa no es un ministerio para que se tomen decisiones a partir de quejas de dirigentes del partido de Gobierno. Cerca de las 16:15 de ayer 25 de julio trascendió que el directorio de TAME, del cual Wated es Presidente, ratificó a Christian González en el cargo de gerente. ¿En qué queda la autoridad de Wated entonces?
El berrinche de Cordero y Soliz que actuaron como si supieran cuándo y cómo debe aterrizar un avión, significó que TAME no pudiera disponer de su avión para la ruta Quito-Esmeraldas-Cali, con las consecuentes pérdidas que eso significa, incluidas las potenciales multas de la aeronáutica colombiana por su incumplimiento.
La toma del avión al que en redes sociales se refieren incluso como un secuestro, no solo que viola las normas de seguridad aeronáutica sino que alteró la operación de TAME, ocasionando más pérdidas de las que ya tiene la empresa y que, básicamente, se deben a que se la ha manejado con criterio político e ideológico. Cordero y S
Lo insólito de lo hecho por Cordero y Soliz es que su concepto de “control social” para proteger a los pasajeros de TAME se contradice con las responsabilidades que tienen y tuvieron como miembros de excepción del gobierno que quebró a esa empresa por haberla manejado políticamente. TAME es una empresa que está al borde de la bancarrota porque durante años las decisiones que se tomaron en su administración obedecieron a compromisos políticos basados en la ideología, como las rutas a Buenos Aires, Sao Paulo y La Habana y no en su rentabilidad, así como también en los caprichos del ex presidente Rafael Correa que obligaba a la aerolínea a prestar sus aviones para que sus invitados viajen con él a destinos como Rusia, China o Cuba.
Cordero y Soliz conocen a la perfección que por su precaria situación económica TAME ha tenido que suspender, en los últimos 24 meses, las rutas Guayaquil-Cuenca, Latacunga-Coca, Quito-Tena, Quito-Macas, Quito-Tulcán, Guayaquil-Cuenca y Guayaquil-Esmeraldas. Además, las rutas internacionales como Sao Paolo, Buenos Aires, Fort Lauderdale, La Habana y Nueva York también han tenido que suspenderse por falta de capital de operación y porque algunas de esas rutas no eran rentables sino que fueron mantenidas a pérdida y por mucho tiempo por compromisos políticos.
De 17 aviones que TAME tenía a finales del 2015 ahora solo tiene 14, de los cuales apenas nueve están operativos porque uno se accidentó en Cuenca y los cuatro restantes están en mantenimiento. TAME no tiene dinero siquiera para los repuestos, por lo que es probable que la suspensión de algunas rutas y los problemas en el cumplimiento de horarios sean cada vez peores. La situación es tan crítica que gente que conoce su contabilidad calcula que las pérdidas podrían llegar a los 50 millones anuales durante los últimos cinco años. Las cifras, en todo caso, no son claras: en el 2016 las autoridades dijeron que la empresa llevaba un acumulado de pérdidas de 58 millones hasta entonces. Sin embargo Jorge Wated, gerente de las empresas públicas, sostiene en una entrevista del 24 de julio del 2017 que la situación ha mejorado y que si bien hace dos años se perdieron 50 millones, el año pasado solamente hubo pérdidas de 28 millones. Este año ya no habrá pérdidas, sostiene. Sea cual fuere la verdad, los números no son nada buenos.
Cordero y Soliz, además, saben perfectamente que lo que la revolución ciudadana hizo con TAME porque no hace mucho, recién el 17 de mayo del 2017, se declaró desierto el concurso que el gobierno había abierto para ver si había algún inversionista interesado en adquirir la mayoría de acciones de la empresa a cambio de un aporte de 60 millones. Nadie en el mundo quiso ese hueso.
¿Con qué cara Cordero y Soliz deciden ahora embanderarse del “control social” para proteger a los usuarios del mal servicio de TAME si ellos fueron partícipes de su destrucción? ¿Alguna vez hicieron, o dijeron algo, sobre la forma en que se abrían rutas que no eran rentables o sobre el uso indiscriminado de aviones para el uso de los charters presidenciales? ¿Algo sobre la inmensa nómina de la empresa que la hacía insostenible?
Fernando Cordero y Doris Soliz aseguran que se mantuvieron dentro del avión como una forma de defensa de los derechos de las personas que estaban en él. ¿Pensaron en su seguridad? ¿Se creen con derecho a decidir cuándo y cómo deben aterrizar los aviones? Los expertos sostuvieron en el debate que se se desató en redes sociales luego del incidente que, si bien es cierto que LAN sí pudo aterrizar en Cuenca como lo hizo notar Cordero, eso se debe a que los aviones de esa aerolínea tienen la tecnología para hacerlo con una visibilidad menor que los aviones de TAME. Los aviones de LAN, dijeron, tienen herramientas que les permite acercarse mucho más a la pista antes de hacer el aterrizaje y que los de TAME, por el contrario, no. El lunes 24 de julio, los tripulantes de las aerolínea confirmaron que la decisión del piloto fue la correcta porque se apegó a los protocolos pensando en la seguridad de los pasajeros.
Cordero y Soliz solo confirman la actitud de mayordomo de hacienda que tienen algunos funcionarios públicos que han asumido que los bienes del Estado son propiedad de Alianza País.Más o menos igual que Rafael Correa cuando usaba discrecionalmente el avión presidencial o la canciller María Fernanda Espinosa que viajó a Nicaragua a participar, asimismo en uno de los aviones presidenciales, en el aniversario de la Revolución Sandinista. Cordero no se queda atrás en el tema del uso de los aviones presidenciales como si fueran jets privados. En septiembre del 2010, cuando era presidente de la Asamblea, utilizó el avión presidencial para viajar con su esposa y un nieto suyo hasta Canadá, donde una comitiva de legisladores iba a participar en una ceremonia del Inti Raymi de la colonia ecuatoriana en Toronto. Ahí utilizó el avión junto a a la también asambleísta Linda Machuca.
En cualquier lugar del mundo, las personas que inmovilizaron ilegalmente al avión de TAME hubieran pagado su decisión frente a la justicia y los dos funcionarios hubieran tenido que responder no solo por ese delito sino por haber sido dos empleados del Estado que no cumplieron con su responsabilidad. Quizá hubieran sido incluidos en la lista de personas que no pueden abordar, nunca más, un avión de pasajeros.
Mentalidades como las de Cordero y Soliz son las que explican que en el Ecuador el abuso de poder y el uso irregular de los bienes públicos siempre, o casi siempre, terminan engrosando las estadísticas de la impunidad.
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