¿Matar a la madre por 300 dólares?
Por el asesinato de una reconocida una ginecóloga de Quito en agosto de 2016 fueron sentenciadas tres personas, entre ellas su hija menor. La versiones tanto de la defensa de la joven como de la Fiscalía se contraponen. El caso conmocionó la capital por su crudeza. Aunque la Fiscalía no tiene cifras específicas de parricidios, la prensa registra más casos de este tipo en una sociedad cada vez más violenta.
25 de julio del 2017
REDACCIÓN PLAN V
El 21 de agosto de 2016 un crimen conmocionó a la capital. Ese día se encontró a la ginecóloga Alexandra S. muerta en la cajuela de su auto abandonado en la Panamericana norte. Había estado dos días desaparecida. La hallaron con fracturas, signos de ahorcamiento y golpes en su cráneo. Su cuerpo tenía huellas de 15 golpes en total. Según la autopsia, uno de ellos desencadenó una hemorragia cerebral que le provocó la muerte. Pero el desenlace de este crimen llegó casi un año después. El pasado 13 de julio de 2017 la hija de la médica, Camila, fue sentenciada a 34 años y ocho meses de prisión como autora intelectual del asesinato de su madre. Dos personas más también fueron condenadas en este caso.
Según las investigaciones, Alexandra S. falleció el mismo día de su desaparición, el viernes 19 de agosto de 2016. Fue vista con vida por última vez ese día al ingresar a su casa ubicada en un conjunto residencial en Miravalle. Las cámaras de seguridad registraron su llegada al lugar en su vehículo marca KIA, de color verde. Esa misma noche, este mismo vehículo salió de la urbanización de forma apresurada.
La hija de la médica y el guardia del conjunto habitacional fueron sentenciados a 34 años y 8 meses de prisión por ser los autores intelectuales y materiales del asesinato, respectivamente. Un amigo de la joven fue condenado a 8 años y 8 meses como cómplice.
Lo que pasó entre el ingreso y la salida del vehículo de la doctora ha sido sujeto de innumerables investigaciones y peritajes. Para reconstruir esas horas, la Fiscalía recolectó 54 elementos tanto en el vehículo de la doctora, en su casa y en la vivienda de uno de los implicados. Al juicio llevó 82 personas, entre testigos y peritos, además de 10 documentos como prueba. Después de dos días de juicio, los jueces Paola Logroño, Luis Manosalvas y Julio Obando confirmaron la teoría de la Fiscalía: la doctora fue asesinada en el garage de su casa y quien ejecutó el crimen fue un guardia del conjunto habitacional. El guardia tuvo la misma pena que Camila: 34 años y ocho meses. En el hecho, según la Fiscalía, hubo un cómplice, Francisco, amigo de Camila, quien recibió 8 años y 8 meses de cárcel.
A tribunales, la Fiscalía llevó a los guardias del conjunto, a familiares de la fallecida y a una especialista en perfiles criminológicos. Uno de los guardias aseguró que la hija de la médica, de 19 años, le pidió que le alzara la pluma vehicular para que pudiera salir el auto de su madre porque ella iba a salir sin su tarjeta de acceso. Cuando salió el vehículo era conducido por un hombre y ella iba de copiloto, dijo el testigo. El auto salió apresuradamente. Pocos minutos después, la joven regresaba al conjunto en un taxi, según el testigo y las imágenes de las cámaras de seguridad. Otro guardia manifestó que al día siguiente de los hechos recibió una llamada a la garita por parte de una señorita quien se identificó como Camila, quien le solicitó -según su testimonio- que borre los videos del ingreso y salida de la médica. A lo que el guardia contestó que no podía porque las cámaras graban las 24 horas del día.
En la casa de la víctima, en cambio, los peritos encontraron en el garage manchas de sangre en el piso, en las paredes, en el interruptor eléctrico y en el lavabo. En estos lugares, los investigadores aplicaron luminol, un reactivo que permite confirmar la presencia de sangre en una escena. Las pruebas dieron positivo. En la casa también se halló tres recibos de retiros de dinero en cajeros.
Según la fiscal del caso, Verónica Murgueytio, las pruebas fueron contundentes. Con ellas demostró, según dijo Murgueytio a Plan V, que el crimen fue planificado por la hija de la víctima y contrató al guardia del conjunto para ejecutarlo. Mientras la médica era golpeada en su casa, Camila y su amigo, Francisco, recorrieron cajeros en el norte de la capital y sacaron 300 dólares. La fiscal aseguró que ambos intentaron sacar más dinero, pero la tarjeta de débito había llegado a su límite de retiros diarios (USD 300). Francisco, en su versión, corroboró haber acompañado a Camila en este recorrido, aunque negó haber participado en el asesinato de la ginecóloga.
A tribunales, la Fiscalía llevó a los guardias del conjunto, a familiares de la fallecida y a una especialista en perfiles criminológicos.
Otras pruebas también fueron claves, según la fiscal Murgueytio. Por ejemplo, en el auto de la procesada se encontraron dos huellas que resultaron ser del guardia señalado como autor material del crimen. En el garage también encontraron una maleta que dio positivo con el ADN del guardia. En la casa del sentenciado, la Policía descubrió un estetoscopio y una máquina para medir presión arterial. No había justificación para que existiera ese equipo médico allí, según la fiscal. Otro elemento clave fue el celular de la víctima. El teléfono fue vendido a un amigo en común entre Camila y su cómplice.
El caso incluyó una pericia sicológica. Fueron analizados los rasgos de personalidad de Camila, quien según el análisis tenía rasgos histriónicos y perversos. Pero ninguno implicaba un desequilibrio o trastorno. “Es su personalidad, actuó con conciencia. Esto dio fuerza a la teoría de la Fiscalía”, manifestó Murgueytio.
La hija estuvo amenazada, la teoría de la defensa
Como en toda historia, el asesinato de la doctora Alexandra S. tiene dos versiones. Los tres acusados siempre negaron los hechos. Según el abogado de Camila, Hitler Barragán, la Fiscalía no pudo probar con certeza que la joven participó en la muerte de la mamá. “No existe prueba alguna de su participación o planificación del delito. De su confabulación (con el guardia)”.
Para Barragán, ella no fue considerada como una víctima. El abogado sostiene que Camila y su hija de 1 año fueron amenazadas de muerte por el guardia hoy sentenciado. En su testimonio, la procesada contó que un día antes del asesinato de su madre el guardia la ayudó a ingresar a su casa porque no tenía las llaves. Pero el hombre en lugar de salir pronto del lugar, le dijo que él conocía su rutina y la de su madre. Le pidió USD 5.000 y la amenazó. Esto le contó a su madre, quien le dijo que no se preocupara y que hablaría con la seguridad del conjunto. Un día después, el día de la asesinato, la joven que estaba por ingresar a la universidad relató así los hechos en su segunda versión ampliada:
Según la fiscal del caso, Verónica Murgueytio, las pruebas fueron contundentes. Con ellas demostró que el crimen fue planificado por la hija de la víctima y contrató al guardia del conjunto para ejecutarlo.
“Cuando regresé a mi casa, entré por la puerta de visitantes porque la pluma estaba abierta. Abrí la puerta del garaje, ingresé en el carro y me bajé. A lo que iba a colgar las llaves del carro prendí la luz y salió del cuarto de servicio el guardia que me pidió dinero del día anterior. Le pregunté qué hacía ahí y me respondió: “que fue la plata, ya tienes el dinero que te pedí”. Yo le dije que no, que se retire y que no me moleste. Tuvo un tono muy grosero, que no me haga la estúpida que le dé el dinero para dejarme en paz. Tenía una maleta cruzada, es la que consta en el expediente fiscal (...). Entonces metió la mano y sacó algo y lo escondió atrás de la espalda. Después se acomodó la ropa, él me tomó del brazo y me hizo retroceder. Sonó el teléfono de mi casa y como me tenía del brazo le dije que me suelte y que se vaya de la casa. Me quitó el celular y me dijo que conteste, que si decía algo le iba a matar a mi hija, “ahorita mismo le ahorco”. Yo subí corriendo a contestar el teléfono, era mi mami y me dijo qué estás haciendo y le dije nada. Me preguntó qué me pasaba y le dije nada, y colgué. Bajé y la luz seguía prendida, pero pensé que él se había ido, pero él seguía ahí”.
Camila relata que el guardia la insultó y le lanzó las llaves y su celular para que saliera por el dinero. Se fue con su hija pequeña rumbo a la ciudad. En el norte llamó a su amigo Alejandro, quien la acompañó a los cajeros. Cerca de las 23:00, la joven dijo que pidió a su amigo que la acompañara. Él se quedó en el auto con la bebé. Al regresar a la casa, el guardia continuaba allí. Le entregó el dinero que había sacado de los cajeros y le dijo: “¿qué es esto?, no es lo que te pedí”. La joven aseguró que el hombre la amenazó con un arma para que lo sacara del conjunto. “Me dijo también que mi mamá estaba amarrada, me dio las llaves del carro de ella, yo me subí al asiento del conductor y él se subió al asiento de atrás del lado derecho (detrás del copiloto)”.
Foto referencial
El abogado sostiene que Camila y su hija de 1 año fueron amenazadas de muerte por el guardia hoy sentenciado. Él pidió supuestamente USD 5.000 a la joven.
En la versión de la joven consta que el hombre le pidió que lo dejara en una parada de buses y le aseguró que llamaría a pedir dinero para devolver a su mamá. Ella regresó en un taxi a su casa. Para su abogado, los videos de las cámaras de seguridad confirman su versión. “¿Usted cree que por 300 dólares va a matar a su madre?”, pregunta el jurista. “Una madre que se ha preocupado por ella, con la que no ha tenido conflictos”. El abogado Barragán dice que Camila cometió una imprudencia: no avisar a las autoridades. “Ella tenía miedo. (El guardia) iba a pedir un rescate y (Camila) prefirió no decir nada para precautelar la integridad de su madre”. “¿Cuál puede ser el móvil? Por plata tenía a la mamá viva. ¿Cómo un guardia de seguridad se relaciona con una muchacha? No ha habido reuniones, llamadas (entre los dos). Y, ¿cuál era el fin, el beneficio?”, planteó el jurista.
Ahora, la defensa de Camila espera la sentencia escrita para analizar los siguientes pasos. Hoy el caso está en primera instancia. La joven y el guardia recibieron la pena más alta por un agravante: la participación de dos o más personas en el delito.
Aunque la Fiscalía no lleva registros específicos sobre delitos de hijos contra sus padres, la prensa ha registrado algunos casos en los últimos años:
● En 2015, el Ministerio del Interior informaba de la detención de un joven de 22 años que había confesado haber asesinado a su abuelo tras golpearlo con una madera. El cuerpo sin vida de Julián Gabriel B.G, de 71 años, fue encontrado en su domicilio, en el sector de Monjas 2, en el sur de Quito. El occiso presentaba heridas defensivas en sus manos y su cráneo totalmente fracturado.
● El 27 de junio de 2016, diario El Comercio reportaba la muerte de un hombre de 57 años en el barrio El Inca, en el norte de Quito. Según las primeras investigaciones, su hijo de 16 años habría incrustado un puñal en el pecho de su padre para defender a su madre, quien estaba siendo agredida. Según el abogado del menor, el padre llegó en estado etílico y atacó a su madre. Dijo que el menor tomó el cuchillo para defenderse.
● El 27 de junio de 2016, diario El Universo informaba sobre el hallazgo de un hombre de 60 años sin vida en la sala de su casa en la ciudadela Puerto Azul, ubicada en la vía a la costa, en Guayaquil. Según las primeras versiones, sus propios hijos lo habrían matado por apropiarse, supuestamente, de sus bienes.
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