lunes, 31 de julio de 2017

  
Venezolanos: el escape del infierno
Miles de venezolanos entraron las últimas horas al Ecuador por Rumichaca y otras rutas. El éxodo creo aglomeraciones en los puestos migratorios fronterizos y hasta versiones de que el gobierno del Ecuador estaba deteniendo masiva e ilegalmente el ingreso de ciudadanos colombianos. Esto resultó un dato errado. Alexandra Benalcázar, periodista en libre ejercicio, relata para Plan V la crónica de las horas más dramáticas de esta crisis migratoria y testimonia la frustración de quienes emigran, pero también su esperanza de mejores días para sus familias, aunque sea lejos del país que aman.
30 de julio del 2017
ALEXANDRA BENALCÁZAR, ESPECIAL PARA PLAN V
Son las nueve de la mañana del viernes 28 de julio en Tulcán, capital de la provincia de Carchi, en el norte de Ecuador. El viento frío y los nueve grados centígrados dejan saber que, quien pase por ahí, necesitará de la calidez de la que presumimos en el país que ama la vida. En la terminal terrestre, los buses a Quito y Guayaquil salen con ocupación total de asientos y las cabinas de equipaje llenas. Se puede reconocer acentos ecuatorianos, colombianos y venezolanos: es un barullo intercultural que sugiere una composición musical. Se puede entender rápidamente de donde viene la mayoría de viajeros.
A ocho y medio kilómetros de ahí, está Rumichaca, la unidad de control con mayor flujo migratorio de las cuatro existentes en Frontera Norte del lado ecuatoriano. Las otras tres se encuentran en Tufiño, provincia de Carchi; San Miguel y Puerto El Carmen en la provincia amazónica de Sucumbíos. En temporada media, como la actual, el flujo regular en Rumichaca puede ser de 1500 personas al día entre nacionales y extranjeros: familias y jóvenes viajeros que aprovechan las vacaciones del verano andino para ir de paseo a Colombia, viajeros colombianos que tuvieron hace pocos días un feriado y aprovecharon para visitar Ecuador, mochileros y turistas de toda nacionalidad que están viajando por Sudamérica, comerciantes que van y vienen.  

El puente internacional de Rumichaca, principal puerta de acceso de los venezolanos que huyen de su país.
Un día antes de ese viernes circularon informaciones que daban cuenta de una presunta detención en la frontera de 800 ciudadanos venezolanos, quienes sin haber sido expulsados masivamente estaban siendo excluidos masivamente. Esta información afirmaba que sin procedimientos, sin revisar papeles, sin debido proceso, se estaba bloqueando la entrada de estas personas. Circuló por Facebook, una red social donde la comunidad venezolana residente en Ecuador (y sus familiares y amigos residentes en Venezuela) tienen 154.120 miembros.

Primer comunicado del colectivo Utopia (sic) el cual denunció que el estado ecuatoriano estaba impidiendo el ingreso de venezolanos al Ecuador.  Ver aquí

Segundo comunicado Ver aquí
Esta información corrió como pólvora entre quienes hacían fila en el punto de control migratorio, como si el cansancio tras dos días de viaje y la incertidumbre sobre el proceso de ingreso no fueran ingredientes suficientes para la zozobra. Hacia las 19h00 del mismo jueves, el Ministerio del Interior (autoridad nacional de control migratorio) publicó en su cuenta oficial de la red social Twitter, un comunicado oficial.
En Rumichaca, como en Tulcán el ambiente es gélido, pero además es tenso y expectante. La fila de viajeros que esperan llegar a una de las catorce ventanillas de la unidad de control migratorio para recibir el sello de ingreso al Ecuador, es de alrededor trescientas personas (para el medio día las personas de esta fila ya había sido atendidas). En diferentes puntos, puede verse vendedores de agua, guanábana, chips de telefonía celular, cobijas, bufandas y guantes de lana. Funcionarias del Ministerio de Salud Pública dando instrucciones para lavarse las manos y usar agua de forma segura. Personal de organizaciones de protección de derechos de personas migrantes y refugiadas, monitoreando in situ la situación tras el rumor de las personas retenidas el día anterior, ofreciendo información sobre sus derechos o evaluando la necesidad de ofrecer asistencia legal a viajeros que requieran solicitar refugio. El despliegue de fuerzas de seguridad no es significativo: seis agentes de Policía Nacional, un  policía municipal, cuatro personas de seguridad aduanera en su puesto de control.

Grandes columnas de personas se formaron para acceder a los filtros migratorios desde Colombia al Ecuador. 

Personal de salud y de apoyo a los migrantes ayudaron a atender a las miles de personas que cruzaron la frontera.

Cargados de maletas, que son sus únicas pertenencias, los migrantes venezolanos esparan a ser atendidos en Migración.

Personal de Migración y de la Policía trataron de organizar en algo las aglomeraciones.

Un funcionario de Migración registra las aglomeraciones para demostrar que no se estaba impidendo el paso.
Anaité Vargas y Piero Chiara, del Servicio Jesuita a Refugiados, tienen un movimiento preciso como veloz. Recogen testimonios de ciudadanos venezolanos que ya recibieron el sello de ingreso al Ecuador, comparten informaciones con colegas y periodistas, envían breves mensajes reportando el monitoreo de la situación a colegas de otras organizaciones en Quito. Son dos, pero trabajan como si fueran diez. “Es evidente que el flujo de ciudadanos venezolanos en las últimas setenta y dos horas ha desbordado la capacidad de la unidad de control migratorio ecuatoriana para registrar su ingreso. La atención mejoró desde hoy que ampliaron el número de ventanillas operativas”, afirma Vargas. “Sabemos que han llegado en transporte terrestre internacional, en diferentes horarios, casi 1200 venezolanos cada día, es un cálculo aproximado mientras esperamos cifras oficiales de las autoridades nacionales. Antiayer en la noche (miércoles 26) hubo una aglomeración significativa entre personas que hacían fila para recibir el sello de ingreso y personas que esperaban que amaneciera para tomar el autobús de trasbordo a Perú o Chile. Esto es ciertamente preocupante, por las noches, la temperatura puede bajar hasta tres grados centígrados, y estas personas están esperando su trasbordo o en la fila de migración a la intemperie”.
En estos días llegan familias enteras, con testimonios preocupantes de escases de alimentos, acceso a atención médica y medicinas, o con necesidad de salir del país por temor a la violencia.
El Servicio Jesuita a Refugiados tiene una dilatada experiencia de trabajo en Ecuador, que data del año 2000 y subsiguientes durante la emergencia humanitaria en Frontera Norte, consecuencia de la implementación del Plan Colombia. A criterio de Vargas, este flujo significativo de ciudadanos venezolanos ya no puede explicarse solamente desde la migración por motivos económicos, de personas que llegan por goteo en búsqueda de un trabajo en un país de economía dolarizada como el Ecuador para enviar remesas a sus familiares. En estos días llegan familias enteras, con testimonios preocupantes de escases de alimentos, acceso a atención médica y medicinas, o con necesidad de salir del país por temor a la violencia.
En la fila continúa una mezcla de sensaciones. Viajeros europeos y estadounidenses viven esta espera de tres horas con desconcierto, cansancio y molestia. Viajan como mochileros unos. Otros, con bicicletas, comentan que están haciendo una ruta desde Alaska. No se explican cómo han tenido que esperar tanto tiempo para sellar su ingreso.
Viajeros venezolanos viven esta espera con expectación y esperanza. Algunos llevan entre dos y cuatro días de viaje. No les alarma una espera de tres horas en la fila aunque el frío sea mordaz, pues en la frontera colombo venezolana, habían esperado hasta seis horas para pasar. Unos sellaran un ingreso para quedarse en Ecuador y otra gran mayoría pedirán sellar su ingreso en condición de tránsito para ir a Perú, Chile y Argentina.

Una viajera estadounidense, que hacía un recorrido por América Latina en su bicleta, se mostró inquieta por el inusitado número de personas y la demora en los trámites.

Migración ecuatoriana debió ampliar el servicio a varias ventanillas adicionales. 
Viajeros ecuatorianos viven esta espera con impaciencia y una íntima complicidad. Ellos pueden sellar su ingreso en una fila exclusiva para nacionales, han tenido que esperar menos que los demás. Ellos miran ocasionalmente la larga fila de extranjeros con empatía. Saben que vieron esta misma escena en el año 2000 cuando los aeropuertos de Guayaquil y Quito estaban abarrotados de viajeros y sus familias que despedían con rumbo a España e Italia. Saben de las peligrosas travesías que hicieron los ecuatorianos por mar para llegar a Centroamérica con destino a Estado Unidos víctimas de la extorsión de coyoteros. Saben que Chunchi es una población de la sierra centro ecuatoriana donde decenas de niños se suicidaron por la depresión tras la ruptura familiar de la migración.
Magdalena Chávez es ambateña residente en Quito, y viaja de regreso a Ecuador con dos amigas, uno de sus maridos, dos niños y tres niñas. Aprovechando las vacaciones y como premio para los chicos por haber pasado de año con buenas calificaciones, este grupo viajó de paseo a Colombia. Es el primer viaje fuera del país de los niños. “Esta cola ha sido larga para los venezolanos, se ven cansados, se ven que vienen en familia, se nota que se cuidan entre ellos. Yo no sé si están tristes por dejar su terruño o porque no saben cuándo podrán volver. Yo deseo que a donde vayan puedan encontrar un buen futuro”, dice Magdalena mientras una de las niñas, su sobrina (aparenta diez u once años) interrumpe: “Yo vi un video en mi escuela en este año escolar que ya pasé, que se parecía a esta fila de muchas personas con hijos y maletotas: era de la guerra en Siria, y las familias tenía en pasar a Turquía y luego pasar por más países o por el mar Mediterráneo para llegar a un lugar seguro”. El grupo se despide y apresura el paso para tomar un bus que les llevará a la terminal terrestre de Tulcán. Puedo escuchar a Magdalena aconsejar a una mujer de edad mediana con dos niños (y acento que parece una composición musical): para el frío es bueno chupar pedazos de panela.  
Sus rostros ya no son de preocupación sino de alivio. Algunos se abrazan con sus familiares, otros con viajeros que conocieron en el trayecto. Cantan el himno nacional venezolano...
La larga fila se va acortando para encontrar cada vez mayor número de personas venezolanas que ya tienen sus pasaportes con el sello de ingreso. Sus rostros ya no son de preocupación sino de alivio. Algunos se abrazan con sus familiares, otros con viajeros que conocieron en el trayecto. Cantan el himno nacional venezolano, sacan su bandera nacional. Hay un grupo muy alegre de catorce personas que entona el Romance en la lejanía del mítico Simón Díaz: “te traigo esta melodía en un lirio sabanero, va repleta de esperanza como boga y canoero”.
El siguiente paso es organizar el viaje hacia sus destinos finales, en Ecuador u otros países de la región. Algunos se encuentran inquietos por su experiencia en la ventanilla del punto de control migratorio. Comparan el número de días que han marcado en sus pasaportes. Unos tienen diez días, otros treinta. Se preguntan si el número de días tiene relación con el monto de dinero de viaje que dijeron tener al agente de migración en la ventanilla donde fueron atendidos. Quienes están en tránsito hacia otro país no se muestran mayormente preocupados; sin embargo, familias que tienen previsto quedarse en el Ecuador temen que a menor número de días en su pasaporte, menos tiempo tendrán para aplicar a una visa Mercosur o visa Unasur, que les permitiría trabajar a los padres o inscribir en las escuelas públicas a sus hijos. El ambiente de celebración queda enrarecido por la falta de información.
En la zona de aparcamiento de autobuses están unidades de las compañías de transporte internacional Panamericana, Ormeño, Omega, Rutas de América. Esperan a pasajeros que hacen trasbordo a Huaquillas en la Frontera Sur de Ecuador y Perú, y otras con destino final a Chile pasando Lima en Perú. Carlos Reyes, peruano y conductor para la compañía Ormeño, prepara su equipaje y alista su unidad para su siguiente viaje. Saldrá desde Rumichaca a Lima con 54 pasajeros de los cuales 40 son venezolanos. “Hace quince días conduje una unidad desde Cúcuta en Colombia hasta aquí en el lado ecuatoriano de Rumichaca. Pasajeros venezolanos me contaron que querían salir de allá antes de las elecciones para la Constituyente, por temor a que después de esa elección se instale la nueva asamblea y prohíba la salida del país. Otros pasajeros me dijeron que salían por la carestía, porque la plata no alcanza para nada. En ese viaje estaba un profesor que me dijo tener un salario de 23 dólares y un policía que ganaba 50 dólares”.
Muchos venezolanos solo han pedido una visa de tránsito, para en buses internacionales pasar a Perú y Chile, donde creen que les irá mejor.

Un bus del Perú y su conductor espera a los viajeros que irán hasta Lima.
Son las tres de la tarde del viernes 28 de julio en Rumichaca, en la Frontera Norte de Ecuador. El viento frío ha dado tregua, y tímidos rayos de sol calientan el ambiente. En un viaje de quince minutos en taxi, llegaré hasta la terminal terrestre de Tulcán. Ahí los buses con destino a Guayaquil y Quito salen con ocupación total de asientos y las cabinas de equipaje a tope. Mi destino es Quito. Compartiré viaje con pasajeros de diferentes nacionalidades, para llegar a la estación de buses interprovinciales de Carcelén, al norte de Quito. Cuando sean las nueve de la noche, tomaré en esa estación un bus que hace conexión con el servicio articulado de transporte urbano Metrobus. Mientras abordo, reconozco a personas que ví en la fila en Rumichaca esperando por su sello de ingreso al Ecuador.
Entre las 04h00 y 08h00 del sábado 29 de julio llegaron cinco buses de transporte internacional con un aproximado de 400 nuevos pasajeros venezolanos a Rumichaca.
Durante nueve paradas hasta mi destino final, recordaré a la periodista Sandra Ochoa (+) que nos relató en primera persona la travesía de los ecuatorianos que migraban a Centroamérica para llegar a Estados Unidos; a mi tía migrante que lleva quince años en España y a la sobrina de Magdalena Chávez, que aprendió en la escuela los largos viajes que tienen que hacer las familias que huyen de una guerra al otro lado del mundo.
Entre las 04h00 y 08h00 del sábado 29 de julio llegaron cinco buses de transporte internacional con un aproximado de 400 nuevos pasajeros venezolanos a Rumichaca. Del lado colombiano, la fila fue larga porque el sistema en el punto de control migratorio se cayó por unas horas. En Ecuador, la fila fluyo con normalidad. El Ministerio Salud Pública, colocó una unidad móvil de atención médica.
El gobierno de Ecuador no ha anunciado plan humanitario alguno para atender a los ciudadanos venezolanos durante su estancia en Frontera Norte. El gobierno de Colombia puso en marcha un plan de asistencia humanitaria en su frontera con Venezuela, a la vez que creó un Permiso Especial de Permanencia como medida de flexibilización migratoria para promover la regularidad, el cual debe ser entendido —por el ciudadano extranjero— como un voto de confianza de Colombia, según dijo a la revista Semana del director de Migración de ese país, Christian Krüger. El Gobierno de Perú creó un Permiso Temporal de Permanencia en enero de este año, el cual ha sido ampliado en estos días, con el fin de que los ciudadanos venezolanos residentes en Perú estén habilitados para realizar actividades remuneradas, según fuentes de la Superintendencia Nacional de Migraciones de Perú.
  TESTIMONIOS  
"Nos han expulsado para buscarnos un futuro"
Jose Daniel, expolicía venezolano de 26 años
"Soy padre de un niño de un año que no me acompaña en este viaje pero deseo muy pronto tenerlo conmigo. En Venezuela vivía en Barcelona, en el Estado de Anzoátegui. Hice un viaje de treinta horas desde Barcelona hasta la frontera de Venezuela y Colombia en un expreso con capacidad para 40 personas. Todas queríamos salir del país. En el punto de control migratorio sellé mi pasaporte para entrar a Colombia, había filas largas, tuve que esperar siete horas. En Cúcuta, Colombia, tomé un bus de la compañía de Omega, que me llevó en un viaje de dos días a Rumichaca, en la frontera de Colombia y Ecuador. En migración del lado colombiano esperé una hora para sellar la salida. En migración del lado ecuatoriano hice una fila de tres horas para tener el sello de ingreso en mi pasaporte. Desde Rumichaca, hice un viaje a la terminal de transporte terrestre nacional más cercana (Tulcán) para tomar un bus que me traiga a Guayaquil, donde me encuentro desde la madrugada de hoy sábado 29 de julio. Al medio día saldré a buscar trabajo. En Venezuela yo era policía nacional. Sufrí un accidente por el que tuve dos años de reposo con lo cual me suspendieron el sueldo. Estuve tratando de ganarme la vida como barbero pero la plata no alcanza. El gobierno de mi país gerencia mal, eso no es un secreto para nadie. Nos ha expulsado para buscarnos un futuro. No voy a hablar mal de mi país porque para mí es lo mejor.
"Viví el éxodo de colombianos que huían de la guerra"
Nelly Reina, funcionaria del Ministerio del Interior. Responsable de Unidades de Control Migratorio en la Provincia de Carchi.
"Nací y vivo aquí en la provincia del Carchi. He tenido estas responsabilidades durante tres años, luego, trabajé un año en Quito y desde hace una semana pedí volver a este cargo en mi ciudad. Viví el éxodo masivo de ciudadanos colombianos que llegaron a Ecuador huyendo de la guerra y la violencia en la época del Plan Colombia (2000-2004). Entiendo que este flujo de ciudadanos venezolanos es por motivos económicos, porque buscan medios de subsistencia. Son personas con una profesión, llegan desde diferentes ciudades de Venezuela. Nuestro trabajo es registrar la entrada y salida de nacionales y extranjeros. En esta época del año registramos normalmente 1500 ingresos y salidas de Ecuador al día. Desde hace tres semanas hemos evidenciado un nuevo fenómeno migratorio en ingresos. Es un incremento constante y progresivo. No puedo afirmar las cifras oficiales porque ese dato debes obtenerlo directamente en el Departamento de Estadística del Ministerio del Interior en Quito, pero, en los últimos tres días hemos registrado aproximadamente 2700 ingresos y salidas al día, de los cuales alrededor de 1800 son ingresos diarios. Posiblemente ocho de cada diez ingresos sean venezolanos, las cifras oficiales se confirmarán por la autoridad nacional pertinente. Para sellar el ingreso al Ecuador, los extranjeros deben portar su pasaporte o documento de identidad. En ventanilla son atendidos por un agente de migración que digita en el sistema información referida a motivo del viaje, número de días de permanencia en Ecuador, dirección a la que llega en caso de visita de turismo (hotel, familia o amigos), destino final en caso de visita de tránsito y cantidad de dinero con la que cuenta el viajero para su estancia en el país (se consulta la cantidad no se debe mostrar el dinero). El agente de migración registra en el sistema estas informaciones. En ningún caso decide el número de días que un turista o una persona en tránsito puede quedarse en el país, pero si puede evaluar si la cantidad de dinero de viaje es suficiente para cubrir las necesidades durante el tiempo de permanencia en Ecuador.
"Es fundamental un enfoque de derechos hunanos".
Xavier Gudiño-Valdiviezo, coordinador regional de Servicios Legales en Asylum Access America Latina
"Nos encontramos en Rumichaca para brindar asesoría legal y prestar servicios legales a las personas que lo requieran. Estamos evaluando si existen ciudadanos con necesidad de protección internacional, que requieran orientaciones sobre cómo acceder al procedimiento de determinación de condición de refugiados en la Dirección de Protección Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores y eventualmente canalizar estos casos ante las autoridades competentes. Me parece que podemos contar con algunos casos pero debemos profundizar —con una entrevista más a fondo, en un ambiente de confidencialidad— para determinar si son personas con necesidad de protección internacional. De momento la información que tenemos es parcial. Sin embargo, quiero contarte que por la propia situación en el hermano país de Venezuela, a los ciudadanos que viajan desde ese país se les debe garantizar acceso a los sistemas de protección de cada país y el acceso a sus territorios. Es de importancia medular que los países receptores de población venezolana se acojan no solamente a la Convención de Ginebra de 1951, que toma en cuenta las condiciones subjetivas del solicitante de refugio, sino además y sobre todo, a la Declaración de Cartagena que toma en cuenta las condiciones objetivas del país de origen, donde la vida, integridad o seguridad de las personas están amenazadas por violencia generalizada, agresión extranjera, conflictos internos, violación masiva de derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público. Debe analizarse las circunstancias específicas en el país de origen que han provocado el éxodo.

La primera semana de julio participamos en la audiencia especial en Lima, Perú de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la situación de los ciudadanos venezolanos en la región. Con el apoyo de varias organizaciones de la región preparamos los argumentos y documentos que nos permitieran explicar que el contexto situacional de Venezuela provoca la salida de sus ciudadanos a los países vecinos. Explicamos los flujos y las cifras para que los Estados receptores de ciudadanos venezolanos tomen en cuenta que deben mejorar o cambiar su respuesta a flujos migratorios (la cual suele ser): detención, cierre de fronteras, discriminación. También destacamos el rol de aquellos países que han tomado medidas específicas como México (reconocimiento de refugiado a venezolanos), Perú (decreto presidencial de regularización migratoria), y Ecuador (visa UNASUR a pesar del alto costo), Colombia (sentencia de la Corte Constitucional sobre protección de mujeres venezolanas en frontera con perfil de riesgo de violencia o trata de personas). Pedimos a la CIDH, a las relatorías y a los estados esfuerzos para el diálogo y articulación regional. Es fundamental que en un enfoque de derechos humanos los países puedan, además de dar respuestas puntuales y reactivas, ofrecer un marco de protección a personas en contexto de movilidad humana para el caso Venezuela y casos futuros en cualquier país.

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