viernes, 14 de julio de 2017

Glas es un hombre atrapado y sin salida

  en La Info  por 
La bancada oficialista en la Asamblea Nacional está como carne sobre la parrilla. Terriblemente incómoda. Visiblemente disgregada. Consciente de que ahí se juega, en estas horas, un capítulo excepcional del postcorreísmo: la protección a Jorge Glas. O la posibilidad de que vaya a un juicio político que lo pone al borde de la destitución.
Glas fue convertido en piedra de toque por Rafael Correa y sus seguidores. Defenderlo a ojo cerrado es para ellos muestra de lealtad al líder y de fidelidad a su mal llamada Revolución Ciudadana. Paradójicamente con Lenín Moreno ocurre exactamente lo contrario: Glas se convirtió en divisor de aguas. Su presencia en el gobierno lo afecta y apartarlo se volvió, políticamente, una necesidad apremiante. Moreno no ha dado pasos decisivos en esa dirección, pero tampoco ha salido en su defensa. Y por su puesto sus operadores en la Asamblea no están sumando votos para evitar el juicio político que le plantea la oposición y cuyo interpelante es Roberto Gómez de CREO.
Hasta ahora Glas ha sido protegido por los asambleístas de la 35. Ya votaron para que no comparezca. La Comisión de Fiscalización le tendió alfombra roja para que, en vez de ser obligado a dar explicaciones, concurriera en calidad de invitado y se hiciera un monumento en una suerte de show-sabatino. Y ahora, cuando hay un pedido de la oposición con 60 firmas para llamarlo a juicio político, el oficialismo juega a ganar tiempo para seguirlo protegiendo: en el Consejo de Administración Legislativa (CAL), cinco miembros de Alianza País, de los siete que lo componen, interpretaron a favor de Glas la ley y no dieron paso al pedido de juicio político. Otorgaron tres días más a sus interpelantes para supuestamente completar los requisitos exigidos. En realidad, multiplicaron los formalismos para estirar los tiempos; una prueba fehaciente de que Glas ha perdido terreno entre los asambleístas de su propia bancada que no saben qué hacer con la papa caliente que tienen en sus manos. Es obvio que están divididos como lo muestra la posición de Jorge Yunda, entre las presiones de Correa y Glas –que transmiten voces como la de Marcela Aguiñaga– y el nuevo momento político que expresa Moreno, cuya popularidad –alrededor del 70%– es un sensor de altísima sensibilidad para cualquier político.
El caso de Glas no solo mide la lealtad hacia Correa. Se convierte en una antena a tierra para los asambleístas de la 35 impelidos hoy a tener en cuenta los nuevos factores del momento político: una opinión que clama y pide responsables de la corrupción. La defensa impresentable que ha hecho de su caso Jorge Glas. El peso específico que representa tener un tío preso por haber recibido $13 millones en coimas; y haberlas recibido por su relación con “un alto funcionario” del gobierno anterior que no puede ser otro que Glas. El costo político que significa protegerlo y, a través suyo proteger políticamente a aquellos que hicieron negocios non-sanctos en el gobierno de Correa.
El escenario, como se ve, se ha tornado disuasivo para muchos asambleístas de la 35 que, más que disciplina partidista, obedecen, como piensa Luis Fernando Torres, a sus realidades locales. Y esas realidades las tienen que administrar con el gobierno de Moreno; ya no con Correa. Todos saben –también los defensores de Glas– que el tiempo, por más que enreden el juicio político, juega contra ellos. El Vicepresidente es un hombre atrapado y sin salida. Y su caso puede demorarse en reventar, pero lo hará en cualquier momento. Basta con que hable su tío, el Fiscal reciba nuevos documentos o los jueces metan mano en el caso Caminosca. Glas puede subirse a la tarima con Correa o hacer almuerzos populares. Su realidad no cambia: ante sí tiene dos abismos y le será imposible evitarlos: uno político, otro penal.
Por supuesto hay mecanismos, todos controlados por el aparato que montó Rafael Correa, que pueden sacar a Glas provisionalmente del atolladero político: si el CAL da paso a la demanda de juicio, ese expediente irá a la Corte Constitucional y de allí –si la Corte califica la admisibilidad de la demanda– a la Comisión de Fiscalización que, con María José Carrión a la cabeza– ya mostró lo que es capaz de hacer…
Glas, ya se dijo, es el gran divisor de aguas. Los electores están invitados a ver de qué lado se ponen estos días sus asambleístas. Y Moreno podrá de nuevo evaluar cómo va su mano a mano con Rafael Correa. Porque si se cae Glas, la estantería que se derrumba estropeará sin duda al nuevo habitante de Bruselas.

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