¿Por qué Lima y las ciudades de la costa de Perú son tan vulnerables a las lluvias de El Niño costero?
- 26 marzo 2017
Mientras limpiaban el lodo de la última avalancha los vecinos de Trujillo descubrieron huesos y cráneos en sus calles.
En esa localidad del desértico norte peruano, el deslave atravesó un cementerio y regó por la ciudad los restos de las tumbas.
El fenómeno conocido como Niño Costero ha convertido los angostos ríos de la larga y árida costa del país en torrentes de barro que arrastran lo que uno pueda imaginarse y también lo que no.
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Animales, trozos de paredes, juguetes, ropa y automóviles son los escombros de las vidas de los 84 fallecidos y más de 100.000 damnificados que han dejado las lluvias hasta el momento.
Las inundaciones incluso llegaron a pocos metros del Palacio de Gobierno, en Lima.
Aunque la capital peruana no ha resultado tan golpeada como las regiones del norte, refleja mejor que cualquiera las causas de la devastación en el país.
¿Por qué las mismas lluvias afectan más a Perú que al vecino Ecuador?
Agua en el desierto
Después de El Cairo, en Egipto, Lima -con sus 10 millones de habitantes- es la segunda ciudad más grande del mundo sobre un desierto.
Algunos consideran que Karachi también debería estar en el listado, pero en la ciudad paquistaní la cantidad de lluvia al año suele ser 30 veces mayor que en la capital peruana.
Al menos cuando no hay el fenómeno de El Niño.
"Como la costa de Perú es árida, los cauces de los ríos que normalmente están secos acumulan mucho material, como piedras o hasta basura, y cuando llueve eso genera deslaves", asegura a BBC Mundo Patricio Valderrama, asesor científico del Ministerio de Defensa peruano.
"El suelo desértico absorbe el agua pero no puede acumular demasiado. Cuando hay una pendiente, todo se desliza", agrega Valderrama, que es doctor en desastres naturales de la universidad francesa Blaise Pascal.
Y la falta de vegetación en la costa peruana incrementa el riesgo.
En otras ciudades latinoamericanas las montañas están cubiertas de árboles o pastos que fijan el suelo con sus raíces y evitan que se desplace.
Lo que aparenta ser un simple detalle paisajístico es determinante para las avalanchas en Perú.
Sin embargo, el clima desértico no es la única causa del impacto de El Niño costero.
Zona de riesgo
La imagen de Evangelina Chamorro emergiendo del barro fue para muchos un poderoso símbolo de esperanza, pero su tragedia refleja también una de las razones por las cuales los deslaves son tan destructivos.
"En Perú cada día hay más gente viviendo en zonas de riesgo como cauces de río o quebradas", afirma a BBC Mundo el sociólogo urbano Julio Calderón Cockburn.
A 40 kilómetros al sur de Lima, la misma Evangelina tenía un pequeño corral sobre el lecho de un río que se mantuvo seco por años.
Cuando escuchó el estruendo del agua, ya no tuvo tiempo de escapar. Una avalancha de lodo la arrastró a ella y a sus animales por más de dos kilómetros.
"El crecimiento económico del país no ha aumentado las opciones formales y baratas para tener una casa", dice Calderón Cockburn, que es también profesor del Instituto Lincoln de Políticas de Tierra de Estados Unidos.
"En Perú se ha eliminado la política de vivienda y el estado es tolerante con las invasiones y asentamientos ilegales", agrega.
En la prensa peruana, por ejemplo, son comunes las denuncias sobre mafias que trafican terrenos, muchas veces en zonas peligrosas y con la complicidad de las autoridades locales.
Miles de casas destruidas o incluso el cementerio afectado en Trujillo, estaban en áreas en donde discurría un antiguo río que podía activarse en cualquier momento.
Y ese momento llegó.
El caso ecuatoriano
"Miren cómo está impactando en Perú el mismo invierno que sufrimos nosotros y acá no es cuestión de suerte o azar sino de planificación", señaló el presidente ecuatoriano Rafael Correa.
Su país construyó defensas ribereñas y canales aledaños a los ríos de más caudal, lo cual evitó que Ecuador repitiera las escenas que se ven al otro lado de la frontera.
Y Correa incluso le ofreció asistencia humanitaria al mandatario peruano Pedro Pablo Kuczynski, quien sin embargo cree que hay otros factores que explican lo diferente de la situación.
"Ecuador es un país en donde llueve todo el año y en la costa del Perú llueve cada 20 años. La circunstancia es completamente distinta", le dijo Kuczynski a BBC Mundo.
"Me parece muy bien lo que Ecuador ha hecho en infraestructura en general, pero aquí tenemos una situación completamente distinta. Nuestra costa es distinta", destacó.
"El riesgo de las lluvias para Ecuador era el mismo que para el Perú", le dijo sin embargo a BBC Mundo Mariana Alegre, coordinadora del observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos.
"Pero nuestras ciudades son más vulnerables", explicó.
De hecho, según el medio digital Ojo Público, que tomó información del Ministerio de Economía y Finanzas, los gobiernos locales en Perú casi no gastaron sus presupuestos destinados a obras de prevención e incluso algunos los usaron en otros fines.
"Lo que está pasando no es culpa de los pobres sino culpa del estado. El gran problema es la ausencia de planificación urbana", afirma Alegre, máster en diseño de ciudades de la Escuela de Economía de Londres.
Ni siquiera los barrios tradicionales y consolidados de Lima ni las ciudades costeras se han mostrado preparados para lluvias intensas.
"Las calles no tienen sumideros ni drenajes, ni tampoco están levemente inclinadas para que el agua no se empoce", observa Arturo Yep, decano del Colegio de Arquitectos del Perú.
Y aunque pronto llegará el momento de empezar a señalar responsables, en medio de las inundaciones, el gobierno y la oposición están enfocados en la atención de las zonas devastadas.
Reconstrucción
"Se vienen unos días impredecibles para el país", dijo el presidente Kuczynski durante una inspección en helicóptero sobre las regiones del norte peruano.
La principal atención del gobierno está ahora en el reparto de agua y alimentos, así como la instalación de centros de refugio temporal.
La reapertura de la carretera Panamericana, que une las principales ciudades del norte del país ha sido también declarada como prioridad.
Si en algo coinciden todos los especialistas consultados es en que la destrucción de El Niño costero debe usarse como una oportunidad para ejecutar, por primera vez, políticas que eviten un nuevo desastre.
Esto no sólo debería incluir la construcción de defensas en las márgenes de los ríos y la planificación de la ciudad, sino la reubicación de barrios enteros.
El servicio de meteorología prevé que las lluvias amainen a mediados de abril. Si después de esta tormenta llegará la calma es, sin embargo, más difícil de pronosticar.
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