Publicado el 2017/03/25 por AGN
[Alberto Ordóñez Ortiz]
No hay vuelta que dar. Ni para equivocarse. Entre vueltas y vueltas, estamos en la segunda vuelta. El resultado del dos de abril, cual simbólica flecha derribará el blanco que llegado el momento representará el perdedor. Mientras tanto, las acusaciones entre los candidatos se centran en dos principales aspectos: Las de Moreno responsabilizan de manera personal y directa a Lasso como autor del Feriado Bancario y de ejercer -como si se tratase de un delito- la actividad de banquero, no sin dejar de ubicar a nuestro país entre los más desarrollados, ficción que se evapora cuando de hacer compras se trata. Las imputaciones de Lasso no son personales -he allí la abismal diferencia- acusan al “correísmo” de haber impuesto un modelo político que vía tiránica estatización ha liquidado la economía y ha rebasado las cloacas en que ocultaban las inconfesables depredaciones de los fondos públicos. ¡Sí!, los fondos de usted, los míos. Los de todos. Por su parte Lasso ha desvanecido olímpicamente la maliciosa acusación de Moreno. El informe de la Comisión de la Verdad nombrada por el propio Correa, liberándolo de toda responsabilidad en el Feriado bancario, es un triunfo, poco menos que lapidario.
La serenidad que era el luminoso distintivo de Moreno, ha trocado papeles: su lenguaje es ahora ofensivo y prepotente ¿Augurio de futuros comportamientos? ¿Será el insulto un virus contaminante? Lasso, en cambio mantiene un estilo sosegado que no deja de traslucir cierta perjudicial blandura. De allí que debería elevar el tono de su discurso para consolidar así de manera firme su candidatura.
La acusación de “banquero corrupto” es a mi modo de entender la mejor oportunidad para que Lasso incremente de manera determinante los cada vez más esquivos votos. En ese orden, basta recordar que el propio Estado y sus entidades han construido significativa parte de la obra pública con préstamos bancarios. A nivel personal, millones de ecuatorianos han adquirido sus viviendas, sus vehículos, emprendido en nuevos negocios y, obtenido un vasto etcétera de bienes y servicios, gracias a la hoy satanizada banca. Lasso debería pisar en el terreno firme y en el poder exponencial que proviene de su principal actividad: la bancaria y recordarle al País y, a “boca llena” que su actividad es la que en gran medida ha cambiado el rostro del país y el destino de amplios sectores nacionales.
Tampoco hay que olvidar que los minúsculos reyezuelos de opereta en trance de extinción, intentan con indigeribles sainetes desviar nuestra atención del insondable abismo del saqueo público. Su “excelso” mesianismo pronto quedará reducido a simple telenovela. Sin embargo -y en esto es menester enfatizar- hay quienes antes de llenar sus otrora líchigos bolsillos, adquirieron o pretendieron adquirir créditos que por ser clientes de la “central de riesgos”, les fueron negados; aunque, después, -una vez en el poder-, alguien obtuviera una jugosa indemnización de la banca corrupta y precisamente por constar en dicha central. Los mercaderes que hoy escarnecen al Templo de la Patria, deben quedar fuera. (O)
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