En guerra sucia, Fernando Alvarado es insuperable
Si Guillermo Lasso iba a presentarse en el programa Hora 25 a las 10 de la noche del domingo 26 de marzo con Andrés Carrión, algo había que hacer para neutralizar la inmensa exposición que tendría el candidato opositor en ese horario estelar. Más aún si se trataba del día en que debía haberse realizado el debate que organizó la correísta Red de Maestros y que mañosamente canceló cuando se percató de que Lasso asistiría.
Dejar a Lasso, con toda la cancha a sus anchas, no era una opción a la que la gente de Moreno estaba dispuesta permitir. La salida que la candidatura correísta sacó de la manga fue la siguiente: emitir en el mismo horario un programa dedicado enteramente para lanzar lodo en contra de Lasso en TC Televisión y Gama TV, dos canales que son dirigidos por el Gobierno a través de la Unidad de Gestión de Medios, cuya cabeza es Fernando Alvarado. El programa escogido fue uno hecho por los periodistas argentinos Víctor Hugo Morales y Cynthia García, ambos conocidos en Argentina como “ultra K”; es decir, figuras identificados como devotos del kirchnerismo.
En el programa, García reportaba desde el Ecuador sobre las investigaciones que ella ya había publicado en el también ultra K diario Página 12. Ahí, García sostuvo que Guillermo Lasso tiene treinta y tantas empresas offshore para eludir impuestos y que la compra que el candidato opositor hizo de un banco en Panamá fue fraudulenta. Acusaciones que Lasso desmintió sin inmutarse en la entrevista con Carrión.
La iniciativa tiene, sin embargo, algunos problemas insalvables. Al estar los canales incautados administrados por una institución pública, llamada Unidad de Gestión de Medios, lo que se hizo el domingo por la noche resulta ilegal. Por un lado está el artículo 203 del llamado Código de la Democracia que prohíbe usar “instituciones del Estado en todos los niveles de gobierno” y, por otro, está el Código Integral Penal que establece que hay peculado cuando un empleado público utiliza un bien o fondos del Estado para fines ajenos a los que la ley le autoriza. “Las o los servidores públicos y las personas que actúen en virtud de una potestad estatal en alguna de las instituciones del Estado, determinadas en la Constitución de la República, en beneficio propio o de terceros; abusen, se apropien, distraigan o dispongan arbitrariamente de bienes muebles o inmuebles, dineros públicos o privados, efectos que los representen, piezas, títulos o documentos que estén en su poder en virtud o razón de su cargo, serán sancionados con pena privativa de libertad de diez a trece años”, dice el Código Integral Penal sobre el peculado. Ese delito además no prescribe.
En otras palabras, lo que ocurrió el domingo debería ser perseguido de oficio no solo por el Consejo Nacional Electoral, que es el organismo que regula y controla la actividad proselitista, sino por la Fiscalía, ya que está de por medio un posible peculado.
¿Entonces quien debería ser procesado para determinar si hubo un delito electoral y peculado? ¿Quién debería pagar por lo hecho el domingo a partir de las 10 de la noche? Sin duda Fernando Alvarado, actual ministro de Turismo. Alvarado es, como delegado del Presidente de la República, responsable de todo lo que la Unidad de Gestión de Medios haga o deje de hacer ya que es, a su vez, el organismo que administra y decide sobre todo lo que ocurre en los medios públicos incluidos a TC Televisión y Gama TV. En otras palabras, Alvarado es el responsable de lo que se haga en esos canales e incluso en otros medios llamados públicos como diario El Telégrafo, que también ha sido utilizado de forma burda y grosera como plataforma proselitista a favor de Lenín Moreno. No hay que olvidar que El Telégrafo se ha convertido, con publicaciones diarias y en casi todas las secciones, en un auténtico folleto de proselitismo que trabaja para la candidatura de Lenín Moreno.
La Unidad de Gestión medios fue creada mediante un decreto ejecutivo el 8 de junio del 2015 y se encarga, entre otras cosas, de administrar los medios de comunicación incautados a los Isaías. Fue constituida exactamente un mes antes de que se cumplan siete años de la incautación de los bienes relacionados con el Filanbanco. Según una investigación de Fundamedios, la Unidad de Gestión de Medios, o Ugede, funciona en el tercer piso de Gama TV donde se sabe que Alvarado se reúne parea decidir la política editorial de los medios llamados públicos. Tampoco asignación de recursos en el Presupuesto General del Estado. No tiene funcionarios ni ha celebrado contratos públicos. Pero contra toda evidencia sí existe: es la Unidad de Gestión de Medios, que se encarga de manejar los paquetes accionarios de los medios incautados, una entidad pública que trabaja en las sombras, dice la investigación.
Al ser una entidad de derecho público, la Unidad de Gestión de Medios deberá someterse a todas las normas relativas a la administración pública, entre ellas el posible cometimiento de peculado por parte de Fernando Alvarado, representante del Presidente. Alvarado es, pues, el responsable directo por todo lo que ahí ocurra.
Las implicaciones legales no son el único problema que tiene el programa transmitido por los dos canales incautados y que luego tuvo réplicas en otros medios administrados por el Gobierno como El Telégrafo. A más de haber sido una evidente violación de la ley electoral y de incurrir en un delito tipificado por el Código Integral Penal, lo que se hizo en los canales incautados fue impresentable desde otras perspectivas. Se trató de una maniobra tramposa y abusiva que pretendía perjudicar a Lasso y remediar el papelón de Moreno en el episodio del debate cancelado por la Red de Maestros. Ahí, había quedado muy mal por haber sido una evidente maniobra para perjudica a Lasso.
El programa, además, fue un ataque a Lasso en el que no hubo pudor ni recato. No solo fue el formato sensacionalista y sin contrastes lo que le quitaba credibilidad, sino también las credenciales éticas de su realizadora. Cynthia García es conocida en Argentina por ser una militante apasionada de la ex presidenta Cristina Kirschner, a tal punto que se hizo conocer en su país cuando el día de la virgen publicó una foto en su cuenta de Twitter donde aparecía vistiendo una camiseta con un estampado donde el rostro de la ex Presidenta era el de la virgen María. No solo eso, sobre García pesa además el escándalo que hubo en su país por un reportaje suyo (siempre trabajó en medios del Estado entregados al gobierno de Kirchner) donde mostró el cadáver de una menor de edad violada y asesinada. “Hija de puta” la llamó el periodista Jorge Lanata en su programa Periodismo para Todos por ese tema. “No tengo intención alguna en polemizar con la señora García porque no la conozco personalmente ni me inspira tampoco ningún respeto profesional; solo comentar que su programa –según las mediciones conocidas el viernes– registra el 5,8% de audiencia”, escribió además por otro tema en una columna en diario Clarín.
Lo que Alvarado hizo como responsable de los canales incautados fue otra burda trampa de las muchas que se han cometido en este proceso electoral, en el cual el Estado ha actuado de la forma más impune a favor de la candidatura gobiernista. La emisión del programa de García, a más de violar la Ley, constituye una nueva expresión de abuso de poder que solo puede hacerse cuando se tiene el control absoluto del Estado. Fernando Alvarado, como muchos de sus compañeros y jefes, están convencidos de que son los dueños de los canales y que pueden hacer con ellos lo que les viene en gana. Pero no es así: tarde o temprano tendrá que responder por las cosas que hizo al frente de esos canales.
El programa emitido el domingo 26 en los canales incautados, además, terminó enlodando al propio candidato de Gobierno. Ganar unas elecciones con vivezas y atropellos como el programa de García o la cancelación del debate del domingo debe ser humillante para alguien que aspire a ganar algo de forma honesta. Es indigno para cualquier persona ganar en esas condiciones. Es como si alguien que a duras penas juega tenis está dispuesto a quedar campeón en un torneo luego de que el organizador le dice que ganará porque todos los partidos porque los árbitros van a fallar a su favor.
Por los resultados, la maniobra de Fernando Alvarado tampoco parece haber sido muy útil. Las mediciones de audiencias señalan que el programa Hora 25 de Andrés Carrión tuvo una audiencia tres o más veces más grande que el de Cynthia García transmitido en TC Televisión.
Es decir, en ocasiones como estas ser mañoso puede resultar mucho más caro. Fernando Alvarado, es muy probable, lamentará en un futuro cercano haber tomado la decisión de utilizar de forma tan alevosa los medios administrados por el Gobierno. Quizá ese arrepentimiento se produzca cuando esté enfrentando a un tribunal independiente. No es imposible.
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