viernes, 31 de marzo de 2017

¿SE QUEDA O SE VA?



A pocas horas de iniciar el silencio electoral previo al día de los sufragios, el proselitismo político de los candidatos alcanza su apogeo caracterizado por una creciente propaganda que principaliza las debilidades del contendor antes que las propuestas propias de los binomios en contienda.
El propósito del oficialismo, al diseñar su campaña electoral, de fabricar un demagógico discurso dicotómico que enfrenta a ricos contra pobres, a la (post) moderna izquierda latinoamericana con la derecha neoliberal, al futuro versus el retorno del perverso pasado, etc., tuvo cierto éxito; aunque el calado del barco de la revolución ciudadana hace aguas, está naufragando, porque contrariamente a lo que dice representar, son evidentes sus vínculos con el imperialismo, los monopolios y los grandes grupos económicos que han despojado al Ecuador de la riqueza nacional en el que se incluye indicios de corrupción generalizada.
En la estrategia electoral del régimen la dicotomía discursiva (buenos vs. malos) pretendía ganar en una sola vuelta y sortear el peso del cansancio social de una década de gobierno para que ello no pase factura a sus candidatos. Pero la realidad es que las limitantes políticas, éticas y programáticas del binomio de Alianza País son cada vez más evidentes: rehúyen al debate público, evitan en lo posible la comparecencia de Glas, usan dolosamente los bienes del Estado, obligan la participación de funcionarios públicos en las actividades proselitistas.
La efectividad del discurso del régimen pende de un débil hilo. Su desesperación por mantener el poder del Estado motiva una creciente violencia verbal y física que refleja preocupación por los resultados de los comicios.
Al parecer el oficialismo quiere silenciar los argumentos con las vuvuzelas, evitar el debate porque creen que está pasado de moda e imponer la fuerza reaccionaria que imparte escarmiento a quienes piensan distinto. Parecería que la máxima el fin justifica los medios es la fuerza motriz que guía la campaña electoral del binomio del continuismo.
El reinado de la prepotencia está cosechando sus frutos. La dicotomía ideada por los estrategas electorales del régimen está básicamente reemplazada por la contradicción entre correísmo y anticorreísmo. Por ello se amplifica con más fuerza la consigna ¡Fuera Correa, fuera!
¿Quién capitaliza ese descontento social? Por ahora es la candidatura del banquero que apela a la necesidad del cambio. Buena parte de los votos y apoyos que recibe Lasso no es una adhesión a su propuesta programática o simpatía con su liderazgo, se trata de un importante voto de castigo al régimen y esa tendencia tiene serias opciones de triunfar en la segunda vuelta.
El 02 de abril se convierte en un verdadero plebiscito que puede significar la continuidad o el entierro del correísmo. La trascendencia del voto de cada persona y la participación activa en el control electoral será determinante ante la cuestionada independencia del CNE que coordina acciones conjuntas con la Fiscalía para penalizar posibles transgresiones durante los comicios. Ojalá que esta medida no tenga el propósito de amedrentar a quienes vigilarán la transparencia de las votaciones y escrutinios.
Se acerca el momento. ¿Se queda o se va?
Lcdo. Francisco Escandón Guevara
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