miércoles, 22 de marzo de 2017

El drama de Lenin Moreno: ser la caricatura de una Madre Teresa criolla

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Cuando una candidatura lleva como lema una frase tan vacía e inocua como “el cambio verdadero es avanzar hacia el futuro” es porque no tiene nada que decir.
Ese parece ser el sino de la candidatura de Lenin Moreno: no decir nada, no tomar posición sobre ningún tema sensible o máximo hacer una declaración como quien no quiere decir nada, repetir lugares comunes frente a los asuntos de interés público, elaborar frases bonitas, vacías y bobas como la del “verdadero cambio es avanzar hacia el futuro”, colocar fotos en redes sociales en los que se ve al candidato jugando trompo o abrazando niños, aparecer en videos cada vez que se conmemora algo, ora el día de Quito, ora el día de los migrantes, ora el día de los derechos humanos…
Pero no tener una posición sobre los temas de interés público está pasándole factura al binomio de Lenin Moreno y Jorge Glas, sobre todo porque cada día crece la porción del electorado que espera definiciones. ¿O es que Lenin Moreno no tiene nada que decir sobre el aumento del encaje bancario, el endeudamiento agresivo de los últimos meses, las agresiones de género cometidas por sus amigos correligionarios, la violencia en Morona, la responsabilidad de su compañero de fórmula Jorge Glas en los controvertidos y corruptos trabajos en la refinería de Esmeraldas? ¿Será que va a decir algo sobre el escándalo de Odebrecht? ¿Pedirá al Fiscal que pida la información a los EEUU sobre las coimas entregadas a funcionarios del Estrado por la constructora brasilera? Todo apunta a que eso es mucho pedir.
El vacío parece ser, en efecto, el sello de identidad que los estrategas y entusiastas de Moreno pensaron para su campaña. ¿Para qué? Sencillo, con el fin de que nada lo ensucie, nada comprometa su imagen de hombre bondadoso, tolerante y comprensivo. Desde un inicio la estrategia estaba dirigida a que Moreno articule un discurso en el que se destaque todo lo supuestamente bueno que dejan los 10 años de correísmo y, al mismo tiempo, ofrezca corregir aquellas cosas que no gusta al electorado. Que si habla de economía que no sea mucho, que si se refiere al tema de desempleo que lo haga por encimita nada más, que si menciona el tema de la corrupción en Petroecaudor que no insista mucho, que si se refiere al oscuro tema de su residencia en Ginebra que no de muchos detalles… En fin, que no asista a entrevistas con periodistas incisivos y que siga navegando cual nave impoluta con la esperanza de que esta campaña acabe lo antes posibles sin que se haya feriado la simpatía popular que ha tenido desde que salió del Gobierno y se fue a vivir en Ginebra.
Lo que nadie le dijo a Moreno es que existe un mundo más allá de la receta de los estrategas y que conciliar lo bueno con lo repudiable no siempre es posible. Tampoco le dijeron a Moreno que un candidato que no ofrece otra cosa que ser la encarnación del futuro, cuando no es capaz de darle un contenido a ese concepto de futuro, es un candidato que no tiene a dónde avanzar.
Esta forma de hacer campaña es la que ha convertido a Lenin Moreno en una caricatura criolla de la Madre Teresa de Calculta que cada 30 minutos o una hora tiene una frase bondados y cándida para cualquier cosa. Moreno existe en la campaña únicamente a través de los videos que se ponen en redes sociales y en los que no dice nada de lo que un estadista debería decir frente a los temas que angustian a la sociedad. Es algo así como la imagen de una virgen a la que se la transporta de pueblo en una urna de cristal para evitar que le caiga el polvo o la ensucie el lodo.
El caso del video titulado “El cambio verdadero” es seguramente lo más sintomático. “Yo les digo que en mi gobierno habrá grandes cambios” aparece diciendo Moreno en lo que aparentemente es una alusión o respuesta a alguna encuesta que debe haber hablado de la necesidad de cambio que siente el electorado. Pero ¿Moreno menciona en el video algún cambio en concreto? Porque si habla de grandes cambios lo lógico sería que lance al menos una pista sobre alguno. Pero no, en el video no enumera ni menciona ni un solo cambio.  El mensaje es de un vacío tan abismal que aún luego de tan categórico anuncio se dice a continuación cosas como que el cambio que ofrece “es tomar lo que ya construimos juntos y convertirlo en algo aún más grande”. ¿Nada sobre los impuestos que han encarecido tanto al país? ¿Nada sobre lo que representa el gasto público en sueldos o la necesidad de tener un modelo político en el que exista poderes independientes que garanticen la fiscalización y evite la corrupción? No, absolutamente nada. Puro bla.

Hay otro video reciente que desnuda igualmente el vacío de la candidatura de Moreno. Se trata de uno en el que aparece hablando sobre los hechos de violencia en Morona. Cuando parece que finalmente va a tomar posición y va a decir algo relevante sobre un tema tan polarizante, Moreno lanza lugares comunes como “el futuro no se detiene” y “usemos el diálogo y nunca la violencia”. Si bien atina a articular una tímida solidaridad con el policía fallecido y pone un rostro severo, no es capaz de tomar lo que ha hecho el gobierno en la zona o decir algo sobre la minería. Si no quería contradecir al Caudillo debería aparecer apoyándolo y si cree que algo se hizo mal que lo diga. Pero ni lo uno ni lo otro. Moreno es la nada absoluta.
Lo mismo ocurrió cuando la conversación nacional se centró en el tema de la agresión de Orlando Pérez, director de El Telégrafo, a una mujer en Guayaquil. ¿Dijo algo sobre eso? No, nada. Lo único que hizo fue, precisamente esos días, aparecer firmando un convenio con las Naciones Unidas sobre los derechos de las mujeres. ¿Algo más vacuo que eso? Difícil.
Lo curioso es que las únicas veces en que ha tomado una posición definida sobre un tema, lo ha hecho de tal forma en que a los pocos días todos lo han olvidado. Una vez ocurrió con el tema del anticipo al impuesto a la renta donde discrepó con el gobierno y la otra cuando apoyó al proyecto de Ley de Plusvalía. En ambas ocasiones fue más fuerte la imagen de la Santa Teresa de Calcuta criolla o de la virgen en urnas que la de un estadista. No insistió ni en sus discrepancias ni en sus apoyos.
Moreno seguramente sigue siendo el candidato con más opciones para ganar. Goza de la simpatía de un amplio sector del electorado y es el candidato con menores resistencias. Pero se trata de un candidato y de una campaña que hubieran funcionado perfectamente en un mundo donde no hay problemas graves ni desafíos de envergadura. Quizá le hubiera calzado una realidad como la que había en el 2014 cuando abundaban los recursos y el desempleo y la corrupción no eran temas que ocupan la mente y el corazón de los votantes.
El Ecuador de fines del 2016 no es un país para Madres Teresa de Calcuta ni vírgenes en urna de cristal.  La pregunta es si el encanto de los santos alcanza hasta el día de las elecciones.

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