viernes, 31 de marzo de 2017

El Fin de la Era Correa

Por: Diego Cornejo-Menacho * | Opositor Guillermo Lasso –‘el PPK peruano’– podría dar la sorpresa en las elecciones del domingo 2, en Ecuador.

Guillermo Lasso junto a Andrés Páez, su compañero de papeleta en el movimiento CREO.
Guillermo Lasso junto a Andrés Páez, su compañero de papeleta en el movimiento CREO.
El domingo 2 de abril, en Ecuador, se cumplirá el ballotage entre los candidatos finalistas para la Presidencia de la República, el oficialista Lenín Moreno y el opositor Guillermo Lasso. No es una elección más y decirlo no es una muletilla propia de cada votación.
Es que se ha abierto la oportunidad de cortar en las urnas el continuismo del régimen autoritario de Rafael Correa, el más prolongado de la historia republicana de este país. Los resultados de la primera vuelta del 19 de febrero, y las encuestas que se han difundido, permiten decir que Ecuador podría optar por Lasso.
El oficialismo había pronosticado un triunfo abrumador en febrero e, inclusive, Rafael Correa y los suyos festejaron ruidosamente el triunfo antes de que el Consejo Nacional Electoral CNE anunciara los resultados, que constituyeron un stop a la fanfarria. En Ecuador es posible ganar en una sola vuelta si uno de los candidatos obtiene al menos 40% de los votos válidos del padrón, y si quien lo sigue está a una distancia de, al menos, 10%. El 19 de febrero, en medio de denuncias de fraude, Lenín Moreno obtuvo el 39,35% de la votación; y, Guillermo Lasso, el 28,11%; los demás no alcanzaron cifras relevantes.
El correato ha sido para Ecuador lo que el fujimorato fue para Perú.
En la década de la abundancia, el gobierno de Correa dispuso de 274 mil millones de dólares, gracias al boom de los precios del petróleo, que es la principal fuente de divisas del país. Nunca antes un gobierno alcanzó tales ingresos. No obstante, y es paradójico, a marzo de 2017 se registra una deuda pública de 40 mil millones de dólares, un déficit fiscal de 20 mil millones y, se dice, 40 mil millones adicionales de deudas no contabilizadas. No es una exageración el decir que Ecuador está hipotecado a China: ese país mantiene acreencias contratadas por Correa por más de 8 mil 600 millones de dólares.
Es cierto que grandes obras de infraestructura han cambiado la fisonomía del país. Pero también es cierto que en el Ecuador correísta la obra pública es la cueva de los cuarenta ladrones: al menos 2 mil casos de corrupción en la administración pública fueron denunciados por la Contraloría, pero la Fiscalía no los judicializó. Y sobre el vicepresidente Glas, binomio de Lenín Moreno, ha caído una copiosa lluvia de acusaciones de manejos inadecuados de recursos públicos, difundidas por la prensa y las redes sociales. El Fiscal General las ignoró.
Lenín Moreno junto a Rafael Correa.
Lenín Moreno junto a Rafael Correa.
Han sido 10 años en que se ha consolidado el ultra presidencialismo como forma de gobierno, mientras la Justicia, la Legislatura, el Consejo Electoral y los órganos constitucionales y de control se convirtieron en feudatarios de la voluntad del presidente. Se promulgó una oprobiosa Ley de Comunicación que impuso la censura y la autocensura, debilitó a los medios privados y acorraló al periodismo independiente, a título de democratizar la comunicación, mientras se construyó un monopolio gubernamental de medios, que se dirige desde la Secretaría de Comunicación, una dependencia adjunta a la Presidencia de la República.
El gobierno de Correa ha sido denunciado ante los organismos interamericanos de derechos humanos y de la ONU; ha perseguido y encarcelado a líderes campesinos e indígenas; ha expulsado del país a activistas sociales; ha aplicado mano de hierro contra las comunidades indígenas que se oponen a la megaminería; ha creado organizaciones paraestatales en el mundo obrero; ha disuelto organizaciones gremiales como la de los maestros; ha humillado a sus críticos; ha perseguido y encarcelado a quienes han denunciado la corrupción gubernamental. Y en el exterior “se vende” como un gobierno moderno y progresista.
Este prontuario es parte de los argumentos de la oposición. Mientras el candidato Guillermo Lasso denomina “dictadura” al régimen de Correa, Lenín Moreno lo llama “socialismo del buen vivir”. Las palabras “parasitocracia” y “cleptocracia” también se escuchan entre los opositores. Es una discrepancia que divide familias, polariza la opinión pública, estimula exclusiones y destruye amistades en Ecuador. Algo muy parecido a lo que sucede en Venezuela.
Pero el oficialismo replica que, con la llamada revolución ciudadana, el PIB pasó de 51 mil a 100 mil millones de dólares, desde 2007, y que el índice de pobreza disminuyó del 36,74% al 25,35% de la población. Se construyeron más hospitales y carreteras; miles de niños dejaron las calles para ingresar a las escuelas; se reformó el sistema judicial; y, se convirtió a la comunicación en un servicio público. La finalidad, restituir al ser humano como centro de atención de la política, el Estado y la economía, una redistribución más justa de la riqueza y el reconocimiento de los derechos de la sociedad y la naturaleza. Se ha logrado, dice, rescatar al Estado del secuestro en que lo mantenían los grupos fácticos de poder y restablecer las políticas públicas, sin tener que seguir las recetas de los organismos internacionales
En cualquier caso, desde el 24 de mayo, en que asumirá el poder, el próximo presidente tendrá que hacerse cargo de la pesada herencia económica que deja Correa. ソCo hacerlo sin desatar el descontento popular con las medidas de ajuste que parecen inevitables? De inmediato, Ecuador necesita 5 mil 300 millones de dólares para cubrir parte de su gasto público y el pago de deuda e intereses de años pasados. El Gobierno tiene necesidad de gasto por más de 2 mil millones de dólares al mes y solo recibe impuestos por mil millones, mientras las posibilidades de mayor endeudamiento externo parecen agotadas.
Según encuestadoras independientes, existe un virtual empate técnico en la intención de voto para el 2 de abril, por lo que Ecuador navega por el mar de la incertidumbre. El escritor Carlos Arcos sostiene que la disyuntiva es entre dictadura perfecta y eterna, y democracia imperfecta; y que él opta por la segunda.   

* Diego Cornejo-Menacho es periodista y escritor. Director de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos, AEDEP

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