lunes, 2 de abril de 2018

La cara cruel de la cárcel de Latacunga
Una interna con una enfermedad catastrófica relata su día a día en la cárcel de Latacunga. La directora del centro reconoce que hay un déficit de agua. Los internos y sus familiares dicen que eso afecta su aseo y que viven en medio de heces. Las visitas reclaman por el tacto que les hacen por la vagina y por el ano para ingresar a ver a sus presos. Incluso a personas embarazadas. Esta es la primera entrega de dos reportajes sobre esta prisión de máxima seguridad.
26 de marzo del 2018
SUSANA MORÁN
Un brazo destrozado
La mujer aparece envuelta en una cobija. Lleva puesto un gorro grueso de lana. Aunque en Latacunga las temperaturas pueden caer a niveles gélidos por su cercanía a las cumbres andinas, ese domingo el clima está cálido. Pero Rosa Silva Maldonado, mejor conocida por sus amigos como Analía, tiene mucho frío. Así que sale a la sala de visitas de la cárcel de Latacunga lo más abrigada que puede. Busca un lugar donde sentarse pero el salón está repleto. Es necesario compartir una mesa con otra interna y su familia. Hay niños, muchos. De todas las edades. Hay llantos de bebés y llantos de madres.
Pero Analía vive con su hija en la cárcel. Ambas están condenas por delitos distintos a penas menores de tres años. Ambas son afro. Son pobres. Y Analía, de 56 años, tiene además una enfermedad catastrófica. ¿Cómo vive una persona en esas condiciones en una cárcel de Ecuador? Pues Analía, para ilustrarlo, muestra recetas, cartas manuscritas y su brazo. El brazo es un embutido mal zurcido. Está hinchado y amoratado. Ella tiene insuficiencia renal crónica y es conectada tres veces a la semana a la máquina de diálisis. La conectan desde su brazo izquierdo y por alguna mala manipulación durante su estancia en la cárcel se le originó una fístula. Fue operada en una clínica de Quito. Y volvió a Latacunga con el brazo inservible.

Rosa Silva Maldonado dice que dentro de la cárcel de Latacunga su condición ha empeorado y pide ser indultada.
Así quedó el brazo de Rosa Silva después de una cirugía en Quito. 
Analía reclama por el trato médico. Estar presa y enferma es un doble estigma que, según cuenta, se lo recalcan a diario. En la clínica de diálisis de Latacunga, a la que asiste junto con otros tres internos, dice sentirse discriminada. Ellos son los últimos en ser conectados a las máquinas de diálisis. Aunque salen débiles, la última vez los hicieron comer el refrigerio en la calle y no en el comedor como el resto de pacientes. “Tuvimos que recibir la comida en la acera”. Cuando le envíen una receta, “¿de qué me sirve si no puedo comprar?”, dice. “Aquí hay solo paracetamol”. A ella y a su hija no las visitan.  “Me están matando lentamente”.
En la cárcel, hay otros problemas. El principal, según dice, es la alimentación que por su condición debería ser rica en verduras. La describe así: “El desayuno es una agua, no colada, con maicena o endulzada con esencia de coco, con un pan y media lámina de mortadela. El almuerzo es agua con algunos granos de arroz y el segundo lleva la mitad de ⅛ de pollo y arroz. No hay ensalada; de repente un guineo o una naranja. Tomamos ‘Jugo ya’ (bebida instantánea en polvo). No crean lo que ven en televisión”. Plan V hizo una visita al centro de Latacunga el pasado 23 de marzo y pudo recorrer el comedor. Según el coordinador de la cocina, diariamente preparan 360 dietas. Esta visita será ampliada en un segundo reportaje en esta revista.
Carta de las mujeres presas de Latacunga dirigida al presidente Lenín Moreno. 
Mientras tanto, Analía pide ser traslada a una casa de confianza o ser indultada por el Presidente. Lo hizo a través de un video que hizo llegar a esta redacción. Analía es una antigua activista por los derechos de los presos. Cuando el Gobierno comenzó con la reestructuración de las cárceles a escala nacional y el traslado de los presos del expenal García Moreno de Quito a la nueva cárcel de Latacunga, ella fue una de las primeras en reclamar por las condiciones en las que fueron llevados: a una construcción inconclusa y sin servicios básicos. Fue parte del Comité de familiares y amigos y amigas de personas en prisión. En universidades dio charlas sobre la vida de los presos y alertó desde el inicio las malas condiciones sanitarias. Pero en 2017 fue detenida por tenencia de drogas. Asegura que las sustancias no eran suyas. Dice que no le creyeron porque tiene antecedentes penales. Hoy vive su propia experiencia.
La crisis del agua y el aislamiento
La cárcel de Latacunga no supera la crisis de agua. En marzo de 2015, esta revista contó el drama que vivían los presos allí. Decenas de familiares y dos médicas de ese centro confirmaron afecciones a la piel por el uso del agua. Ahora la situación continúa. Internas y familiares contaron de nuevo que siguen los hongos en la piel y que existen muchas infecciones vaginales.
4.864
presos existen en esta cárcel. Está llegando a su límite de 5.000. Y apenas se cubre el 34% de la demanda de agua que necesitan.
Así como la escasez. La directora del centro penitenciario, José María Morales, confirmó a Plan V la difícil situación. La cárcel está llegando a su límite de 5.000 presos. Necesita 3.000 metros cúbicos para abastecer a 4.864 internos, más el personal administrativo y penitenciario del lugar. Pero en la actualidad el agua que llega por medio de tanqueros a esta centro alcanza los 1.034 metros cúbicos. Es decir, hay déficit de agua del 66%. ¿Quién es el responsable? La directora señala al Municipio de Latacunga (ver entrevista completa).
Mientras tanto, las historias alrededor del agua rebasan lo inimaginable. “No vivimos en una cárcel sino en medio de un basurero”, dice Analía. Ella narra cómo funciona lo que los presos llaman “el paquetazo”. “La gente hace sus necesidades en una funda y la bota por la ventana.  Cuando llueve o hace sol suben olores nauseabundos”. De esta forma, evitan estar en la celda con las defecaciones en su baño. Otros presos contaron que utilizan esponjas y telas para crear unas rústicas bombas de baño para empujar los desperdicios por la cañería.
Pero desde las celdas llegan otras denuncias. Plan V accedió a una carta manuscrita de una interna en este centro a nombre de un “gran grupo de personas privadas de libertad” que busca dar a conocer “la verdadera situación en ese centro”. Afirman que son maltratadas y aisladas. Narran el siguiente episodio:
“El miércoles 14 de marzo de 2018 alrededor de las 07:30 una compañera fue maltratada físicamente y verbalmente por el personal de custodia, tanto hombres como mujeres, de esta etapa. Otra compañera al ver la injusticia y el maltrato al que era sometida su compañera reclamó y la llevaron a rastras  y las castigaron psicológicamente y físicos (sic), en un lugar de encierro herméticamente sin tener ningún contacto y sin los servicios básicos y a la inhumanidad como las proveen de los alimentos que les pasan por una rendija de la puerta a este lugar el personal de custodia le llaman la “cápsula”. Este mismo día todo el pabellón fuimos atropelladas, sometidas al castigo del encierro por más de un día, fuimos sometidas a una fuerte requisa con gases (lacrimógenos) sin respetar que habemos personas de la tercera edad, embarazadas y personas enfermas. Este sitio no es un centro de rehabilitación más bien es un centro de tortura”. (Reproducción textual de una parte de la carta). 
La cápsula, cuentan las internas, es un lugar sin baño, con una cama. Allí no entra el sol. La que ingresa no es sacada ni para bañarse. Orina en una canaleta. Hacen el “paquetazo”. “Duermen y viven con las heces”, reitera otra interna. La Directora de la cárcel negó la existencia de la cápsula.
El tacto para los marcados por una “A”
Un par de señoras con los ojos enrojecidos dicen estar indignadas por el trato a los familiares de los presos. Está fueran de la cárcel y deciden denunciar en las cámaras de Plan V lo que les ha sucedido. Una de ellas, de cabello largo y negro, dice que es la séptima vez en el último año que le hacen el tacto tanto por la vagina como por el ano. Si los perros hacen algún gesto cerca a ellas son marcadas con la letra A en sus brazos. Significa “alerta” y serán llevadas hasta una doctora para que les realice el procedimiento. Antes les piden que firmen una hoja con su consentimiento. Para no perder la visita, aceptan. Lo mismo ocurren con los hombres. Mientras las dos mujeres hablan más familiares se acercan a la cámara para hablar del “trata humillante” hacia los familiares.

Familiares relatan indignados el trato que reciben por parte del personal de la cárcel. 
No es la primera vez que hay quejas de los parientes. Desde que la cárcel de Latacunga fue inaugurada, los reclamos tienen el mismo tono. En un reportaje de Plan V, de julio de 2014, se describió cómo eran los controles. Las mujeres debían ingresar a un cubículo con una guardia penitenciaria. En este entonces pedían a las mujeres que se alcen a blusa y el sostén. Debían bajarse el pantalón y la ropa interior, darse la vuelta y ponerse en cuclillas. Debían hacen sentadillas. Hubo protestas en distintas cárceles. Por esa razón, en ese mismo año, la ministra de Justicia de entonces, Ledy Zúñiga, dijo que había dispuesto a los directores y coordinadores de los centros que no se haga ningún tipo de revisión humillante y denigrante.

Dentro de la cárcel, junto a la sala de visitas de mediana seguridad, está este dibujo que pide respeto para los familiares. 
Pero la revisión manual se mantiene y ahora se incluye el tacto. Desde el inicio la cárcel también contó con equipos tecnológicos para detectar el ingreso de objetos prohibidos. Sin embargo, los visitantes deben pasar por al menos siete controles. En la visita que Plan V hiciera el domingo 18 de marzo, la periodista pasó por los siguientes filtros: 1) Cacheo manual en la puerta de ingreso. 2) Se debe hacer una fila ante un perro policía que olfatea a los visitantes. En esta parte, el guardia dibujará una “A” en el brazo del o la sospechosa. En las filas de mujeres del turno de las 10:30 la “A” le tocó a dos extranjeras.  3) Hay que quitarse las medias y pasar por un escáner corporal; al mismo tiempo zapatos, medias y chompas pasan por otro escáner. 4) Hay que sentarse en las sillas escaneadoras, extender las piernas y brazos, y cruzarlos. 6) Hay que poner el mentón sobre la parte posterior de la misma máquina y mover el cuello a cada lado para que rastreen si hay algo en los oídos. 5) Antes de llegar a la sala de visita se pasa de nuevo por un cacheo manual y otra revisión por perros policiales. 6) Otra vez el escáner corporal. 7) Otra vez la silla.

Comida deficiente, falta de agua y de medicinas son algunas de las preocupaciones de los familiares de internos. 
Los parientes desconcertados no entienden para qué tanta tecnología si a la final, cuando son vistos como sospechosos, pasarán por una revisión manual tan invasiva. A quienes les toca este procedimiento son los últimos en ingresar a la sala de visitas. Cada preso tiene dos horas para ver a su familia. Ese día la mujer de cabello largo solo pudo ver a su prima detenida durante una hora. “No nos atienden rápido y si queremos que pasar pronto nos sugieren que el tacto lo haga el doctor”.

Antes estos casilleros estaban disponibles para los familiares. Ahora los usa el personal de la cárcel. Las visitas deben dejar encargadas sus cosas en los restaurantes aledaños a la cárcel. 
De lo últimos reportajes que hiciera Plan V sobre esta prisión entre 2014 y 2015 se nota algunos cambios. Antes los visitantes tenían casilleros para sus pertenencias que se cerraban con una clave. Pero según fuentes de la cárcel fueron retiradas porque las seguridades de los casilleros fueron dañadas por los mismos visitantes. Ahora no existe ningún lugar para que dejen sus cosas, aunque muchos llegan desde lugares distintas. Los familiares dejan sus bolsos y demás pertenencias en los restaurantes contiguos a la cárcel. Cobran un dólar por cada encargo. Son restaurantes, cuidadores de objetos y alquiladores de ropa. Cuando un visitante llega sin la indumentaria que pide el centro como evitar los colores oscuros o la ropa anaranjada, deben alquilar una prenda para poder ingresar. Fuera de la cárcel es un desfile de personas estresadas e indignadas.
Más sobre la cárcel de Latacunga:
   Entrevista  
"No tenemos celdas de castigo"
José María Morales, directora subrogante del Centro de Rehabilitación Social de Cotopaxi
Familiares y detenidos coinciden en sus preocupaciones sobre el agua, que hay escasez para sus necesidades vitales mínimas, que no tienen suficiente agua para su aseo, menos para el baño. Y que además sufren de afecciones a la piel y de infecciones vaginales.
Hemos tenido algunos acercamientos con el Municipio de Latacunga. La verdad es que sí tenemos un poco de escasez, el problema es que el Municipio no nos abastece con lo que realmente necesitamos. Hay que considerar que prácticamente esta es una ciudad.
¿Cuántas personas están aquí?
Tenemos actualmente 4.864 personas privadas de libertad. La capacidad que tenemos es para 5.000.
"La verdad es que sí tenemos un poco de escasez, el problema es que el Municipio no nos abastece con lo que realmente necesitamos".
Están llegando a su límite.
Estamos llegando a nuestro límite. Hay que considerar que todo el tiempo hay personas que salen (porque ya cumplen con su condena). Justo hoy nos entregaron una tabla sobre el agua nos provee el Municipio. A diario nos entregan alrededor de 1.034 metros cúbicos (m3) y tenemos la necesidad de unos 3.000 m3 para poder abastecer a todo el centro.
La cárcel inició con ese problema del agua y este continúa todavía.
Sí. Pero se están haciendo mejoras. Realmente esto depende mucho del Municipio de Latacunga. Ya sale de nuestras manos.
¿Qué mejoras han logrado?
Tenemos el tratamiento de agua aquí dentro, con nuestro personal. Pero sí necesitamos del apoyo del Municipio de Latacunga.
¿Funciona la planta de tratamiento de agua?
Sí, funciona.
¿Pero no abastece? ¿Cuál es su capacidad?
No le podría decir exactamente la respuesta que necesita. Nosotros les abastecemos (a los presos) en la mañana, al mediodía y en la tarde.
¿Qué cantidad de agua dan a cada interno en promedio?
No podíamos decirle la cantidad que recibe cada persona. Hay que considerar algo. Los privados de libertad también tienen actividades. Entonces se me ocurre, si están en educativo tienen que salir a las 08:00. También hay una descoordinación porque ellos no se levantan a la hora para su aseo y salir rápido a sus actividades.
Sin embargo hay más de un 50% de demanda (en reliadad es el 66%) de agua que no se está cubriendo.
Lamentablemente sí. Pero como le digo hemos tenido acercamientos con el Municipio. La Brigada Patria usa la misma agua que nosotros. Ellos deberían tener los mismos problemas que usted menciona por temas de salud.
Si hay desabastecimiento de agua, también hay un problema sanitario.
Tenemos recolectores de agua para subsanar los inconvenientes. Hay recolectores que se llenan en las noches y eso nos ayuda para la higiene.
Los internos nos dicen que como no tienen agua para botar en sus baños en sus celdas, ellos prefieren hacer sus necesidades en recipientes para arrojarlos afuera.
No, realmente ese tema no es así. Tenemos los tachos (recolectores) y ellos utilizan y mandan el agua.
Le puedo garantizar que la comida ha mejorado un 100%. Tenemos reuniones semanales con la empresa".
¿Es decir que no hay desaseo dentro de las celdas?
Actualmente contamos con directores en cada etapa. Entonces eso nos ha ayudado a facilitar la comunicación entre internos y autoridades.
En relación a los internos con enfermedades catastróficas, ¿cómo es el trato para ellos?
Como Ministerio de Justicia tenemos un convenio con el Ministerio de Salud para detectar a las personas con enfermedades catastróficas. Les ayudamos con la alimentación. Se manejan dietas, estamos hablando de 365 personas con este tipo de enfermedades.
Dicen que sus enfermedades se han deteriorado por la alimentación. Por ejemplo, una interna que tiene insuficiencia renal necesita una dieta a base de vegetales en lugar de carbohidratos.
Eso no es real. La empresa La Factoría hace las dietas y hay un nutricionista. Ellos verifican la cantidad que necesitan. Tenemos el caso específico de una señora que ella tiene insuficiencia, pero ya salió un tiempo de aquí y cuando estuvo libre -de lo que hemos verificado- nunca siguió su tratamiento. No podemos echar la culpa al Ministerio de Justicia de que no estamos velando por la salud de los privados de libertad. Creo que estamos con una gran responsabilidad con el ministerio de Salud.
Pero la crítica a la comida ha sido una constante también desde que se inauguró la cárcel. Recién hablamos con una decena de familiares e internos de todos los pabellones y dicen que sigue siendo deficiente.
Le puedo garantizar que la comida ha mejorado un 100%. Tenemos reuniones semanales con la empresa. Nos turnamos semanalmente y aleatoriamente para probar la comida. A La Factoría jamás se le informa que les vamos a hacer una visita. Yo he probado la comida.
Si dicen que la han mejorado, ¿quiere decir que antes estuvo mal?
Yo le puedo decir que desde que estoy aquí, desde noviembre de 2017, la comida ha sido muy buena.
Es decir que en su opinión los presos no están diciendo la verdad.
Yo he tenido acercamientos y siempre voy por las etapas y ellos pueden decir que lo que comen es bueno. Quizá los hombres tienen la costumbre de comer bastante. En la actualidad reciben 250 gramos de arroz que es bastante, pero ellos aún quieren más. Tenemos una población grande, quizá no podemos cumplir con los platos grandes que quieren, pero nutricionalmente es lo que necesitan.
Dicen que han encontrado heces y ratones en la comida.
Eso es falso.
Ellos dicen que recurren al economato para suplir la falta de alimentos.
Visitemos y ustedes se van a dar cuenta de la realidad.
¿Es cierto que la única medicina disponible es paracetamol para cualquier tipo de dolencia?
Tenemos 4 dispensarios médicos. Hay médicos 24 horas al día. Tenemos odontología, ginecología y sicología. Tenemos el permiso de funcionamiento y son dispensarios tipo A, por lo que contamos con el equipamiento que requiere el Ministerio de Salud.

"Como Ministerio de Justicia para mejorar el tema de las alertas estamos adquiriendo un ecógrafo para que el proceso no sea invasivo".
Hay denuncias de supuestos abortos dentro de la cárcel.
Es un tema que me inquieta porque a la cárcel no pueden ingresar personas que estén gestación. Al ingresar se les hace una prueba de embarazo. Y las personas que ya están aquí embarazadas tienen su control. Y a los seis meses se pide el cambio a las casas de acogida para que pueda estar en contacto con sus niños.
Pero las casas de acogida están desbordadas.
No tenemos personas que estén en embarazo avanzado.
Pero hay embarazadas.
Debe haber, si usted me dice cuántas personas embarazadas tenemos tendría que hacer la consulta a Salud. Y si las tenemos deben estar en meses iniciales.
¿Qué es la cápsula? Las presas nos hablan de la existencia de este lugar para castigos.
Nosotros no tenemos cápsulas. No es que nosotros les aislemos. Consideramos mucho el tema de derechos humanos, pero también hay que ver la conducta de las personas privadas de libertad. No es que ellos tengan derecho a algo. Pasarán un día en su celda sin salir pero tienen derecho a su comidad y baño higiénico.
¿Es decir que no hay celdas de castigo?
No tenemos celdas de castigo.
Familiares hablan de riñas, apuñalados e incluso de muertes dentro de la cárcel.
La convivencia es difícil. Uno de los factores que se lucha a diario es para que tengan una mejor convivencia. Por esa razón se revisan cuántas personas están en cada celda.
La gente está indignada por el trato a las visitas y el tacto que les hacen tanto a hombres como a mujeres.
Como Ministerio de Justicia para mejorar el tema de las alertas estamos adquiriendo un ecógrafo para que el proceso no sea invasivo. Hay que recordar que toda persona tiene que pasar por los filtros de seguridad. Si tiene algún tipo de alerta, la policía le notifica y queda a criterio de cada persona decidir si se hace el chequeo o no. No podemos obligar a nadie. Si decide firma un documento. Caso contrario, la policía tiene la obligación de llevarle a la puerta de ingreso y regresar en una próxima visita.
¿Desde cuándo están haciendo el tacto?
Es ha sido un tema de siempre.
Pero yo he visitado la cárcel desde su inauguración y al inicio pedían a los visitantes que se bajen los pantalones y hacer sentadillas. La exministra de Justicia, Ledy Zúñiga, por las crítica anunció en el 2014 que se eliminarían las revisiones humillantes.
Yo son tres años que se viene realizando este proceso. No se imagina las maneras que se dan para meter droga. Entonces hay que permitir que la policía haga su trabajo siempre y cuando la persona decida realizarse (el tacto).
Pero los familiares llegan desde lugares lejanos y prefieren hacerse el tacto para no perder la visita.  
Vamos a mejor las alertas con la compra de un ecógrafo.
¿Cuándo llegará el ecógrafo?
Estamos en proceso de compra.
¿Los aparatos tecnológicos que tienen ahora no son suficientes para el rastreo?
No detectan lo que están ingresado en el cuerpo. El escáner corporal solo detecta metales.
¿Desde cuándo se dejó de proveer con uniformes a los nuevos presos?
Nosotros les estamos dando constantemente uniformes. Es más los elaboramos aquí en el centro de rehabilitación.
¿Pero los familiares los tiene que comprar?
Toda persona que ingresa al centro se le provee de su uniforme y artículos de aseo.
¿Es decir que la persona que ingresa no tiene que gastar nada?
No, pero hay personas que con el tiempo sus familiares deciden darle otra dotación.

¿Y se les provee la cobija y colchón?
Todas las celdas tienen eso. Pero hay quienes piden autorización para ingresar un colchón.
¿Hay celdas con más presos de la capacidad que dispone?
Cada director de etapa verifica que esté la población de acuerdo a la capacidad.
¿No hay sobrepoblación en las celdas?
No tenemos sobrepoblación.
¿En las celdas están las 4 personas que corresponden?
Depende de las etapas. En máxima hay personas que están en una sola celda.
¿Y en mínima?
Están 4 o 5 personas.

Una segunda entrega sobre la visita que permitió el Ministerio de Justicia a Plan V, por primera vez, a las instalaciones de la cárcel será publicada el próximo lunes. 

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