Rafael Correa, diez años de mano impúdica y corrupción rampante
30 MAY 2017
Publico esta columna en solidaridad con periodistas ecuatorianos que ya no pueden informar so pena de ir a la cárcel o abandonar el país.
30 MAY 2017
Publico esta columna en solidaridad con periodistas ecuatorianos que ya no pueden informar so pena de ir a la cárcel o abandonar el país.
Rafael Correa Delgado dejó el poder en Ecuador la semana pasada, pero se olvidó de soltar el agua patriótica del retrete presidencial. Dejó atascados los desechos de diez años de un gobierno de mano impúdica y corrupción rampante, cuyo símbolo más amable fueron las vociferaciones hebdomadarias con las que todos los sábados –sin haber faltado uno solo– barrió el piso impunemente con la honra y la dignidad de quienes se le venía en gana e invitaba a lincharlos, para lo cual exhibía sus fotografías. Lo hacía durante espectáculos circenses televisados en los que a lo largo de la mañana y parte de la tarde cantaba baladas románticas, declamaba poemas revolucionarios, impartía órdenes, recetaba medicinas y vociferó disparates tales como que había logrado acabar con el inveterado analfabetismo nacional durante su primer año –meta que nunca consiguió realmente–; que en Cuba estaba la única democracia verdadera que conocía o que su desaparecido colega el antropoide bolivariano Hugo Chávez es y será “la luz de nuestra América”. La mayor parte de quienes ponían en duda sus pronunciamientos o bromeaban con ellos caían presos sin fórmula de juicio –dejó las cárceles llenas de ellos–, eran desterrados o morían. Su séquito íntimo –sumiso y espantadizo, como el del norcoreano Kim Jong-un–, que incluía un “ministro del buen vivir”, dedicado a abrazar los árboles en los parques públicos frente a cámaras filmadoras que lo seguían (ver video aquí), se sintieron siempre en la obligación de usar las mismas blusas blancas con cuello de viuda negra –que él diseñó e impuso–, bordadas por sus amigos con flores andinas de colores fuertes y motivos terrígenos, como muestra de entrega a la patria.
El acto de partida de Correa fue rápido. En medio de una salva de aplausos, se inclinó para terciarle la banda a su sucesor, Lenin Boltaire (con b labial) Moreno, que la esperaba sentado en su silla de ruedas, le estrechó la cabeza entre sus brazos, corrió al excusado más cercano apretando las piernas y de allí su caravana de motociclistas, francotiradores y carros blindados lo condujo con aullidos de sirenas hasta un hospital en el que permaneció cuatro días postrado por un fenómeno morboso de evacuaciones del vientre causado por la pérdida del poder.
Su ausencia de inmediato despertó los fantasmas dormidos de sus corruptelas y crímenes de estado ante los cuales el nuevo presidente deberá decidir pronto si cargará con ellos sobre su débil humanidad o dejará que la justicia y la prensa, cooptadas, amenazadas y amordazadas por Correa, cumplan con su deber. ¿Lenin Boltaire será el equivalente ecuatoriano del subyugado y conforme Maduro de Chávez o el Santos rebelde y “traidor” de Uribe? No tendrá mucho tiempo para resolver esa postura en un país al borde de la ruina, cuya liquidez económica fundamental es la resultante de unos créditos chinos onerosos y la venta de engañosos bonos del Estado.
Solo unos pocos de los fantasmas más grandes que se levantan pueden resumirse así:
Refinería del Pacífico. Correa anunció que entraría en servicio en 2013 y a diciembre de 2016 ya había enterrado en ella US$ 1.600 millones, pese a lo cual no hay ninguna construcción a la vista, excepto una explanada y un depósito de agua unido a una tubería de oleoducto, a lo que él llama “acueducto”. Ese elefante blanco fue contratado con Odebrechet. “Ahí, donde algunos ven un terreno baldío, yo veo una refinería”, vociferó Jorge Glas enardecido y el Ecuador entero se volcó a preguntar en las redes sociales sobre qué tipo de marihuana estaba fumando el vicepresidente. Hoy ya no hay nadie que quiera invertir en esta obra inexistente. Son impecables las investigaciones al respecto del periodista ecuatoriano Fernando Villavicencio, quien debió correr a pedir asilo político en el Perú cuando supo que los gorilas de Correa lo estaban buscando.
Una investigación hecha por la empresa australiana Cardno reveló ante la justicia de Estados Unidos grandes coimas que pagó la consultora de ingeniería ecuatoriana Caminosca en las que aparece Jorge Glas, quien prosigue en esa función al lado de Lenin Boltaire Moreno. En los papeles del negociado es referido como “Jorge Vidrio”.
Repotenciación de la refinería de Esmeraldas. El precio inicial anunciado por Correa fue de US$ 167 millones y terminó costando US$ 2.600 millones. No ha habido ninguna explicación seria sobre el sobrecosto de US$ 2.433 millones. Mucho menos se sabe a dónde fue a parar ese dinero, pero hay algunas hipótesis relacionadas con giros a Suiza, Panamá y otros paraísos fiscales. Rafael Correa sostiene que nunca conoció a Alex Bravo, el encargado de la contratación de esta obra y ex gerente de la estatal Petroecuador, pese a lo cual existe un video, que la justicia se niega a ver, en el que lo llama “mi querido Alex”.
Las “autopistas” de Correa. Durante su gobierno Correa puso por delante la formidable propaganda sobre sus supuestas autopistas de marca mundial. No obstante, hoy comienzan a ser uno de sus tormentos. Mientras en Europa un kilómetro de autopista –más grande y eficiente que los de Correa, con coimas incluidas– cuesta, en promedio, US$ 170.000, en Ecuador el precio es de US$ 1.2 millones, en unos casos, y US$ 17 millones, en otros. Los únicos valores cercanos a los europeos son los de las carreteras ya construidos que Correa repavimentó, como lo reveló el equipo de periodistas investigadores de la organización Mil Hojas.
Helicópteros inservibles y asesinato de un general. En diciembre de 2010 el sicario Derly Salazar Vargas, alias “Francia” entró a la casa del comandante de la Fuerza Aérea, general Jorge Gabela, y lo asesinó, delante de su hija. El sicario fue capturado un mes más tarde, poco después quedó en libertad tras el pago de US$ 20.000 y al cabo de un año, aproximadamente, fue ametrallado en la vía pública, en Guayaquil, por un gatillero que descendió de una camioneta blanca en la que iban otras tres personas. El rastro de Salazar desapareció para siempre de los archivos de la policía.
Ahora bien, el general Gabela llevaba un buen tiempo denunciando un negociado que, decía él, el presidente Rafael Correa iba a cometer con la adquisición sobrevalorada a la India de siete helicópteros Dhruv, cuya mala fama estaba suficientemente advertida y documentada con accidentes mortales por la industria aeronáutica mundial. El escándalo por el negociado en ciernes llegó a la Asamblea Nacional, donde el también general de la Fuerza Aérea José Rodrigo Bohórquez amenazó en forma pública a Gabela (ver aquí), quien fue asesinado días después.
No obstante, Correa compró los helicópteros, los recibió gustoso, los puso en servicio y cinco de ellos se desplomaron sucesivamente –como lo advirtió Gabela– y murieron muchos de sus ocupantes. Los dos aparatos restantes quedaron fuera de servicio. El perseguido oficial denunció que estaba siendo espiado, llamó a otro oficial y le avisó que iba a ser asesinado (oír grabación aquí)”. El chanchullo de los helicópteros todavía no ha sido aclarado, pero se sabe que en él intervino el extinto traficante de armas Silvio Salomón Heller, de la firma Sumil S.A., la cual pagó coimas en bancos suizos y de Panamá, entre otros, a Rafael Correa y al hoy presidente de la Asamblea Nacional, José Serrano.
El escándalo de los Dhruv, por petición de Correa, lo investigó el perito argentino Roberto Meza Niella –hoy residenciado en Brasil– pero su informe fue mutilado y adulterado y el original desapareció, según lo ha confirmado él mismo. Esto coincide con nuevas versiones sobre una cuenta bancaria en suiza que Correa compartía con un político corrupto de la India.
A Patricia Ochoa de Gabela, la viuda del general, Correa le negó siempre el acceso al informe sobre el negociado, así como al concepto del perito Meza Niella y hoy sus abogados preparan la instauración de denuncias en el sistema interamericano y la Corte Penal Internacional, si bien la justicia de Ecuador ha resultado inútil porque hace parte de la servidumbre del hoy expresidente. Por ejemplo, Carlos Baca, el fiscal general, fue por años su asesor de confianza y un hermano de este, Patricio, es el presidente del tribunal electoral (antes de llegar a este cargo dirigió una legión de calumniadores e insultadores anónimos a través de Twitter, en defensa de Correa).
Publico esta columna en solidaridad con periodistas ecuatorianos que ya no pueden informar so pena de ir a la cárcel o abandonar el país. Situación que tiende a agravarse en la medida que el último acto del presidente saliente fue proponer una ley, ahora en trámite, para tomar control policial sobre las redes sociales (ver aquí) y con ello ocultar su propia corrupción por todos los medios. La opresiva ley de comunicaciones que Correa dejó funcionando, provista de un tribunal draconiano de única instancia, haría palidecer a los censores más inhumanos de Augusto Pinochet.FUENTE HISPANO POST
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