De tontos útiles y reinados
La coyuntura juega a favor de Moreno. Obviamente, siempre y cuando no tenga rabo de paja. Los escándalos de corrupción se están desbordando, mientras los correístas pretenden contener el tsunami construyendo muros de arena en la playa. El mito de la Hidra de Lerna les cae al pelo: por cada cabeza que le cortan a Odebrecht, le crecen dos; cavan tres huecos para tapar uno.
28 de junio del 2017
POR: Juan Cuvi
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Pésimo debut para Gabriela Rivade-neira: su reinado partidista puede terminar antes de lo previsto"..
Lenín Moreno debe sentirse a gusto con el papel de contreras que está jugando Correa. Porque gracias a las odiosas comparaciones, está proyectando una imagen de equilibro, sobriedad y serenidad completamente opuesta a la de su antecesor. Y eso le permite obtener algunos réditos políticos inmediatos, al menos hasta que logre afianzarse en el cargo.
Descargar sobre el ex Presidente los referentes negativos del ejercicio del poder es una buena estrategia. Establece una conveniente distancia con la intransigencia, el autoritarismo y la violencia del anterior gobierno. De paso, se crea un hálito de independencia indispensable en medio de tanta ambigüedad. Tan solo le falta endosarle a Correa el tema de la corrupción; eso sí, con acciones concretas. Esa es la condición fundamental para desmontar el andamiaje que le dejó en herencia.
La coyuntura juega a favor de Moreno. Obviamente, siempre y cuando no tenga rabo de paja. Los escándalos de corrupción se están desbordando, mientras los correístas pretenden contener el tsunami construyendo muros de arena en la playa. El mito de la Hidra de Lerna les cae al pelo: por cada cabeza que le cortan a Odebrecht, le crecen dos; cavan tres huecos para tapar uno. La peste ya está traspasando las murallas de impunidad que durante diez años protegieron la ciudadela correísta. Sobre todo, que protegieron a sus figuras más prominentes. Hoy aparecen denuncias que apuntan al propio Correa.
La incondicionalidad de los correístas con sus jerarcas, en particular la del bloque de asambleístas verde-flex, es crucial a la hora de sostener la tramoya de la inocencia, De ellos depende —como ya se está viendo— la posibilidad de bloquear el juicio político a Jorge Glas. Y a otros que eventualmente caigan. ¿Qué sucedería, sin embargo, si aparecen pruebas irrefutables de corrupción que comprometan a los acusados? ¿Estarán dispuestos estos sumisos correístas a jugarse su futuro por unos cadáveres que empiezan a oler mal? La indolencia tiene límites y la fetidez puede llegar a ser insoportable.
Al parecer, Correa está dispuesto a jugarse todas las cartas para neutralizar un posible viraje de fuerzas al interior del oficialismo. Inclusive a riesgo de hacer papelones, como el del bloqueo en Facebook, o hacer de tonto útil en favor de Moreno. Entre su desesperación y su fatuidad puede terminar de hundirse. Y arrastrar con él a sus más fervientes defensores. Como acaba de ocurrir con la flamante directora de Alianza País: bastó una respuesta torpe, simplona —y a no dudarlo inducida— frente a la convocatoria al diálogo del Presidente Moreno para evidenciar el arrinconamiento que enfrentan los correístas. Se echaron a todo el país encima. De paso se confirmó que sin plata, sin publicidad y sin teleprompter son absolutamente ineptos para la política. Pésimo debut para Gabriela Rivadeneira: su reinado partidista puede terminar antes de lo previsto.
Descargar sobre el ex Presidente los referentes negativos del ejercicio del poder es una buena estrategia. Establece una conveniente distancia con la intransigencia, el autoritarismo y la violencia del anterior gobierno. De paso, se crea un hálito de independencia indispensable en medio de tanta ambigüedad. Tan solo le falta endosarle a Correa el tema de la corrupción; eso sí, con acciones concretas. Esa es la condición fundamental para desmontar el andamiaje que le dejó en herencia.
La coyuntura juega a favor de Moreno. Obviamente, siempre y cuando no tenga rabo de paja. Los escándalos de corrupción se están desbordando, mientras los correístas pretenden contener el tsunami construyendo muros de arena en la playa. El mito de la Hidra de Lerna les cae al pelo: por cada cabeza que le cortan a Odebrecht, le crecen dos; cavan tres huecos para tapar uno. La peste ya está traspasando las murallas de impunidad que durante diez años protegieron la ciudadela correísta. Sobre todo, que protegieron a sus figuras más prominentes. Hoy aparecen denuncias que apuntan al propio Correa.
La incondicionalidad de los correístas con sus jerarcas, en particular la del bloque de asambleístas verde-flex, es crucial a la hora de sostener la tramoya de la inocencia, De ellos depende —como ya se está viendo— la posibilidad de bloquear el juicio político a Jorge Glas. Y a otros que eventualmente caigan. ¿Qué sucedería, sin embargo, si aparecen pruebas irrefutables de corrupción que comprometan a los acusados? ¿Estarán dispuestos estos sumisos correístas a jugarse su futuro por unos cadáveres que empiezan a oler mal? La indolencia tiene límites y la fetidez puede llegar a ser insoportable.
Al parecer, Correa está dispuesto a jugarse todas las cartas para neutralizar un posible viraje de fuerzas al interior del oficialismo. Inclusive a riesgo de hacer papelones, como el del bloqueo en Facebook, o hacer de tonto útil en favor de Moreno. Entre su desesperación y su fatuidad puede terminar de hundirse. Y arrastrar con él a sus más fervientes defensores. Como acaba de ocurrir con la flamante directora de Alianza País: bastó una respuesta torpe, simplona —y a no dudarlo inducida— frente a la convocatoria al diálogo del Presidente Moreno para evidenciar el arrinconamiento que enfrentan los correístas. Se echaron a todo el país encima. De paso se confirmó que sin plata, sin publicidad y sin teleprompter son absolutamente ineptos para la política. Pésimo debut para Gabriela Rivadeneira: su reinado partidista puede terminar antes de lo previsto.
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