Publicado en Junio 21, 2017 en La Info por José Hernández
Rafael Vicente Correa demandó al pelagato Martín Pallares ante un juez de la República. El ex presidente lo acusa por haber proferido, supuestamente, “expresiones en descredito deshonra” en contra suya. Esta contravención está sancionada, según el artículo 396, numeral 1, del Código Penal, con “pena privativa de libertad de quince a treinta días”. Pero, claro, Correa también reclama, ante el juez, “indemnizaciones civiles en el monto que usted considere pertinente”.
¿Por qué Correa quiere al pelagato Pallares preso y meterle la mano al bolsillo? Por un artículo suyo, publicado el 25 de abril de 2017, en 4Pelagatos. Es decir, cuando Correa era Presidente; realidad que no aparece por parte alguna en su demanda.
El artículo se publicó luego de la rueda de prensa de Correa en Guayaquil en la cual defendió a su ex ministro Alecksey Mosquera con los argumentos peregrinos que, desde entonces, han sido ampliamente difundidos. Correa dijo que Mosquera no era funcionario cuando recibió un millón de dólares y que lo único irregular, a sus ojos, pudo haber sido que no lo declaró. Convirtió así un presunta coima en defraudación tributaria y, de pronto, en lavado de activos. Correa quiso desparecer este caso de la escena pública arguyendo que ese dinero lo recibió Mosquera luego de ser ministro y mucho después de que se firmó el contrato Toachi-Pilatón.
El pelagato Pallares hizo, basándose en esa lógica exhibida por Correa, escenarios ficticios destinados a mostrar la insensatez del raciocinio presidencial. A lo largo de la nota, Pallares persigue el mismo objetivo: mostrar cómo las tesis de Correa pueden conducir a conclusiones absolutamente disparatadas. “Con argumentos así –escribe– es perfectamente posible y legítimamente verosímil imaginarse a Correa con las manos llenas de joyas asegurando, con tranquilidad pasmosa, que las sacó de la casa del vecino para verificar quién es el dueño”.
Pues bien: ese texto, que prueba la barbaridad a la que recurrió Correa para sacar del aprieto a uno de sus exministros, es usado hoy por él como prueba de un delito. En su demanda dice que Pallares “se refiere a mi persona con expresiones que afectan mi honor acusándome de actos que riñen con la ley y la moral, y al hacerlo además utilizando un medio de comunicación de amplia difusión evidencia la intención dolosa de causarme daño”.
4Pelagatos agradece al expresidente por reconocer, al fin, que es un medio “de amplia difusión”. Pero le pide tomar un curso de interpretación de textos. Pallares no lo acusa de nada. Lo vuelve actor de su propia lógica que, en este caso, no solo riñe con el cartesianismo más prosaico sino que es profundamente absurda. Por eso, se lee en ese texto que “es perfectamente posible imaginar”, que “Correa podría decir”, que “también hay cómo imaginarlo diciendo”, que “si a Correa lo sorprenden robando podría decir que estaba cuidando”. Son expresiones que refieren a situaciones hipotéticas y las hipótesis no son aseveraciones. Peor acusaciones. Son suposiciones que por ser inverosímiles, adrede en este caso, buscaban, precisamente, mostrar el razonamiento insensato de Correa. La conclusión del artículo no deja duda sobre este propósito. Dice: “Alecksey Mosquera puede estar tranquilo. Si fue sorprendido recibiendo un millón de dólares de Odebrecht podría llegar a decir, tranquilamente, que le prestó su cuenta bancaria a los brasileños porque éstos habían olvidado el número de la suya”.
Martín Pallares no acusa de nada a Correa. Solo hace notar cómo de presidente, en ese momento, creía tontos a sus conciudadanos y pensaba que con argumentos tan falaces podía proteger a un ex funcionario que tiene que explicar cómo su cuenta bancaria creció, de la noche a la mañana, en un millón de dólares. Aquí cabe enderezar las cosas: es Correa quien afectó con explicaciones tan cínicas la democracia del país. No Pallares quien atentó contra su honor.
Correa debiera estudiar, ahora que tiene tiempo, interpretación de textos. En vez de querer forzar su sentido para perseguir a sus críticos. Lo cierto es que Martín Pallares, un pelagato íntegro, tiene ahora un juicio que puede llevarlo a la cárcel y obligarlo a engrosar la cuenta bancaria del expresidente.
4Pelagatos encarará esta demanda desde el significado que tiene: otro atentado de Correa contra la libertad de expresión. Una nueva muestra de su deseo de amedentrar y castigar, ahora desde la viudez del poder, voces y plumas que no claudicaron durante su gobierno autoritario. Este juicio se llevará a cabo en el gobierno de Lenín Moreno y servirá para mostrar si los jueces ahora actúan apegados a la ley. O si aún reciben órdenes de un expresidente que, además de autoritario e intolerante, ve fantasmas donde no los hay.
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